Calendario: El día de hoy en un libro

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Gretogarbo
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Re: Calendario: El día de hoy en un libro

Mensaje por Gretogarbo »

Sacó varias tarjetas de admisión elegantemente impresas, "para visitar el Sanatorio entre las dos y las cuatro de la tarde", y puso en ellas la fecha del día siguiente, "10 de diciembre" Cuando hubo adjuntado una docena de tarjetas a una docena de cartas impresas de invitación y cerrado los doce sobres correspondientes, consultó una lista de las familias residentes en el barrio y escribió las direcciones en los sobres.
Armadale, de Wilkie Collins (traducción de Josep Ferrer i Aleu)
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Jueves, 10 de diciembre de 1942
Querida Kitty:
El señor Van Daan Ha trabajado toda su vida en el ramo de los embutidos, las carnes y las especias. En el negocio de papá se le contrató por sus cualidades de especiero, pero ahora está mostrando su lado de charcutero, lo que no nos viene nada mal.

Diario, de Ana Frank
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Cuando el testamento del viejo Simon se dio por auténtico, Daniel heredó la casa el diez de diciembre. El día quince de diciembre, la propiedad de la casa se transfirió a cinco nombres: Raphael Hyland, Alexandra Madison, Justin Mannering, Daniel March y Abigail Stone. Feliz Navidad.
En piel ajena, de Tana French (traducción de Gemma Deza)
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El general amaneció tan mal el 10 de diciembre, que llamaron de urgencia al obispo Estévez, por si quería confesarse. El obispo acudió de inmediato, y fue tanta la importancia que le dio a la entrevista que se vistió de pontifical. Pero fue a puerta cerrada y sin testigos, por disposición del general, y sólo duró catorce minutos. Nunca se supo una palabra de lo que hablaron. El obispo salió deprisa y descompuesto, subió a su carroza sin despedirse, y no ofició los funerales a pesar de los muchos llamados que le hicieron, ni asistió al entierro. El general quedó en tan mal estado, que no puedo levantarse solo de la hamaca, y el médico tuvo que alzarlo en brazos, como a un recién nacido, y lo sentó en la cama apoyado en las almohadas para que no lo ahogara la tos. Cuando por fin recobró el aliento hizo salir a todos para hablar a solas con el médico.
El general en su laberinto, de Gabriel García Márquez
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Cuatro días más tarde, el 10 de diciembre, tío Al llamó por teléfono.
El ciclo del hombre lobo, de Stephen King (traducción de Joaquín María Adsuar Ortega)
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El ciudadano de Barcelona Baruj Benvenist será colgado del cuello mediante una cuerda de cáñamo hasta que expire. El patíbulo se levantará frente al portal de Regomir, y la ejecución se llevará a cabo el 10 de diciembre del año 1058, después del mediodía.
Te daré la tierra, de Chufo Lloréns
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10 de diciembre
Desde que te fuiste ya no leo el periódico, no estás tú para comprarlo y no hay nadie que me lo traiga. Al principio me incomodaba un poco esta carencia, pero después, lentamente, la incomodidad se ha convertido en alivio.

Donde el corazón te lleve, de Susanna Tamaro
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— Pues bien, yo estaba a bordo. Habíamos salido de Liverpool el 10 de diciembre, un martes. Los pasajeros eran numerosos y todos llenos de confianza. Mientras estuvimos al abrigo de las olas a lo largo de la costa de Irlanda, todo fue muy bien: ni balances, ni enfermos, ni mareos. A la mañana siguiente continuó la misma indiferencia respecto al mar, la misma satisfacción entre los pasajeros; pero, a mediodía, el viento refrescó. Las olas de alta mar nos embistieron al sesgo, el Great-Eastern empezó a dar bandazos, y todos los pasajeros, así hombres como mujeres, se encerraron en sus camarotes. A las cuatro de la tarde el viento era tempestuoso: los muebles empezaron a danzar y un servidor de usted hizo añicos con una cabezada uno de los espejos del salón. La vajilla se hizo pedazos también. ¡Qué estrépito tan infernal!
Una ciudad flotante, de Jules Verne
Última edición por Gretogarbo el 22 May 2021 10:33, editado 3 veces en total.
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Re: Calendario: El día de hoy en un libro

