CK2- La sal de la ensalada - Mister Sogad

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prófugo
Melón
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CK2- La sal de la ensalada - Mister Sogad

Mensaje por prófugo »

LA SAL DE LA ENSALADA

Hay gente que nace con un don, cierto tipo de personas que son especiales por uno u otro motivo. A la muchacha de pelo dorado y vestido blanco que trota por las calles de un pueblecito del Mediterráneo ser alegre, estar feliz, es un estilo de vida, una manera de ser. Para todos los que la rodean el don es conocerla. Ella se llama Stella.

Le encanta bajar por las calles a todo correr, más de una vez ha perdido por el camino una de sus chanclas o las dos incluso, pero no le importa, si eso sucede se detiene muerta de risa, se da la vuelta y a saltos regresa a por el zapato perdido. Ay, ay, pillín, no es hora de descansar.

Pasa como una exhalación por delante de la frutería, detiene su carrera al pasar por la plaza repleta de flores y vuelve a acelerar por el ayuntamiento. Poco antes de llegar a la playa dirige sus pasos a la tienda de artilugios, como ella la llama. Dos chicas parecen discutir a la puerta.

—… que no, Dina, que de esos no tengo.

—Venga, tienes que tener Ela.

—Buenos días, ¿qué pasa?

—Hola Stella. Aquí la señorita “tengo de todo”, que no tiene un dinosaurio vestido de bárbaro.

Stella compuso una sonrisa radiante. No pudo evitar fijarse en las camisetas de ambas contendientes, de un lado un diplodocus vestido de frac sobre fondo rosa retaba con la mirada a una cabina telefónica de aspecto raro.

—Como si eso fuera fácil.

—Claro, pero de esto —Dina señaló con el dedo la cabina de teléfonos azul en la camiseta blanca de Ela—, sí que tienes.

—Es una Tardis, claro que tengo.

Stella dejó escapar una risa, las otras dos la miraron. Con rapidez les dio un beso de los suyos a ambas.

—Sois un encanto.

Estas se miraron entre sí y también se rieron. Luego las tres observaron fascinadas como un perro se acercaba al robot que servía de reclamo de la tienda, levantaba la pata y hacía sus cosas.

—¿No vas a hacer nada? —Preguntó entre risas Dina.

—No, lo hace siempre que puede, mire yo o no. Ya me da igual.

—¿Y el robotillo no se va a estropear? —Soltó Stella tras una fuerte carcajada.

—No creo, lleva meses haciéndolo y el latas ni se inmuta.

El trío rompió de nuevo a reír. Stella se despidió y se alejó contenta, empezaba bien el día, se había reído de lo lindo. Estaba deseando ver qué le esperaba en la playa.

A lo lejos divisó a la pintora, ya metida en faena en medio de la arena, le encantaba charlar con ella. Algo más alejados pudo ver a los liantes subiéndose al murete que separa la playa de la acera. Se lo pensó un momento, seguro que ambos maquinaban algo, pero no, ya les preguntaría después.

De un salto se subió al murete y luego se lanzó a la arena, no tardó en quitarse las chanclas y aguantó con un par de soplidos el calor que empezaba a lamerle la planta de los pies.

—Hola Bella, ¿qué pintas hoy?

Curiosa se asomó por encima de uno de los hombros de la artista.

—Buenos días Stella. Pues un paisaje con algo de oscuridad —Le dijo limpiando con mimo el pincel en uno de sus pañuelos de colores.

En el lienzo un paisaje nocturno resplandecía con dos focos de luz, de un lado una enorme luna llena destellaba por delante de unos nubarrones oscuros, y del otro un gran dragón de escamas doradas lanzaba un resplandeciente chorro de fuego sobre una mujer que blandía una vara.

—¡Qué chulo!

—Aún no está acabado, me faltan unas cuantas cosas.

—Fuah, pues a mí me encanta, como todo lo que tú haces.

Bella le sonrió mostrando unos dientes blanquísimos y achicando los ojos cariñosa.

—Eres un encanto. Pero me falta una constelación, que quiero hacer aquí —Le dijo señalando con el pincel un pedazo de cielo nocturno que se abría entre las nubes—, y algún hechizo que haga la bruja.

—¿Y si haces que aparezca un… un…?

—No quiero que sea otro dragón.

