El hombre corazón (Jilguero, el otoño y Tolomew)

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Moderadores: Megan, kassiopea

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Estrella de mar
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Re: El hombre corazón (Jilguero, el otoño y Tolomew)

Mensaje por Estrella de mar »

Tolomew Dewhust escribió:
Ah, creo que aún no te lo había dicho pero, de las de verde, eres mi favorita, 8).
Compañerita magali, ya le arreo yo, que eso se lo va diciendo a todas.

:colleja:
Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
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magali
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Re: El hombre corazón (Jilguero, el otoño y Tolomew)

Mensaje por magali »

Tolomew Dewhust escribió:¡Muchas gracias por pasarte por aquí y leerme, magali! Que alguien rescate un texto tuyo y encima te diga que lo ha disfrutado da un gustirrinín en la barriga que ni te cuento, :cunao:. Creo que sí, que lo has entendido del todo y muy bien entendido porque básicamente el meollo es ese sentimiento de culpa al que aludes, aunque, sinceramente y entre tú y yo, cuando lo concebí en mi cabeza la historia no iba tanto por esos derroteros sino por mostrar el amor infinito que profesaría el prota hacia su hermana (para que veas que ni el propio autor es dueño de su criatura), dado que la intención era dedicarle -como sí hice- el texto a Estrella de mar, que me tiene loco perdío.

Fíjate también cómo son las cosas que justo ha venido tu comentario a coincidir con un debate que tenía yo en la azotea porque, como sabes, el próximo concurso está a la vuelta de la esquina, y con un par de ideas a desarrollar venía ahora planteándome por dónde tirar, si por donde siempre o por otro sendero que no sé bien a dónde me llevaría...

Después de leerte lo tengo claro, :wink:. Thanks.

Ah, creo que aún no te lo había dicho pero, de las de verde, eres mi favorita, 8).
Curioso... eso de las coincidencias :D
Estrella de mar escribió:
Tolomew Dewhust escribió:
Ah, creo que aún no te lo había dicho pero, de las de verde, eres mi favorita, 8).
Compañerita magali, ya le arreo yo, que eso se lo va diciendo a todas.

:colleja:
Lo dejo en tus manos, estrellita :mrgreen: .
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jilguero
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Re: El hombre corazón (Jilguero, el otoño y Tolomew)

Mensaje por jilguero »

Ayer leí esta otra historia de gemelos, en la que el hermano que sobrevive se siente de por vida desvalido, incompleto. Y he pensado dejártela aquí, Catulo, en este hilo, precursor para mí de todas las historias de hermanos que se miran en el útero materno :60::

Me costó desprenderme, aquel día de junio de 1956, a las once de la mañana, del abrazo de Victor, mi hermano gemelo. Nos habíamos acostumbrado a estar juntos, colgado cada uno —dos balones en el azur de la gruta de diamante— de la cuerda de su propio cordón umbilical. Habíamos crecido juntos, habíamos sentido al principio, tal vez, nuestros campos bioeléctricos —como unas luces blancas— en la forma de nuestros cuerpos acurrucados. Luego, cuando se formaron los ojos, abrimos los párpados, nos miramos y sonreímos. Bajo aquella luz celestial, Victor era, por supuesto, el objeto más bello del universo. Tenía un cuerpo traslúcido como el de los minúsculos seres de las aguas estancadas. Nos miramos a los ojos durante varios meses, luego miramos las paredes orgánicas que nos rodeaban, tan inmaterializadas también por la luz, espesa como la miel, del líquido amniótico, que veíamos a través de ellas el mundo del otro lado, sin dudar un solo instante de que en algún momento sería el nuestro. Asimismo, filtrados por los latidos del corazón de mi madre, a través del gorjeo de sus intestinos, a través del silbido de sus pulmones, oíamos las voces, la música, el ruido de los tranvías y del llanto, y las carcajadas del exterior. Si hubiera podido, le habría dicho a Victor que se quedara allí. A veces no puedo evitar pensar qué bien habría estado que se hubiera escondido en algún sitio, que la placenta lo hubiera reabsorbido, que hubiera regresado al estado de huevo y que no hubiera nacido nunca. En un cuarto de hora llegamos, uno tras otro, idénticos los dos en nuestra precariedad —ninguno alcanzó los dos kilos, dos «gatitos», le diría luego el médico a nuestro padre— e infelicidad…

[...]
Victor era un niño visto en un espejo. Todo lo que tenía que estar a la izquierda se encontraba a la derecha, y al revés.
[...]
Victor no fue, no es idéntico a mí, como los gemelos nacidos del mismo zigoto, sino mi inverso, mi icono invertido en otra dimensión. No nos formamos en el vientre de mi madre abrazados, sino pegados a un espejo caliente, como dos crías de tiburón que forcejean en los úteros paralelos de sus madres. Nunca podría saber hasta dónde llegaba este reflejo: si afectaba solo a la inversión de los órganos o si alcanzaba también a las profundidades de la biología, a la inversión de los aminoácidos, a su paso de dextrógiros a levógiros y al giro inverso de las espirales del ADN. Éramos idénticos por fuera, mi madre nos distinguía a duras penas, pero en las profundidades de la biología éramos tal vez todo lo diferentes que podían llegar a ser jamás dos personas.

Victor desapareció y con él desapareció tal vez la única razón, el único esplendor, la única belleza, la única oportunidad de mi vida. Sin él me he sentido siempre un gran mutilado, como esos troncos humanos que se dan impulso con las manos por el asfalto, plantados en un carrito con ruedas. Un niño nacido sin una mano o sin un ojo no podría estar más confundido, por lo que le han hecho los dioses, de lo que lo he estado yo, sin Victor, durante toda mi vida.


(Solenoide, de Cărtărescu)

PD: cuando crezcan, habrá que preguntarle a Emilio y Sofia, a ver qué nos cuentan :boese040:.


¿Qué me está pasando? :party: Las cavilaciones de Juan Mute

El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
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