Cuéntame un cuadro (Juego)
Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Genial, @oscall, lo esperamos con ansias, escribí tranquilo
Muchas gracias por tu ánimo
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- Edgardo Benitez
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Vendimia
Aunque no me he considerado de criterio, sentada en la arena, frente al mar, tuve que tomar la decisión y partí al alba abandonándolo, y con él, mis tareas con los ovíparos. ¡Qué fastidio! Aunque no deseaba perder la cosecha de tortuga marina que me enternecía y obligaba a prodigar cuidados como a un bebé, tuve que hacerlo. Necesitaba olvidarme de todo. No deseaba regresar jamás y necesitaba volver a la tierra de madre, era mi voluntad, al festival, a la vendimia, a conocer y recordar gente linda de mi tierra natal, aquel era todo un festejo.
Pero era mi pasado sentimental el que deseaba revivir. En las primeras semanas no lo vi. Fue hasta que una tarde en el viñedo apareció. Estaba igual de apuesto. Sonrisa abierta. Sabía que lo vería. Sentía que el aire se me terminaba.
—Parece que no tenemos mucho tiempo —me dijo.
Extrañaba sus brazos fuertes, sus labios. Mi falda crujía con la hojarasca que se resecaba por el verano.
—No dejaré que te marches.
—Sabes que estoy casada y que no deseo volver.
—¡Quédate! Nos iremos a vivir a otro pueblo.
Los momentos se volvieron interminables. Hubo tiempo para consagrar su sentimiento.
A la mañana siguiente abandoné la vendimia y nos recogimos en la montaña olvidando nuestras vidas pasadas. Solo había algo que no podía olvidar: mis pequeñas tortuguitas de mar que me enternecían y me hacían sentir mi estado maternal.
Aunque no me he considerado de criterio, sentada en la arena, frente al mar, tuve que tomar la decisión y partí al alba abandonándolo, y con él, mis tareas con los ovíparos. ¡Qué fastidio! Aunque no deseaba perder la cosecha de tortuga marina que me enternecía y obligaba a prodigar cuidados como a un bebé, tuve que hacerlo. Necesitaba olvidarme de todo. No deseaba regresar jamás y necesitaba volver a la tierra de madre, era mi voluntad, al festival, a la vendimia, a conocer y recordar gente linda de mi tierra natal, aquel era todo un festejo.
Pero era mi pasado sentimental el que deseaba revivir. En las primeras semanas no lo vi. Fue hasta que una tarde en el viñedo apareció. Estaba igual de apuesto. Sonrisa abierta. Sabía que lo vería. Sentía que el aire se me terminaba.
—Parece que no tenemos mucho tiempo —me dijo.
Extrañaba sus brazos fuertes, sus labios. Mi falda crujía con la hojarasca que se resecaba por el verano.
—No dejaré que te marches.
—Sabes que estoy casada y que no deseo volver.
—¡Quédate! Nos iremos a vivir a otro pueblo.
Los momentos se volvieron interminables. Hubo tiempo para consagrar su sentimiento.
A la mañana siguiente abandoné la vendimia y nos recogimos en la montaña olvidando nuestras vidas pasadas. Solo había algo que no podía olvidar: mis pequeñas tortuguitas de mar que me enternecían y me hacían sentir mi estado maternal.
¡Hay vida antes de la muerte!
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Haber ido a otro sitio en que hubiese tortuguitas de mar
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Allá vamos Me parece que no cuadra tanto con la imagen del cuadro, pero bueno, yo pruebo :cunao
La cuidadora se paseaba nerviosamente por el suelo de madera de la casa de campo. Mientras, preguntaba a sus hijas:
—¿Estáis seguras de que todo está limpio?
—Sí, madre—suspiró la hija mayor, que estaba sentada en una silla—. Ana y yo nos hemos puesto a ello nada más levantarnos.
—¿Están los muebles encerados? ¿La vajilla limpia?
