Regreso a la vida (después de una cuasi muerte)Terror/acción

Espacio en el que encontrar los relatos de los foreros, y pistas para quien quiera publicar.

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Haradrim
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Regreso a la vida (después de una cuasi muerte)Terror/acción

Mensaje por Haradrim »

Un cuento situado en el universo de la Fundación SCP http://lafundacionscp.wikidot.com/

En algún lugar de Egipto…

Oscuridad.

Durante mucho tiempo, solo oscuridad.

Luego luz.

Débil, temblorosa, vacilante.

Después más fuerte, permitiendo distinguir figuras humanas.

Eran cuatro, vestían ajustados trajes de protección color naranja, sus rostros borrosos tras un visor de plástico ultrarresistente, tres de ellos fuertemente armados, la cuarta figura, una mujer, llevaba una pistola en la cintura, pero estaba más dedicada a filmarlo todo y ocasionalmente recogía algo del polvoriento suelo y lo guardaba en una bolsa de muestras.

Las linternas que llevaban en el pecho ahuyentaban la oscuridad y permitían ver el túnel por el cual caminaban, casi perfectamente circular, el piso cubierto de polvo y escombros, la superficie de muros y techo de un ocre rojizo. Ocasionalmente alguna nueva galería se abría a los lados y antes de explorarla marcaban con pintura fosforescente flechas para evitar extraviarse.

Llegaron así a un área más grande, una pequeña caverna, allí habían seis extrañas estructuras surgiendo de los muros, onduladas, fluidas, extendiéndose por el suelo cuales serpientes. Y dentro de cada extraña formación, emergiendo parte de sus huesos blanqueados, habían esqueletos humanos, uno de ellos con los huecos de sus ojos mirando hacia arriba, mientras las esqueléticas manos asomaban unidas, como en un gesto de ruego o de oración. Y en un muro, dibujado toscamente como hecho por un torpe artesano del antiguo Egipto, estaba la imagen de una momia tendida y un tallo escapándose de su boca, con seis hojas y terminando en una flor como de nenúfar.

La mujer se inclinó y con un bisturí raspó la superficie de una de esas cosas, y se volvió un tenue polvo que flotaba como una nubecilla. Finalmente obtuvo suficiente de esa sustancia y la depositó en un pequeño frasco con un líquido transparente, el cual después agitó. El líquido se volvió oscuro por unos segundos y posteriormente adquirió un tono rosa.

—Celulosa —declaró— Orgánico, vegetal…

Se irguió, sus compañeros no podían verlo, pero en sus ojos brillaba el entusiasmo.

—Esto es… sin duda… un templo dedicado al Gran Dios Verde.

—¿En serio? —preguntó Borges— ¿Justo debajo de un templo mekhanita?

—Sí, es extraño, aunque no sabemos qué tipo de relación había entre el antiguo culto a Mekhane y el culto al Dios Verde, los propios mekhanitas fueron expulsados finalmente de Egipto alrededor del 1000. A.C… apostaría que este templo es anterior a esa fecha.

Se rió, su risa era fresca, casi infantil.

—¡Es tan poco lo que sabemos sobre ellos! Casi nada sobre sus verdaderas prácticas religiosas y menos sobre sus costumbres y si su cultura era muy diferente a la de los demás egipcios, fíjense que aun no tenemos claro si rechazaban todo tipo de productos animales y por lo tanto no comían carne ni se vestían con pieles o lana, por ser impuros, o bien por el contrario consideraban toda material vegetal como demasiado sagrada y no se vestían con lino ni encendían fuego usando madera, entre otras cosas. Esto podría ni siquiera ser un templo, no como los interpretamos nosotros, el papiro 12 de Oxirrinco nos cuenta que…

—Sí, todo eso es muy interesante —la interrumpió el agente Kane, la doctora El Saadawi era joven, recién salida de la universidad y muy entusiasta con la para-arqueología— Pero todavía nos queda por explorar, no sabemos cuánto se extienden estos túneles.

—Es verdad, es que esto es increíble, abre camino a muchas posibilidades… tiene razón, hay que seguir, ojala encontremos pergaminos ¡O tablas de arcilla!, podríamos terminar trabajando durante años aquí.

