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El conservador narra la historia de Mehring, un acaudalado industrial que luego de cada semana de trabajo se dirige a la casa que tiene en las afueras de la ciudad. La casa está atendida por varias familias negras, que viven en una dependencia de la residencia y se encargan de realizar los quehaceres domésticos. En una de las visitas a su morada campestre encuentra un cadáver en su campo.
El hallazgo de este cadáver modifica el ritmo corriente de las cosas, al tener que asumir las más diversas actitudes como consecuencia de la situación encontrada. La autora presenta toda una profusión de imágenes: la inevitable llamada a la policía; las decisiones que Mehring va tomando dentro de su incapacidad de aceptación de la realidad, al extremo de que el cadáver es enterrado en el mismo campo; el hijo adolescente que presume de su riqueza y la amante con orientaciones izquierdistas con la cual discute de política y el apartheid; y el menosprecio por la vida humana que lo va llevando a una situación en la cual también sucumbe.
En esta novela la muerte adquiere un carácter emblemático, cuando inicia y termina la trama mediante una estructura circular. El muerto que aparece al principio y la muerte del protagonista al final, son parte de una misma secuencia, en que se suman una serie de hechos violentos de la vida del personaje: sus confrontaciones con la amante, con su hijo, sus dudas y cuestionamientos internos, los problemas del medio que le van haciendo aborrecer la existencia y la impasibilidad de la naturaleza con sus ciclos repetitivos. Toda esta confrontación de las pasiones humanas va dando al traste con el equilibrio psicológico del personaje, quien sucumbe también al final de la trama casi en condiciones similares que el muerto inicial.
, ni me lo planteo. 