Ralph Barby

Pues eso, para hablar de un autor en general.

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Ralph Barby
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Re: Ralph Barby

Mensaje por Ralph Barby »

:hola: :lista: :hola:



Lucía!!! ¿Te referías a esto?

A la discoteca le llamábamos “Club”

A finales de la década de los cincuenta, a poco menos de la mitad del siglo veinte, los jóvenes urbanitas de Barcelona estudiaban y trabajan, o trabajaban y estudiaban, más bien esto último, ya que en las casas de sus familias, la entrada del dinero ganado por el padre, empleados en profesiones sencillas, solía ser escasa. Los empleos de funcionario administrativo de carácter estatal estaban copados por los adictos a la dictadura, la mayoría de los cuales habían llegado de otras regiones. Estos empleados de cuello blanco y corbata (también los había de camisa azul con el yugo y las flechas bordados), en nada se parecían a otros paisanos suyos que también habían llegado de otras tierras, ahuyentados a patadas por el hambre y el cacique de turno. A estos últimos, su anclaje en la Ciudad Condal no les había sido fácil, pero no se habían arredrado y sin que nadie les diera más que trabajos duros y precarios, salieron adelante, ellos no habían sido adictos al régimen dominante.
En el Ensanche barcelonés, el invierno por aquellos años parecía más frío y el verano, más caluroso, hasta el punto de reblandecer el asfalto de las calzadas. Los niños rellenaban las chapas de refrescos y cervezas con este asfalto para darles peso, luego se les aplicaba una moneda de aluminio de diez céntimos y jugaban con ellas. Yo ya había dejado atrás este tipo de juegos de “chapas” al abandonar la escuela primaria.
¿Por qué la vida era tan gris? Había poco futuro, un futuro que se percibía sin demasiadas esperanzas. Había que leer mucho y ver pelis para escapar, nuestra fuga de la plomiza realidad que nos sometía era mental. La llegada de las turistas nos abrió a nuevas emociones, muy distintas a las que los colegios católicos habían tratado de grabar en nuestras mentes infantiles y con el paso del tiempo, se constataría su escaso éxito pese al pertinaz adoctrinamiento.
Jóvenes de dieciocho, diecinueve años, buscaban diversiones sencillas los domingos por la tarde. Se habían creado discotecas que en nada se habrían de parecer a las discotecas que nacieron décadas más tarde. En realidad, aquellos lugares de encuentro de jóvenes con baile incluido a base de discos eran en cierto modo ilegales; para que funcionaran, las propias autoridades les obligaban a que cada asistente fuera “socio”, un truco legal como otro cualquiera. No eran entradas en realidad, pagabas en calidad de socio y todo funcionaba. En Madrid, este tipo de discotecas o clubes, por aquel tiempo no existían, por lo menos yo no las supe descubrir cuando por aquellas fechas anduve por la capital del poder y la dictadura. En esta gran ciudad proliferaron los llamados “guateques”, fiestecitas que se llevaban a cabo en domicilios particulares y en ellas pude comprobar que chicas arribadas de otras regiones, ofrecían amplias sonrisas a los chicos capitalinos. Un noviazgo con alguno de ellos podía depararles una residencia futura en Madrid, para ellas era abrirse a un mundo nuevo y supongo que algunos jóvenes amigos del dueño de la casa donde se celebraba el “guateque”, a su vez buscaban novia con padre bien “enchufado” en la capital que, obviamente, podía proporcionarles mejores perspectivas de futuro. En Barcelona, los llamados clubes los regentaban