La risa que mata (Microrrelato)

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seigen
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La risa que mata (Microrrelato)

Mensaje por seigen »

Martes. Día lluvioso. El “señor risas”, como la gente le decía, daba un sorbo a su café, y se disponía a leer el periódico. Abrió la sección de historietas, y empezó a reír.

Su risa era poco ruidosa, pero distinguía de todo el lugar. Escupió su café algunas veces riendo sin parar, dio el último trago antes de doblar el pliego de periódico y se marchó.

Yo acudía todas las mañanas durante los últimos meses del semestre al café cercano a mi departamento, percatándome que un corpulento señor se sentaba a lado mío y retiraba al mismo momento que yo. Me parecía curioso, mas algo sin importancia.

Un viernes por la mañana antes de clases, acudí al café y una joven pelirroja, a quien no había visto antes, al entregarme el café me sonrió y observé que en su gafete se leía el nombre: Joanne. Me puse un poco nervioso, y solo le dije gracias. No estando conforme con mi reacción, determinado pensé en regresar después para invitarla a salir.
Al día siguiente volví, solo para encontrar que Joanne no se presentó, bajo la razón de estar muy enferma y que no tenían alguna idea cuándo regresaría a trabajar.

Justo antes de salir, me pareció reconocer a Joanne, a alguien llevando puesta una gabardina y el rostro cubierto con un barbijo, pero volteó su mirada tan rápido, y solo procedí a salir de manera normal.

Época de exámenes: los días más pesados en la universidad. Habían pasado ya varios días desde que dejé de ir al café. Por alguna razón, aunque ya no iba a ese lugar, no paraba de recordar a Joanne aquella última vez que la vi. No sabía su edad, o algún medio de contacto. Lo único que recuerdo de ella es su sonrisa de aquel día que la vi en el café, hace tres semanas atrás.

De camino a mi departamento después del examen de hoy, estaba seguro de haber visto de nuevo a alguien muy similar a Joanne, esta vez a alguien que estaba por entrar a su departamento, a unos 3 departamentos después que el mío. Tomé un poco de aire y vociferé muy fuerte: ¡Joanne!
Obtuve la inmediata atención de mi llamada, y al voltear, la reconocí.

Acercándome nervioso, me paré de frente y le dije hola. Me sonrió y preguntó: “¿eres el joven que iba a leer al café, verdad?”. Dando un trago de saliva, repliqué afirmando su aseveración, preguntándome internamente cómo me reconocía si había pasado tiempo desde la última vez que me vio.

Se notaba algo triste, suponiendo queriéndome contar algo, pero inquietamente pregunté de manera inicial por qué ella ya no había ido al café, que yo regresaba a diario, sin embargo ella había dejado de presentarse.

Dio un suspiro y contestó: “El último día que fui a trabajar me presenté temprano dando la excusa de estar enferma de gripe y regresaría, probablemente, en un par de días, y salí deprisa del lugar”, finalizó sollozando.

Sus ojos se tornaron brillosos y dejó caer una lágrima. Solo me sonrió como aquella vez y prosiguió:
“La verdad es que me recuerdas mucho a mi abuelo a quien le encantaba leer como tú. El azar de la vida hizo que al paso del tiempo su enfermedad se tornara peor, al grado en el que los médicos la catalogaban como demencia. La primera vez que te vi, me pareció ver a mi abuelo. Él se sentaba en el mismo sitio que tú acostumbrabas en el café, donde yo trabajaba. Mi abuelo se sentaba a leer el periódico y reía cada que podía. Al verte, afirmaba verlo a él, hasta que con dolo tuve que renunciar de ahí para olvidar. Ha transcurrido un año desde que él falleció. ”
Dejándome frío al decirme esto último, casi mudo por replicar alguna respuesta empática, Joanne y yo sólo nos despedimos y acordamos salir en alguna ocasión posterior. Lo único que recuerdo al poco tiempo después, es que Joanne dejó de sonreír como lo hizo la primera vez que la vi en el café.

Martes, dos años después. Está lloviendo. Joanne me acompañó por la mañana a recoger un libro al café donde ella solía trabajar. Somos buenos amigos.

Mientras la esperaba sentado, recordé la vez me platicó de su abuelo, al decirme que él se sentaba en el mismo sitio que yo. Y de pronto vino a mi mente ese señor que frecuentaba sentarse a lado mío todas las mañanas que yo venía. Pero esa mañana, por alguna razón, el señor no apareció en el lugar.

Tomé el periódico y lo abrí en la sección de historietas. Solté una risa poco ruidosa, y las seguí mirando. Aparentemente hoy me resultaban más cómicas de lo habitual, tanto así que escupí mi café algunas veces antes de doblar el pliego de periódico, levantarme de mi lugar y proceder a salir por la puerta.

Al salir, presentí que he olvidado algo con lo que había venido, pero no pude recordar qué.
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Haradrim
Lector ocasional
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Registrado: 23 May 2017 23:00

Re: La risa que mata (Microrrelato)

Mensaje por Haradrim »

Cuento algo confuso, no muy bien narrado, no queda claro que es lo que buscas contar y toda la historia de Joanna parece algo superflua.
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lucia
Cruela de vil
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Registrado: 26 Dic 2003 18:50

Re: La risa que mata (Microrrelato)

Mensaje por lucia »

La historia de Joanna imagino que sirve de punto de unión para que sepamos porqué al final él se convierte en el hombre que ríe, perdiendo un poco de sí mismo. Pero sí es cierto que la redacción es un poco confusa y que hay frase en las que faltan artículos y otras partículas gramaticales.
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