Una mujer, otra mujer (Microrrelato)

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Paraná
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Una mujer, otra mujer (Microrrelato)

Mensaje por Paraná »

Una mujer, otra mujer

Una mujer trabaja concentrada en la cocina. Ha visto la noche anterior una confusa película en la tele cuyas imágenes se mezclan porfiadamente con lo que sucede a su alrededor. Una señora triste preparando un pastel azul; un niño, acaso más triste aún, mirándola con desconfianza y arrobo. Una fragancia inesperada le aparta la imagen: el hervor de las alubias con su agregado de carne, de chorizo y especias suculentas compromete la inmaculada asepsia del ámbito con un vaho oloroso que, al sesgar el haz de luz de la ventana, se transforma en cornamenta dorada y ondulante. Fuera del foco, en la casi penumbra que señorea el resto del cuarto, ella sigue picando finamente el manojo de perejil con movimientos brevísimos, veloces y perfectos. Sus ojos siguen hipnóticamente el golpeteo del cuchillo sobre la madera –rac-rac-rac-rac–, y con el último tajo parece despertar de su obstinado letargo. Pero sólo es un segundo; en el siguiente, repite el rito con los ajos de sensuales dientes nacarados, que cuchichean menudencias bajo el filo. Su aroma, picante como daga, abre una nueva grieta en el aire que ahora parece torcerse sobre sí mismo en una turbulencia que le asedia los sentidos. Justo entonces se cuela nuevamente en sus retinas la señora del extraño pastel azul, que parte en un auto beige y deja al niño triste gritando detrás de sus huellas.
–Picar el ajo y el perejil– se dice. –No olvidarse de quitar la espuma– frena la mano, descuelga la espumadera de su gancho; con cuidado casi devoto barre la superficie del potaje, y cuidando de no gotear sobre el granito, descarga el residuo blanquecino en la pileta. Sólo después de lavar los restos con empecinada esponja se permite volver a su tarea. Vuelca la picadura en un bol e incorpora la oliva, las nueces machacadas que extrae de un frasco de perfecta transparencia y los piñones que vienen de otro idéntico. Revuelve con cuidado y deja reposar.
Sí, ya todo está en marcha y sólo resta esperar. O mejor dicho, acá era donde correspondía esperar. Esperar a que el potaje hubiera llegado a su punto, a que la puerta del frente hubiera chirriado justo antes de resonar los pasos del esposo sobre el piso inmaculado del zaguán. Esperar el “¡Hola!” de tono imperioso, sabiendo perfectamente que no era un saludo sino una luz verde. Luz verde, como la de los semáforos: permiso y obligación de movimiento. Ahí era cuando había que poner en marcha el acarreo humeante hasta la mesa, la conversación sobre el día de él, sobre el trabajo de él, sobre la ganas de él de cambiar el auto, sobre la siesta que él se tomaría mientras ella estuviera levantando, lavando, secando, acomodando, devuelta ya al exilio de la cocina. Y también esperar a la noche, por si él quería algo extra, de comida o de su cuerpo, que ya era también propiedad de él. Y ahí alcanza a medir la dicha de que ya no, nunca más. Ahora lo que toca es desperezarse, leer algo o ver televisión hasta que las alubias la tienten, sin importar la hora, y comérsela a bocados glotones en cualquier parte de la casa: en la cocina misma, o en la mesita bajo las sombras del patio o hasta en el dormitorio. La voluptuosidad la gana y ríe, anticipando el festín. Ella no se irá de casa, como esa señora de la película que ha visto, esa del pastel de cumpleaños y el hijo abandonado. ¡Ella no va a abandonar nada! Y no tiene que hacerlo porque ahora todo está en su lugar. No hay hijo que grite, llorando, su nombre. Tampoco hay nadie que haga chirriar la puerta del frente; nadie condenará el zaguán con su “¡Hola!” de luz verde; nadie se sentará a la cabecera-trono en el comedor; nadie le impondrá la vigilia del cuerpo que espera a ser requerido…
Piensa en otro cuerpo, ese que ha enterrado con perfecta prolijidad en el fondo de la casa, bajo los sauces del rincón, y se dispone a celebrar con un potaje de alubias y su aderezo fresco de ajo y perejil.
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Berlín
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Re: Una mujer, otra mujer (microrrelato)

Mensaje por Berlín »

Estupendo homenaje a esa novela Las horas de Michael Cunningham, que entremezcla la historia de tres mujeres en distintas épocas, una de ellas Virginia Wolf. Una peli triste y necesaria de ver. Tres mujeres infelices. La mujer que prepara el pastel de cumpleaños para un esposo al que no ama, bajo la mirada de su hijo que la contempla fascinado y aterrado como si intuyese un pronto final, la propia Virginia luchando contra su enfermedad, con esa famosa escena del rio y de las piedras en el bolsillo y la actual, una editora bisexual enamorada en secreto de un poeta enfermo de sida.

Me gusta tu final, con esos sauces, y me gusta cómo prepara ese guiso que comerá cuando le de la gana.

Me gustas tú. :60:
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Paraná
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Re: Una mujer, otra mujer (microrrelato)

Mensaje por Paraná »

¡Gracias, gata germana! :60: Has sido amable con mi ama de casa liberta. No entiendo por qué, sin la menor intención, me salen estos personajes esclavizados por los mandatos sociales, que buscan desembarazarse de las cadenas. A veces lo consiguen, a veces no. Y no lo entiendo porque nunca he estado en esa situación. Mi madre primero, mi esposo después (¡y por supuesto, mis hijos!), nunca han esperado de mí nada que se parezca. En fin, que en otra vida debo haber sido una especie de Julianne Moore en la peli "Las horas", referida en el micro.
Vos también me gustás, robadora :361: . Y ya lo sabés.
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lucia
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Re: Una mujer, otra mujer (microrrelato)

Mensaje por lucia »

Si Berlín no hubiese mencionado a la mujer del pastel como personaje de la novela de Cunningham, me hubiese perdido esa referencia.

Eso sí, el principio me ha parecido demasiado a descripción de autor de obra de teatro para el director de escena. :lista: Una vez pasas del foco y te metes en la cocina la cosa ya cambia y me enganchó la historia.
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Paraná
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Re: Una mujer, otra mujer (microrrelato)

Mensaje por Paraná »

Gracias, Lu-Luz. En realidad, el relato no refiere a ese libro (que nunca he leído ni conozco al autor), sino a la película "Las horas". Te la recomiendo. Un múltiple duelo actoral y una narración impecable.
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Megan
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Re: Una mujer, otra mujer (microrrelato)

Mensaje por Megan »

Muy bueno Paranilla, exquisitamente narrado, como corta cada perejil, cada ajito, me encanta y el tema está muy bien encarado, te felicito :D :60:
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