Iglesia ecuménica (Relato)

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Paraná
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Iglesia ecuménica (Relato)

Mensaje por Paraná »

Los asientos de nuestra iglesia son muy bonitos y siempre están lustrados a espejo. Se parecen bastante a los de otras, pero tienen la peculiaridad de que sus respaldos son rebatibles; según la ocasión, los fieles pueden sentarse mirando al norte o al sur.
Cuentan que hace muchísimos años, cuando esto era apenas un caserío, un menudo espasmo geológico partió los cimientos de la capilla original, que cayó con modestísimo estruendo. Como los costos de reconstrucción no eran moco de pavo, y viendo la renuencia de la Diócesis al envío monetario, no se tuvo mejor idea que enrolar en la causa a las familias judías del pueblo, naturalmente prósperas, y hartas de tener que viajar 300 km hasta la sinagoga más cercana. Comenzaron entonces los arduos debates teológico-financieros, que dieron por resultado nuestro actual templo.
De planta rectangular, sobre los lados más largos, ostenta sendos hermosos portales: uno en tímpano sobre el Este y otro en columnata al Oeste. Desde ambos se accede a un pasillo central longitudinal, cuyos extremos rematan en sendos altares: uno con cruz, velones y sagrario; otro con mueble portarrollos, menorá y tabernáculo. Los sábados se engalana uno; los domingos, el otro; y para los días de semana, sigue funcionando con precisión el primitivo horario de alternancias.
Cuando se comunicó el portento a las autoridades de ambos bandos, el escándalo conmovió la vida espiritual de la región. Pero, consumatum est, no se atrevieron a ordenar la demolición, y hubo que desandar los conciliábulos teologales, ya resueltos antes de las obras, y acceder a un nuevo debate, esta vez a cargo de doctores enviados por los respectivos cultos. Parecía que iba a terminar en tablas, hasta que el rabí, con la lucidez de 5.000 años de training, atinó la cadena de silogismos, aristotélicos o no, con la que puso a nuestro Abelardo en escabeche, y cuyas conclusiones pueden resumirse así:
-¿Estaba estipulado expresamente, en algún texto sagrado para Roma, que Jesús había renunciado alguna vez a su condición de judío devoto?
Respuesta mordidamente negativa.
-¿Puede afirmarse entonces, que de estar vivo, el hijo de Myriam se sentiría entre los suyos, tanto en los asientos que miran al Norte, como en los que miran al Sur?
El curita, heredero a su vez de una impecable habilidad para cambiar pérdidas en ganancias, con farsante sonrisa beatífica, exclamó “¡Te Aeternum Patrem, omnis Terra veneratur! Tuyos y gentiles, unidos te alabamos”. Claro que nunca aclaró si los gentiles eran los del norte o los del sur...
Según mi abuela Trini, los asientos de la iglesia fueron encargados al único carpintero de la zona: don Abdul Abdalah, un sirio enorme y sentimental. Había llegado cruzando desiertos de arena y de agua, puertos melancólicos, pampas, cerros y valles, con su mujer obesa y bellísima, y cuatro de los diez hijos que terminaron engendrando. Instaló un almacén, pero quebró al poco tiempo porque fiaba más de lo que le pagaban. Doña Laila, su esposa legítima, tuvo entonces que trabajar de niñera. Pero un día mandó al carajo el oficio en una lengua que gracias a Alá, nadie entendió: estaba harta de cambiar pañales y limpiar mocos en su propia casa, para tener que hacerlo en las ajenas. Entonces fue cuando él descubrió que entre sus dedos, gruesos y toscos, la madera se le rendía como una amante apasionada y voluptuosa. Aprendió a tallar, cortar, ensamblar, encolar y clavar, antes aún de tener idea del nombre de las herramientas que lo hacían posible.
Para la época en que se construyó el templo, su arte había trascendido los límites de la aldea, y llegaban gentes de otros lados a encargarle muebles y balaustradas primorosas. De hecho, para solucionar el espinoso asunto de los dos altares, inventó el mecanismo de los asientos con respaldo rebatible, adelantándose en más de cien años a la “novedosa” técnica impuesta por los ingleses en nuestros ferrocarriles. Parecidos a los habituales, los bancos que nos hizo, largos y estilizados, muestran una curiosidad propia: llevan, al centro del espaldar, una menuda talla en sobrerrelieve, que representa una media luna y una estrella, fundidas entre preciosos arabescos. Sucede que el carpintero era musulmán. Conmovido por la ejemplar alianza judeo-cristiana, y sabiendo que él mismo jamás desandaría el camino a su tierra natal, cuando entregó el trabajo terminado ante el asombrado pueblo reunido, largó su propia bomba: no cobraría un centavo por su tarea. Suplicó a cambio, con lágrimas en los ojos amarillos y profundos, que se le permitiera usar el campanario para sus oraciones. Inmediatamente se produjo un espasmo de gritos airados: algunos acusaron al artesano de turco farsante y atrevido y de ninguna manera, no lo vamos a permitir. Pero cuando don Bashir Gold les sugirió salomónicamente que entonces fueran los disconformes quienes pagaran el encargo a prorrata, la discusión se terminó abruptamente; esta gente siempre acierta el argumento preciso ¿no?
Conclusión: cuatro veces al día, el campanario, convertido en minarete, lanza hacia la Meca el canto inefable y melodioso de los descendientes de Abdul. Somos muchos los que interrumpimos nuestras tareas para escuchar arrobados la voz increíble del muecín. Alá se muestra agradecido y envía un ángel que nos roza el corazón en una caricia de serena benevolencia.
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rubisco
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Re: Iglesia ecuménica

Mensaje por rubisco »

Habría que imprimir este relato en mil idiomas y hacerlo llegar a todos los habitantes del planeta y terminar de una vez con la doble sinrazón de la guerra por motivos religiosos (una sinrazón la de la guerra en sí, y la otra por la creencia espiritual). También me gusta la sutil mención que haces hacia don dinero, capaz de comprar la más profunda de las convicciones.

Es un muy buen relato. Enhorabuena :60:
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lucia
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Re: Iglesia ecuménica (Relato)

Mensaje por lucia »

Yo diría que don Dinero simplemente compró a los voceros hipócritas :mrgreen: Pero me gusta esa iglesia ecuménica. Seguro que mucho mas bella que las capillas multiconfesionales de los aeropuertos. Que ahí también se adelantaron :boese040:
Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Paraná
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Re: Iglesia ecuménica (Relato)

Mensaje por Paraná »

Valiosas lecturas y agradecidas palabras, Rubí y Lu.
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