—Sí, madre — repitió la hija, armándose de paciencia—. Yo me preocupé de los muebles y Ana de la vajilla. Esta vez no podrá quejarse por nada.
—¿Creéis que al marqués le gustará el nuevo cuadro? —La mujer se acercó a la pintura que colgaba de una de las paredes. En él se veía a un hombre joven de pelo ensortijado apunto de desenvainar su espada—. Recordad que ese fue el motivo por el que más se enfadó la última vez, porque decía que el dibujo no se parecía en nada a él.
—Pero ¡cómo podría parecerse a él si no estaba aquí para modelar! ¡El pintor no puede acertar solo con nuestras descripciones!
La que había hablado en esos términos había sido Ana, la cual hasta entonces había permanecido callada en un rincón.
La madre se volvió hacia las chicas rápidamente y les dijo en tono ansioso:
—Que a ninguna de las dos se le ocurra hablarle en ese tono. Si lo hacéis, nos mojará con ese artefacto que echa agua helada. O peor aún— al llegar a ese punto su voz se tiñó de auténtico terror—. Nos hará daño con eso que él llama "electricidad". Sed obedientes y no tendremos que pasar por eso, ¿de acuerdo?
María, la hermana mayor asintió en silencio. Ana También quedó callada, pero seguía con el ceño fruncido. Aún estaban las tres mujeres ensayando el saludo de bienvenida cuando llamaron a la puerta. La madre corrió a abrir y el marqués apareció en el umbral. Llevaba consigo un objeto alargado parecido a una serpiente, con un agujero en la parte superior: se trataba de la "manguera".
Hizo caso omiso del saludo de sus tres sirvientas y, arrastrando la " manguera," se dirigió hasta donde estaba el cuadro. Tras echarle un vistazo, gritó, rojo de ira:
—¡Se puede saber qué es esto! ¡Yo no soy así! ¡Yo no tengo la nariz tan ancha!
Ana no fue capaz de morderse la lengua por más tiempo. Haciendo caso omiso de las caras de estupor de su madre y hermana respondió al marqués:
—Si vos os dignaseis a hacer de modelo en vez exigirnos a nosotras una descripción para el pintor, los cuadros siempre serían de vuestro gusto.
—¡Te atreves a replicarme! — Aulló el marqués—. ¡Descarada!
Del extremo de la "manguera" salió un chorro de agua helada que dejo empapada a las mujeres en cuestión de segundos. El marqués regreso a la puerta de entrada y dijo:
—Cuando regrese quiero veros a las tres secas y con los uniformes limpios. De lo contrario, os aplicaré el castigo de la electricidad.
Y se marchó, dejando a la cuidadora y a sus hijas temblando de frío e impotencia.
El empleado del manicomio aseguró bien la puerta de la sala, retrocedió por el corredor y regreso al patio, donde su compañero lo esperaba al lado del grifo.
—¿Qué les decías, Ramiro? —Le preguntó—. ¿Ya empezaban otra vez con la historia esa de que trabajan para un marqués?
Ramiro asintió con la cabeza y sonrió.
—Sí, hijo, sí. Pero ¿y las risas que nos estamos echando?
La cuidadora se paseaba nerviosamente por el suelo de madera de la casa de campo. Mientras, preguntaba a sus hijas:
—¿Estáis seguras de que todo está limpio?
—Sí, madre—suspiró la hija mayor, que estaba sentada en una silla—. Ana y yo nos hemos puesto a ello nada más levantarnos.
—¿Están los muebles encerados? ¿La vajilla limpia?
—Sí, madre — repitió la hija, armándose de paciencia—. Yo me preocupé de los muebles y Ana de la vajilla. Esta vez no podrá quejarse por nada.
—¿Creéis que al marqués le gustará el nuevo cuadro? —La mujer se acercó a la pintura que colgaba de una de las paredes. En él se veía a un hombre joven de pelo ensortijado apunto de desenvainar su espada—. Recordad que ese fue el motivo por el que más se enfadó la última vez, porque decía que el dibujo no se parecía en nada a él.
