jilguero escribió:Bueno, ella ni siquiera parece estar enamorada del amor sino que busca ser el ombligo del mundo de alguien "importante" a toda costa y se atiene al papel convencional de mujer siempre bella para ser deseada. Solal, en cambio, es muy escéptico y juega a rebelarse del papel que le ha tocado en suerte como varón. Pero como trasfondo de esa rebeldía se intuye un "no están las uvas maduras" (= soy judío y en consecuencia un paria).
Mi pregunta es redundante, una tontería.
Y sí, la intensidad debería aplicarse en las tareas cotidianas. Ariane ni vive con intensidad ni parece apreciarla. Y eso que al principio era toda fogosidad (quizá justamente por ello).
Es curioso, por otro lado, que no conozcamos el punto de vista de ella, lo que podría ser muy interesante para este tratado sobre el amor. ¿Cuál puede ser el motivo?
Uno (o una) no debe aferrarse a lo efímero, -belleza, pasión, etc-, porque tiene los días contados. Ésta parece ser la lección moral que por ahora nos ofrece Albert Cohen.
Intuyo que hay otra lección mucho más despiadada.