emprendedores particulares, jóvenes que mediante los ingresos de las entradas, buscaban cierto poder económico para formar hogares e iniciar luego otros negocios con la idea de que el asunto de los clubes iba a durar poco tiempo. Eran pequeños negocios de domingo por la tarde. Estas discotecas, mediante pago del correspondiente alquiler, se ubicaban en pisos-almacén, resistentes, amplios y sin tabiquería. Había mucha luz que regalaba el sol de tarde, porque eran bailes de tarde y se consumían “cubatas”. En ninguno de esos clubes vi nunca a nadie borracho, los jóvenes trajeados buscaban pareja para bailar. Las chicas, muy arregladas, soñaban con una pareja permanente y con empleo para liberarse de su propia familia e iniciar una nueva. Nos apretábamos mucho, no sólo chico-chica, aquellas discotecas fueron un éxito y se llenaban a tope, casi no cabíamos. También existían grandes salas de baile con orquestas en vivo y cantantes, pero tenían un precio más alto y a estos salones de baile, como el Venus o el Monumental, acudían los que ya habían vuelto de la puta mili y disponían de más dinero para entradas y consumiciones. También había bailes en ateneos culturales de barrio, más o menos protegidos por algún colegio y allí además de mucha más luz, se prohibía “agarrarse demasiado”, no se podía permitir lo ocurrido en el Salon Venus, donde se rumoreaba que follaban sin dejar de bailar. Tampoco nada que ver con las “boîtes” que abrían por la noche y donde acudían tipos con mucha pasta y las chicas, bueno, eran lo que eran. Los jovencitos entrábamos como mirones, los labios húmedos y otra cosa firme. Mis amigos y yo nos movíamos por esas discotecas con mucha luz y facilidad para hacer amiguitas y posibles novias, allí nadie buscaba a residentes para escapar de otras regiones, éramos los jóvenes del Ensanche que después de pasar por una implacable educación religiosa, abríamos los ojos al mundo del sexo-contenido. Lo de las suecas, francesas e inglesas, quedaba para el verano y la costa, desde Sitges a Sant Feliu de Guixols, donde nos movíamos con soltura, para nosotros resultaba un mundo fantástico. Pero, donde aprendíamos a mirar los ojos de las chicas, era en esas discotecas que llamábamos Club Marina, Club Niágara y similares. Por la costa aprendíamos la forma de bailar de los “franchutis”, nada de pasodobles, mucho blues, rock lento y boleros. Ah, y mucho baile italiano. Los extranjeros, a los que nosotros mirábamos con envidia, calzaban mocasines de piel y marcaban los pasos de manera que embobaban a las chicas, se movían muy bien sobre las pistas empolvadas con talco para mejor deslizarse, casi sin despegar la suela de los zapatos del suelo. Nosotros, a su lado, éramos unos parias, pero aprenderíamos y pronto a rozar las mejillas de las chicas con los labios y a ronronearles en el oído “paraules d´amor”, así avanzábamos tratando de dejar atrás un mundo oscuro, tenebroso, donde se nos había hablado constante y reiteradamente del pecado y de un infierno atroz, pero al abrir despacito y casi con temor nuestras ventanas de libertad, descubríamos día a día un mundo que podía ser hermoso dentro de aquel mundo censurado del que íbamos alejándonos sin siquiera darnos cuenta. Turnábamos nuestras visitas a los clubes de adolescentes con las grandes concentraciones abiertas de sardanas en la plaza de la Catedral, en la plaza del Rey los miércoles al anochecer o los domingos por la tarde en la Plaça Sant Jaume, salvo que hubiéramos salido de excursión como “boy scouts” el fin de semana. Eran los momentos de