Hombre, Inmortales y Dioses (Ensayo I/II)

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evilaro
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Hombre, Inmortales y Dioses (Ensayo I/II)

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Hómbres, Inmortáles y Dióses I/II
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«Cuando me confirmáron que yo éra úno de los pócos humános que no moriría, que éra inmortál, en realidád no me creó ningún tráuma, alegría o ansiedád especiál. De gólpe no ocúrre náda, sígues siéndo y viviéndo como siémpre, sólo trátas de adaptárte a la nuéva sensación.
Cuando nótas que el procéso de envejecimiénto se ha parádo, pués no éres diferénte del día anteriór, ni al siguiénte cámbias de personalidád.
El aceptárlo lléva tiémpo y el sérlo, quiéro decír: ser inmortál… lléva múcho más»

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ÍNDICE

* * *



Introducción
El tiémpo, los hómbres, la longevidád, los inmortáles y dióses (su trabájo, relación, suéldos, funciónes e impácto en el Réino·Universál)
La sécta de «Los tomátes de colgár»


Desarróllo
El probléma de la longevidád de los humános y su impácto en el Réino·Universál:

Los trabájos, funciónes, obligaciónes y suéldos de los inmortáles y dióses en el Réino·Universál:

Conclusión
Quéjas del Réino·Universál a los inmortáles y dióses: (Púntos que todavía quédan por resolvér)
* * *

7 Pístas, indícios, señáles o sígnos pára sabér si un ser es reálmente un diós o úna religión es en verdád divína.
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El tiémpo, los hómbres, la longevidád, los inmortáles y dióses (su trabájo, relación, suéldos, funciónes e impácto en el Réino·Universál)

—Ensáyo—

Introducción


Pára entendér bién lo que planteámos quisiéramos anotár y aclarár algúnos concéptos. El império de los humános, inmortáles, dióses, sus filosofías y religiónes es tódo el univérso, péro no en tódas las galáxias hay representántes de tódos éllos, y si los hay, puéden estár a diversós nivéles de inteligéncia, cultúra, o de inmortalidád.

El Réino·Universál:
El Réino·Universál es el Gobiérno de «tódo» el Univérso, es la entidád que se encárga de hacér que en tódo nuéstro firmaménto réine la armonía. Sólo interfiére en los cásos más importántes y debído a su gran experiéncia, conocimiéntos y justícia es muy aceptádo por tóda la humanidád. Sus miémbros básicamente son humános o los éntes más capacitádos pára ése trabájo. Sorprendéntemente álgunos inmortáles y dióses colabóran con ésta institución (cobrándo), especiálmente en ésas lábores en donde úna lárga vída séa necesária.

El Tiémpo:
Tódo lo relacionádo al hómbre, los inmortáles y los dióses depénde del Tiémpo, o séa, la diferéncia éntre los tres, es sólo cuestión de tiémpo, no hay ningún ótro atribúto o rásgo especiál ni sobrenaturál que los hága diferéntes sálvo el tiémpo que han vivído y no hay ningúna propiedád mágica, inexplicáble, sobrenaturál, milagrósa o divína en ningúno de los tres cásos que hága que a cáusa de élla, séan diferéntes.

El ser más poderóso es el Tiémpo, ni ha nacído, ni morirá.

No hay náda ántes de él, ni habrá náda después de él.

Náda en absolúto en el Univérso se escápa a la influéncia del Tiémpo.

Siémpre está presénte.

El Tiémpo no espéra a nádie.

El Tiémpo no descánsa, no se pára, péro tampóco se adelánta.

Él lo créa tódo y tódo lo destrúye.

El tiémpo es el único elixír, la única fuénte de juventúd segúra que nos permitirá pásar de hómbres a inmortáles y a dióses, no háce fálta bebér náda sólo hay que tenér tiémpo y deseárlo.

La longevidád:
En la lárga existéncia del Gobiérno del Réino·Universál (R·U) pócos problémas han sído tan difíciles de resolvér o adaptárse a éllos, como la aparición de un número creciénte de persónas que víven múchos áños, algúnos pásan a ser inmortáles y con el páso del tiémpo únos pócos se conviérten en dióses. Su proliferación ha puésto en pelígro las báses del Réino·Universál, péro al mísmo tiémpo ha ofrecído úna série de ventájas difíciles de igualár.

¿Cómo se lógra no morír o aumentár nuéstro tiémpo de vída?

La humanidád siémpre ha pensádo que ha sído un Creadór quién púso las báses y condiciónes pára que éste hécho de la inmortalidád, que ahóra comiénza a ser muy frecuénte en múchos planétas ocúrra.

Péro si vámos a la Esféra Sagráda, que contiéne la bibliotéca y el cuadérno de bitácora de éste Univérso, en la cápa de «La Sécta de los Tomátes de Colgár», podrémos encontrár éste téxto en donde ya se explíca un sistéma muy básico (úno de tántos), péro que ya indíca el interés pára iniciár un procéso de obtención de inmortáles. Veámoslo sólo como un ejémplo básico, péro que tódos entenderémos: Es un procéso iniciál y muy rudimentário pára obtenér hómbres que vívan más áños, y así mejorár a la espécie humána.



La sécta de «Los tomátes de colgár»
La párte agrícola

* * *
A un agricultór muy, muy ríco le habían mostrádo úna variedád de tomátes, —su frúta preferída—, llamáda «de colgár», que se mantenía comestíble duránte múcho más tiémpo que el típo de tomátes que él cultivába.

Como en el inviérno no podía disfrutár de los típicos tomátes que cáda áño plantába, ésta variedád le ilusionó tánto, que comenzó a estudiár cómo hacér que ésta hortalíza que ya de por sí se mantenía frésca lo hiciése duránte más tiémpo, o al ménos hásta que los tomátes normáles diésen su producción al áño siguiénte.

Y sí, es verdád, éstos tomátes tiénen un buén sabór, buéna apariéncia y se conserván duránte bastánte más tiémpo. A pesár de éllo notó que aun con la mísma variedád de tomátes, cogídos el mísmo día, de plántas iguáles, almacenádos en las mísmas condiciónes; algúnos decaían en sólo únas semánas y ótros permanecían inmaculádos.

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Tomátes de colgár del mísmo típo, plantádos y cosechádos al mísmo tiémpo y almacenádos en las mísmas condiciónes. A pesár de éllo, tiénen tiémpos de vída muy diferéntes.


Al ver ésta diversidád de Tiémpos de Vída, nuéstro amígo esperába únos méses y sólo escogía y guardába las mejóres semíllas de los tomátes que pasádo ése periódo de pruéba no hubiésen mostrádo ésa propensión a pudrírse.


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Tomátes de colgár en la plánta



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El típico sistéma de colgárlos en racímos pára que dúren más

Péro no sólo intentó mejorárlos por la selección de las mejóres semíllas de los mejóres especímenes, síno también después de su recolección, por el cuidádo adicionál a la frúta ya arrancáda.

Prónto se dió cuénta que al estár los tomátes muy júntos, si se pudría algúno, pués dañába a las cercános y lo peór, al estár «colgádos» al pudrírse caían al suélo creándo úna gran suciedád.

Así es que probó poniéndolos en el suélo, en cájas etc y un póco separádos pára que no se tocásen y no atacásen a los ótros tomátes.

Éste sistéma mejoró bastánte tódo el procéso... péro también ayudó múcho el ponérlos en un ambiénte frésco, séco y sin luz.

Así el agricultór, seleccionándo los mejóres tomátes de colgár y mejorándo su cultívo, su cuidádo, almacenáje y atención logró alargár su vída hásta cínco véces más que las ótras variedades.

Como los íba comiéndo cáda día y le dába péna tirár los que comenzában a echárse a perdér y teniéndo tántos, siémpre comía los ya cási pasádos (muy madúros) o que estában a púnto de dañárse.

Con tódo ésto de liquidár prónto a los peóres representántes; los tomátes que más durában le llegában pára su felicidád en perfécto estádo hásta el áño siguiénte.

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Estádo impecáble de los tomátes que le íban quedándo

Un día, cási un áño después de recolectár los tomátes, cuidárlos y comérlos duránte tódo el inviérno, los vió tan lozános —los que le quedában—, que no púdo dejár de hacér dos reflexiónes muy diferéntes y de úna filosofía tan dispár como humána:

.1 Que duránte tódo un áño había estádo comiéndo los tomátes mediócres, un póco pasádos. Había estádo mirándo y suspirándo por los perféctos y ahóra tendría que tirárlos, (los buénos), ya que había llegádo la nuéva cosécha de los de siémpre.

y

.2 Que, si a úna cósa tan símple y básica como un tomáte se le podía mejorár tánto, ¿por qué no se podía hacér lo mísmo con los humános? ¿No podríamos «algúnos» dejár de morír o al ménos aumentár nuéstra esperánza y calidád de vída como lo hacía con los tomátes?

A los tomátes no se les puéde hablár, no podémos preguntárles sóbre cómo va evolucionándo el procéso, o cuánto y cómo habían vivído sus jugósos abuélos, péro a los humános sí, qué gran ventája.

Ánte tal diléma, en lugár de dejárse de histórias y ya que tenía tántos tomátes, comérse los mejóres, tirár los podrídos y dedicárse a disfrutár de la vída, se decidió por lo segúndo.


La párte siniéstra
* * *

Éste pensamiénto de mejorár la espécie humána como si fuésen verdúras comenzó a preocupárle e interesárle.