Mensaje por Gretogarbo »

Cuando el padre volvió del trabajo el 11 de diciembre, la madre y Joakim estaban esperándolo en la entrada.
El misterio de Navidad, de Jostein Gaarder
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El 11 de diciembre lo embarcaron en el tren de Marsella bajo una fuerte tormenta de nieve, y sólo cuando volvieron a casa encontraron una carta de despedida en la mesa de noche de los niños. Allí mismo dejó su anillo de bodas para Bárbara, junto con el de la esposa muerta, que nunca trató de vender, y el reloj de leontina para Lázaro. Como era domingo, algunos vecinos caribes que descubrieron el secreto habían acudido a la estación de Corvanin con un conjunto de arpas de Veracruz. El presidente estaba sin aliento, con el abrigo de perdulario y una larga bufanda de colores que había sido de Lázara, pero aún así permaneció en el pescante del último vagón despidiéndose con el sombrero bajo el azote del vendaval. El tren empezaba a acelerar cuando Homero cayó en la cuenta de que se había quedado con el bastón. Corrió hasta el extremo del andén y lo lanzó con bastante fuerza para que el presidente lo atrapara en el aire, pero cayó entre las ruedas y quedó destrozado. Fue un instante de terror. Lo último que vio Lázara fue la mano trémula estirada para atrapar el bastón que nunca alcanzó, y el guardián del tren que logró agarrar por la bufanda al anciano cubierto de nieve, y lo salvó en el vacío. Lázara corrió despavorida al encuentro del marido tratando de reír detrás de las lágrimas.
— Dios mío —le gritó—, ese hombre no se muere con nada.

Buen viaje, señor presidente, de Doce cuentos peregrinos, de Gabriel García Márquez
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La encontraron once días después, el 14 de diciembre, en el hotel Hydropathic de Harrogate, un balneario muy decente. Fue a la hora de cenar; cuando Agatha bajó de la habitación para ir al comedor, Archie, avisado por la policía, se acercó a ella. La escritora le miró como quien no acaba de reconocer la cara del portero, pero le permitió graciosamente que le acompañara hasta la mesa. Había perdido por completo la memoria (había huido, se había fugado de sí misma); llevaba diez días instalada en ese hotel, tomando los baños, jugando a las cartas con los otros huéspedes y comentando con ellos el extraño caso de la escritora desaparecida. Se había registrado con el nombre patético de Theresa Neele (el mismo apellido de su rival golfista) y el día 11 de diciembre, preocupada al ver que no recibía ninguna correspondencia, insertó un anuncio en el diario The Times: "Amigos y parientes de Theresa Neele, pónganse en contacto con ella. Hydropathic Hotel, Harrogate". Naturalmente, no recibió ninguna respuesta.
Historias de mujeres, de Rosa Montero
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París Diciembre de 1792
Estaban a 11 de diciembre. El acontecimiento era el juicio de Luis XVI, rey de Francia. El cargo era traición.

El ocho, de Katherine Neville
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Acompañado de su séquito —el conde Tolstói, el príncipe Volkonsky, Arakcheiev y otros—, el emperador salió de San Petersburgo el día 7 de diciembre y llegó a Vilna el 11, deteniéndose en su trineo de viaje ante las puertas del castillo. A pesar de la fuerte helada que reinaba, un centenar de generales y oficiales de los Estados Mayores esperaban en uniforme de parada al pie del castillo, así como una guardia de honor del regimiento de Semionovsky.
Guerra y paz, de Lev N. Tolstói (traducción de los herederos de Irene y Laura Andresco)
Última edición por Gretogarbo el 22 May 2021 10:34, editado 4 veces en total.
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Re: Calendario: El día de hoy en un libro

Mensaje por Gretogarbo »

Al cabo de poco más de un mes, el 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe, que aquel año cuadró en miércoles, y después de haber cumplido con todos los requisitos de la ley de la Iglesia, Lola y yo nos casamos.
La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela
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Juviles, las Alpujarras, reino de Granada
Domingo, 12 de diciembre de 1568
El tañido de la campana que llamaba a la misa mayor de las diez de la mañana quebró la gélida atmósfera que envolvía a aquel pequeño pueblo, situado en una de las muchas estribaciones de Sierra Nevada; sus ecos metálicos se perdían barranco abajo, como si quisieran estrellarse contra las faldas de la Contravisa, la cadena montañosa que, por el sur, encierra el fértil valle recorrido por los ríos Guadalfeo, Adra y Andarax, todos ellos regados por infinidad de afluentes que descienden de las cumbres nevadas.