—¡Años! Usted será quien trabaje años aquí —dijo Boffa, tan grosero como siempre— Tendrá suerte si dedicamos un par de semanas aquí.

La doctora lo miro con asombro.

—Tiene razón, tendrá que actuar rápido —intervino Kane— Los de M/C y D siempre dan vueltas por este territorio buscando objetos, sin contar la ORAI, que busca extender su influencia por el norte de África… No digo un par de semanas, pero pese a los sobornos pagados y los amnésicos distribuidos, no podemos garantizar que este sitio no sea descubierto por una organización rival.

—A mí lo que me intriga es cómo diablos se metieron dentro de esas raíces ¿crecieron dentro de sus cuerpos o…?

—Es una buena pregunta, agente Borges, es claramente algo ritual, simbólico, la muerte no es el fin sino que hay un renacimiento, hay una semilla imperecedera que brotara y…



Seis meses más tarde, en el Sitio-34 (presente)

Era una habitación sencilla, una mesa, dos sillas, un espejo enorme en la pared, y dos tipos. Uno de ellos era de estatura mediana, moreno, rasgos toscos en una cara simple, que revelaban al campesino que alguna vez fue y que seguía siendo. El otro era pálido y rubio, tan pálido y rubio que sus cejas y pestañas eran casi invisibles.

—Soy el agente Vodanovich ¿leyó todos los documentos?

—Sí, lo hice —respondió el ex-campesino.

—¿Los entiende? ¿Entiende todas sus responsabilidades?

—Pues si… obvio.

—¿Entiende que no podrá hablar de su trabajo, de la ubicación de su trabajo y de ningún detalle relacionado con su familia?

—Sí, lo entiendo, igual, yo no hablo mucho con mi familia, o sea, tengo a mi señora, ex señora mejor, porque nos separamos hace tiempo, y tengo a mis hijos, y yo espero que con este trabajo ella me deje verlos porque no me deja, ella me puso una demanda porque nunca le doy dinero para ellos y yo creo que con este trabajo…

Al otro lado del espejo falso dos personas observaban la escena, uno era negro, alto, fornido y serio, muy parecido a Idris Elba en Pacific Rim. Plantado firmemente sobre sus pies, casi parecía que iba a dar un discurso sobre como cancelarían el apocalipsis esa noche.

El otro era bajo, pálido, de rostro delgado y ratonil, sus ojos eran bizcos y los anteojos que llevaba le daban un notable aspecto de bibliotecario, literalmente parecía un ratón de biblioteca.

—¿Qué opinas? A mí me da pena ver a lo que se ha reducido la Fundación —preguntó el ratón de biblioteca, es decir el doctor Dávalos, a su amigo el agente Kane.

—¿De dónde vienen?

—Son ex guerrilleros de las FARC de Colombia, abandonaron la guerrilla pero no se han integrado bien a la sociedad civil, la Fundación los contrata como guardias ya que tienen experiencia con armas y en combate.

Resopló con desaliento, estaba claro que no le gustaban.

—¿Qué opinas?

—Servirán por el momento, sabemos cuánto necesita la Fundación nuevos recursos.

—Si claro, para ti está bien, no tendrás que trabajar con ellos, porque cuando haya una brecha de contención, pongamos de SCP-ES-060, gritaran como niñas y saldrán corriendo.

—Pero no me llamaste para oír tus quejas ¿verdad?

—Sí, no es por esto… Es para hacerte una pregunta, muy sencilla —lo miró fijamente —¿Estás listo para volver?

—¿No tienes allí mis informes sicológicos? ¿No he sido analizado y re-analizado por tres de tus colegas?… ¿Lo harás tu también?

—Sé lo que dicen mis colegas sobre ti —hizo un gesto en el aire como si apartara algo inútil— Te lo pregunto yo directamente, como amigo preocupado por tu seguridad y como tu superior preocupado por la seguridad de todos ¿Estás listo?



Egipto, seis meses antes.