nuestra transición al mundo de los mayores, pero ya íbamos con otras maneras, con otros bailes, con otra música, rock and roll, twist, blues, los pasodobles quedaban para las fiestas de barrio, fiestas de calle estrecha. Buscábamos la cadencia del “El humo ciega tus ojos”, “Only you”, o “Hasta luego cocodrilo”. Los primeros cigarrillos ingleses “Players” y turcos, el vermut con ginebra, aunque en la bebida nunca pasábamos de una copa o vaso. Y en el Centro de Antiguos Alumnos, una partida de billar, ajedrez, ping-pong o el futbolín, éramos medio hombres y medio chiquillos cuando apareció Sara Montiel para hacernos sentir que nuestro sexo estaba vivo al oírla cantar ”anda chiquillo, vente conmigo, ya sabes pa lo que digo”. La desconexión entre el mundo de nuestros padres y nosotros ya era un hecho; sin embargo, se mantenía la obediencia y el respeto, con los mayores y por supuesto, las fiestas familiares eran sagradas, pero conversaciones, intercambio de opiniones, no había ninguno. La madre cuidaba de que tuvieras la camisa bien blanca y el traje dominguero a punto, pero ya los trajes en nada se parecían a la época anterior.
Veíamos muchas películas italianas y por supuesto americanas, supongo que a las sotanas no les gustaba nada todo lo que íbamos descubriendo y lo que tratábamos de copiar para ser como los extranjeros. No sé cómo calificar aquellos años de transición de la adolescencia, donde trabajábamos duro y estudiábamos también duro, al mismo tiempo. Y nos quedaban unas pocas horas al final de la semana para convertir en medias verdades nuestros sueños o ensueños al ver “Picnic” con la bellísima Kim Novak o el comportamiento de James Dean en “Rebelde sin causa” o “Al este del Edén”. Me enamoraban los ojos de las chicas, sus labios… Pero todo era pasajero, como pequeños grupos de tórtolas. Descubríamos el mundo sólo con pasear por el centro de las Ramblas con las manos en los bolsillos como diciendo: ”Estoy aquí, soy un miembro de esta ciudad”. Y llegabas al puerto, te subías a una “golondrina” y mientras el aire salino entraba por tus fosas nasales, te acordabas de que hacía unos pocos años te llevaban al rompeolas a comer totilla de patatas que manchaba con su aceite el papel que envolvía el bocadillo, un papel que procedía de alguna “La Vanguardia” atrasada y como diversión habías capturado cangrejos con lazos de nylon al extremo de una caña, pero ¡bah!, todo eso ya era cosa de niños.
—¡Guapo! —me soltó casi en la oreja una mujerona vestida de negro, con una flor roja en el pecho. Me gustó. Ella, yo no lo capté en aquel instante, quizás buscaba un cliente para el momento o para un próximo futuro.
Traje a medida, aunque fuéramos vacíos de “pelas” el traje siempre era a medida y tela escogida, zapatos muy brillantes, muy limpios. La década anterior, la de los cuarenta, había sido muchísimo más dura. Avanzábamos, llevábamos un salario al hogar familiar y nos daban una pequeña, mínima parte de ese dinero ganado con todo el trabajo de la semana o el mes para que pudiéramos divertirnos, desahogarnos el sábado y el domingo, he de puntualizar que durante años trabajé hasta el sábado al medio día. Cuando me empleó una multinacional norteamericana, la cosa cambió un poco, pero tampoco eran tiempos fáciles. Salía como a las siete de la mañana para ir al trabajo y regresaba como a las diez de la noche, no podía dejar los estudios si quería ascender en mi profesión. Me pregunto ahora si fueron tiempos felices o muy duros, con unas pocas horas a la semana para respirar aires de ingenua libertad.