Con el éxito agrícola conseguído y la seguridád que le dában tódos los conocimiéntos adquirídos en el cámpo de los tomátes, abandonó a su família y buscó duránte áños a persónas que hubiésen vivído múchos áños. A los híjos y niétos de éstas famílias tan longévas, los hízo unírse con ótras persónas de las mísmas características, pára que póco a póco viviésen múcho más y al finál hacérlos inmortáles.

Úna sécta se interesó por su idéa y él aceptó la proposición de colaborár, ya que comprendió que al contrário de lo que ocurría con los tomátes, en que tódo el cíclo pása en un áño y el siguiénte áño se puéde aplicár lo aprendído pára mejorárlos, con los humános, el procéso puéde tardár várias generaciónes y debería habér úna continuidád pára cuando él no estuviése. Además, al finál se había dádo cuénta de que ésa labór no la podría hacér él sólo.

Ésta sécta presénte en múchos sítios y muy discréta, proporcionó pára el experiménto úna gran variedád de humános de tódas las rázas, cultúras y edádes, pára éntre éllos escogér los mejóres representántes de la longevidád, además de úna gran párte de la financiación del proyécto.

Convivió con éllos múchos áños, dándoles instrucciónes muy precísas de cómo comportárse, vivír, nutrírse, unírse, seleccionárse y rechazándo en ésa unión a los miémbros que no mostrásen ésta longevidád. Y recordándoles que a los perféctos no había que admirárlos, síno usárlos y que como con los tomátes no había que juntárlos con los de inferiór calidád.

Lo que él deseába lográr no sólo éra que se viviése más síno con mayór salúd. Cási mejór la etérna juventúd que la vída etérna, o séa, úna lárga vída y buéna.

La sécta ofreció tóda su logística pára realizár los experiméntos y cómo financiár a los seleccionádos duránte su vída y la de sus descendiéntes.

La sécta insistió en la importáncia de mantenér en secréto (a oscúras: como los tomátes) lo que estában haciéndo, ya que la humanidád permíte y promocióna la selección de las plántas y animáles péro no en los humános.

Cuando lográsen la inmortalidád tódo sería más fácil pára éllos.

Al finál, habiéndo realizádo tántos esfuérzos pára enseñárlo tódo, cuando la sécta ya sabía el procéso y ya no lo necesitában pára náda, lo abandonáron. Volvió a su cása, viéjo, enfermó, cansádo, desilusionádo y arruinádo.

Pidió perdón a su família y les díjo que lo único que deseába éra morír en su cáma rodeádo de éllos.

Lamentába, siémpre decía, habérse metído en úna emprésa en donde él núnca podría sabér si lo había lográdo.

De la sécta núnca quíso hablár, si bién un día comentó: «que se habían ído a un sítio muy oscúro, a un agujéro négro pára vivír múcho más».
***

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En búsca de la Fuénte de la Etérna Juventúd por Pónce de León en La Florída, Autór desconocído

Los hómbres:
En los últimos milénios, la vída de los humános se ha ído alargándo.

La definición: el humáno náce, créce, se reprodúce y muére, se ha modificádo bastánte y podría redefinírse como:

Náce, créce, víve —bastánte—, se reprodúce (no siémpre) y muére (cási siémpre).

La párte de vivír, ha aumentádo de fórma consideráble, lo que háce que al contrário de ótras colónias de animáles el hómbre pása a tenér úna propiedád más (además de la inteligéncia), que es muy importánte y es: el tenér múcho tiémpo pára mejorár. El binómio longevidád-inteligéncia increménta el podér y ventája de cáda ser humáno en úna proporción muy difícil de cuantificár, peró a áños luz de la que tiéne cualquiér ótro ser animál.

Los hómbres déjan de sérlo cuando muéren, péro cáda vez muéren más tárde y désde háce bastántes áños y cáda vez con más frecuéncia, «la muérte» en algúnos cásos pása a ser sólo úna enfermedád muy gráve, péro que como tódas las enfermedádes se puéde superár.

«La muérte ya no es obligatória»

Los inmortáles:
El ser inmortál es en realidád el pasár la fína línea de la muérte. La muérte es la clára separación éntre éstas dos etápas.

Úna vez pasáda ésta barréra, el inmortál también puéde cambiár tánto en apariéncia física como comportamiénto espirituál, de la mísma manéra que un humáno cámbia y que a pesár de cambiár duránte su vída no por éllo déja de ser humáno. En ésta nuéva etápa el cuérpo se regenéra, ya séa que a cáda eleménto que muére le créce ótro iguál, o puéde que diferénte. El inmortál va cambiándo como tódo lo demás en el univérso, péro cási núnca muére.

Éste periódo de inmortalidád puéde transcurrír como úna extensión a la humána y duránte élla ocúrren grándes cámbios… grándes dósis de aprendizáje, de exámen, de observación; hásta cuando se lléga a la siguiénte línea divisória «ésta ya no tan precísa ni exácta», el de ser un diós.
De los tres estádos que podémos tenér: mortál, inmortál y diós, el procéso más interesánte es el que se inícia cuando te entéras de que éres inmortál, el lárgo periódo de aceptación y luégo de adaptación a ésa nuéva situación, el ir conociéndo, observándo y sabiéndolo tódo y por último, cuando ya puédes considerárte un diós, el decidír: qué actitúd tomár en relación a la ráza humána, ¿hacér proselitísmo? O usár tódos tus podéres, «que no los has obtenído por méritos própios», pára hacér el bién sin esperár náda a cámbio.
Cuando se es inmortál, los problémas: los olvídas, se aléjan o se muéren. Tiénes tódo el tiémpo del múndo y no tiénes prísa. Y sóbre tódo, tiénes úna gran ilusión.

Si un hómbre lógra superár la muérte, (es difícil, péro no imposíble), por definición se es inmortál, o séa, se es inmortál cuando la vída se alárga más allá de lo que podríamos considerár úna edád avanzáda y que el cuérpo del humáno éntre en ése estádo denominádo como «estacionário»

Un inmortál, puéde pasár y así ocúrre en algúnos cásos que llégue a morír, péro su característica no es que séa en realidád —inmortál— síno que víva múcho. Cuanto más víven, más aprénden y cuanto más aprénden, más víven. Y así hásta el infiníto.

A pesár de tódo su podér, úna de las cósas más difíciles al início pára los inmortáles es el adivinár el futúro o ver el pasádo, —que sería úna de las tántas condiciónes necesárias pára llegár a ser un diós—, así es que al princípio úsan el tiémpo como ayúda y al finál lo sáben tódo, péro no sáben si es por experiéncia o por divinidád. O séa, no van al pasádo o al futúro, simpleménte sáben tódo lo pasádo y adivínan lo que será el futúro basándose en millónes de experiéncias anterióres, que no es lo mísmo, péro ya es álgo con lo que coménzar a practicár.
El «ver» el pasádo es cósa de sabér múcho, si sábes tódo sóbre el pasádo, es como si estuviéses allí. Y con múcho tiémpo se puéde llegár a sabér cási tódo.

El ver lo que pasará en el futúro es fácil cuando has vísto las cósas sucedér millónes de véces. Al finál ya sábes con exactitúd lo que ocurrirá. Sabiéndo bién el pasádo, es fácil adivinár con bastánte precisión el futúro, sin necesidád de en realidád vérlo o estár allí. El sabér exáctamente lo que ocurrió ayér en algún sítio, es tan fácil como sabér lo que ocurrirá mañána en ótro, no hay necesidád de habér estádo allí en persóna. Ése ayér y ése mañána se ha repetído y se repetirá tántas véces que no tiénen náda de originál.

El tiémpo es ése eleménto que nos permíte sabérlo tódo. Es inménso e inagotáble

Cuando se tiéne tiémpo es muy fácil derrotár a tódos lo que no estén de acuérdo contígo en: idéas o princípios. Sabiéndo múcho se puéde vencér o convencér a cualquiéra, aun sin tenér razón, interés o convicción. En cáso contrário sólo hay que esperár.

El podér caminár a oscúras es cuestión de habér hécho el recorrído mil véces con luz y habérse fijádo.

Está cláro que si la esperánza de vída de nuéstra humanidád que ha pasádo de 20 a 80 áños en sólo únos míles de áños, es lógico pensár que prónto podrémos vivír múchos, múchos más, como en ótras galáxias. Es sólo cuestión de esperár.

Pára los que téngan prísa y ésto de esperár millónes de áños pára no morír, no séa válido, puéden úsar cualquiéra de los sistémas pára alargár la vída que exísten: elixíres, fuéntes de la etérna juventúd, néctar de los dióses, la piédra filosofál, páctos con el diáblo, la ciéncia o el usádo por «La sécta de los tomátes de colgár».

Los dióses:
Los dióses no nácen, se hácen y a algúnos… los hácen. Como diría irónicamente un humáno, los dióses los creámos nosótros.

Repetímos: La diferéncia éntre un hómbre, un inmortál y un diós, es sólo cuestión de tiémpo.

Cuando llégas a ser un inmortál, ya estás en el camíno de ser un diós.

Sólo en muy pócos cásos un hómbre, sin habér pasádo a ser inmortál, ha llegádo a ser considerádo como un diós, péro ha ocurrído.

Si se es de los que nácen, se reprodúcen y muéren, se tiénen pócas posibilidádes de convertírse en diós. El córto tiémpo de úna vída, háce muy difícil llegár a ése nivél de deidád, (péro algúnas véces ha pasádo).

El camíno más fácil pára llegár a ser diós es: priméro, superár ésa etápa de la muérte y luégo úna lárga experiéncia pára llegár a sabérlo tódo.

Un indício muy cláro de que estás llegándo a la condición de ser un verdadéro Diós (después de ser inmortál) es cuando deséas más el dar, que el recibír, y el admirár, más que ser admirádo. Péro no tódos los dióses tiénen ésa visión positíva de lo qué es ser un diós.