—¿Qué crees que hay allí? —le preguntó Omar a Hassan, señalando a un centenar de metros de distancia, donde se alzaban varias tiendas enormes y faros halógenos iluminaban la noche. Hassan se encogió de hombros con desinterés.

—Una excavación como tantas otras.

—Sí, pero esto es diferente, no están los militares custodiando esto, no hay ningún periodista y ellos tienen su propia seguridad.

—Tal vez no sea del todo legal lo que hacen…

Omar y Hassan llevaban dos años trabajando juntos como parte de una empresa de seguridad privada, no eran amigos, no se hablaban fuera del trabajo, ni siquiera se caían bien. Pero las noches eran largas y si no había más opción conversaban entre ellos para espantar el sueño, mientras compartían un cigarrillo.

Si, era raro, ellos solo vigilaban el perímetro exterior, la parte de las excavaciones tenía su propia seguridad –y al parecer solo europeos, ningún egipcio- y ellos tenían prohibido acercarse a esa zona, además de que el contrato que firmaron incluía una clausula que prohibía hablar de su trabajo y de cualquier cosa que vieran en el, bajo el riesgo de ser despedidos y pagar una altísima multa. Todo muy inusual.

La conversación derivo a lo que le había sucedido a un conocido de ambos, un militar que aceptó un soborno para permitir que un equipo de europeos –italianos creía Omar, aunque al final no importaba, para ellos todos los europeos se veían iguales- filmara una película pornográfica en las pirámides de Keops y Kefren. Le pagaron muy bien por eso, y más vale que fuera así, porque sus superiores lo descubrieron y lo expulsaron del ejército deshonrosamente, y tuvo suerte de no terminar en la cárcel.

—Lo que más le duele a él —dijo Omar— es que sus superiores son igualmente corruptos, ellos ganan un buen sueldo con el contrabando ¿Y es castigado por tratar de mejorar su situación un poco?

—Ya sabes cómo son las cosas aquí —respondió resignadamente Hassan, dándole un chupada a su cigarrillo.

Omar miro su reloj.

—Las dos de la madrugada —Hassan volvió a encogerse de hombros, aun faltaba mucho para terminar su turno ¿Para qué recordarlo a cada momento?

—¿Quieres? —y Omar le mostró una petaca.

—¿Qué es eso?

—Coñac, y del bueno, marca europea.

—¡Por Allah!… Claro que sí.

Ambos eran musulmanes, pero no había nadie cerca, ni en su mezquita ni en su barrio se enterarían, así que no era pecado.

Pero cuando Hassan alargo la mano para coger la petaca que se le ofrecía, Omar la dejó caer y antes de que tocara el suelo le agarró la muñeca y lo tiró hacia él. Hassan desprevenido perdió el equilibrio y antes que pudiera decir algo un cuchillo se clavó en su garganta, justo entre la manzana de Adán y la barbilla.

No pudo gritar, solo emitir un sonido ahogado, y el cuchillo volvió a clavarse, golpes secos, potentes. Terminó en el suelo mientras de su boca salían sonidos guturales y una espuma sanguinolenta.

—Lastima de coñac —dijo Omar con tristeza mientras miraba la petaca rota en el suelo.


Continuara...
Última edición por Haradrim el 11 Ene 2019 03:56, editado 1 vez en total.
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lucia
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Re: Regreso a la vida (después de una cuasi muerte)Terror/ac

Mensaje por lucia »

Ya decía yo que qué raro que le ofreciese alcohol a alguien que no era su amigo :nono:

Por cierto, si no sabes a qué objeto o líquido se asemejaba algo, no digas como de, queda mas como si no supieses a qué se parecía tú mismo por falta de vocabulario que a una comparación o metáfora.
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Haradrim
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Re: Regreso a la vida (después de una cuasi muerte)Terror/ac

Mensaje por Haradrim »

"Por cierto, si no sabes a qué objeto o líquido se asemejaba algo, no digas como de" ¿En que parte hice eso?
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Haradrim
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Re: Regreso a la vida (después de una cuasi muerte)Terror/ac

Mensaje por Haradrim »

Capitulo II y final


Antiguo santuario del Dios Verde, bajo tierra, Egipto

El invasor dio vuelta en la curva y se encontró cara a cara con Kane, este vio la sorpresa en los ojos del invasor, más allá del pasamontañas que cubría su rostro, y luego el dolor cuando le descargó su escopeta Mossberg en el pecho. Este retrocedió y se tambaleó, pero el chaleco antibalas salvó su vida, entonces Kane le disparó en el rostro.

