En estos últimos días he tenido un poquito más de tiempo para leer, así que voy avanzando y acabo de empezar la segunda parte.
¿Qué añadir a lo que ya habéis comentado tan brillantemente, Meiko, Sedum Album?
Bueno, que disfruto muchísimo con la penetración psicológica de Tolstoi, que una vez más se muestra capaz de escudriñar los últimos rincones del alma humana, y hacernos sonrojar al reconocernos a nosotros mismos en rasgos de sus personajes que no siempre son halagüeños. Uf, ese presidente del tribunal, esos jurados negligentes..., y esa facilidad para olvidar que son vidas humanas, destinos, los que están en juego... Qué terriblemente actuales siguen siendo muchas de las observaciones que hace el autor sobre la administración de justicia, y en particular sobre la mezquindad de aquellos que la administran. ¡Este libro debería ser de lectura obligatoria en la Escuela Judicial!
También me encanta que Nekhludov, tras vivir su particular "camino de Damasco", siga siendo un ser humano, con sus claroscuros, sus dudas y sus retrocesos, su hipocresía y su soberbia que no dejan de estar presentes a través de su pretendido altruismo. Y que la pobre Katiuscha sea también tan de carne y hueso: creo que cualquier mujer la puede comprender. Y me he tenido que reír con la cazurrería y la gramática parda de los campesinos, ¡que no se fían de tanta generosidad por parte del
barin...!
¡Qué bien descritas están esas escenas!
Ahora bien, me gusta menos el tono doctrinario que empieza a impregnar el libro. ¿Cómo es posible que un autor capaz de crear personajes tan humanos, llenos de contradicciones y de dudas, que reúnen tantas facetas, sea al mismo tiempo tan monolítico cuando expone sus teorías? Nekhludov resulta mucho más creíble que el propio Tolstoi, hay que ver lo que es la literatura