Re: La pintura en un fragmento literario
Publicado: 15 Nov 2011 12:04
Mi padre quería que le volviera a describir el cuadro.
- Pero si no ha cambiado nada desde la última vez - dije.
- Quiero volver a oírlo - insistió, encorvándose sobre su silla para acercarse al fuego.
(...)
- La hija del panadero está de pie en un rincón iluminado al lado de una ventana - empecé a decir pacientemente -. Está de cara a nosotros, pero mira a la ventana, a su derecha. Lleva un corpiño de seda y terciopelo amarillo, una falda azul marino y una cofia blanca que le cae en dos puntas por debajo de la barbilla.
(...)
- Cuando miras la cofia bastante rato - añadí apresuradamente - te das cuenta de que no la ha pintado blanca, sino azul, violeta y amarilla.
- Pero has dicho que es una cofia blanca.
- Sí, eso es lo extraño. Está pintada de muchos colores, pero cuando la miras crees que es blanca.
(...)
- ¿Qué está haciendo ella? - preguntó mi padre al cabo de un rato.
- Tiene una mano en una jarra de peltre colocada en una mesa y otra en una ventana medio abierta. Está a punto de levantar la jarra y echar el agua por la ventana, pero se ha quedado parada y o está soñando despierta o está mirando algo en la calle.
- ¿Y qué está haciendo?
- No lo sé. A veces parece una cosa y otras lo contrario.
La joven de la perla. Tracy Chevalier.
Mujer con una jarra de agua es una pintura realizada en torno al año 1662 por Johannes Vermeer. Se trata de un óleo sobre lienzo de 45,7cm x 40,6 cm, y se encuentra expuesto en el Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.
Predominan los colores habituales en el artista: amarillo limón, azul y magenta. El cuadro presenta una serie de objetos característicos en la pintura del holandés: la silla, el mapa colgado de la pared, la mesa del primer plano. Las tonalidades obtenidas en ciertas partes del cuadro, como por ejemplo en el tocado, trabajado casi como si de una acuarela se tratara, hacen de esta obra un magnífico ejemplo de la sabiduría del genio holandés. Admirable es también el efecto de reflejo obtenido en la jarra que la sirvienta sostiene. Una vez más, podemos admirar la misma estancia que aparece en otros cuadros del autor, suavemente iluminada desde la ventana de la izquierda, con los típicos vidrios emplomados del norte de Europa.
- Pero si no ha cambiado nada desde la última vez - dije.
- Quiero volver a oírlo - insistió, encorvándose sobre su silla para acercarse al fuego.
(...)
- La hija del panadero está de pie en un rincón iluminado al lado de una ventana - empecé a decir pacientemente -. Está de cara a nosotros, pero mira a la ventana, a su derecha. Lleva un corpiño de seda y terciopelo amarillo, una falda azul marino y una cofia blanca que le cae en dos puntas por debajo de la barbilla.
(...)
- Cuando miras la cofia bastante rato - añadí apresuradamente - te das cuenta de que no la ha pintado blanca, sino azul, violeta y amarilla.
- Pero has dicho que es una cofia blanca.
- Sí, eso es lo extraño. Está pintada de muchos colores, pero cuando la miras crees que es blanca.
(...)
- ¿Qué está haciendo ella? - preguntó mi padre al cabo de un rato.
- Tiene una mano en una jarra de peltre colocada en una mesa y otra en una ventana medio abierta. Está a punto de levantar la jarra y echar el agua por la ventana, pero se ha quedado parada y o está soñando despierta o está mirando algo en la calle.
- ¿Y qué está haciendo?
- No lo sé. A veces parece una cosa y otras lo contrario.
La joven de la perla. Tracy Chevalier.
Mujer con una jarra de agua es una pintura realizada en torno al año 1662 por Johannes Vermeer. Se trata de un óleo sobre lienzo de 45,7cm x 40,6 cm, y se encuentra expuesto en el Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.
Predominan los colores habituales en el artista: amarillo limón, azul y magenta. El cuadro presenta una serie de objetos característicos en la pintura del holandés: la silla, el mapa colgado de la pared, la mesa del primer plano. Las tonalidades obtenidas en ciertas partes del cuadro, como por ejemplo en el tocado, trabajado casi como si de una acuarela se tratara, hacen de esta obra un magnífico ejemplo de la sabiduría del genio holandés. Admirable es también el efecto de reflejo obtenido en la jarra que la sirvienta sostiene. Una vez más, podemos admirar la misma estancia que aparece en otros cuadros del autor, suavemente iluminada desde la ventana de la izquierda, con los típicos vidrios emplomados del norte de Europa.