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lucia
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Re: Ralph Barby

Mensaje por lucia »

La gamuza es para sustituir al plumero, no por los zapatos :lol:
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Ralph Barby
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Re: Ralph Barby

Mensaje por Ralph Barby »

:hola: :lista: :hola:

Me acerqué a él, me arrodillé para mirarle mejor a los ojos y luego le pregunté.
-¿Sabes que eres un borrego?
No me respondió, siguió comiendo hierba.
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Ralph Barby
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Re: Ralph Barby

Mensaje por Ralph Barby »

:hola: :lista: :hola:

Me refería hace unos días a los restaurantes. Comer es una necesidad para poder vivir, somos como motores orgánicos, valga la metáfora, pero comer también es un placer, en compañía o en soledad. El gusto, el olfato, nos pueden proporcionar sensaciones muy agradables o negativas, y luego está la acción social de comer junto a otras personas, todo es lo mismo pero las situaciones son distintas.
En el enlace he colgado la fotografía que hicimos la compi y yo el día que comimos en el selecto restaurante que se halla en el Museo Nacional de Catalunya (MNAC), espléndida sala soleada, servicio impecable, un lugar para acudir bien vestido, todo forma parte de un pequeño ritual aunque sólo sea en pareja. En cierta ocasión optamos por probar la restauración del local que se halla en el Museo Tyssen de Madrid y no era lo mismo, podía comerse bien, pero el lugar era ruidoso, mucho guiri por civilizar socialmente, creo que deberían cuidarlo más, el lugar lo merece. Y sigo… Como en otras ocasiones estuvimos visitando el Caixa Forum de Barcelona, era ya mediodía y elegimos el restaurante de tan importante centro cultural, pero nos encontramos con unas mesas tan pequeñas que apenas cabían dos platos, me refiero a uno por persona. Al maître (si es que se podía denominar así) le dijimos que ya que había un montón de mesas vacías si podíamos ocupar dos juntas aunque sólo fuera para distribuir vasos y cubiertos con cierta comodidad. De forma antipática nos replicó “que las cosas eran como eran y punto pelota”. Teníamos hambre, pero optamos por irnos y que se quedaran con sus ridículas e incómodas mesas, y prometo que no vamos a incurrir de nuevo en el error de intentar comer en este local. Nos hubiera gustado poder comer en “La Pérgola” (no se hallaba lejos de donde estábamos, un restaurante donde habíamos comido en otras ocasiones), pero lo habían cerrado, no digo por la hora, es que ya se han cerrado las puertas para siempre. Una pena, el lugar es amplio y la ubicación inmejorable dentro del propio parque de Montjüic. No os preguntéis si también pasamos por “chiringuitos”, claro que sí, pero cada lugar merece su trato social, sus precios y su clase de cocina. Recuerdo que en el British Museum optamos por pedir unos bocatas que comimos en las mesas que se hallan en el gran patio cubierto por el techo acristalado. Subiendo unas escaleras se encontraba el elegante restaurante, pero despedía un olor a pescado cocido, no digo cocinado, que especialmente a mí me echó hacia atrás, así son las cosas.
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Alejandro Castroguer
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Re: Ralph Barby

Mensaje por Alejandro Castroguer »

Qué bien se explica siempre el maestro Barby. Además, en la fotografía de los espejos
se le ve muy acompañado por Ángels. Un saludo. :hola:
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Ralph Barby
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Re: Ralph Barby

Mensaje por Ralph Barby »

:hola: :lista: :hola:
:comp punch:

Las odiadas sinopsis.


La experiencia de haber tenido que entregar cientos y cientos de sinopsis a lo largo de mi vida profesional, me permite calificarlas de odiadas.
Muchos editores, por protocolos empresariales, exigen de los autores sinopsis por lo general breves, sinopsis que en la mayoría de los casos ni leen, sencillamente las pasan a sus asesores literarios si es que, en principio, tienen algún interés en la obra. En no pocos casos, si la editorial es una empresa de envergadura económica, el editor ni siquiera llega a saber que esas sinopsis existen; pero el autor tiene que escribirla porque, de no hacerlo, el editor y sus consejeros podrían opinar que el autor no tiene las ideas claras de lo que piensa ofrecer, ni siquiera teniendo el manuscrito ya terminado. Si el editor o asesor de ediciones no conocen bien el estilo y la narrativa del autor que presenta su sinopsis, no tienen por qué coincidir en la interpretación de lo que se expone en la sinopsis. En su mente, el autor tiene un desarrollo que no tiene porqué parecerse en absoluto a aquello que interpretará quien recibe la sinopsis y que, generalmente, puede convertirse en una trampa letal para el autor. Todo lo contrario ocurre cuando el autor es muy conocido para el editor y sus asesores, entonces adivinan o pretenden profetizar lo que el autor ha escrito o va a escribir, en estos casos lo único que se sigue es el cumplimiento de las normas o protocolos de la editora.

¿Por qué el editor pide una sinopsis? Está claro que es por motivos económicos. Entregar el texto a un lector-asesor tiene un coste, podría decirse que “no será para tanto”, pues sí lo es porque de ordinario reciben muchos manuscritos.
Publicado 17th February por Ralph Barby

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lucia
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Re: Ralph Barby

Mensaje por lucia »

:lol: :lol: En el interés económico de los editores podría estar también clasificar el libro en temática comercial, temática pasada y temática invendible.

