No se si escribir un libro. ¿os gusta? es real!

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Celiapink
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No se si escribir un libro. ¿os gusta? es real!

Mensaje por Celiapink »

Eran los carnavales en mi pueblo, iban a ser los segundos carnavales que salía con mis amigos. Recuerdo aquella mañana como si la estuviera viviendo hoy mismo. Fui al instituto, estaba haciendo 1º de la ESO. No era un día normal, era viernes de carnaval. Los carnavales en mi pueblo se celebran a lo grande, digamos que son nuestra identidad. Aquí en Salamanca los toros son muy imprescindibles en todas las fiestas y como no, los toros son los invitados especiales en carnaval.
Llegue al instituto, como de costumbre a hacer bulto en clase más que para estudiar, pero aquel día estaba eufórica, no prestaba atención a la gente de mi alrededor, solo pensaba en que llegaran las 14:20 para salir de allí, ponerme la ropa de la peña y comenzar la fiesta.
Lo que más recuerdo de aquella mañana, fue la última clase, la educación física. Me encontraba mal, me había venido el periodo, estaba sentada en una canasta, con unas cuantas compañeras, decidiendo que íbamos a hacer por la tarde. Había una amiga que no estaba participando mucho en la conversación, parecía distante, apenas sonreía cuando le comentábamos algo sobre la fiesta y el local. Me acerqué a ella y le pregunte que si estaba bien, pero me dijo que no, que su padre no podía venir en carnavales y que se tenía que quedar en el pueblo y venir solo el domingo por la mañana, hasta la hora de comer. En ese momento me comencé a reír y le dije que aquello no era ningún problema, que si su padre y su madre estaban de acuerdo, podía pasar los carnavales en mi casa. La expresión de su cara cambió. Enseguida me dijo que si y me dio las gracias. Entonces Antonio, el profesor, nos dijo que podíamos cambiarnos e irnos. Tamara, mi invitada, y yo nos fuimos sin cambiarnos, solo salimos corriendo y nos fuimos a comer.
Llegamos a mi casa, mis padres me dijeron que Tamara podía quedarse, pero que tendríamos que dormir con mi prima, la cual vino a pasar los carnavales por sorpresa.
No cabía en mí más felicidad, iba a pasar las mejores fiestas con mi mejor amiga y mi prima, pero aún no sabía lo que se me venía encima, no sabía que aquel día iba a marcar el resto de mi vida.
Creo que tardamos unos quince minutos en comer, vestirnos, intentar maquillarnos, digo intentar porque mis padres no nos dejaron, e irnos. Salimos de casa corriendo, habíamos quedado en el “árbol gordo”, ese es el centro de mi pueblo, donde suele quedar toda la gente joven, como su nombre indica, hay un árbol enorme en el centro de una rotonda con una fuente y unos jardines. Pasamos por delante de unos puestos que ponen en una avenida, subiendo hacia el árbol gordo y compramos una raya de ojos, para maquillarnos fuera de casa.
Al llegar, recogimos a un grupo de amigos que ya estaban pensando en cómo iban a empezar a beber para aguantar hasta la noche. En ese mismo momento sonó el teléfono de Jacobo, uno de mis mejores amigos, era Paloma, que había llegado de Salamanca y teníamos que irla a buscar a casa de su abuela, bajando otra avenida más.
Jacobo y Jose Juan subieron a casa de la abuela de Paloma, mientras Tamara y yo esperábamos abajo, en un gran parque que hay enfrente, mientras nos maquillábamos en el retrovisor de un coche gris que estaba aparcado frente a nosotras. Nada más terminar de maquillarnos, bajaron los tres y nos dijeron que el resto había llamado, que nos esperaban en las ferias. Nos dirigimos hacia allí, dando el cante por la calle, pero daba igual, porque era carnaval. En la puerta de un local vacío, nos encontramos con otra peña, que iban en sentido contrario a nosotros. Estuvimos un rato hablando con ellos y nos despedimos. Justo al lado de ese local, hay un restaurante de comida oriental, ahí fue donde cambió mi vida.
Solté mis cosas, cayeron. Algo estaba pasando. Oía a la gente, pero como si estuvieran lejos, muy lejos. Como si estuvieran gritando desde kilómetros de distancia, pero los veía a mi lado. Perdí la estabilidad, me asusté, me caí al suelo. Jacobo se reía, pensó que me había tropezado, pero Tamara sabía que algo no iba bien. – Celia, ¿estás bien? – Me preguntó asustada.
– Me mareo. – Respondí sin saber que estaba pasando.