Dio un salto apartándose justo a tiempo, porque la curva donde estaba se lleno de agujeros de bala, arrancando nubes de polvo. Kane disparó un par de veces más, sin apuntar a alguien especifico, sino como fuego de cobertura para mantenerlos alejados. Retrocedió para reunirse con el resto de su equipo.

—¿Cómo está Boffa?

—Aguanta por el momento —le respondió Borges— Dos balas en un brazo, paré la hemorragia con un torniquete y le di un calmante, pero por el momento es inútil.

—Hijo de perra ¡Todavía sirvo! — gritó Boffa.

—¡Silencio! —lo calló Kane— Gritando no ayudaras en nada… Dra. El Saadawi…

—Estoy bien, estoy bien —por su voz parecía a punto de echarse a llorar, pero aun resistía— Puedo continuar, puedo continuar.

—Bien, no sabemos cuántos son pero con las armas que tenemos ni pensar en abrirnos paso hacia arriba.

—¿Quiénes son, la iglesia del Dios Roto?

—No creo, no después de tanto tiempo, quizás la Insurgencia del Caos, o la ORIA, puede que incluso MC y D ¿Quién sabe?

—Entonces ¿Qué hacemos?

—Ya deben saber en la base que hemos sido atacados, y ellos vendrán en dos… máximo tres horas, pues tenemos que resistir esas tres horas, antes que nada buscaremos un sitio seguro, un escondrijo junto a una curva que…

Escucharon un silbido, algo cruzando velozmente el aire, y antes de que su mente procesara ese sonido, hubo una explosión. Fue a diez pasos de distancia y hubo fuego, polvo y fragmentos de roca golpeándolos, mientras todo se estremecía. El estruendo en un ambiente tan cerrado fue tal, que fueron ensordecidos por un momento, sus oídos dolían y un zumbido agudo hería sus tímpanos.

—¿Qué… que mierda fue eso? —preguntó la doctora, tosiendo y escupiendo polvo. Repitió su pregunta después, en voz más alta y aguda, y esta vez sus compañeros la escucharon.

—Un cohete, estoy seguro —respondió Kane.

—Apuesto que fue un RPG-71*… —aclaró Borges— ¿Qué clase de imbécil hace esto? ¿Lanzar un cohete en un lugar tan cerrado?

—Y tenemos suerte de que no nos haya sepultado, una explosión tan grande pudo colapsar todo…

Fue como si lo hubiera invocado. Un crujido, algo leve al principio, sonidos secos, cortos, pero continuos, como un susurro de hielo quebrándose, pero no era hielo, ni madera, aquello que se desagarraba era roca, era el techo de la caverna.

—¡Cuidado! —gritó uno de ellos, o quizás gritaron todos.

Y el mundo se derrumbó sobre ellos.




Sitio-34, seis meses después (presente)

—¿Por qué no jubilarse? —preguntó el doctor Dávalos.

—Jubilarme… ¿En serio? ¿Mudarme a Florida? ¿Alimentar a las palomas en la plaza?

—No hables como si tuvieras 70 años, puedes retirarte y dedicarte a otra cosa.

—Retirarme de La Fundación… —una leve y a la vez ambigua sonrisa apareció en el rostro de Kane— Como si fuera tan fácil…

—Sabes que no se te detendrá, claro que deberás pasar por un tratamiento para garantizar que no seas un peligro debido a toda la información sensible que…

—Me encanta como dices la palabra “tratamiento”, otros le darían una entonación especial, harían una pausa antes de pronunciarla, como si la dijeran entre comillas, tu no, tu no vacilas en decirla, porque para ti es simplemente eso, un tratamiento.