En el foro se ponen como orientación a los posibles lectores de lo que podrían encontrarse en el libro. Salvo en el caso de ¡Guardias! ¿Guardias? que la sinopsis no tiene relación alguna con el contenido.
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Ralph Barby
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Re: Ralph Barby

Mensaje por Ralph Barby »

:hola: :lista: :hola:

Los titulares suelen ser problemáticos, se utilizan como cañonazos. Al leerlos, unos los interpretan según sus intereses o ideologías y otros en dirección opuesta, y eso sin que el titular haya sido modificado.
Las frases contundentes se utilizan para estimular en una dirección o la contraria. Los profesionales saben cómo emplear las palabras adecuadas con interés conductista, por ello introducen palabras con las que saben van a llegar a las mentes o corazones hacia quienes van dirigidas y lo mismo hacen los políticos, los periodistas o los poetas. He dejado escrito muchas veces que no me gustan los sinónimos, aunque muchas veces los emplee, y voy a referirme a dos palabras en concreto que de forma generalizada se emplean como sinónimos para excitar y que no son lo mismo.
Clase… y Casta.
La Casta, en su génesis es una situación inamovible para el individuo. Si pertenece a una “casta”, sea la que fuere, no se le permite cambiar, es como si le hubieran tatuado sobre la piel y a fuego la casta a la que pertenece. No sólo se encontrará enfrentado a una persona que le disuadirá de que no cambie de casta, si no que se topará con un grupo social que se lo impedirá hasta el último extremo.
La “Clase”, aunque parezca que tiene el mismo significado, es totalmente distinta. La “clase” no fija al individuo de forma permanente; según sus esfuerzos (aunque hay que admitir que las ayudas externas intervienen y mucho), puede pasar de un grado a otro. ¿No recuerda alguien que cuando iba a la escuela pasaba de una “clase” a otra según lo que estudiaba y aprobaba? Pues eso, todos somos iguales, pero esfuerzos, estudios o circunstancias, pueden hacernos pasar de una “clase” a otra, de un grado a otro, ahí radica la libertad del propio individuo: Permanecer en una “clase” o pasar a otra, hacia arriba o hacia abajo. Y cuidar que se halle donde se halle, nunca quede vejado o desamparado, porque al final, para que todo funcione la “clase” es sólo una: El ser Humano.
En el mundo de las CASTAS, sólo hay una posibilidad de moverse y es a través del servilismo.
Insisto, Clase y Casta se emplean como sinónimos, pero no tienen el mismo significado.
Ralph Barby
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Ralph Barby
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Re: Ralph Barby

Mensaje por Ralph Barby »

:hola: :lista: :hola:
:comp punch: :comp punch: :comp punch:

Todo un regalo para tu Web, apreciada Lucía, sólo en el apartado de AUTORES 26.000 visitas.
Un placer seguir por aquí.
Ahora que vivimos una sociedad más abierta, sería bueno que los nombres extraños que aparecen en los post ofrecieran su verdadera identidad o como mínimo, un pseudónimo por el que se le pudiera identificar. No se puede debatir con alguien que se oculta tras una palabra a modo de nombre y que le protege frente al oponente o los múltiples lectores que puedan fijarse en su escrito. Por contra, todos saben quiénes somos otros.
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lucia
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Re: Ralph Barby

Mensaje por lucia »

Bueno, si los escritores pueden utilizar pseudónimo en sus obras, ¿porqué no iban a hacerlo los comentaristas?

En fin, en cuanto a la web, estamos viendo cómo convertirnos en fundación 8)
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Ralph Barby
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Re: Ralph Barby

Mensaje por Ralph Barby »

:hola: :lista: :hola:

Buenas tardes Lucía.... ¿Cómo va eso de la Fundación?

Por cierto, en los últimos tiempos he andado muy liado.
Ahora me gustaría estar escuchando el adaggio de Albinoni... huuum me encanta.
Ciao!
Ralph
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lucia
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Re: Ralph Barby

Mensaje por lucia »

Nos lo han puesto muy negro para empezar sin los 7500 € y la promesa de los otros 22.500 €, así que ahí andamos dándole vueltas a sí presentar los papeles y ver si aceptan o no.
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Ralph Barby
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Re: Ralph Barby

Mensaje por Ralph Barby »

:lol: :lol: :lol: :lol:

Ánimos Lucía! busca patrocinadores!.