—No, no, no iba a decir eso —Le soltó desviando la mirada—. Ya sé, un pajarito azul.

—¿Contra un dragón?

—Claro, ¡tú no sabes lo que pueden hacer los pajaritos! Sobre todo si son azules.

—No sé…

—¡O un tigre verde!

—Eso no existe —dijo una nueva voz que se acercaba.

Stella reconoció a la dueña del chiringuito, que venía limpiándose las manos en un mandil.

—Este sí que existe.

—No, un tigre verde no existe —Le dijo muy seria poniendo los brazos en jarras—. Bella te está quedando muy bien.

—Gracias Lucy.

—A ver, ¿un tigre verde no existe pero sí te gusta el dragón dorado? —Interrogó Stella, ahora también con los brazos en jarras.

—Los dragones siempre han estado presentes en las leyendas.

—Entonces ¿tú que propones? ¿Un chipirón de esos gigantes?

—Pues no sé. Un animal de la noche. Un búho, una lechuza, un cárabo.

—Eso no tiene gracia.

Lucy se encogió de hombros y sonrió.

—No tiene que tenerla, tiene que luchar contra un dragón. Bueno, tengo que volver al trabajo, ¿queréis que os traiga algo?

—No, gracias —Dijo con cierto retintín Stella.

—¿Bella?

—Kas naranja, gracias.

—De acuerdo.

Disimuladamente Stella sacó la lengua mientras Lucy se alejaba. Bella rió por lo bajo antes de reñirla divertida.

—No seas mala.

—Vaaale, me voy. Luego te veo otra vez —Le dijo dándole un fugaz beso en una oreja a la pintora—. Y olvida al carabito.

Se acercó entonces al dúo de los líos. Uno estaba echado sobre el murete con un palito sobresaliendo de la boca. Debía ser una piruleta, seguro. El otro estaba echado también pero de manera que su cabeza sobresalía del pequeño muro y debía darle la visión de que todo estaba al revés.

—Hola chicos, ¿qué hacéis?

—Esperar a alguien tan bonita como tú.

Stella compuso una sonrisa de suficiencia. A mí no me la pegas chaval.

—¿Hoy no te traes la cometa?

—Ah, ¿no te has enterado? —El “piruletas” se sentó de un salto sobre el murete—. Resulta que el dios Céfiro decidió llevársela mientras estaba sobre mi armario.

—¿Eso cómo va a ser? —Le preguntó sonriendo.

—Qué sí, que te lo digo yo, para mí que el armario era cómplice de Céfiro, el muy…

—Fijo vamos —Añadió el otro liante.

Stella estuvo a punto de soltar una carcajada. Pero entonces el “piruletas” se fijó en una chica que venía a lo lejos.

—Ahí llega. Stella tengo que dejarte, piensa en Céfiro y ten cuidado, que llevas un vestidito de lo más mono hoy —Le dijo quiñándole un ojo—. Bueno, antes de irme podrías darme un besito de los tuyos, ¿no?

—No, para ti no hay hoy.

—¿No? Me encantan, con lo saladitos que están —Soltó mientras de un brinco echaba a andar—. Vamos tío, que se nos va.

—Ve delante, ahora te alcanzo.

Stella se había puesto algo colorada, pero seguía con una sonrisa.

—No le hagas caso, está de lo más tonto desde que persigue a la pelirroja esa. Estás preciosa, sobre todo desde aquí.

Stella echó mano del dobladillo del vestido y se lo bajó de un tirón.

—Te vas a ganar una “guantá” murcielaguito. ¿Y tú no andas tras ninguna mujercita?

—Te juro que no he visto nada xicona —Le dijo mientras se lanzaba en pos del “piruletas”—. Yo estoy esperando una ranita para darle un beso y se me convierta en princesa.

Stella los miró un momento. Qué malitos son, pero son una monada. Se le escapó la risa cuando vio como el “piruletas” trataba de hacer alguna cabriola frente a la muchacha pelirroja y casi se cae del murete. La chica parecía divertida pero debía ser de armas tomar porque los dos liantes mantenían la distancia. Al menos tiene buen humor la chica, y paciencia, que la va a necesitar.