—Cierto que existen ciertos prejuicios en contra del uso de amnésicos, muchos agentes son reacios a usarlos con los testigos u otros civiles, a pesar de su seguridad sobradamente comprobada… porque tienen miedo de que alguna vez lo usen con ellos, o que ya los hayan usado.

—¿Y no es ese el caso?

—La administración de amnésicos a miembros activos de la Fundación y la implantación de recuerdos falsos es mucho menos común de lo que muchos creen, aunque si ocurre… Ya te he contado como al menos un par de veces al mes recibo a algún agente que tiene la sospecha de que se le administró algún amnésico en el pasado, desarrollando cierto grado de paranoia, generalmente después de leer a SCP-231… ese documento debería tener una clasificación de seguridad distinta, para que solo los niveles más altos lo lean.

Dávalos terminó haciendo una mueca, tal vez por recordar a SCP-231, o por como aún no habían cambiado los requisitos de acceso a la información sobre un SCP tan antiguo y perturbador.

—Esa niña ya debe estar por los treinta años… —murmuró, ensimismado en sus pensamientos, pero Kane no iba a permitirle perder el hilo de lo que estaban discutiendo.

—Desarrollar cierto grado de paranoia aquí en la Fundación es inevitable, incluso sano, pero no me vengas con la propaganda de que los amnésicos son 100% seguros, solo recuerda la Nepentadona… ¿Cómo lo llaman ahora, SCP-ES-50?

—ES-049, y eso fue un error, pero no trato de venderte propaganda, miles de personas han recibido amnésicos de diferentes clases y muy, repito, muy rara vez…

—Han tenido consecuencias, si, lo sé, pero no se trata de que tenga temor de que me aparezca una cara en el pecho, o en otra parte más intima de mi anatomía… ¿Sabes que es más aterrador que la idea de que van a borrarte veinte años de tu vida, y a reemplazarlos con recuerdos falsos? ¿Qué crees tú que puede ser más aterrador que eso?

Dávalos guardo silencio unos segundos

—La idea de que empieces a recuperar tus recuerdos después, trastornando por completo la vida que tienes entonces.

—Veo que me conoces bien…

—A ti y a toda la humanidad, soy sicólogo, no lo olvides.




Egipto, seis meses antes.

Al principio fue como una pesadilla, pero no como la que tenía ocasionalmente, aquella en la que estaba acostado en la cama, en la oscuridad, relajado, y con una mujer a su lado. No sabía quién era ella, pero sentía que era alguien importante, no un familiar, no una amiga… una amante. Pero no podía recordar su rostro (y tampoco su nombre), solo que estaba allí, a su lado, respirando calmadamente…

Luego se movía, miraba en su dirección, y extendía sus brazos para abrazarlo, pero sus brazos tenían la carne seca y pegada a sus huesos, y sus manos eran garras, y el rostro no era el de una mujer, sino de algo horrible que debía de estar muerto, que estaba muerto, y aun así trataba de abrazarlo, como una amante cuyo amor había sobrevivido a su propia podredumbre.

Y el despertaba, agitado, pero sin gritos –la gente solo gritaba en las películas- y sin sudar en frio… pero tardaba mucho en volver a dormirse.

Pero esta no era ese tipo de pesadilla, ahora estaba atrapado, sepultado, encerrado en un ataúd egipcio, de piedra, y también estaba envuelto en vendas…

¡Luz, luz, luz! ¡LUZ!

Se liberó de la tierra que lo cubría y pudo respirar. Le dolía horrores el hombro izquierdo, y el tobillo derecho, por un momento pensó que se lo había roto, pero no, podía moverlo a pesar del dolor. También sentía dolor en el centro de la espalda, con un núcleo ardiente concentrado en un par de vertebras que irradiaban dolor a todo el resto de su columna, y en el costado izquierdo, donde algo había golpeado sus costillas, también… La verdad es que todo el cuerpo le dolía, pero al parecer no tenía nada roto.

Hizo un esfuerzo y logro ponerse de pie, ese solo gesto hizo que su mente se nublara y todo le diera vueltas, pero logro mantenerse consiente, por fortuna no quedó aprisionado bajo ninguna roca.

¿Los demás? ¿Dónde estaban los demás?