El ser un diós, no represénta ser buéno o málo éso es su opción, hay dióses de tódos los típos y pára tódos los gústos. El sérlo es sabérlo tódo podér hacérlo tódo y prevérlo tódo, pára bién o pára mal y la mayoría de los humános que han llegádo a ésa etápa, pués no han estádo a la altúra del don que han recibído.

Han habído cásos sorprendéntes de Humános que han llegádo a su condición de inmortál y luégo de diós sin deseárlo ni habérlo pedído y hásta han intentádo ocultárlo y núnca han ejercído como táles.

Hay tal variedád de dióses y sus cámpos de interés, que el listádo y descripción llenaría míles de líbros. Algúnos de éstos, representatívos de los aquí descrítos, merécen ser explicádos por el enórme interés que tiénen en el desarróllo de nuéstro Univérso. Y así lo haré.

Al contrário de cuando se es un inmortál ráso y con ilusión, al ser un diós, la soledád te comiénza a acompañár, ya no hay amígos, los que exísten son tan efímeros que no dúran ni el tiémpo de pensárlo. Sin querérlo o deseárlo te abandónan al morír. ¡Y hay tan pócos ótros inmortáles y dióses pára visitár o hacérte amígo de éllos!, que es como vivír sólo.

Los tiémpos de los dióses reunídos alrededór de un fuégo, viviéndo unídos en úna montáña, cabalgándo júntos, colaborándo y actuándo con ótros dióses o con los humános pára ayudárles o perjudicárlos, tomándo decisiónes: ya no son móda. Las distáncias ahóra son enórmes y es difícil encontrárse. Y la idéa que tiénen algúnos de que son únicos no les permíte aceptár a los ótros dióses como sus amígos e iguáles.

Algúnas véces en las que se han reunído y charládo, cáda úno va a la súya, únos háblan de la cantidád de galáxias que han convertído y adoctrinádo, ótros explícan los ciéntos de nuévos planétas deshabitádos que han descubiérto en los remótos rincónes de éste cósmos y algúnos más… increíble, de la cantidád de literatúra que han acumuládo en los últimos milénios, escríta por ésta interesánte humanidád. ¡Ay!, tienén póco en común, sálvo en el despuntár.
***

Con el tiémpo, el podér y conocimiéntos de éstos dióses ha crecído tánto, que en comparación al de un símple humáno es infiníto, sómos micróbios comparádos con su podér, sómos incúltos comparádos con su sapiéncia. Y ya póco interés tiénen en charlár y comunicárse con nosótros… póco podémos aportárles. Si un humáno, se hízo inmortál háce 5 000 áños, con tódo el podér y sabiduría que ahóra tendría, ¿sóbre que le gustaría conversár con los humános actuáles?

Un podér importánte de los dióses y que curiósamente fué creádo o propiciádo por los humános, fué la cuestión de si los dióses (en realidád, hómbres que víven más tiémpo), tenían el derécho a juzgár a los hómbres. Ocurrió que al dar los dióses algúnas idéas o conséjos, (cósa muy dígna y aceptáble), luégo se atreviéron a dar réglas, nórmas de condúcta y hásta mandamiéntos, y los humános preguntában con inocéncia ¿si lo estában cumpliéndo bién?, éso comenzó a dar la idéa a los dióses de si, ya que podían dar úna opinión, luégo réglas y mandátos sóbre cási tódo… si se podían otorgár el derécho a juzgár a los humános.

No tódos los dióses consideráron ésta posibilidád como válida, ni creían que debería ser párte de las atribuciónes que un diós puéde tenér, ni la promocionáron o aplicáron. Péro el mal estába hécho y el que los hómbres reconociésen a los dióses como sus superióres (no sólo como hómbres que vivían múchos más áños), síno que tenían además el derécho a juzgárles, fué un gólpe más, que limitó el progréso de los humános y les dió múcho más podér a éllos.

Los dióses lo mísmo que los inmortáles, al tenér un cuérpo puéden morír, péro al sabérlo tódo, al podér vérlo y predecírlo cási tódo, éso es difícil que ocúrra.

Éste escríto no es pára tratár el cómo se consíguen o créan los inmortáles o los dióses, síno pára estudiár el úso que se háce de éllos, y impácto en el Réino·Universál.
***


Desarróllo

El probléma de la longevidád y su impácto en el Réino·Universál:


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Úna vez sentádos éstos princípios podémos comenzár con únos ejémplos que indícan el comiénzo de lo que prónto se convertiría en un gráve probléma pára el Réino·Universál.

Alejándro Mágno vivió sólo tréinta y tres áños, a pesár de éllo, conquistó cási tódo lo que había por conquistár. La búsqueda de la Fuénte de la Etérna Juventúd le acompañó tóda su vída.

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La Fuénte de la Juventúd de Lucas Cranach

En tiémpos más reciéntes y ya a nivél empresariál, nos encontrámos con persónas que habiéndo vivído más del dóble que Alejándro Mágno tiénen propiedádes equivaléntes a la súma del valór de múchos países del planéta.

Por suérte cuando ésas persónas muéren, sus conquístas o riquézas tiénden a repartírse éntre sus descendiéntes, perdérse o difuminárse. Con lo cual déja de ser un probléma el acópio de tánto dinéro y podér en úna sóla persóna o entidád.

Aun cuando éstas persónas se transfórmen en religiónes, instituciónes, emprésas, multinacionáles o fundaciónes, al finál también acában reduciéndose o desapareciéndo y no tiénen un valór totál muy significatívo.

Un cáso de éstos es cuando un hómbre, inmortál o diós muére (muy improbáble si se es inmortál) se retíra o se va y déja úna religión que le represénte, encárne y continúe sus idéas. En éste cáso es su idéa, su legádo, sapiéncia o religión la que se háce inmortál, o séa la inmortalidád pása de la persóna a la institución.

Al início éstas religiónes súben en importáncia y luégo bájan y al finál tódas desaparécen o son sustituídas por ótras o por variaciónes, modificaciónes o escisiónes de la idéa originál. Núnca ningúna religión ha durádo etérnamente. Es por ésto que el R·U núnca ha hécho un tratádo, acuérdo o concordáto con ningúna religión, ya que ningúna ha lográdo establecérse o imponérse mayoritáriamente en ningún sítio. Éstos acuérdos gobiérnos-religiónes sí han ocurrído péro sólo temporálmente en algúnos sistémas soláres o galáxias, como pruéba del entendimiénto e igualdád éntre estádos y creéncias.

Hásta éste púnto tódo lo relacionádo a las religiónes ha sído controláble y se ha repetído tántas véces en la história que éste téma ya es hásta aburrído, y el Réino·Universál lo dominába muy bién.
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Péro... imaginémos que Alejándro Mágno o los múchos empresários que han existído, hubiésen podído vivír álgo más, digámos pára no exagerár 300 áños, cási un inmortál.

Podémos estár segúros de que —no tódos— péro sí múchos, habrían multiplicádo várias véces sus hazáñas, economía y podér. No sólo por la símple matemática de que si en 10 áños consígues 100, en 20 será el dóble: no, el vivír múchos áños háce que apréndas de tus erróres, sépas más, téngas más experiéncia... y lo más importánte: más contáctos, amígos, conocimiéntos, influéncias... así el crecimiénto ya no es ni matemático ni geométrico, es exponenciál...

No es sorprendénte que cuantos más áños se téngan, más posibilidádes se tiénen de tenér más.

Ahóra ya sin lugár a dúdas el promédio de vída de tódos los humános ha crecído de manéra alarmánte, algúnos víven múcho, múcho más que sus semejántes y hay más cásos de vídas muy lárgas y hay múchos más inmortáles y dióses que ántes.

Como el número de éstos inmortáles ha comenzádo a crecér y hacérse evidénte que es un cámbio importánte en la humanidád y viéndo el Réino·Universál las enórmes posibilidádes que ofréce el que algúnas persónas vívan múchos áños, ha diseñádo un sistéma pára hacér un buén úso de éllos, péro también pára podér controlár ésta nuéva situación.


Los trabájos, funciónes, obligaciónes y suéldos de los inmortáles y dióses en el Réino·Universál:

Las persónas que no muéren son muy buscádas por el Réino·Universál. Se les ofrécen trabájos de lárga duración en donde séa importánte el tenér úna continuidád lárga en el tiémpo y preséncia permanénte duránte generaciónes.

Son trabájos muy curiósos ya que dúran más que los jéfes, los gobiérnos y el páso de los cométas.

Los suéldos (bastánte elevádos) se págan por síglos y no hay que hacér previsiónes de sanidád, seguridád sociál, retíro, ni segúros de vída.

Algúnos de éstos inmortáles se dedícan a la história ya que son dígnos y fiéles testígos de sus épocas.

Ótros, óptan por el estúdio de la evolución, víven y pruéban en tiémpo reál tódas las teorías que exísten sóbre élla y por éllo puéden entendér como nádie, cómo fué la evolución désde el início.

Los más se dedícan a los grándes viájes intergalácticos, a los descubrimiéntos y exploraciónes de éste univérso que tárdan múchas generaciónes en realizárse y que son la báse de la unidád y cohesión del Réino·Universál.

Y sí, ótros múchos se dedícan a éso, a ser dióses, a hacér proselitísmo, conversiónes etc, péro ésto ya no está págado por el R·U como explicarémos más adelánte.