Se quitó el flequillo de la frente en un gesto mecánico y echó otra mirada a la playa. Descubrió al de las tumbonas lanzando miradas furtivas a una mulata que hacía topless. Mejor que Dhoruba no te cace, si no vas a tener que huir de verdad. Pasó al lado de las tumbonas y le lanzó un besito al aire al muchacho, que rápidamente se puso a mirar a otra parte.

Se acercó contenta a Dhoru. Hay que ver qué preciosa es. Por un momento recordó al dúo de los líos. ¡Pillines!

—Hola Dhoru.

La chica de piel oscura la miró desde abajo, haciendo visera con la mano, una sonrisa franca acompañó el gesto de reconocimiento.

—Stella, ¿vienes a tomar el sol?

—No. Tienes público, ¿sabes? —Le dijo sentándose cerca de la toalla de la otra.

—¿El melón ese? No importa, siempre tengo público. Pero mira que le he avisado ya, podía ser menos descarado.

—Es que eres una provocadora.

En lugar de enfadarse Dhoru se sentó en la toalla y sonrió ampliamente mientras se quitaba unos inexistentes restos de arena de las tetas.

—Si no vienes a tomar el sol, ¿qué buscas?

—Busco hacer feliz a alguien hoy.

—Qué mona ella. Pues creo que hoy te vas a ir de manos vacías, hace un día espléndido.

Las dos se quedaron un momento mirando al mar. Luego un par de corredores se acercaron a saludarlas.

—Buenos días chicas.

—Hola Diana, ¿qué tal va hoy?

—Muy bien, bueno pregúntale aquí al “sultán”.

El muchacho llegó unos segundos después que Diana. Respiraba con fuerza y sudaba a raudales, pero en su cara no se traslucía esfuerzo.

—Hola. Hoy le gano seguro.

—Ya veremos, voy como una flecha.

—¿Queréis hacer un descansito? —Preguntó Dhoru con una sonrisa bailando en la boca.

El chico se relamió un momento, miró a Diana, que mantenía un trote lento en el mismo sitio, y negó despacio con la cabeza. Stella se aguantó las ganas de reír.

—No, gracias. Ya nos apañamos.

—Bien dicho, nos vemos chicas.

—Hasta luego —Dijeron ambas al unísono.

Mientras veían a los corredores alejarse se rieron por lo bajo. Pobre.

—Oye Stella, ¿tú a quién le has mirado el culo al alejarse?

—¿Qué? —Dijo sorprendida.

Miró a Dhoruba a los ojos y esta le guiñó uno.

—Creo que mirábamos culos distintos.

Entonces se escuchó el ruido del motor de una moto y, a continuación, un claxon. Stella y Dhoru miraron atrás, a la carretera. En ese momento una motorista de cabello largo y negro se quitaba el casco y saludaba en su dirección.

—Stella, ha llegado mi gatilla, lo siento. Ya nos veremos otro día.

Dhoru se levantó y se colocó un top ajustado, que seguro no debía ser de su talla, antes de lanzarse a correr con la toalla en una mano y las gafas de sol en la otra.

Stella se quedó un rato en la playa, pero luego se le ocurrió que aún le quedaba mucho pueblo por recorrer. Todavía tenía muchos besos salados que repartir.


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Shigella
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Re: CK2- La sal de la ensalada

Mensaje por Shigella »

Creo que no me he enterado de la mitad. :shock:
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Han O. Nhimuss
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Re: CK2- La sal de la ensalada

Mensaje por Han O. Nhimuss »

Shigella escribió:Creo que no me he enterado de la mitad. :shock:
¿Es también usted de Normandía, señor?

Buenos días señor.
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Han O. Nhimuss
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Re: CK2- La sal de la ensalada

Mensaje por Han O. Nhimuss »

:D Sonreía porque a mí también me gustan los saladitos... En Normandía los hacemos rellenos de sobrasada, queso o salchicha normanda.

La niña de agua bonita repartiendo buenos días durante su paseo envespino (por la mañana), entendí yo, señor.

Me gustó el paseo y muy graciosos los dos del murete. Más uno que el otro, buenos días señor.
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Shigella
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Re: CK2- La sal de la ensalada

Mensaje por Shigella »

Han O. Nhimuss escribió:
Shigella escribió:Creo que no me he enterado de la mitad. :shock:
¿Es también usted de Normandía, señor?

Buenos días señor.