—¿Alguien me escucha? —gritó— ¿Pueden oírme?

Solo veía un manchón borroso y oscilante delante de él, por fortuna su lámpara no se había roto, pero no veía ninguna otra fuente de luz. Repitió su pregunta, ahora con un acento mas angustiado, a su pesar.

Un gemido como respuesta, un débil “Yo… aquí”

—¿Boffa? ¿Borges… doctora…?

Pero antes de recibir una nueva respuesta escuchó un fuerte grito ininteligible, pasos apresurados sobre los escombros que cubrían el suelo de la caverna y una figura borrosa delante suyo, de la que no pudo distinguir detalle alguno a causa de la tierra que cubría su visor. Ese mismo visor que chocó bruscamente con su nariz al recibir una patada en pleno rostro.

Insultos, groserías, gritos, una nueva patada esta vez en el pecho. Cayó sobre la tierra, y un pie sobre su cabeza le impidió levantarla.

—¡Hijos de perra, los voy a matar a todos! —gritaba en español, luego volvió a repetir lo mismo pero en ingles, un inglés que se oía tosco, burdo, y no solo por escucharlo a través de una máscara de gas.

—¿Quién de ustedes mato a Luis? ¿Quién de ustedes lo hizo? —volvió al español— ¡Por la misma mierda, debería pegarles un tiro a todos ustedes!

—Hey, Chato, apártate —se oyó decir a otra voz— Tengo aquí una granada, déjame tirársela y los volamos en pedazos a todos.

Un momento de silencio.

—No, les metería la granada por el culo a todos estos pendejos, pero los jefes los quieren vivos.

La mente de Kane funcionaba a mil por hora, estos bastados hablaban en español, seguramente creyendo que nadie del grupo lo entendía, de allí que hablaran sin problemas de sus planes para con ellos, o tal vez estaban demasiado seguros de tenerlos a todos agarrados de las bolas, sin opción alguna.

La bota sobre su cabeza había aflojado, y luego se retiró por completo.

—Escúchenme hijos de la gran perra ¿Quién de ustedes mató a Luis? —habían vuelto al inglés algo torpe —¡Porque a ese le voy a volar los malditos sesos!

Sus amenazas eran tan torpes como su dominio del inglés, Kane levantó lentamente la cabeza, sentía la nariz entumecida y posiblemente sangraba, quizás se la habían roto. A través del polvo que cubría el visor vio a sus atacantes, vestidos de negro, con mascaras antigases, armados, el que tenía más cerca llevaba un AK-47, el arma más fabricada en el mundo y la preferida de los ejércitos irregulares –o quizás una AK-74- mientras que el otro, a cinco metros de distancia, sostenía una granada y se hallaba listo para tirar del seguro y convertirlos a todos en manchas sanguinolentas en los muros.

—¡Respóndanme putos! ¡Si no me dicen quien le pegó un tiro en la cara, voy a córtales las bolas a cada uno de ustedes!

—No te responderán, mejor déjame volarlos.

—No… ¡Es que me da una rabia! Los jefes los quieren vivos… Mira, voy a elegir a uno y a ese le voy a volar los sesos, por Luis…

—¿Y porque un tiro? Mejor llevémonos a uno por aquí cerca y le metemos una granada en el traje ¡Quiero ver saltar sus tripas por todas partes!

Esto último lo habían dicho en español, confiando en que nadie más lo entendía, pero mientras discutían a quien matar y de qué forma –limpiamente o convirtiéndolo en un manchón de carne destrozada- Kane empezaba a tensar sus músculos y a prepararse, los dolores que sentía no le permitirían ser tan rápido como debería, y había perdido su escopeta, pero aun tenía en su espalda, a la altura de la cintura –atada con cinta adhesiva al traje de protección- su viejo revolver Webley, que había pertenecido a su padre. Mientras esos bastardos discutían, el se movió lentamente, acomodando sus piernas para levantarse de golpe, empezó a deslizar su mano hacia atrás, por la parte baja de la espalda…

—¡Hey cretino, que estás haciendo! —ese fue el grito de uno de los malditos, el más cercano a él, por un momento pareció que iba a repetir la patada en el rostro, pero antes de que lo hiciera, antes de que Kane iniciará cualquier acción, se escucharon disparos, estruendosos en aquellos túneles estrechos.