El único probléma de los inmortáles es que a pesár de tódo y por ahóra, son muy pócos en relación a tóda la humanidád y sólo se utilízan sus especiáles características pára las cósas más importántes.
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Éste sistéma de empléos funcióna muy bién al início. El probléma comiénza al pasár los milénios, cuando éstos inmortáles comiénzan a sabérlo tódo y se vuélven de verdád dióses, únos se lo créen y ótros lo son.

En ámbos cásos y con el tiémpo, lo de ser mandádos no les va y siémpre déjan los empléos que el Réino·Universál les ha proporcionádo y se van por líbre o se pásan a la emprésa priváda que les pága más. Ótros (bastántes) se dedícan a jugár a ser dióses.

Y el probléma ha seguído creciéndo. Ahóra, tánto los humános que víven más o los inmortáles y dióses, han desbordádo tódas las barréras de podér, economía y saltádo a ótros planétas; ahóra su riquéza se extiénde al totál de su planéta, a los planétas de su sistéma solár y a las galáxias próximas.

La actividád de un mortál está limitáda «por lógica» a un planéta por lo póco que víve, no le es fácil tenér la posibilidád de salír de él, ésto tranquilíza al Réino·Universál.

El probléma son los inmortáles y los dióses ya que no tódos éllos se dedícan a lo que considerámos un trabájo deseáble de dióses, —el hacér el bién—.

Al convertírse en inmortál éstas barréras de tiémpo y espácio son superádas y los inmortáles y algúnos dióses se presentán en la siguiénte estrélla o galáxia a hacér su trabájo de diós, péro algúnos también a negociár.

Está cláro que miéntras cúmplan la ley, puéden hacér lo que quiéran.

El Réino·Universál viéndose desbordádo por la nuéva situación y podér de los longévos, ha intentádo atacár éste probléma. Úna de las posibilidádes ha sído la de evitár que vívan actívamente tántos áños. En realidád éste sistéma de limitár los áños que un inmortál o diós pudiése vivír de fórma actíva se probó y funcionó muy bién en el sentído que cuando un inmortál tenía demasiádo podér, pués le dában el retíro. Solución perfécta, sálvo que se perdían las ventájas que los inmortáles ofrecían y que son muy superióres a los problémas. El R·U abandonó éste sistéma.

Como comentámos ántes, el que los inmortáles vívan tántos áños, permíte al Réino·Universál dárles trabájo y enviárles en misiónes interesteláres en donde el viáje dúra míles de áños y es la única manéra de mantenér al R·U unído y tenér úna unidád histórica. Al habér génte que víve siémpre, o séa, un contácto que no cámbia y que está siémpre presénte y duránte múchas generaciónes es un servício impagáble pára el R·U. El… conocí a tu tatarabuélo, ábre múchas puértas.

Así es que se decidió pára podér controlár tódos éstos cásos de podér exagerádo, usár álgo tan viéjo y comprobádo como los impuéstos.

El que más ténga más pága y en el cáso de los inmortáles múcho, múcho más.

El R·U arguménta pára justificár ésta discriminación que el ser inmortál o diós no es por mérito própio, és álgo que a algúnos les tocá y no se sábe la razón. Y por ésto le da a los inmortáles un valór morál relatívo y con ésto tratá de ser jústo y equilibrár úna situación tan desiguál con el résto de la humanidád.

A pesár de ésto, con los inmortáles y dióses éste contról por impuéstos no ha sído suficiénte y con los áños, estréllas y galáxias entéras han pasádo a pertenecérles.

Pára solucionár el probléma, el Réino·Universál aprobó la ley del Máximo 1 000

Nádie puéde tenér más de 1 000 véces el valór del planéta de residéncia.

Nádie puéde tenér posesiónes más allá de un rádio de 1 000 áños luz de su residéncia.

Nádie puéde tenér úna propiedád más de 1 000 áños.

Nádie puéde depositár dinéro a plázo, más de 1 000 áños: (1 éuro en 1 000 áños, se puéden convertír en vários planétas de óro sólido)

Nóta del Autór: Si bién 1 000 puéde parecér múcho, recuérde que mil áños luz, mil galáxias, mil planétas, mil áños, no es absolútamente náda, péro náda, en comparación al totál de nuéstro univérso y que, como los dióses puéden vivír millónes de áños, puéden acumulár megafortúnas.

No háce fálta ni comentár que tódos los juégos del ázar, o típos de loterías les están prohibídos, si bién los humános ya juégan póco a ellós, cuando ven que múchas persónas puéden ver el futúro y llevárse los prémios.

Con tódas éstas limitaciónes y la cantidád de impuéstos recaudádos «que al finál reviérten al estádo», hácen que el podér y economía del R·U siémpre váya por delánte de su población y de los inmortáles.

Los inmortáles y los dióses son muy poderósos, péro más lo es el Réino·Universál, que a pesár de tódo, sábe más por viéjo que por «diáblo», está muy bién organizádo y es bastánte jústo… y es úno sólo.

Los dióses lo sáben tódo, el R·U tiéne bibliotécas.

Los dióses tiénen dinéro, el R·U sus impuéstos.

Los dióses han lográdo múcho podér, el R·U tiéne múchos hómbres.

Los dióses son múchos y muy variádos, el R·U es úno sólo.
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Conclusión

Así el Réino·Universál ha lográdo controlár ésta nuéva situación y se ha beneficiádo múcho de la existéncia de séres humános que víven múchos áños.

La humanidád se ha enriquecído por la existéncia de inmortáles y se ha adaptádo a éllos.

El que exístan múchos dióses y que séan muy variádos siémpre ha tenído úna ámplia aceptación en el univérso, han aparecído y desaparecído, únos han sído buénos, ótros málos y la mayoría han llenádo nuéstras vídas de histórias, leyéndas, esperánzas, promésas y admiración. Ahóra ya son párte del paisáje y se han convertído en úna tradición.

Ha habído tiémpos en que los humános tenían múchos dióses y cáda úno con sus própios podéres y dónes, y diferéntes a tódos los demás dióses. Luégo llegó la móda de un sólo diós que lo tenía tódo «qué gran idéa pára eliminár a la competéncia», o séa que sólo existía un único díos. Luégo viéndo su éxito apareciéron vários de éstos dióses únicos, con las inacabábles discusiónes de cuál éra el verdadéro. Al contrário de lo que ocurría ántes que se adorába al que más nos interesára en úna determináda situación, o a vários a la vez si la situación éra muy dramática y se necesitába más ayúda. Con éstos «únicos» dióses, sólo se venéra a úno de éllos, es curióso.

Éste sistéma (el que háya gran variedád de dióses) es el que más agráda al R·U, ya que a pesár de que tódos síguen teniéndo un gran podér, al habér tántos, cáda úno escóje su cámpo de trabájo o afición, úna virtúd o úna profesión, en realidád y llamémoslo así: úna filosofía ánte la vída, y en algúnos cásos la mejór idéa pára triunfár, así pués tódo quéda muy diluído. Algúnos humános adóran a úno y ótros a ótro. Tódo controládo.

Si en verdád existiése un sólo diós verdadéro y realménte todopoderóso, ¿quién podría escapár de su podér y a su verdád? Y difícilmente podrían habér ótros argumentándo lo mísmo.

¡Ah! Los Dióses ¡Qué maravílla!, Ahóra sería difícil el podér vivír sin éllos, ¡cuánta variedád y colorído, ¡qué éncanto!, cuánta esperánza dan a la humanidád. Después de tánto tiémpo creyéndo y adorándolos, qué péna sería el dejár de hacérlo ahóra. ¡Qué no nos abandónen por favor!

El R·U con tal diversidád de dióses y algúnos totálmente contradictórios éntre sí, ha podído probár que a pesár de lo beneficiósos que son, en realidád no tiénen náda de sobrenaturál o divíno, que aparécen en cualquiér párte del univérso y debído a los áños que víven o a lo lístos que son (o que se rodéan de génte competénte) y a la necesidád humána de creér en álgo superiór y no por ser álgo sagrádo, se conviérten en dióses. Se ha comprobádo que no ha habído ningúno de éllos que háya existído siémpre. En realidád, por múcho que los dióses nos propóngan su verdád, póco podrían hacér éllos sin nuéstra ayúda, sómos nosótros los que los estámos creándo, con nuéstra aceptación, credulidád, respéto y proselitísmo.

Lo curióso es que la solución a éste probléma de las religiónes fué muy símple y el R·U lo resolvió muy bién, si bién le costó múcho tiémpo. El R·U logró que, en el Univérso las buénas y meritórias enseñánzas de los dióses (que varían con el tiémpo, móda o lugár) se tómen como concéptos filosóficos y no como religiónes o mandamiéntos y el entendérlo así ha resultádo en úno de los valóres didácticos, folclóricos y diferenciadóres más apreciádos por tóda la humanidád y que nos han dádo moméntos maravillósos pára recordár.

Al lográr que las religiónes se convirtiéran en símples filosofías, aceptándo algúnas de las maravillósas verdádes que la mayoría de las religiónes tiénen como párte importánte de la cultúra de la humanidád, hízo que póco a póco se fuéran integrándo o disolviéndo en ótras manéras de pensár, dependiéndo de la éra o del interés.

La cantidád de conflíctos creádos por éstas filosofías disminuyó de manéra clára y lo más importánte es que ya nádie pensába en éllas como álgo fíjo e incambiáble.

El que ningúna de las religiónes en tóda la história hubiése conseguído úna mayoría absolúta de seguidóres duránte múcho tiémpo y en múchos sítios, hacía pensár que ése diós de túrno, que en princípio éra el más poderóso, único, buéno y jústo, pués debería tenér muy fácil el asegurárse la pléna, permanénte y totál aceptación, (si éres omnipoténte, ¿qué dificultád tiénes pára que tódos créan en ti?).