:hola: :lista: :hola:

CURIOSO!
Sánchez Dragó y yo que compartimos libro con nuestros respectivos relatos en la ANTOLOGÍA DEL CUENTO ESPAÑOL, publicado por la las Universidades de EEUU, la SOCIETY OF SPANISH AND SPANISH-AMERICAN ESTUDIES en su colección AMBOS MUNDOS-SIGLO XX, somos divergentes ideológicamente, académicamente, sociológicamente y en muchos otros temas que no es necesario precisar aquí y ahora, sin embargo, para ambos y siempre opinando desde lo subjetivo, la novela SINUEH EL EGIPCIO, de Mika Waltari es nuestra mejor novela Siglo XX, posiblemente porque sea la gran exposición literaria sobre el escepticismo consolidado por la acumulación de experiencias de una vida.
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Ralph Barby
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Re: Ralph Barby

Mensaje por Ralph Barby »

:hola: :lista: :hola:

Las leyendas, las narraciones o historias sobre el vampirismo se originan en la eclosión del miedo, más allá de la noche de los tiempos, más allá de cuando se contemplaba la luna llena con admiración y temor. El lobo aullaba en las estepas o entre densos bosques impenetrables, los humanos se asustaban cuando el viento ululaba azotando las chozas, las paredes de las cabañas. Como ese ser humano es capaz de razonar y hacer preguntas buscando respuestas, comprendió muy pronto que la pérdida de sangre, que las hemorragias conducían a la muerte, y como cabía defender la vida por encima de todo, concluyó que perder sangre era morir. En torno a la hoguera que les brindaba luz y calor, mientras los leños crepitaban, alguien susurró que algún animal o ser extraño podía acercarse a un miembro de la tribu y sangrarlo para beber su sangre, su vida, y eso les abocaría a la muerte que tanto temían. La transmisión de la memoria oral, con los añadidos lógicos, se magnificó y las religiones fueron enmarcando la escena vampírica. Si el vampiro o vampira se acercaba, sería porque te habías pervertido, porque debías haber incumplido las leyes impuestas por el dios que chamanes, gurus y sacerdotes decían representar, te desangrarían y luego le arrastrarían a un mundo infernal. La diferencia del vampiro con otros personajes imaginarios del Terror es que Bram Stoker convirtió a su protagonista en un ser elegante e inteligente. Personalmente soy partidario de que la representación de la maldad se encarne en alguien inteligente. Bram Stoker creó a Drácula, pero sabemos que la leyenda viene de mucho más lejos. En el cine primigenio, “Nosferatus” causó pavor entre los públicos, era la fealdad, el monstruo horrible que tantos y tantos durmientes temen que, al despertar en mitad de la noche, esté al lado de su cama. Bram Stoker lo perfiló de otra manera, lo transformó en ese conde maligno que los habitantes de los pueblos maldecían por su codicia, por su ambición, por su despotismo e impiedad hacia sus víctimas. ¿Quién mejor y al tiempo peor podría desangrarles en su miseria? La respuesta resultaba fácil: Se trataba del malvado Conde Drácula que vivía encerrado en su pétreo castillo y al que los campesinos debían servilismo. Bram Stoker, como buen british, supo plasmar el ambiente victoriano donde las sombras eran más que las luces, donde la oscuridad y la lluvia envolvían a la víctima que no sabía o no podía ubicarse en un lugar soleado. No cabía duda que la pluma del Escritor se deslizaba ágil por los ambientes que describía. Expuso sus ideas, los males de esos humanos no muertos. A su personaje le concedió la esencia del ser dominante, del ser inteligente, culto, instruido, educado, y hasta le envenenó la hiel con el deseo de la venganza. Visto el éxito de su personaje, tuvo rápidamente imitadores que nunca llegaron a émulos, el Maestro era demasiado grande y por otra parte, él había creado a ese ser que parecía humano y que era un no muerto, un Príncipe del inframundo sin tener que descender a los infiernos. Podía espantar, aterrorizar a los humanos conviviendo con ellos aunque sólo fuera apareciendo en el mundo de la noche, ya que temía al sol que ilumina la verdad. Sí, aparecieron muchos escritores de vampiros, resultaba un tema fácil y las variaciones eran pocas, las bases ya estaban escritas, pero el consumismo vampírico exigía más y más historias similares para alimentar o cuando menos recordar que se podía sentir Terror, pero después de cada historia, el lector o espectador se sentía frustrado porque no llegaba a encontrar nada nuevo aparte de lo ya conocido, las historias se repetían con ese fondo victoriano que tanto gusta.