—Pero ¡cómo podría parecerse a él si no estaba aquí para modelar! ¡El pintor no puede acertar solo con nuestras descripciones!
La que había hablado en esos términos había sido Ana, la cual hasta entonces había permanecido callada en un rincón.
La madre se volvió hacia las chicas rápidamente y les dijo en tono ansioso:
—Que a ninguna de las dos se le ocurra hablarle en ese tono. Si lo hacéis, nos mojará con ese artefacto que echa agua helada. O peor aún— al llegar a ese punto su voz se tiñó de auténtico terror—. Nos hará daño con eso que él llama "electricidad". Sed obedientes y no tendremos que pasar por eso, ¿de acuerdo?
María, la hermana mayor asintió en silencio. Ana También quedó callada, pero seguía con el ceño fruncido. Aún estaban las tres mujeres ensayando el saludo de bienvenida cuando llamaron a la puerta. La madre corrió a abrir y el marqués apareció en el umbral. Llevaba consigo un objeto alargado parecido a una serpiente, con un agujero en la parte superior: se trataba de la "manguera".
Hizo caso omiso del saludo de sus tres sirvientas y, arrastrando la " manguera," se dirigió hasta donde estaba el cuadro. Tras echarle un vistazo, gritó, rojo de ira:
—¡Se puede saber qué es esto! ¡Yo no soy así! ¡Yo no tengo la nariz tan ancha!
Ana no fue capaz de morderse la lengua por más tiempo. Haciendo caso omiso de las caras de estupor de su madre y hermana respondió al marqués:
—Si vos os dignaseis a hacer de modelo en vez exigirnos a nosotras una descripción para el pintor, los cuadros siempre serían de vuestro gusto.
—¡Te atreves a replicarme! — Aulló el marqués—. ¡Descarada!
Del extremo de la "manguera" salió un chorro de agua helada que dejo empapada a las mujeres en cuestión de segundos. El marqués regreso a la puerta de entrada y dijo:
—Cuando regrese quiero veros a las tres secas y con los uniformes limpios. De lo contrario, os aplicaré el castigo de la electricidad.
Y se marchó, dejando a la cuidadora y a sus hijas temblando de frío e impotencia.
El empleado del manicomio aseguró bien la puerta de la sala, retrocedió por el corredor y regreso al patio, donde su compañero lo esperaba al lado del grifo.
—¿Qué les decías, Ramiro? —Le preguntó—. ¿Ya empezaban otra vez con la historia esa de que trabajan para un marqués?
Ramiro asintió con la cabeza y sonrió.
—Sí, hijo, sí. Pero ¿y las risas que nos estamos echando?
Última edición por oscall el 19 Dic 2021 18:26, editado 5 veces en total.
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Muy bueno tu relato, @Edgardo Benitez
@oscall me encantó el susto de las mujeres está muy bien narrado y el final es desopilante te felicito, valió la pena esperar, cuánta imaginación
Muchas gracias a los dos por participar
@oscall me encantó el susto de las mujeres está muy bien narrado y el final es desopilante te felicito, valió la pena esperar, cuánta imaginación
Muchas gracias a los dos por participar
Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Qué crueldad
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Gracias por vuestros comentarios.
Megan, siempres es un placer participar
Me ha resultado muy curioso vuestras diferentes reacciones al leer el relato, ver como lo habeís interpretado. Mientras que tú,Megan ha visto la parte graciosa y has asumido que el relato era una comedia , Lucia se lo ha tomado como una historia muy cruel, y en realidad las dos teneís algo de razón. Veremos qué opinan los demás. Y Lucia, espero que la historia no te haya sentado mal en serio . Esa sí que no era la idea.