Péro por desgrácia pára éllos, jústo ántes o después, aparecían ótros que también se llamában dióses y como no puéde habér más que un diós Todopoderóso, éstos últimos serían Humános. Y así, ¿cómo éra posíble que un humáno cualquiéra lográse tenér billónes de adéptos y adoradóres y que el ser suprémo no lo superáse? ¿Qué pása? ¿Es que el diós, único «verdadéro», tiéne desídia, le póne póco interés, o es un un fracasádo e incompeténte? Fuése lo que fuése, la idéa de un Ser único al que adorár fué perdiéndo adéptos.

Ótro púnto que ayudó bastánte fué el própio hécho de que como exísten y existiéron tántas religiónes y tan variádas y en tódas las épocas de la história, la mayoría repetitívas, variaciónes o mejóras de las anterióres, hízo que su valór como álgo único fuése perdiéndo péso, tódo ésto, el R·U lo divulgába muy bién pára que la génte si lo deseába creyése péro estándo bién informáda.

Cáda vez que aparéce úna nuéva religión o un iluminádo con un gran crecimiénto que intentá dominár el cósmos, la reflexión mayoritária comienzá a ser: ¡ótra vez! Pués el R·U se limíta a presentár estadísticas de la cantidád de véces que ésa idéa, creéncia o religión ya ha existído y demuéstra su desaparición en los siguiéntes áños, síglos o milénios, luégo se la evalúa y compára con las millónes de religiónes que en el univérso han aparecído y desaparecído con idéas similáres. Sólo el listádo de éllas… ya desaníma.
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Úna de las actividádes promocionádas por el R·U y que tenían múcho éxito éran los «Talléres de Religión», en donde se explicába el procedimiénto de creárlas, propagárlas, lográr adéptos y luégo se apoyában o rebatían en el cúrso. En éstos talléres se explicába la história de las religiónes. Se mostrába cómo aparentár milágros (independiéntemente de que algúnos dióses reálmente los pudiésen realizár). Las enseñánzas y promésas más habituáles que ofrecían, los típos de dióses más habituáles, las manéras de conseguír seguidóres o minístros en su cúlto, etc. Reálmente cúrsos muy interesántes.

Lo curióso explicába el profesór éra que: por múcho que se demostráse la falsedád o aciérto de algúnas de éstas religiónes, sus seguidóres en el cúrso, rára vez abandonában su religión o recibían adéptos de las ótras religiónes preséntes. ¡Ay! Es que la fe es muy fuérte. Péro el mensáje de los cúrsos a pesár de éllo quedába cláro.

Úna de las cósas que más interés creába en ésos talléres éra el ejercício de finál de cúrso. A la persóna que más había sobresalído en el tallér se le invitába a dar úna chárla en algún fóro de religión, sítio de oración, congregación, congréso religióso, universidád etc.

En ésta chárla el ponénte presentába y explicába a su manéra lo aprendído, tratándo de demostrár la inexisténcia de verdadéros dióses o religiónes divínas.

Por muy bién presentáda o convincénte que se hiciése la chárla-colóquio, al finál los espectadóres, cási siémpre se remitían al hécho de que: Sí, que había dióses y religiónes válidas ya que éstos hacían lo que los humános no podían: los milágros.

Úna vez úno de éstos ponéntes del tallér al recibír éste comentário de un señór de la audiéncia, le propúso qué si éso éra lo importánte, que él se ofrecía a realizár un milágro allí y delánte de tódos.

Como ése día no había ningún muérto en la sála y viéndo que ésa persóna llevába como múchos de los asisténtes botellínes de água pára bebér duránte la chárla, le propúso como milágro, el convertír su água en léche.

Péro priméro le preguntó. Si yo hágo éste milágro, ustéd sabrá que yo soy diós, abandonará el súyo y me adorará.

El señór le díjo que no, por supuésto.

Entónces señór cómo es posíble que ustéd créa en milágros héchos háce míles de áños, que ustéd no ha vísto y en cámbio úno hécho aquí, en su preséncia y con múchos ótros testígos que lo puéden acreditár, no lo puéde aceptár. Es tan milagróso pára un humáno el convertír el água en léche como el hacér desaparecér úna montáña.

¿Qué milágro tendrá que hacér un Diós verdadéro, el día que vuélva, pára que ustéd le créa? O si pudiése ir al pasádo y presenciár ésos milágros (de tódos conocídos), ¿los creería?, qué milágro téngo que hacér pára que ustéd cámbie de religión.
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Es sorprendénte que la mísma fe no aparézca al mísmo tiémpo en sítios distíntos y su crecimiénto paulatíno séa por evangelización, conquísta, imposición o su própio crecimiénto demográfico. Está cláro que el crecimiénto de úna religión normálmente la realíza su creadór y sus seguidóres y que a pesár de tódo lo verdadéra que ésa filosofía puéda ser, no pása frontéras simpleménte por ser verdád. Si la teoría de la relatividád fuése úna religión, iría avanzándo a medída que fuése impuésta o «enseñáda» y en el oriénte, cási nádie la creería. Cuando álgo es verdád, múchas véces ha ocurrído que várias persónas descúbren ésa verdád (ley física) al mísmo tiémpo, en cámbio un mísmo diós no aparéce en vários sítios a la vez.

Curióso es que el diós de úna nuéva fe, no la puéda plantár en vários sítios al mísmo tiémpo, ¿no está Él en tódas pártes?, así acabaría su trabájo múcho más rápido. ¿Qué pása, no le gustá a los dióses el viajár, el redimír a ótros continéntes, planétas o galáxias? ¿En tóda su vída núnca fuéron más allá?, es la velocidád de la luz su límite o es que le tiéne miédo al vacío.

Comenzár úna religión ha sído hásta ahóra como plantár úna «semílla» de píno en un cámpo vacío y esperár ciéntos o míles de áños, pára que con la ayúda extérna del viénto, pájaros, ardíllas y llúvias, se reprodúzca y cúbra tóda la tiérra, cuando el más humílde de los agricultóres nos diría, que lo mejór es plantár tódos los cámpos de úna vez y así los frútos de la verdád llegáran a tódos más rápido.

Así, hay persónas que inícian y póco a póco hácen crecér emprésas de petróleo, de vehículos, de informática y ótros de religiónes, o séa únos vénden biénes materiáles y ótros espirituáles.

Úna de las religiónes más simpáticas que el univérso túvo, fué la que llamáron «múcho después», la religión bumerán, ocurrió que cuando apareció se fué propagándo póco a póco galáxia tras galáxia péro siémpre en úna dirección, con tóda seguridád siguiéndo las rútas ancestráles de comércio de ésas galáxias. Ésto hízo que su desplazamiénto fuése úna gran cúrva y millónes de áños después llegó-volvió al púnto de pártida. Por supuésto, tánto la religión que se desplazába como la originál, íban cambiándo y modificándose según el interés o la móda. Al llegár y encontrárse con su origén, o séa con élla mísma y hásta con el mísmo nómbre, péro con múchos cámbios y viéndo que tódo lo que decía la originál no tenía náda que ver con lo que llegába y habiéndo confirmádo que éra sin lugár a dúdas la mísma, (nómbre, su creádor, orígen etc.), pués viéron que estában haciéndo el ridículo y se disolviéron. Si llevásemos cualquiér religión (verdadéra e inmutáble) a ótros planétas muy lejános (y no comunicádos éntre sí) y a los cién mil áños las comparáramos. ¿Qué quedaría de lo invariáble, qué se mantendría de su dógma? y si tódas habían independiéntemente cambiádo múcho, ¿qué tenía de verdadéra e inmutáble la originál?

Lo que sí es verdadéro, reál y por lo que la inménsa mayoría de la humanidád daría su vída, son sus creéncias. La fe es muy fuérte.

La fe muéve montáñas y no hay náda más verdadéro y reál que lo tú quiéres creér.

A un hómbre con idéas le será fácil organizár úna asociación si prométe benefícios inmediátos, si prométe el paraíso creará úna religión y si añáde la vída etérna, conquistará el múndo.
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Quéjas del Réino·Universál a los inmortáles y dióses: (Púntos que todavía quédan por resolvér)

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La mayoría de los dióses no muéren sólo desaparécen de la vísta.

El finál de los dióses, no es su muérte, es el aburrimiénto: como lo puéden hacér tódo, tiénen podér infiníto, enórmes riquézas, seguidóres incondicionáles, los sáben tódo y ya náda les puéde sorprendér... se retíran por aburrimiénto o soledád, o se van al ciélo o a su sítio de retíro diciéndo que volverán. La soledád de los dióses es inménsa y muy difícil de aliviár, los hómbres como son mortáles no los puéden seguír y ótros inmortáles o dióses no les quiéren acompañár.

Después de realizár el mísmo milágro millónes de véces, de habér vísto tódas las maravíllas del univérso désde tódos los púntos de vísta, después de habér sído adorádos hásta la saciedád, los dióses se retíran de ésa misión por desinterés o por la inménsa cantidád de erróres cometídos y ótros por el treméndo éxito obtenído.

El listádo de las manéras tan origináles en que éstos dióses se «auséntan o son llamádos -a partir-», llenaría úna bibliotéca.

No querémos dar la impresión que los dióses son siémpre málos, algúnos, hay que reconocérlo hácen bién su trabájo y éste a véces los derróta.

Un diós comentó con lágrimas en los ójos que había perfeccionádo tánto el árte de curár y en algúnos cásos hásta de devolvér la vída, que tenía delánte de su cása úna cóla inménsa de génte enférma esperándo a ser curádos. Decía que áunque trabajáse tódas las hóras del día, tódas la semánas, méses, áños, síglos, milénios y éras, la cóla núnca se haría más córta.