Tenía la cabeza como si estuviera ebria, pero no había bebido. Me mareaba, pero no perdía el conocimiento. Sudaba, pero tenía frío. Los demás siguieron su camino sin ni siquiera darse la vuelta para ver qué pasaba. Tamara cogió mi teléfono e intentó llamar a mi madre o a mi padre, pero estaban en una carpa y no lo oían. Mientras yo seguía tirada en el suelo, sin moverme, asustada y temblando. La gente no nos hacía caso, de hecho aún retumban en mi cabeza las palabras de una señora que pasó y dijo: “mira como está esta y no hemos empezado, que vergüenza”. Tuve la necesidad de salir de allí, de correr, de gritar. Asique me levanté y salí corriendo, no sabía dónde iba, pero mi subconsciente me hizo tomar rumbo a mi casa. Tamara gritaba detrás de mí, pero no la escuchaba. Me paré en una fuente y metí la cabeza dentro, tenía mucho calor. Quizás pensé que si mojaba mi nuca se me pasaría. Al ver que no, me paré en seco, le dije a Tamara, que me acababa de alcanzar sin aliento, que me comprara algo dulce en el quiosco. Aun así tenía esa sensación. Comencé a sentir mi corazón fuertemente, a la altura del estómago. Me volvió a pasar, volví a perder la estabilidad, pero esta vez no me caí, directamente salí corriendo, rumbo a casa de nuevo, pasando por los puestos en los que hacía un rato había comprado la raya para ojos. La única diferencia es que la gente había salido ya, estaba todo lleno de gente con una loca corriendo y llorando por medio, empujando gente y recibiendo insultos. Sentía que si no llegaba a mi casa inmediatamente moriría allí mismo, y lo que era peor, nadie me ayudaría. Llegué al final de la avenida, donde empezaba mi barrio, pero ya no podía más, me iba a desmayar, no aguantaba ni un segundo más, sentía que nada existía, que todo era un sueño. Tamara se había quedado muy atrás, ya no me seguía, la perdí en el quiosco. Pero una mujer, que ojalá esté leyendo esto, paró, me vio roja, temblando, llorando, pidiendo ayuda a ahorcajadas, me dijo que si me encontraba bien, la miré con los ojos como platos, me cayó una lágrima y me desplomé encima de ella. Creo que desperté después de cinco minutos, Tamara había llegado ya y estaba hablando con la mujer que me sostenía. Balbucee, pregunté que había pasado y la mujer que, por suerte era enfermera dijo que me había hiperventilado, que debería ir a un hospital. Mentí diciéndole que iría y le pedí a Tamara que me llevara a casa.
Cuando llegamos, me tomé un vaso de leche con azúcar, siempre le oía a mi abuelo que era lo mejor para los mareos. A continuación me tumbé en el sofá y encendí la tele. Tamara y yo no intercambiamos ni una sola palabra, seguíamos en shock. Estaban echando capítulos de la pantera rosa, deje eso, ya que no estaba pensando en la tele. Cuando saqué mi teléfono del bolsillo, miré las llamadas, tenía diecisiete llamadas perdidas de mi madre, ocho de mi padre y cinco de mi hermana. Los llamé inmediatamente y les conté lo que me había pasado. Tardaron una media hora en llegar a casa y Tamara les explicó todo lo que había ocurrido. Yo aún no hablaba mucho, seguía bastante asustada. Mis padres me dijeron que si me encontraba bien para volverse a ir. Les dije que sí, que se fueran tranquilos. No habían llegado al piso de abajo y Tamara y les llamó otra vez, me había vuelto a pasar.
A partir de ahí no recuerdo nada más, solo que abrí los ojos en urgencias, en una camilla y con ventosas y cables por el pecho. Miré a un lado y estaba mi madre sentada a mi lado, me dijo que no me preocupara, que no pasaba nada. Al instante entró la médica, me dijo que si me encontraba bien y me explicó lo que me había ocurrido mientras me incorporaba para quitarme las ventosas. Lo que la médica me dijo fue que había sufrido una crisis de pánico, lo que consiste en sentir lo que el mismo nombre indica y perder el control, haciendo así que los nervios te traicionen, de ahí la sudoración fría, los temblores, la hiperventilación…etc. El mareo fue causado por la hiperventilación, en lugar de respirar con normalidad, se respira más rápido de lo que solemos, llevando demasiado oxígeno al cerebro, causando mareos y que se duerman las puntas de las extremidades. El pánico me produjo esa necesidad de huir del lugar.
Cuando terminé de vestirme, los médicos me dijeron que era algo muy usual, teniendo en cuenta el nivel de euforia que había tenido esperando a que llegara el día. Me dieron un pastilla tranquilizante y me mandaron para casa diciéndome que me encontraría mucho mejor al día siguiente.
Lo primero que hice al llegar a casa fue meterme en la ducha, me sentía agotada, estaba sucia de haberme revolcado por el suelo y necesitaba relajarme. Cuando salí de la ducha estaba allí Sandra, la vecina de abajo y mi mejor amiga, era como una hermana para mí. Estaba con Tamara, que también tuvo que recibir ayuda médica por los nervios que había tenido. Sandra me abrazó y estaba preocupada, pero yo, que ya estaba más tranquila le sonreí y le dije que no pasaba nada, que solo había sido un ataque de ansiedad. Aun así insistió en quedarse a dormir con nosotras.
Cuando terminamos de cenar mis padres salieron otra vez y nosotras nos quedamos en el sofá viendo la tele, aunque poco a poco nos fuimos quedando dormidas por el efecto del tranquilizante.
Al día siguiente me levanté, seguía en el sofá. Me dirigí a la cocina, tenía mucha hambre. Recordaba lo que había pasado el día anterior como un mal recuerdo, algo amargo que quería olvidar, pero algo dentro de mí no me dejaba hacerlo. Mis padres y Tamara me preguntaron si iba a salir, les dije que sí, pero que no sabía qué hacer si me volvía a pasar lo mismo. A lo que mi madre me dijo que mejor sería que no pensara en ello, y de verdad que lo intenté.