Edgardo, tu historia es muy divertida. Has sido el único que no tocado el tema de la venganza
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Sí, lo tomé como una comedia divertida, quizá pueda verse de las dos formas, pero no creo que la jefa se haya molestado por tu micro, Oscall, está genial desde el sentido en que se mire
¡Cariños!
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Efectivamente, no me molestó el micro.
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Brutal @oscall, me encantan esos giros. A ver si pronto me animo a participar.
Un saludo a todos que hace tiempo que no me paso por aquí.
Un saludo a todos que hace tiempo que no me paso por aquí.
Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Hola @Goriladepravado, qué bueno verte por aquí, a ver si cuando puedas participás en el juego
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Llegar al castillo es fácil. Antonio, mi enlace, parece tener las llaves de cada una de las puertas del laberinto que bloquea el gran edificio. Llegamos a la entrada principal y un soldado nos sonríe. “Hasta aquí puedo llegar”, dice Antonio, y como un fantasma desaparece en el laberinto. El portón de madera se abre de par en par y el soldado me señala el camino.
“¿Es el pintor?”, pregunta una voz gruesa. Procede desde lo alto de unas escaleras. Lo confirmo jadeante mientras subo, peldaño a peldaño, hasta vislumbrar la figura de mi interlocutor. Interlocutora. Es una niña, o algo así. Su baja estatura y cara deforme producen una extraña sensación. Espero no tener que pintarla a ella.
“Supongo que está usted de acuerdo con las condiciones que le ha ofrecido el preceptor”, me dice. No sé qué decir. Hago una mueca con la cabeza y ella lo toma como un sí. La sigo hasta una habitación y se pone en el centro, posando. No me atrevo a sacar mis herramientas. “¿Acaso no está de acuerdo con su paga?”, tengo que responder algo. “Verá señorita, yo no trabajo así”, me sale, “no hago retratos individuales, solo pinto grupos, ya sabe, familias, equipos de justas, tontos de pueblo en grupo…”. No me creo que cuele. Me mira como si le faltara un cromosoma, paralizada. Lentamente, levanta sus pequeños brazos y aplaude una vez. De repente, entra un enano en la habitación. Le siguen otras mujeres deformes y se ponen en extrañas poses. Detrás de la puerta veo a Antonio, con la mano bajo el pantalón y la cara llena de babas. Me susurra: “pinta”.
---
Le falta algo de chicha, pero estaba en blanco
¿Ahora me toca a mí poner cuadro no?
“¿Es el pintor?”, pregunta una voz gruesa. Procede desde lo alto de unas escaleras. Lo confirmo jadeante mientras subo, peldaño a peldaño, hasta vislumbrar la figura de mi interlocutor. Interlocutora. Es una niña, o algo así. Su baja estatura y cara deforme producen una extraña sensación. Espero no tener que pintarla a ella.
“Supongo que está usted de acuerdo con las condiciones que le ha ofrecido el preceptor”, me dice. No sé qué decir. Hago una mueca con la cabeza y ella lo toma como un sí. La sigo hasta una habitación y se pone en el centro, posando. No me atrevo a sacar mis herramientas. “¿Acaso no está de acuerdo con su paga?”, tengo que responder algo. “Verá señorita, yo no trabajo así”, me sale, “no hago retratos individuales, solo pinto grupos, ya sabe, familias, equipos de justas, tontos de pueblo en grupo…”. No me creo que cuele. Me mira como si le faltara un cromosoma, paralizada. Lentamente, levanta sus pequeños brazos y aplaude una vez. De repente, entra un enano en la habitación. Le siguen otras mujeres deformes y se ponen en extrañas poses. Detrás de la puerta veo a Antonio, con la mano bajo el pantalón y la cara llena de babas. Me susurra: “pinta”.
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Le falta algo de chicha, pero estaba en blanco
¿Ahora me toca a mí poner cuadro no?
- oscall
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Está muy bien. Si no quieres taza , pues taza y media, toma ya
No, aún no toca cambiar. En principio queda un relato más
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)
Qué mala leche.
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