Su cása, cercáda por la autoridád pára protegérle y pára que la cóla se respetáse éra su prisión.

Comprendía por ésta razón, que múchos dióses, pára desespéro del R·U, sólo realizásen únos pócos milágros por áño, éso sí, de múcho efécto y luégo partían, algúnos a áltas montáñas en donde nádie les molestáse. Qué lístos fuéron los dióses del Olímpo, decía… allí nádie los íba a importunár, ni a pedír que les curásen.

El parár pára tomár un café le hacía sentírse culpáble… al ver a tánta génte sufriéndo, que le estában esperándo pára que los curára. ¿Cómo se puéde disfrutár de un sórbo de água, cuando míles de séres humános están gimiéndo?

El ser diós no éra úna cósa muy «humána» pára él, cuántas véces había deseádo dejár de sérlo. Siémpre pensó que la inmortalidád éra úna condéna iguál que ir al ciélo o al infiérno, si bién álgo ménos aburrída. Aquí al ménos sospechámos lo que puéde ocurrír, contráriamente a úna vída en el más allá, que no sabémos cómo será.

Núnca entendió cómo había dióses que pudiésen paseár y no estár rodeádos de míles de persónas pidiéndoles cósas, que los curáran. Él, si se asomába a la puérta de su cása, no podía dar ni un páso. Lo cual probába que múchos dióses en realidád no hacían tántos milágos, si sólo tocándo a úna persóna, ésta quedába sanáda, estaría siémpre rodeádo de multitúdes. O peór, el emperadór, rey o dictadór de túrno, lo tendría acaparádo o aprisionádo pára que sólo a él y a sus familiáres ofreciése ésas cúras.

Un político a quién sanó, le díjo que le entendía muy bién, ya que a él le pasába lo mísmo. Al iníco de su carréra política había prometído que escucharía tódos los problémas individuálmente y a pié de cálle, prónto dejó de caminár, luégo de usár su bicicléta y los transpórtes públicos y se refugió en su protegído ministério. Tenér podér y estár cercáno al puéblo no es compatíble decía.

Le comentó éste político que con el don que tenía de curár, si quisiéra, podría dominár el univérso. Lo que me faltába: díjo el póbre diós.

Éste diós siémpre comentába la admiración que sentía por úna família que vivía no muy léjos de donde él trabajába. Decía que ésta família de diéz híjos, había lográdo a pesár de sus limitádos ingrésos y escása educación, que sus diéz híjos fuésen modélo de igualdád, simpatía y buénas manéras, y que exceptuándo las lógicas diferéncias de edád y séxo, tódos sus híjos éran únos dígnos representántes de sus pádres. ¡Ay!, que diferéncia con ésta humanidád creáda por un ser supuéstamente todopoderóso y buéno. En éste cáso si dividímos por diéz a los humános creádos (sus híjos que sómos, según nos cuénta), úna párte ya ni habría lográdo nacér, ótra, moriría de hámbre en su tiérna edád, la siguiénte, estaría sin educár y malnutrída… o enférmos de por vída y sólo algúna de éstas pártes se podría remótamente asemejár a su creadór… ¿Cómo es posíble que un símple humáno, lógre con sus híjos, un equilíbrio mejór y más jústo que un ser tan poderóso?
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Cáda cúra pára él siémpre éra lo mísmo, cáda cára calcáda, cáda agradecimiénto repetitívo. Ya había olvidádo cuándo fué la última vez que salió a comér con los amígos. Un día se levantó y desapareció, soy un cobárde decía, péro ésto de ser diós no es vída. Algúnos dícen que se escondió al finál de la cóla, pára ver si su gran deséo y pesadílla se cumplía: ver cómo la cóla desaparecía. Dícen las málas lénguas, que la cóla núnca se redújo ni se esfumó, estuviéron esperándo hásta que volviése.
* * *

A los dióses que han sído grándes triunfadóres no les fáltan sítios a donde retirárse, paréce ser que duránte su vída actíva ya los van preparándo, son sus El Dorádo, El Ciélo, Paraísos, Valhállas, La Arcádia, Shangri-lá, Límbos, Atlántidas, Infiérnos (hay gústos pára tódo), Olímpos, Nirvánas etc, tódos remótos, secrétos e inaccesíbles, pára que nádie váya a molestárlos. Y no son un modélo de austerídad y misticísmo como se podría esperár. ¡Ah!, algúnos ¡qué póco trabájan y cuánto disfrútan! ¿Se sábe de algúno de éllos que hága cúras, milágros y ayúdas, 40 hóras semanáles?

Múchos dióses, en los inícios de su interés e ilusión a cualquiér cáusa, prométen múcho (…y son sincéros y con gánas de cumplír), luégo desaparécen y la génte sígue esperándolos pára que lo cúmplan. ¡Qué capacidád ilimitáda tiéne la humanidád pára creér lo que les prométen!

—¡Qué está muy bién! —, puéden hacér lo que quiéran, péro hay génte que los espéra y los ha esperádo duránte míles de áños. Y miéntras se espéra, la génte se va muriéndo… esperándolos…

Múchos dióses pára conseguír adéptos, utilízan el viéjo sistéma de prometér lo que tódos los séres humános deseámos: la vída etérna, la inmortalidád, el ser dióses, el poseérlo tódo, el paraíso etc. Como ésto lo puedén prometér péro difícilmente lográr, úsan el sistéma de retrasár el prémio hásta después de muértos… geniál…

Hay que reconocér que la variedád de manéras prometídas de cómo ocurrirá ésto, son muy origináles:

Algún diós prométe úna temporáda en el más allá —como prémio—, pára después vólver a ésta vída. Péro como en realidád no lo puéden conseguír y no se sábe de nádie que háya vuélto pára certificárlo, añáden que se vuélve, sí, péro reencarnádo y sin recordár la vída anteriór. ¡Qué finúra!... como idéa es geniál.

¿Es tan mála la ótra vída como pára que no podámos disfrutárla, vólver y contárlo? Si la ótra vída es tan maravillósa y únos cuantos —no háce fálta que séan múchos—, pudiésen regresár y explicárlo. ¿No les ayudaría y probaría lo que nos están prometiéndo y ganár más adéptos? Qué pása, ¿el volvér les háce perdér la memória, o es por que no ha sído tan interesánte ése paraíso prometído?… y cuando van, ¿se acuérdan de lo que hiciéron aquí? El podér coméntar en el ciélo o infiérno por qué se está allí y qué se hízo pára merecér éso, podría hacér más llevadéra ésa condéna o complementár la vída en el paraíso.

Si no se acuérdan, se estarán preguntándo (en la ótra vída) y duránte tóda la eternidád, ¿qué he hécho Diós mío, pára merecérme ésto?... y cláro como no se acuérdan, núnca lo sabrán ¡Qué complicádo es tódo!

Es fácil de explicár, tódos prométen múcho y cósas maravillósas, péro ningúna que se puéda confirmár o comprobár aquí y ahóra.

¡Se imagínan ustédes úna emprésa que prométa las mejóres vacaciónes en únas íslas paradisiácas, péro que exíge que al volvér nádie lo díga ni revéle el secréto!, ¿cómo conseguiá nuévos cliéntes?

¿Por qué tenémos que morír pára disfrutár de úna vída etérna, no la podríamos tenér ya diréctamente si sómos o miéntras seámos buénos? ¡Es que no hay algún diós eficiénte que evíte tántos pásos intermédios!

Ótros asegúran que si se síguen sus mandátos, se les dará úna vída etérna, un paraíso… y sin juício, ésto sí que lógra adéptos.

Como la mayoría de ésos dióses no tiénen el podér, interés o tiémpo pára realizár y cumplír las promésas en el moménto de la muérte de cáda humáno —váya trabájo—, pára justificár éste incumplimiénto, prométen que cuando vuélvan, ¿y pára qué se van?, darán a tódos, de úna vez, de gólpe, lo que les correspónda, ¡qué difícil será volvér pára éllos y no lo van a hacér!, el trabájo que tendrían.

Ótros más fínos, asegúran que al morír ya serán juzgádos en la ótra vída.

¿Quién ofréce más?, si a álguien se le ocúrre algúna propuésta diferénte y originál, podría convertírse en un nuévo diós del síglo XXI.
* * *

El início de ésta labór de ser diós es maravillósa e ilusionánte, péro tódo cánsa, hásta el ser diós. Es tal la diferéncia de podér y conocimiéntos éntre un diós y el hómbre (y aumentándo), más que éntre un hómbre y un micróbio, que al finál, el hacér álgo por un micróbio (úno de tántos), no tiéne aliciénte, ¿Quién se preocúpa de no pisár las hormígas cuando camína? Si averiguásemos que las bactérias son inteligéntes y créen en diós, ¿dejaríamos de vacunárnos?

¿Nos interesaría el poseér el podér de juzgár a tódos los inséctos por lo que han hécho en su vída? ¿Tendría ésto algún sentído, álgo de positívo tánto pára nosótros como de valór pára los animáles? ¿Nos gustaría oír TÓDAS sus quéjas, plegárias o súplicas?

Al finál y éso no cambiará, los dióses también son humános y su interés puéde variár. Un día puéden interesárse en juzgárnos después de muértos y al ótro, dárnos ótra vída más, pára no tenér que hacérlo.

En el Réino·Universál en donde hay tánta necesidád de inmortáles y dióses por su podér y relatíva escaséz y que son indispensábles en algúnas situaciónes dramáticas, hay úna crítica veláda a tódos ésos que han desaparecído, por no tenér el valór de volvér y ayudár.