En la Editorial Bruguera me propusieron escribir en el género de “Selección Terror”, eran conscientes de que como Escritor era poliédrico, me adaptaba bien a cualquier género. De principio me dije que escribir sobre vampiros, un subgénero como así lo entendía yo por los años setenta del siglo pasado, resultaba fácil y poco original, lo mismo ocurría con el “hombre-lobo”, los zombies o el “monstruo de Frankenstein”. Decidí no escribir mis historias basándolas en estas criaturas, ya lo hacían los demás Escritores en abundancia y así sucedió. Me esforcé en cambiar temáticas, en hacerlas diferentes aunque no resultaba fácil, es algo que siempre me he propuesto en mi profesión aunque no siempre lo haya conseguido. Innovar es importante a la vez que difícil para quien desea mejorar. Como tuve algún cometario adverso respecto a los personajes citados, decidí dedicarles a cada uno de ellos una historia para demostrar que no tenía dificultad alguna para describirlos. Pasaron los lustros, las décadas, llegó el momento de escribir una historia importante en el género Gótico Moderno. Bram Stoker, con su Conde Drácula, había sido el inicio y yo decidí crear “La Baronesa”. Sería una historia vampírica, sí, pero totalmente distinta. Innové, nada de ambiente victoriano, si no ciencia y modernidad. Mi personaje tenía que innovarse para entrar en el mundo en que se iba a autoengendrar como Princesa del inframundo sin tener que pisarlo ni doblegarse a Lucifer. Ella no iba a someterse a ningún patriarcado, pese a ser consciente de que siempre aparecerían poderes superiores a quienes podría pedir apoyo o trabar alianzas, pero nunca habría de servirles, exigiría la igualdad de géneros, igualdad en la que personalmente creo. El Vampiro sería mujer y más inteligente que el Conde Drácula, no en vano La Baronesa poseía unas experiencias muy importantes, las experiencias de sucesivas reencarnaciones.
Otra forma de narrar, innovando… Encendí el fuego del mundo de lo fantástico, no reduje el tema al clima enclaustrado de un castillo con pocos personajes. La mujer no sería utilizada como simple objeto para la venganza entre dos personajes masculinos, la MUJER sería la protagonista. Tenía que cambiar los territorios, los ambientes, así fue desarrollándose la saga de La baronesa. Por otra parte, el bien y el mal enfrentados no podía exponerlos de una forma simplista, tenía que plasmar mi propia ideología social y en ello basé el núcleo de la historia. Es muy importante para mí como Escritor exponer mi pensamiento envolviéndolo en una historia fantástica del género de Terror Gótico moderno. Quienes quieran leer la saga de “La Baronesa” que he plasmado en esa “duología”, podrán pasarlo muy bien sin más preocupaciones, pero si el lector desea ahondar buscando algo más, lo encontrará seguro.
El tema de la sexualidad se desarrolla más explicito en la saga de “La Baronesa” que en el ambiente victoriano. No he escrito para la mentalidad de lectores del pasado, lo he hecho para una generación más abierta, sin condicionamientos, aunque alejándome de las escenas de gore explícito. Me propuse que la belleza, la maldad, la inteligencia y la elegancia debían ir unidas.
Sobre el Trono del poder, ayer estuvieron sentados unos, hoy otros, y en el futuro ¿quién se acomodará en ese Trono? Las víctimas siempre serán las mismas, o sus descendientes.
Si de madrugada abres la ventana de tu alcoba, cuídate. Desde el otro lado, alguien que no esperas, te estará mirando fijamente. Siempre ha sido así, tú puedes ser la presa que danza en las retinas de quien tiene sus ojos clavados en ti

La saga o “duología” de La Baronesa & El trono para una Monja.
:comp punch: :comp punch:
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lucia
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Re: Ralph Barby

Mensaje por lucia »

Coño, Ralph. ¿Qué pasa con Carmilla y Clarimonda? :lista: De esta última ha habido además recientemente miniclub :lol:
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