El armario (Relato en busca de lectores 0)

[JATF]

Hola a todos,

aquí dejo otro relato para quién le apetezca, me haga de lector 0.

EL ARMARIO

La niña duerme en una habitación donde las sombras de la noche y de su
mente se entremezclan entre sí. Aunque si la miras parece tener un sueño
plácido y sereno. No es casual el halo de plenitud que desprende, su cuerpo
descansa entre sábanas y libros, y esta vez su mente habita lugares libres y
seguros. Camina entre bosques de abetos, campos de trigo e incluso ríos
furiosos. De pronto, un fuerte golpe desdibuja los bosques, los campos y los
ríos.
—¡¿Otra vez durmiendo, niña perezosa?!
“¿Qué he debido hacer mal esta vez?”, piensa. Pero al instante se dice a sí
misma: “no es por lo que haga, ya deberías saberlo. Solo espero que pase
rápido y que no empeore mi brazo maltrecho por la última vez”.
—Así aprenderás.
Como cada vez, se dejará caer sobre la cama a esperar que mengüe el dolor
de los golpes. Después mirará el armario y se meterá dentro para envolverse
en una oscuridad acogedora.
Ya está, ya es el momento; se pone en pie y camina hasta la puerta de
madera, la abre, entra y vuelve a cerrarla. Se encoge contra una esquina y deja
caer sus párpados en busca de una calma inalcanzable.
—Abre los ojos niña —escucha.
—¿Quién eres?
—Eso debes saberlo tú, que eres quién me ha creado. Solo soy producto de tus sueños.
—Pero… eso no es posible. Estoy despierta, lo sé porque acabo de venir
desde mi cama al armario. Y sobre todo lo sé porque siento el dolor de los
golpes, cuando estoy dormida es diferente.
—De acuerdo tú decides, estás despierta.
La niña la mira con extraña curiosidad.
—Creo que te llamaré Dama Blanca —le dice.
—Gracias, es un nombre muy bonito. Ahora, dime un sitio dónde desees ir.
—No lo sé Dama Blanca, solo dormida soy capaz de imaginar algo más de lo que tengo alrededor. Y ya te he dicho que estoy despierta.
—Por supuesto que estás despierta. Ya me lo has dejado claro. Está bien, entonces escogeré yo.
La mujer la coge de la mano y con un gesto suave derriba la parte trasera
del armario.

Arrastrando su túnica blanca echa a andar sobre la limpia nieve del camino.
La niña la sigue perpleja. Contempla llena de gozo los abetos centenarios, los arroyuelos zigzagueantes, y las ardillas traviesas y de miradas curiosas. Todo
ello bajo un día de sol en medio del invierno. Al llegar a un claro la Dama
Blanca se detiene y le pregunta.
—¿Te gusta donde te he traído?
—¡Me encanta! Gracias Dama Blanca.
—¿Nunca has estado en un lugar así? Hay muchos lugares hermosos, tanto o incluso más que este.
—No. —La niña dirige su mirada al suelo—. Mis padres me tienen encerrada y además me pegan casi todos los días.
—Dios mío, eso es horrible.
La Dama Blanca avanza unos pasos sobre la nieve virgen, finalmente se detiene:
—Se me ocurre una idea —le dice— ¿Por qué no los matas? Ya sabes, con la pistola que tiene tu padre en su mesita de noche. El cree que no, pero sí que lo sabes… ¿verdad?
La niña frunce el ceño y la mira desafiante, pero la Dama Blanca suelta una carcajada.
—Vamos, no te hagas la sorprendida. Las dos sabemos que lo deseas, deseas verlos muertos para poder escapar. ¡Ni siquiera son tus verdaderos padres! Piénsalo, ya tienes trece años y podrás viajar a sitios tan maravillosos como este.
La niña se queda en silencio y contempla el paisaje, signo de que está pensando profundamente.
—¿Quieres salvar tu vida? —insiste la Dama Blanca.
La niña la mira.
—No haré tal cosa. Nadie tiene derecho sobre la vida de nadie, buscaré otra solución.
—Pero ellos no piensan lo mismo. Tu vida, tu triste vida les pertenece y no parecen sentirse mal por ello.
—Será mejor que vuelva a casa.
La niña se despide amablemente de la extraña mujer y siguiendo las huellas
en la nieve, deshace sus pasos hasta llegar de nuevo al armario. Sale de él y
se echa en la cama a esperar el amanecer.
En medio del sopor escucha la puerta de casa cerrarse fuertemente y los
gritos de su padre. Salta de la cama temblando y corre hacia la otra habitación
en busca de la mesita de noche.
—¡Aquí estás! ¡Ahora recibirás tu merecido!
Se arrodilla temblando ante la mesita y abre el primer cajón. Nada.
—¿Querías escapar pequeña?
Abre el segundo cajón. Nada.
Ya no puede respirar. Su garganta es presa de unas manos gigantes y
fuertes.
Abre el último cajón. Frio hierro.
Acierta un disparo en la pierna y el agresor cae al suelo retorciéndose de
dolor.
—¡¿Qué has hecho desgraciada?! ¡Te voy a matar, me oyes, estás muerta!
La niña se acerca y le apunta en la cabeza.
—¿Si murieses dónde crees que irías, al cielo o al infierno? —le pregunta.
—Pero qué demonios dices ¡estás loca!
—Responde. De tu contestación dependerá que vivas o mueras. Pero escucha, solo si considero que has fallado la respuesta te dejaré vivir.
En ese momento, la suave voz de la Dama Blanca irrumpe en la habitación.
—Muy bien niña. Veo que has aprendido la lección.
—Te equivocas, como puedes ver, le estoy danto una opción para vivir. Responde a la pregunta —dice dirigiéndose al hombre.
—A…al cielo –alcanza a decir entre sollozos.
—¿De verdad crees haberte ganado el cielo? Esperaba sinceridad y
arrepentimiento ante la muerte en lugar de la respuesta de un cobarde. Ahora
tengo una razón más para matarte. Pero no lo haré gracias a ti, Dama Blanca. Porque solo eres la manifestación de la parte más cobarde de mi ser y no te necesito. Te quedarás aquí con él.
Y la niña se marcha para no volver a aquella casa nunca más.

[lucia]

La primera parte es confusa. De hecho, hay un rato en que pensé que el armario se le iba a caer encima y todo. Luego toma un aire muy Narnia.

Pero lo que me ha encantado es el giro final de la chica venciendo sus miedos sin llegar a convertirse ella misma en algo rastrero y sucio

Resumiendo, que da la sensación de que al escribir te sueltas hacia la mitad de la historia, aunque luego no releas para uniformar.

[JATF]

Hola Lucía,

primero muchísimas gracias por leerlo, algo que parece que es difícil de conseguir y en cambio tú lo has hecho. Te lo agradezco.

Dicho esto, pues bueno, lo de que el armario se le caiga encima pues no tenía ni idea de que podría dar esa sensación, en todo caso lo tendré en cuenta. Y si que es cierto que recuerda a Narnia, pero prometo que cuando lo escribí en ningún momento lo pensé (debió de ser el subsconciente, jejejeje).

Me alegro de que te haya gustado el final. Tengo que decir que fue un relato que escribí sin ninguna planificación, es decir, totalmente improvisado. Se podría interpretar que fue el mismo personaje de la niña quién me indicaba lo que debía hacer.

Saludos!!