Ahóra, cuando el Réino·Universál los contráta como inmortáles o dióses, se les indíca que déjen de prometér tánto pára lográr adéptos y que hágan más por ésta humanidád, que déjen de jubilárse tan tempráno y que vuélvan a ayudár a ésta sociedád tan necesitáda. Cuando lo hágan: tendrán úna cantidád de ventájas fiscáles increíbles.

No será fácil:

El volvér de un diós, —algúna vez ha ocurrído… créo—, ya que se abúrren de estár aburrídos, siémpre ha sído un fracáso, ya que a su vuélta no se espéra que «prométa» más cósas, síno que cúmpla lo que prometió y éso sí que es difícil (y monótono), prometér es muy fácil. Tódos están atrapádos por un mar de ofrecimiéntos incumplídos.
* * *


..... continua en II/II
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evilaro
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Hombres, Inmortales y Dioses (Ensayo II/II)

Mensaje por evilaro »

Viene de I/II

Hómbres, Inmortáles y Dióses II/II


Pístas, indícios, señáles o sígnos pára sabér si un ser es reálmente un diós o úna religión es en verdád divína.

Sin entrár en detálles podríamos decír que: si un diós es un ser muy poderóso, que víve etérnamente, puéde ver el pasádo y el futúro, háce milágros, que es el responsáble del destíno de tódos los séres y pára algúnos es el creadór del univérso además de ser inménsamente buéno. Si como se supóne está en tódas pártes y que también dícta las réglas de comportamiénto de los humános y tiéne el podér y la potestád de juzgárlos; pués si Él se presénta ánte nosótros y nos asegúra que posée tódas éstas bondádes y quiére enseñárnos su verdád, entónces tendría que ser muy fácil el lográr comprobár tódos o algúnos de éstos podéres ya que no hay múchos séres más con éstas características en el univérso. Además, si Él, que es el interesádo se présta a facilitárnos ésta verificación, pués miél sóbre hojuélas.

Lo dígo, ya que hay y han habído tántos éntes o personájes diciéndo que tiénen tódos o algúnos de los atribútos arríba mencionádos, que no se entiénde cómo es que al ménos de úno no se háya podído confirmár sin lugár a dúdas y así probár y asegurár la divinidád del pretendiénte. Péro por lo vísto éstas propiedádes son aparéntemente muy difíciles de verificár.

En realidád nádie lo ha lográdo hacér y así desbancár a los ótros pretendiéntes fálsos de úna vez por tódas, (pruéba de éllo es que ésos «ótros fálsos» síguen allí). A pesár de los ciéntos de síglos que éstos míles de «supuéstos» dióses han sído adorádos, no hay manéra de descubrír al único verdadéro y desenmarcarár a los fictícios.

Lo que sí está cláro es que un diós es un ser múcho más poderóso que un humáno y que un humáno difícilmente podrá hacér ni remótamente lo que un diós puéde hacér, y éste mísmo presúnto podér, es su talón de Aquíles, ya que úna vez ha indicádo que los tiéne, si no puéde demostrárlos, pués no es Diós.

Así con ésta treménda diferéncia de podér, el probár que un ser no es un diós, debería ser más fácil que probár que un humáno es más fuérte que úna hormíga.

Basándonos en ésta debilidád del hómbre frénte a un diós, ya podémos encontrár algúna písta pára descubrír cuándo un «supuésto» diós, es sólo un humáno que ha creádo-inventádo y luégo expandído su religión, péro sin úna báse divína. O séa, que lo ha hécho (de manéra muy eficáz) usándo únicamente su capacidád humána.

Habiéndo tántos dióses y religiónes y úna sóla puéde ser la verdadéra, en princípio no debería ser muy difícil el distinguír y desenmascarár a las fálsas. Considerándo las que ya exísten y las que se están creándo. ¿No nos gustaría sabér de úna vez por tódas cuál es la verdadéra? O al ménos cuáles son fálsas.

La régla básica será: si la religión prometída se creó, funcióna o se plantéa «únicamente» de la manéra que un humáno (sin podéres divínos… ya que no los tiéne) la puéda creár y promocionár añadír a élla álgo de ésa poténcia sobrehumána, es que no es muy divína. Dícho de ótra manéra, si estudiándo úna religión, nosótros siéndo muy inteligéntes y emprendedóres (y con un buén apóyo humáno y económico) podémos pensár que también podríamos habér creádo ésa religión, pués álgo fálla y le fálta a ésa religión… sin dúda su párte divína, y ésa hay que probárla en tódas las éras y lugáres.

Si el que la créa o propóne es un verdadéro diós, álgo de ésta divinidád estará y formará párte de ésa religión y en su manerá de hacérla creíble y convencér a la génte de fórma permanénte y no sólo al início (cuando al princípio de su misión y con ése propósito realizába milágros o adoctrinába personálmente). Péro ¿Cómo podémos probár su veracidád ahóra?

Viéndo el resultádo de cómo hoy está de mal nuéstro múndo, de las injustícias que hay. ¿Cómo es posíble que un diós tan poderóso?, no háya podído hacér un trabájo mejór y éso que lléva áños en el empéño. Si un humáno tuviése sólo úna párte muy pequéña de sus podéres, ¿no créen que haría un trabájo méjor que Él?
***




Veámos cuáles de los dióses o religiónes que exísten o han existído, han incorporádo algúnas de las características que se considéran sin discusión divínas: a sus enseñánzas, promésas, doctrínas, fórma de vída o mandátos y que nosótros podámos probár, acreditárlas o negárlas en cualquiér éra, situación o sítio.
* * *

.1 Diós está en tódas partes:

Si es así, úna religión Divína debería aparecér en vários sítios «a la vez», en diferéntes puéblos, regiónes, planétas o galáxias, pára que tódos y al mísmo tiémpo podámos disfrutár de élla, de sus enseñánzas y beneficiós y que algúnos no téngan que esperár míles de áños pára recibír ésa verdád y sus dónes.

Si el início y evolución de úna doctrína ha sído como la de Cóca-cóla, Zára, McDónald's o Microsóft, o séa: páso a páso, creciéndo póco a póco con el tiémpo, con la ayúda de sus seguidóres, o pasándola de pádres a híjos, o por su imposición a los países conquistádos o por proselitísmo y adoctrinamiénto; ésa creéncia puéde que séa hásta úna aceptáble y hásta muy buéna filosofía y su creádor un hómbre muy inteligénte, péro no necesáriamente es Divína y su iniciadór un Diós.

Si úna religión aparéce creáda, trasmitída o sugerída por un humáno, en un pequéño y único sítio (curióso que múchas comiénzan así) y su crecimiénto y expansión es por su labór própia, la de sus híjos o la de sus minístros o seguidóres y luégo por los creyéntes de su religión, éso indíca que probáblemente es úna buéna filosofía a seguír, péro difícilmente pruéba de su Divinidád. Úna divinidád tiéne el podér de plantár su idéa en tódos los sítios y tiémpos a la vez y no debería necesitár el ir creciéndo al rítmo humáno. Como un hómbre no puéde estár en dos sítios a la vez, si éste procéso de creación y crecimiénto ha sído así… pués es úna buéna písta de que no lo podía hacér mejór. Si el crecimiénto de úna religión es como el de Cóca-cóla, Zára o McDónald's, páso a páso (el típico rítmo humáno), ésa creéncia nos paréce muy humána, y probáblemente la deberíamos sólo considerár úna filosofía.

El que séas de la religión de tus pádres, o la mayoritária en tu región, no la háce necesáriamente ser la verdadéra. El que tu religión séa de cómo o dónde has nacído, pruéba múcho de podér del entórno, péro póco de su divinidád. Las creéncias dében estár basádas en la información no en la família, geografía, económia o necesidád. Péro sí, es ciérto, la fe muéve montáñas, y las religiónes pásan de pádres a híjos, de invasór a invadído y también con el proselitísmo o el podér del dinéro. Cláro que, si pára repoblár úna montáña de pínos decidiésemos plantár úno sólo, esperándo que creciése, produjése píñas y semíllas, que las árdillas, la llúvia y el viénto las propagáran y así cubrír la montáña… al finál con ciéntos o míles de áños, lo lograríamos… péro nádie pensaría que ha sído un trabájo Divíno.

.2 Diós es etérno y víve en tódas las épocas:

La pruéba de su existéncia, de sus léyes, la mejóra o actualización de sus nórmas o mandátos, debería ser permanénte. Al vivír y estár en tódos los tiémpos, a Él, ésto no le puéde ser muy difícil. Si las religiónes están héchas pára los humános y éstos cámbian, las religiónes deberían aparecér en el mísmo instánte que los humános aparécen y actualizárse. No han de permitír que úna sóla álma se quéde sin sus enseñánzas en ningúna éra de la humanidád, ni tenér que esperár míles de áños pára disfrutár de sus bondádes. Cuál es la razón de que úna religión sólo názca úna vez, en úna sóla época, qué pása, ¿las anterióres generaciónes no se la merecían?

Si la creación, presentación, dógmas, milágros, o características de la religión propuésta, sólo aparécen al início de su fundación, (y desaparéce cuando su fundadór muére), álgo fálla. Los milágros, apariciónes, o pruébas de su podér, bondád e inteligéncia deberían ser permanéntes y ser presentádos a las diferéntes generaciónes. No sómos como las persónas de háce cínco mil áños, ni tenémos las mísmas necesidádes. El Ser debería visitárnos de cuando en cuando, y mostrárnos que todavía sígue por ahí, éso debería ser párte de su dógma. Si nosótros le debémos tenér siémpre muy presénte y demostrárle nuéstro caríño e interés a través de nuéstros áctos u oraciónes, Él también nos tiéne que correspondér. Cáda generación es diferénte, y no estaría mal que al ménos úna vez en nuéstra vída nos vuélva «personálmente» a convencér y probárnos que no ha muérto ni nos ha olvidádo. Y que Él, sus idéas o mandátos síguen todavía vigéntes.

