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Título: El rostro ajeno Autor: Kôbô Abe Título original: 他人の顔 [Tanin no kao] Fecha de la primera publicación: 1964 Traductor: Fernando Rodríguez-Izquierdo Año de edición que se presenta: 2007 Nº de páginas: 280 Editorial: Siruela ISBN: 9788498411010
Convencido de que el alma reside en la piel, de que su propio ser se ha desvanecido junto con los rasgos de su cara desfigurada a raíz de un accidente, un científico se obsesiona con la idea de cubrirse con una máscara, otro yo que esperanzadamente concibe como un nexo con el mundo. Destinada a devolverle la comuniación, el afecto, su sexualidad incluso, esa segunda piel comienza a imponerse a su voluntad a través de una intriga magistral desarrollada por Abe.
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Me ha llamado la atención la sinopsis de este libro, tiene buena pinta
Al paso que voy con el que estoy leyendo ahora seguramente lo terminaré esta noche, así que mañana me pondré con éste, ya os contaré aunque creo que me va a gustar
Entonces tú lo buscas con la mirada. Pero la habitación está muerta, y un aire de desolación se pasea entre sus paredes: él -por supuesto- no se encuentra presente, ni siquiera su sombra se dejaría ver por aquí. Un estremecimiento te recorre el cuerpo, al sentirte observada por esas paredes, desnudas de toda expresión humana.
Quién sabe si me ha vencido él acaso, o si soy yo quien ha vencido. Sea como sea, ya ha caído el telón sobre esta farse de máscaras. Yo lo he asesinado. Me declaro culpable, y me he propuesto confesarlo todo sin guardarme detalle alguno.
De este modo, mi tiempo pasado se va aproximando a tu presente para enlazar con él. Así que, si te dedicas sin desfallecer a esta lectura, si continúas en ella, yo llegaré a alcanzar tu tiempo, con tal que perseveres leyéndome hasta la última página de este escrito, sin arrojarlo jamás de ti.
Y yo, además, desde que me pasó aquello, vengo sintiendo una tremenda afinidad hacia las tinieblas. Francamente, qué estupendo sería si de pronto toda la gente del mundo perdiese los ojos, o bien olvidase por completo cómo era la luz. En seguida se llegaría a establecer cierto acuerdo general sobre el concepto de <<forma>>. Todo el mundo daría por sentado el principio de que un pan es un pan, independientemente de que se tratara de un pan triangular, redondo, o como fuera...
Creo que me encontraba ya a punto de aullar. ¡Socorro! ¡Auxiliadme! ¡Dejad de mirarme así! Que si me seguís mirando de ese modo, me voy a convertir de veras en un monstruo.
Si hay alguien que conozca bien el significado de la luz, no es ni el electricista, ni el pintor, ni el fotógrafo, sino el ciego que ha perdido la vista siendo ya adulto. Así como hay una sabiduría de la riqueza en la riqueza misma, así también ha de haber una sabiduría de la carencia en la carencia misma.
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El libro me está gustando. Aunque al principio se me hizo un poco pesado, porque gran parte es un monólogo, encierra una historia común en nuestros días: el rechazo hacia las personas que son diferentes. Me gusta el modo en que el hombre lucha para recobrar su identidad perdida, aunque para ello deba recurrir a cubrirse los rasgos con una máscara.
En cualquiera de los supuestos posibles, yo nunca quería perderte. Perderte equivaldría simbólicamente para mí a perder ni más ni menos que el mundo entero.
Sentía deseos de acercarme a ti; y, al mismo tiempo, de alejarme de ti. Quería conocerte, pero también al mismo tiempo me resistía a conocerte. Anhelaba verte, pero al mismo tiempo me avergonzaba mirarte. En esta situación de equilibrio inestable, la grieta que nos dividía iba creciendo más y más hacia dentro; y yo no podía hacer otra cosa que sujetar con las dos manos los vidrios rotos de la copa..., para no conseguir más que mantener a duras penas su forma.
Luego, llegué a pensar de pronto que ojalá aquella niebla de fuera se conviertiera en gas venenoso. O, de no ser así, qué bueno sería que estallase un volcán, que se declarase la guerra, que la humanidad entera se asfixiase, que todo el mundo real se viniese abajo hecho añicos. ----------------
Realmente el libro te sorprende. Se fabrica una máscara intentando recuperar una identidad que cree perdida, culpa a la sociedad por considerar imprescindible la cara como túnel de comunicación entre las personas, se resiente contra ella. Pero al llevar la máscara se da cuenta de que es ella quien lo lleva a él... resultando otro yo mucho más perverso, como si todo su resentimiento e inhibición debida a su cara destrozada se hubieran concentrado en la máscara.
El libro está bien, te hace reflexionar sobre muchas cosas aunque en ocasiones se hace un poco denso
Es uno de esos libros que se han de leer despacio.
Por eso mismo me gusta tanto la literatura japonesa. Leí hace poquito "La mujer de la arena" de Abe y me pasó lo mismo. Hay que ir despacito para poder disfrutar de cada frase y meterte dentro de los personajes.
En una semana más o menos espero empezar con el rostro ajeno así que ya os contaré