No supo quien fue, tal vez Boffa, o Borges, o incluso la doctora El Saadawi, aunque lo dudaba, pero dos tiros fueron disparados, y encontraron su blanco. El que tenia la granada en mano gimió, se tambaleó, retrocedió un par de pasos y finalmente cayó de espaldas, soltando la granada, la cual rodó por el suelo.

Y entonces Kane saltó, en una explosión de energía muscular contenida se arrojó contra el bastando que tenía enfrente, golpeándolo en el estomago con su cabeza, y casi de inmediato dándole un puñetazo en la entrepierna, y otro y otro más, buscando aplastar sus testículos. Con la otra mano agarró la AK-47 y trató de arrebatársela. Pero su enemigo, en medio de indescifrables groserías en español, se negó a dejarse matar tan fácil y empezó a luchar con él, forcejeando ambos, intentando cada uno dominar al otro, aplastarlo, desgarrarlo…

Y todo estalló.

Cuando Kane recordó ese momento, muchos días después, lo mas similar que pudo hallar en su memoria fue cuando siendo apenas adolescente, un verano, en una playa de Florida, fue golpeado por una ola enorme, la cual fue como un muro liquido que le paso por encima y lo arrastró por el arenoso suelo marino, lastimándolo, revolcando en un caos de espuma y haciéndolo perder la conciencia. Solo gracias a un bañista que conocía de respiración boca a boca pudo escapar esa vez de su primer encuentro con la muerte.

Y ahora fue similar, aunque obviamente mucho peor, aquel mercenario a sueldo de la Insurgencia del Caos, el que estaba tan ansioso por hacer estallar a alguien, al recibir los tiros, quizás en un espasmo agónico, quizás con la ultima orden consciente de su cerebro, arrancó el seguro de la granada y la dejó caer, y eso fue lo que estalló.

Fue como un muro, pero solido, no liquido, el que golpeó a Kane, lo elevó como un puño gigantesco de aire ardiente, calcinándolo, abriendo su carne con las esquirlas, estrellándolo contra el techo de la caverna, luego dejándolo caer.

Y luego oscuridad.




Sitio-34, seis meses después.

Kane observó a través del espejo como Vodanovich interrogaba a otro futuro guardia de la Fundación. También era colombiano, claramente poco educado y usaba muchos modismos, algunos bastante vulgares.

“Esos bastardos en Egipto hablaban español, pero no pude identificar su acento… ¿Serian también colombianos? ¿Los sacarían de la misma clase de agujero de donde los estamos contratando nosotros?”

—Bien, está claro que no te vas a jubilar —Dávalos volvió a interrumpir sus pensamientos— Dejemos el tema de los amnésicos por el momento, así que… ¿Estás listo para volver?

Kane sonrió e hizo un gesto amplio con sus manos, como una invitación.

—Vamos doctor, dígamelo usted ¿estoy listo para volver a la acción?

—Solo tú puedes responder eso.

—Y si es así ¿Por qué tantos exámenes sicológicos, tantas entrevistas si al final solo debían preguntármelo?

—Físicamente estas bien, sicológicamente… también, sufriste una experiencia traumática, casi mueres, fuiste el único sobreviviente en Egipto, compañeros tuyos murieron, pasaste meses en rehabilitación por tus heridas, pero ahora estas bien, sin señales de estrés postraumático, sin señales de que temas usar armas, tampoco has desarrollado una aversión a la violencia…

—Una verdadera suerte eso ultimo.

—Simplemente asumiste que lo que te paso, lo que le paso a tu equipo fue algo que venía con el trabajo, y que no había que darle más vueltas.

—Así es ¿y ahora, quien está dándole vueltas innecesarias al asunto? Solo necesito tu firma…

—Simplemente estoy algo intrigado sobre la verdadera razón por la cual regresas al trabajo de campo, tenias… tienes otras opciones, los últimos dos meses lo has hecho estupendamente como instructor y podrías continuar así.

