Arriba, en el puerto de Navacerrada, existe un repetidor de televisión. Hay mucha altura y en invierno se pueden alcanzar muchos grados bajo cero. Parece que nunca se vayan a derretir los carámbanos. Normalmente hay una espesa niebla y tormentas impetuosas.
El repetidor cuenta con personal dedicado a diferentes tareas: técnicos controladores y Guardias Civiles.
Una tarde de invierno, especialmente fría y oscura aparecieron dos jóvenes prácticamente congelados. Varias personas del repetidor intentaron reanimarlas. No reaccionaban.
Unos tras otros iban dándoles golpes y bofetadas; violentas fricciones de alcohol. Haciéndoles tragar a la fuerza sorbos de coñac. Y nada, seguían sin reaccionar.
Cuando los visitantes estaban rojos como cangrejos, calientes como estufas y borrachos como cubas, seguían sin pronunciar palabra.
Sólo después de un buen rato, descubrieron, con sorpresa, con vergüenza y con sonrojo, que eran sordomudos. Uno de ellos llegó a llorar. Se abrazaron: habían sobrevivido a dos calamidades...
(sacado de una noticia real)
Falta comunicación.
Y digo yo, ¿cuando empezaron a reaccionar no podían levantar las manos para intentar protegerse de los golpes?
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.
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