Sandra había bajado a su casa, su madre siempre le decía que se tenía que ocupar ella de sus perros y sacarlos de paseo por las mañanas. Bajamos a por ella, nos estaba esperando.
Alrededor de las 11:00 había un desencierro y decidimos ir a verlo, pero antes pasamos por la casa de Jacobo para preguntar cómo había ido la fiesta del día anterior. Algunos de ellos todavía no se habían acostado, estaban borrachos como cubas. Estábamos en la bodega de su casa, hacía mucho calor allí y me empecé a agobiar, así que les dije que si se venían a ver los toros, a lo que respondieron que no, que iban a dormir para seguir por la noche.
Salimos de allí, yo tenía un peluche que un amigo me había dado, era un demonio pequeño, con un corazón negro que ponía “I love you”.
Estábamos llegando a las agujas cuando comencé a sentirme de nuevo mareada, pero me distraje un momento porque vi a mi padre venir de frente. Me preguntó que cómo me encontraba y le dije que tenía miedo, que estaba empezando a sentir de nuevo el mareo, pero me dijo que no me preocupara que cuanto más lo pesara peor me encontraría. Así que, a pesar de mis deseos por darme la vuelta y regresar a mi casa, seguí para delante intentando olvidarlo. Nos despedimos de mi padre porque las campanas anunciaban que iban a soltar los toros. Nos metimos por dentro de las agujas y de repente nos vimos entre una multitud de gente, que nos empujaba, nos pisaba y nos decía barbaridades, la mayoría estaban borrachos. Fue pasando por delante de alguien disfrazado de payaso cuando volví a perder la estabilidad, otra vez sentí que nada existía, solo el camino a casa, solo necesitaba correr y gritar, sentía ganas de pellizcarme para saber si estaba soñando o no. Avisé a Sandra, que iba por delante de mí con Tamara, les dije que me tenía que ir a casa, que se quedaran allí si querían, pero se dieron la vuelta conmigo. La gente nos intentaba parar por la calle, siempre he gozado de tener un buen físico, pero yo solo apartaba gente de mí, solo quería llegar a mi casa, solo quería salir de allí.
Una vez en casa, entré directa al salón, miré por la ventana, había empezado a nevar, algo totalmente inusual en esta zona de Salamanca. Empecé a llorar, sentía rabia e impotencia, no sabía que me pasaba, ni por qué. Mi madre, que se acababa de dar cuenta de que habíamos llegado, me aconsejó que pasara los carnavales en casa, descansando y sin meterme entre la gente y la verdad que, por mucho que me fastidiase, así tenía que ser. Le dijo a Tamara que podían llevarla al pueblo si no quería estar en casa todo el día pero a Tamara no le importó quedarse conmigo. Así que ese era mi nuevo plan, pasar los carnavales en casa. A pesar de lo que una adolescente de trece años puede pensar en esos momentos, no estuvo tan mal. Pasábamos las horas en el ordenador con el Messenger, hablábamos de chicos, nos reímos mucho.
El martes, que ya acababan los carnavales Tamara volvió a su casa y mis padres invitaron a unos amigos a comer a casa. Comimos, estuvimos un rato hablando pero en plena adolescencia, es normal aburrirse con la gente adulta, por lo que decidí irme a mi habitación a ver una película. Pasado un rato, la amiga de mi madre llamó a la puerta y me dijo que iban a pasar por la feria, a dar un paseo y que en su casa estaban sus hijos, uno de mi edad con el que a día de hoy tengo una relación estupenda. Me propuso ir con ellos y con mi tía, que también estaba allí a pasear por la feria ya que la gente de fuera se había ido y no había tanto jaleo. A mi madre le pareció bien y a mí la verdad que me apetecía salir de casa.
Fuimos andando hasta la feria, estaba bien hasta que hubo un momento que se pararon a hablar con unos amigos y yo empecé a sentir de nuevo la inestabilidad. El ruido de la música me retumbaba en los oídos, no soportaba ese ruido, era como si me acuchillaran los tímpanos y de nuevo la necesidad de salir corriendo estaba ahí. Agarré fuerte el brazo de Belén, la amiga de mi madre, me dijo que me tranquilizara que ya nos íbamos, me intentaba contener pero no podía, entonces empecé a llorar de nuevo. Comenzamos a caminar hacia su casa, pero ellos querían que fuese paseando y yo tenía esa horrible necesidad de huir, de gritar.
Entramos en su portal, ahí me sentí un poco más protegida, pero al instante se me pasó la tranquilidad, quería estar en mi casa, quería estar con mis padres.
Juan Carlos, el marido de Belén, me llevó a mi casa y recuerdo exactamente las palabras que ella dijo en el momento en que entramos a mi portal: “parece como si el alma se volviera a su sitio”. Solo estaba tranquila en mi casa, no quería estar en ningún sitio más.
Me subieron a casa y ese fue el final de aquellos deseados carnavales.
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Megan
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Re: No se si escribir un libro. ¿os gusta? es real!