—Quizás entrenar a otros para que arriesguen la vida por la Fundación, mientras yo me quedo en casa con mis mocasines y tomando café con leche me repugne por razones éticas, una especie de solidaridad de un guerrero hacia otro… o tal vez simplemente no quiero dejarles toda la diversión.

—Creo que has dicho la palabra clave: diversión… Traté durante un buen tiempo, antes de entrar a la Fundación, a veteranos de las guerras de Irak y Afganistán, su adaptación a la vida civil no era fácil, muchos terminaban divorciándose, también mostraban síntomas de paranoia, cuando caminaban por las calles solían apartarse un poco si se encontraban en su camino un automóvil estacionado y sin conductor, sin ningún motivo aparente, era algo automático, eso a causa de los carros-bomba que encontraron en Irak, o de los cuales vieron sus efectos después de estallar.

—Pero a lo que realmente tardaban en acostumbrarse, lo que realmente echaban de menos, era la acción.

—¿La acción?

—Sabes a lo que me refiero, la acción o más bien la falta de ella. La rutina en el ejercito, o en cualquier tipo de fuerza armada es casi siempre un aburrimiento total, pero para muchos eso es compensado por los breves momentos de verdadera acción, la tensión, el inyección de adrenalina, la emoción de estar en un tiroteo aun cuando eso podría significar ser herido o muerto, incluso el miedo, todas esas cosas por las que sienten que vale la pena entrar en combate. A pesar del riesgo, a pesar de las heridas que algunos sufrieron, esos breves momentos resultaban ser adictivos, lo único que realmente extrañaban, lo único por lo cual volverían al combate…

—¿Entonces estás diciendo que soy un adicto a la acción que no puede vivir sin su dosis diaria de tiroteos? O, tratándose de la Fundación ¿sin mi dosis diaria de cosas que tratan de implantarme sus huevos o vestirse con mi piel?

—No estoy diciendo nada, y no estoy preguntándote nada, de hecho, quien debe hacerse preguntas eres tú mismo… Piénsalo bien ¿Por qué quieres regresar?

—Ya te lo dije —Kane volvió la mirada hacia el falso espejo, donde Vodanovich interrogaba a un tercer candidato— Soy demasiado joven como para jubilarme… ¿Vas a autorizarme o no? ¿Pondrás tu firma o no?

El doctor Dávalos hizo una mueca rara con la boca, sus labios formaban una línea tensa, era difícil decir que le pasaba, como si quisiera sonreír pero se obligará a mantenerse serio.

—Tienes mi firma, estas autorizado a volver al trabajo de campo… Decirte “cuídate” o cualquier otro consejo seria sensiblero, y un cliché, solo… no mueras, y no te hagas matar.

—No te preocupes, también soy demasiado para morir —se volteó a mirar a Dávalos, con una leve sonrisa en su rostro— “Soy demasiado joven para morir” ¿no te parece ese un estupendo titulo para mi autobiografía?

FIN


*Lanzacohetes portátil de origen soviético.
Última edición por Haradrim el 11 Ene 2019 03:53, editado 1 vez en total.
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lucia
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Re: Regreso a la vida (después de una cuasi muerte)Terror/ac

Mensaje por lucia »

Haradrim escribió:"Por cierto, si no sabes a qué objeto o líquido se asemejaba algo, no digas como de" ¿En que parte hice eso?
Se me pasó este comentario. Aquí "una flor como de nenúfar".

Y tras esta entrega, no sé si hay tres escenas temporales, que es lo que parece por el seis meses antes y seis meses después, o solo dos: la excavación y el sitio de la Fundación. Si es esto segundo, en vez de poner seis meses después, pondría presente.

Otra cosa, aunque este relato sea cerrado, la Fundación te da juego para muchos otros, especialmente con comentarios como el de las cosas que quieren poner huevos y tal :mrgreen: :mrgreen:
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Haradrim
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Re: Regreso a la vida (después de una cuasi muerte)Terror/ac

Mensaje por Haradrim »

Gracias por la sugerencia, edite para dejar claro cuando es el presente.
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