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.Aparté bastante la escritura y me limité a absorver historias a través de los libros, el cine y los videjuegos. Sin embargo ya hace unas semanas que vengo masticando un universo fantástico medieval alejado en la medida de lo posible de los cánones que estableció Tolkien en su día. Con un mensaje y unos temas que me gustaría transmitir a través de este mundo y de esta historia más concretamente. Os dejo con lo que sería un prólogo improvisado para introduciros al mundo.
Prólogo
Hermoso día se auguraba en Rim. La energía de Eda había hecho acto de presencia hacía ya varias horas, iluminando con sus rayos cada rincón del reino y desvelando hasta las criaturas más amodorradas. Y como cada quinto día del ciclo, docenas de niños y jóvenes se reunían alrededor del gran roble para escuchar un nuevo relato de la longeva Luciana.
Multitud de ojos brillantes observaron en silencio como la bella mujer se acercaba lentamente a la silla a los pies del roble, se sentaba con delicadeza, dedicaba una cálida sonrisa a su público y, como venía siendo ya costumbre, comenzaba a narrar sin previa introducción.
-Hace muchísimos años, más de los que ningún individuo haya vivido jamás, nuestra Madre Tierra se encontraba sola a lo largo y ancho de este mundo. Su piel era tierra y roca, sus ojos el profundo mar, sus cabellos formaban el viento y las nubes, y sus emociones más primarias dieron lugar al fuego.
Largos años de pensamiento le tomó la decisión de engendrar a sus dos hijas: Syas y Eda, Muerte y Vida, Oscuridad y Luz en alguna lengua olvidada hace miles de años. Ambos entes de incalculable poder, pero complementarios, y por lo tanto imperfectos. Tras dar a luz, Madre Tierra se sumió en un profundo sueño, presa del agotamiento.
Eda, la primogénita, decidió crear distintas criaturas con las que completar el mundo. Su primera obra fue el ave fénix, la más poderosa, y la última fue el ser humano, la más complicada.
En contraposición, Syas creó únicamente a los dragones, criaturas ancestrales, sabias y muy poderosas. Como hermana pequeña, se dedicó a cuidar a aquellos seres que la propia Eda le entregaba, y les otorgaba un lugar donde refugiarse en la muerte.
Durante millones de años aquel ciclo se mantuvo estable. Mas la paciencia de Syas terminó por agotarse, y dominada por la envidia decidió asesinar a su hermana, con la intención de obrar a su antojo aprovechando el sueño de su madre. La batalla duró miles de años, tornó lagos en valles y bosques en desiertos. Finalmente Syas salió vencedora. Sin embargo, en un último acto de rebeldía, Eda dividió su alma en millones de fragmentos para cubrir de energía al mundo. Aquellos trozos de su espíritu se incrustaron en su creación más querida, los humanos.
Un acto heroico del cual nacimos nosotros, los Hedos, humanos bendecidos con la inmortalidad de Eda.
Desde aquella batalla hasta nuestros días, Syas sigue gobernando la tierra en su fortaleza, mas allá de los Páramos Devastados. Con su arco arroja flechas negras en todas direcciones para acabar con nuestras vidas, la única forma de muerte natural que conocemos.
Sin embargo, la diosa de la muerte se toma su trabajo con calma, y a nosotros solo nos queda esperar a que Madre Tierra despierte de su milenario letargo y decida poner fin a su reinado... o no-.
Luciana calló y el silencio se adueñó de la escena. Pero el aluvión de preguntas no tardó en llegar, y la cuenta-cuentos se armó de su sonrisa más afable para responder uno a uno todas las curiosidades que brotaban de las mentes de su joven público.
Unos cuantos metros más allá del gran roble se encontraba el palacio real, y justo allí a ras de suelo un pequeño tragaluz iluminaba una celda bajo tierra. Dentro de ella el asesino Tass, colgado de pies y manos, podía escuchar los gritos y preguntas de los niños. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal al darse cuenta de que todas las preguntas que formulaban acerca de la flecha negra escondían un leve (o no tan leve) tono de temor, mientras que lo único que deseaba aquel desgraciado era que Syas tensara su arco y reclamara su vida de una vez por todas.
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