Mensaje por Megan »

Primero bienvenida al foro :hola:

Pienso que podrías seguirlo o cambiar algunas cosas si queres hacer una novela con el tema, no está nada mal.
De todas formas deberías corregir algunas cosas, por ejemplo, palabras que repites muchas veces.
Si lo vas a dejar así, te pido que le pongas un nombre para agendarlo en el índice, eso no tiene que ser hoy, podemos esperar hasta que otros foreros lo comenten con más propiedad que yo.

Saludos :D
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rubisco
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Re: No se si escribir un libro. ¿os gusta? es real!

Mensaje por rubisco »

Bienvenido o bienvenida, Celiapink :hola:

Gracias por compartir esta historia con nosotros. Aunque escribir es algo que mucha gente sabe hacer, mostrarlo no siempre es tan grato. Por eso me alegra que te animes a mostrarnos este relato.

Se nota que lo que nos has traído es un borrador. Como dice Megan, hay muchas repeticiones de palabras, y también un estilo que tal vez no invite a leer (tienes párrafos muy grandes y muy pocos diálogos; los diálogos ayudan a descansar la lectura). De todos modos no te preocupes por eso porque se arregla con un par de correcciones.

Sin embargo, también hay cosas buenas. Y lo bueno que tiene es, además, difícil de conseguir, así que ya tienes un gran paso dado. Tu relato me enganchó desde el principio porque continuamente va dejando dudas y sugieren al lector que van a ser resueltas, lo que anima a seguir leyendo (si corriges la presentación el efecto será mucho más fuerte).

Sobre todo lo que quiero es que esta experiencia te anime a seguir escribiendo y a mejorar cada día, como intentamos hacer todos por aquí.

Seguimos leyéndonos :D
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lucia
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Re: No se si escribir un libro. ¿os gusta? es real!

Mensaje por lucia »

Salamanca, carnavales que se viven a tope... apunta claramente a un sitio, que no es precisamente un pueblo :lengua: Una pequeña visita a Google para confirmar lo del árbol gordo, que ahí no llegan mis conocimiento, y voilá.

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En los próximos, intenta disfrutarlos con tranquilidad y sin agobios. Aunque sea pasando un rato con los amigos en tu casa en vez de en la calle.

Para el que tenga curiosidad, dejo fotos de La Gaceta de hace un par de años.
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Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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lucia
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Re: No se si escribir un libro. ¿os gusta? es real!

Mensaje por lucia »

Por cierto, para escribir un libro antes tienes que practicar mucho para dar con la puntuación correcta y la ortografía, pero también leer. Por ejemplo:

Llegue al instituto no es lo mismo que llegué al instituto.
Lo de los toros suele ser encierro y no desencierro.
Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Megan
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Re: No se si escribir un libro. ¿os gusta? es real!

Mensaje por Megan »

Celiapink, por favor poner nombre a tu relato para incorporarlo al índice.

Muchas gracias :D
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