Milagros y otro tipo de precariedades (Prosa poética)

[Fiel poesía]

En mi escritorio, la luz siempre está encendida, y yo alerta para cualquier idea que se precie -con lo que me ha enseñado la insolvencia-.
No cabe contradicción en lo que escribo, porque soy un ser variable.
Lo que ahora puede resultar una verdad absoluta, al día siguiente puede suponer un quebradero de cabeza, o un punto conflictivo.
Hablar de la grandeza de Dios es muy lindo.
Pero hay que vivirla.
Esto es como que el portero de un after te rompa la mandíbula.
O como que una prostituta te suba la tarifa por bocazas.
¿Acaso hay que refugiarse en un convento?
Me cago en las almas condenadas...
¿Papel higiénico?
Eso no existe.
Cualquier día la mierda sube las escaleras de mi casa y se sienta a mi lado, en el sofá.
¿Dios?
Dios es el que empuja y me azuza la mierda.
Y me la refriega.
Bueno vale, me rindo.
Lo reconozco, tengo doble personalidad.
¿Yo?
No.
Dios.
A ver cómo le doy la vuelta a esto sin sonar escabroso:
«Prefiero un millón de veces que me coma la mierda a soltar un piropo:
Ni todo mierda cagaría donde como».

[lucia]

Noto miedo a abandonar el pesimismo Y mira que eso no significa convertirse en optimista, ¿eh?

Pero apaga la luz unas horas al día para dormir mejor