Peñas arriba - José María de Pereda

[Edmundo]

En Peñas arriba José María de Pereda nos presenta su tema favorito, la fidelidad a la tierra, a través de Marcelo, que tiene que elegir entre la vida campestre en compañía de su amor, Lila, y la seducción por la gran ciudad. Esta obra alcanzó un gran éxito sin precedentes en su época. La primera edición se agotó en veintiún días y ni siquiera Galdós pudo esgrimir una estadística tan tajante.

[Edmundo]

Si os animais, ya sabeis

Voy a abrir hilos poco a poco de todos mis pendientes que no tengan post abierto

[azucena]

Ni lo tengo ni lo he leído ¿crees qué está bien? Te veo muy acosasor hoy ¿eh? jijijijijijijii

Me lo apuntaré para la próxima vez que vaya al mercado de San Antonio

[Edmundo]

Pues tendré que investigar por internet opiniones a ver, pero tiene buena pinta. Este libro me lo regalaron hace muchos años, y lo tenía ahí enterrado en la estantería el pobre

[azucena]

No hace falta investigar, Ed ¡es más emocionante descubrirlo por nosotros mismos! Ya te digo, de austral es fácil encontrarlo. Y éste será ¡sorpresa, sorpresa! jijijiji

[Edmundo]

Eso es muy buena idea, de esa forma descubrí a Wilkie Collins y su Dama de blanco. Y desde entonces este autor es de mis favoritos

[azucena]

A mi también me encanta Wilkie Collins jejjejejej. Pues nada, me apunto este libro y lo busco en la próxima excursión a los libros de viejo

[Agatha]

Edmundo, que peligro tienes hoy.... jajajaa...¡ ¡estás lanzado!

Este es el que más me llama de momento de los que has puesto, a ver si lo miro y me apunto.

[Edmundo]

Edmundo, que peligro tienes hoy.... jajajaa...¡ ¡estás lanzado!

Este es el que más me llama de momento de los que has puesto, a ver si lo miro y me apunto.

Es que Haidé y Evaluna venga a proponer y proponer, y mi pila no estaba bajando Por eso he seguido la misma estrategia

[Gretogarbo]

Mi gran amigo Pereda y yo, fuimos a Portugal acompañados de un rico comerciante santanderino. Del 72, el primer año que yo visité la capital cantábrica, data mi entrañable amistad con el insigne escritor montañés; amistad que permaneció inalterable, fraternal, hasta que acabaron los días del glorioso autor de Sotileza y Peñas arriba. Algunos creen que Pereda y yo vivíamos en continua rivalidad por cuestiones religiosas y políticas. Esto no es cierto. Pereda tenía sus ideas y yo las mías; en ocasiones nos enredábamos en donosas disputas sin llegar al altercado displicente. En verdad, ni don José María Pereda era tan clerical como alguien cree, ni yo tan furibundo librepensador como suponen otros. En mi copioso archivo epistolar conservo como un rico tesoro multitud de cartas de Pereda, escritas maravillosamente en aquella prosa fluida, galana, incomparable.
Pereda y yo, de Memorias de un desmemoriado, de Benito Pérez Galdós