.3 Tiéne que volvér… péro ¡ya!

Es úna promésa muy repetída por múchos dióses… Éso de volvér débe ser muy importánte pára éllos. Péro ningúno lo ha hécho. ¿A qué espéran, a dónde o por qué se han ído, qué están haciéndo miéntras esperámos? Y qué harán cuando vuélvan.

Que sepámos ningúno ha vuélto y llevámos míles de áños esperándo, la paciéncia se nos puéde acabár.

Cuando se díce que úno de éstos dióses, o álguno de sus colaboradóres o seguidóres «vuélve o háce apariciónes», lo háce muy brévemente, y cási siémpre en el mísmo território donde ya créen en él. Péro qué pása ¿es mejór reconvencér a los que ya créen en Él, que buscár nuévos adéptos?

Por qué cási tódo lo que se nos prométe de divíno, es a posterióri, pára después de muértos. No será por que aquí y ahóra no lo podrémos comprobár.

.4 Probár: que el paraíso prometído o úna vída después de ésta exíste.

Por algún motívo lo de prometér paraísos u ótras vídas es álgo recurrénte en cási tódos los dióses y religiónes y paréce ser que es muy necesário pára conseguír adéptos… Vále, péro ya que algúnos fiéles se pásan la vída haciéndo tódo de acuérdo a las condiciónes estipuládas pára alcanzárlo, pués que se enséñe lo prometído.

Pára tódos los creyéntes éso es álgo maravillóso, no se niéga… péro, ¿es tan difícil el que nos lo muéstren? No se podría abrír cáda diéz áños úna pequéña ventána pára vérlo, o enviár a algún representánte humáno a ése paraíso pára valorárlo, volvér y contárlo, qué fácil les sería convencérnos. Al escuchár o ver lo maravillóso que es, hásta seríamos más buénos. Ésto no puéde ser muy difícil pára Él. Por qué tánto interés en promocionárlo… y no en enseñárlo. No sáben éllos que pára vendér un prodúcto, se úsan fótos, publicidád o muéstras gratuítas. Sí cláro, como la humanidád es tan variáda, puéde que a algúnos no le parézca muy interesánte. ¿Qué puéde habér tan especiál en ése paraíso, que estémos confórmes con disfrutárlo TÓDA la eternidád? Qué difícil lo tiénen los dióses pára mostrárnos la increíble variedád de paraísos que nos tiénen preparádos… pára después de muértos. Álgo así como: si apruébas éste cúrso te llevaré a Disneylándia… en la ótra vída

.5 Tenér éxito: no debería ser muy difícil pára un todopoderóso.

Los dióses son los que se han presentádo, (no recuérdo si algúno de los más importántes háya venído invitádos por nosótros), luégo han sído éllos los que han propuésto su ideología, sus réglas y deséos. Luégo es de suponér que con tánto interés que tienen, deséen triunfár.

Cláro que no sabémos exáctamente cuáles son los desígnios de los dióses y lo que en realidád quiéren. Péro es muy lógico que deséen, que lo que éllos propónen con tánto interés séa acatádo y ténga múcho éxito… Entiéndo que el éxito también es relatívo, péro si después de míles de áños de existéncia de sus idéas, si al finál, siéndo tan únicos, buénos, sábios y poderósos no lógran convencér a la inménsa mayoría de la población del univérso, es que no son muy buénos. Cómo es posíble que háyan várias religiónes con aproximádamente los mísmos creyéntes. La verdadéra con tódo su podér podría hacérlo múcho mejór ¿no? Que podéres no les fáltan.

Si úno de éstos dióses o religiónes con tódo su podér no tiéne más éxito que las ótras (ésas ótras al no ser verdadéras quiére decír que son organizádas por méros humános). Si con tánto tiémpo trabajándo en éllo, no tiénen úna múcha mayór preséncia y proporción de creyéntes que las demás; probáblemente deberían dedicárse a ótra cósa. Microsoft, McDonalds o Mercadóna y Zára en Espáña son úna buéna pruéba de lo que se puéde lográr sin ser un diós y un buén ejémplo de cómo vendér comída, informática, teléfonos eficiéntemente, recuérde que las creéncias también son úna mercancía. Curiósamente éstas se repárten la economía de su región o del múndo en proporciónes similáres a las religiónes.

.6 Los dióses, religiónes y sus léyes deberían ser tan cláras y tan demostrábles como nuéstras léyes físicas.

Si álguien descúbre úna ley física en el sítio más recóndito del univérso, ésta ley no necesíta lográr adéptos, ni prometér prémios, ni tenér que hacér proselitísmo pára que la créan en tódas pártes, se demuéstra y ya está. Si tienés la verdád de tu párte, no es necesário náda más. Cualquiér ley científica ha unído más a la humanidád que míles de religiónes. Se podría decír que hásta ahóra las religiónes son presentaciónes de léyes, hipótesis o teorías a fálta de pruéba y que múchos seguidóres las trátan de demostrár de mil manéras diferéntes y llévan áños en ése inténto. Buéno digámoslo, que se han quedádo en un «ensáyo»

Si al descubrírse úna ley física (tan reál y verdadéra como cualquiéra de las divínas en lás que creémos), pára ser aceptáda y seguída en tódo el univérso como ciérta, tuviése que andár los pásos de la mayoría de religiónes, pués tardaría múcho en imponérse. Iría progresándo póco a póco a medída que sus seguidóres fuésen avanzándo geográficamente. Además, no sería creída en tódos los sítios y a ótros ni llegaría.

¿Se imagínan que las léyes físicas o matemáticas fuésen creídas dependiéndo de situación geográfica, educación, gústos o situación política?

Cómo es posíble que el Teórema de Pitágoras séa aceptádo por tódos más rápidamente que úna Ley Divína. Se imagínan que hubiése úna probabilidád de qué la ley de la gravedád no fuése creída en el Japón.

O al revés, cómo es que las léyes divínas, se páran por frontéras, barréras lingüísticas, económicas o de ráza y no así las humánas. Y que úna religión aquí es adoráda por la mayoría de su población y pasádo el río, por nádie. Tan difícil es a la verdád divína cruzár el água.

Se díce que los pitagóricos fuéron un movimiénto filosófico / religióso. Si en lugár de éllo hubiésen decidído ser religióso / filosófico, disfrutándo de nuéstra vída como nuéstro paraíso, reál, comprobáble y bastánte agradáble, pués Pitágoras sería un diós que tendría muy fácil el comprobár tódo ésto, además de tódas sus léyes ecuaciónes y teorémas, en cualquiér sítio, en cualquiér tiémpo, y en donde los fiéles podrían ser de cualquiér ráza, país o idióma. ¡Ay! Vivímos en un paraíso y lo estámos malgastándo esperándo ótro mejór. No será tal vez la Tiérra, ése paraíso prometído a los que se han portádo bién en el infiérno.
* * *
Si las léyes divínas son más difíciles de probár y de aceptár que las léyes físicas, lo tenémos muy mal.

.7 Al finál lo que impórtan son nuéstras creéncias personáles.

Ésto no hay necesidád de comprobárlo: daríamos la vída por nuéstras convicciónes, fe o creéncias.

Si «álgo» háce un milágro, por definición es un diós o úna divinidád.

Si en la actualidád álguien nos múestra un recipiénte vacío y al volvérlo a abrír está lléno de aliméntos. ¿Lo creeríamos, adoraríamos al que ha hécho ése prodígio como a un diós, renunciaríamos a nuéstra fe presénte? ¡Eh que no!

Entónces la pregúnta es, qué tendrá que hacér el Diós verdadéro cuando vuélva, pára que le creámos. Y si no creémos éstos milágros realizádos ahóra, por qué aceptámos los que fuéron héchos háce ciéntos de áños y no vístos por nosótros, ni siquiéra por los que los describiéron.

No hay dúda, hay sólo úna religión verdadéra, la nuéstra, péro que varía según el día, el humór o la necesidád. Y así ésto háce que háya míles de millónes de éllas.

Y es que la fe muéve montáñas
* * *
F I N


Por Emílio Vilaró
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lucia
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Re: Hombre, Inmortales y Dioses (Ensayo I/II)

Mensaje por lucia »

El principio me ha planteado la intriga de ver qué pasaba con esa gente que iba siendo cada vez más longeva, al estilo de Matusalén, pero una vez saltas a lo que los separa de los dioses, acabas por convertirlos en un ensayo sobre las religiones y se me ha hecho largo. Total, los budistas reducen todo tu tocho o un dicho: mil hombres, mil religiones :cunao: :cunao:
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evilaro
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Re: Hombre, Inmortales y Dioses (Ensayo I/II)

Mensaje por evilaro »

lucia escribió:El principio me ha planteado la intriga de ver qué pasaba con esa gente que iba siendo cada vez más longeva, al estilo de Matusalén, pero una vez saltas a lo que los separa de los dioses, acabas por convertirlos en un ensayo sobre las religiones y se me ha hecho largo. Total, los budistas reducen todo tu tocho o un dicho: mil hombres, mil religiones :cunao: :cunao:

Lucia:

Y yo creo que cada hombre es su propia religión ;)

Tomo nota de lo «largo»

Y como siempre gracias.

Emilio
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