No, de un poco más lejos. A mí me trajeron de Raticulín, señor. :luf:
1, 2... 1, 2... probando...
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Gavalia
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Re: CK2- La sal de la ensalada

Mensaje por Gavalia »

:meparto: El nuevo es un cachondo jajajaja
Te ha descubierto rápido bacteria. Siempre estuve seguro de serías de por ahí, cuando menos de Venus :cunao:
La verdad es que yo tampoco me he enterado de mucho. Eso si, la niña me ha dejado claro que es felíz como una perdiz. :133:
En paz descanses, amigo.
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Berlín
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Re: CK2- La sal de la ensalada

Mensaje por Berlín »

El nuevo es más canalla que yo, que ya es decir jaja
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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IrisCornegie
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Re: CK2- La sal de la ensalada

Mensaje por IrisCornegie »

Me ha gustado. Muy graciosos todos con esos nombres tan bien buscados :D
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Sinkim
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Re: CK2- La sal de la ensalada

Mensaje por Sinkim »

¡Qué relato tan bonito! Me ha gustado muchísimo, me ha parecido muy tierno, con esa protagonista tan dulce que va regalando besos allá por donde pasa :D

Shigella, si no lo he entendido mal tú eres la Ela del principio con la camiseta de la Tardis :lol:

Por cierto, la camiseta que lleva la Dino sería tal que así :lol:

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Y la imagen que está pidiendo una de este tipo :cunao:

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"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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Iliria
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Re: CK2- La sal de la ensalada

Mensaje por Iliria »

Este relato es una monada. Me ha encantado la niña que va repartiendo besos, y ese aire a playa, a verano y a vacaciones que has sabido imprimir tan bien. :D
Como en los demás relatos, algunos kekos los pillo, otros no. Ya nos contaréis los autores... :hola:
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón :101:
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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Shigella
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Re: CK2- La sal de la ensalada

Mensaje por Shigella »

Anda, pues si esa soy yo voy a poner este relato en mi top de los que mejor me han tratado :cunao:

Tremendo el dino con taparrabos, por cierto. :lol:
1, 2... 1, 2... probando...
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Lifen
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Re: CK2- La sal de la ensalada

Mensaje por Lifen »

Pues hay alguno que no he pillado, no se quién es la que corre con Isma, por ejemplo, ni sabía quién era Ela hasta que lo ha dicho Sin. Y alguno más, a ver si alguien me lo aclara, por favor, señor.

El relato transmite mucha ternura y felicidad y te lanza de inmediato a unas vacaciones playeras, con poca gente en la playa, eso si, lo que hace que para mi gane enteros :mrgreen:
:101: La hora de los hipócritas, Petros Markaris


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Nínive
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Re: CK2- La sal de la ensalada

Mensaje por Nínive »

Yo no sé quién es Bella... :?
Diana, la corredora, tengo la ligera sospecha que soy yo (por lo de correr, Diana diosa de la caza y que voy como un flecha). Y Estrellita salá repartiendo besos... Eso le va a encantar.
A mí me falta un punto de mala leche en el relato, pero se nota que se ha hecho desde el cariño (es todo muy happy flower). :P
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Topito
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Re: CK2- La sal de la ensalada

Mensaje por Topito »

Me gusta el tono pausado, relajado, veraniego. Un toque costumbrista que me ha agradado mucho. Una delicia. Una ternura. Nada que ver con las collejas de Li :cunao: .

Cosas negativas: no salgo :evil:
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Han O. Nhimuss
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Re: CK2- La sal de la ensalada

Mensaje por Han O. Nhimuss »

Se me olvidó comentar señor como es la hora del angelus y el papa está con el vino que tenemos una receta en Normandía para un acompañamiento estupendo para su ensalada, señor prófugo si a usted le gusta y seré breve.

Coja usted medio quilo de harina recia y le echa una cucharada menguada de sal y otra de levadura. Se menea todo y después se vierte sobre la resultante un vaso de agua tibia entre treinta y siete grados de temperatura y alguno más si está acercándose el verano a su casa y tiene que poner el aire acondicionado y lo deja todo reposar. Si tiene en casa un horno de leña es lo fantástico para despuer introducirlo y luego queda más bueno.

A lo que sale, en Normandía le llamamos pan. Y está rico con ensalada pero también sin ensalada señor, gracias, ya me contará luego si le gustó.
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