Mono sapiens (Relato)

[Fiel poesía]

Vicios terrenales enterrados.
No vivo por ellos, los sepulto hasta que trashumen mis señales de humo.
No hay aventura en el exilio.
Esto no tiene gracia.
Ninguna gracia.
Necesitaba un lavado de cerebro, y centrifugar fue rodado –cómo no-.
¿Acaso alguien se pregunta lo que yo?
Es decir, ¿cómo dejar de ser rey Midas sin medir lo que escribo?
Estoy preparado para que me exhiban.
Sin la cara del revés que me han dado los buenos días.
En serio.
Me centro en lo verdaderamente importante:
Lo que sabe el mundo-colegio.
En que estoy todo el día sentado por haber sentado cátedra.
Si al menos hubiera una catedral con mi nombre… Saldría jorobado de ella.
Estaba claro que haber puesto todo imposible hasta no se sabe cuánto tenía que estallar de alguna manera.
Es mi turno.
Es el turno de escribir en paz.
No tengo una catedral con mi nombre, ni un museo con mi nombre, aunque florezca en el prado.
Cuando uno se cansa de rezar pasan este tipo de cosas:
Que se queda a gusto.
No por rezar. Por asegurarse de que Dios no existe.
Menuda sarta de mentiras.
Solo una por frase, se diría.
Ya no es ni por el apocalipsis –con desencantarme con el mundo conocido me sobraría-.
Todo tiene su momento.
Todo pide papas.
Pero solo hay un Papa.
Eso es mi arte.
Todos piden magia.
Pero solo hay un truco.
Y no consiste en hipnotizar.