La mano de Fátima, de Ildefonso Falcones
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12 de diciembre de 1941
Entramos en guerra
Grady Kilgore se ha hecho cargo de la Comisión de Reclutamiento en Whistle Stop, y dice que todos los jóvenes vayan a alistarse.

Tomates verdes fritos en el Café de Whistle Stop, de Fannie Flagg
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Se le acusa de bandidaje y terrorismo, de modo que el 12 de diciembre de 1960 debe sufrir su primer consejo de guerra en Tarragona por los delitos cometidos en toda la demarcación. Su defensor de oficio es Manuel López González.
Donde nadie te encuentre, de Alicia Giménez Bartlett
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12 diciembre 1952
A "sus amigos del 84 de Charing Cross Road":
La
Antología del aficionado a los libros salió del embalaje con su encuadernación de piel con estampaciones en oro y sus cantos dorados: es, sin lugar a dudas, el libro más hermoso que poseo, incluída mi primera edición de Newman. Parece tan nuevo y tan flamante como si nadie lo hubiera ojeado nunca, pero alguien lo ha leído: se abre espontáneamente por sus pasajes más bellos, y el fantasma de su anterior propietario me señala párrafos que jamás he leído antes. Como la descripción que hace Tristram Shandy de la notable biblioteca de su padre, que "contenía todos los libros y tratados escritos sobre el tema de las grandes narices". (¡Frank! ¡Consígueme un Tristram Shandy!)
84, Charing Cross Road, de Helene Hanff
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En septiembre de 1984 Billy Swann no acudió a cierto festival de Italia porque lo habían ingresado en una clínica francesa. Dos meses después, otra revista desmentía que hubiera muerto, aduciendo como prueba su inmediata participación en un concierto organizado en Lisboa. No estaba previsto que Santiago Biralbo tocara con él. No lo hizo: el pianista que acompañó a Billy Swann la noche del 12 de diciembre, en un teatro de Lisboa, era, según los periódicos, un músico de origen irlandés o italiano que se llamaba Giacomo Dolphin.
El invierno en Lisboa, de Antonio Muñoz Molina
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Módena, Italia
12 de diciembre
Andráska:
Considero un honor que se me pida acompañar a la futura señora de Ben Yakov a París. me alegro de poder ser útil a un amigo tuyo. No obstante, ¡me dan pena lo padres de la muchacha! ¿Qué pensarán cuando descubran que se ha ido?

El puente invisible, de Julie Norringer (traducción de Esther Roig)
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Martes 12 de diciembre de 1989.
El martes, Jarnebring y Holt acabaron el meticuloso registro de la vivienda de Eriksson. El resultado rozaba la línea del vacío total de contenido. En el escritorio del despacho habían encontrado una agenda de teléfonos en la que todavía estaba el número de su anciana madre, a pesar de llevar muerta varios años.

Otro tiempo, otra vida, de Trilogía del declive del estado de bienestar II, de Leif G. W. Persson (traducción de Mayte Giménez, Frida Sánchez y Pontus Sánchez)
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El caso del bergantín Polly, de Boston, se presenta aquí de manera tan propicia, y su destino fue tan similar, bajo otras circunstancias, al corrido por nosotros, que no me resisto al deseo de mencionarlo. Este barco de 130 toneladas, al mando del capitán Casneau, zarpó de Boston el 12 de diciembre de 1811 con un cargamento de municiones y víveres destinados a Santa Croix. Sin contar al capitán había ocho personas a bordo: el piloto, cuatro marineros, el cocinero, un tal Mr. Hunt y una negra de su propiedad.
(...)
La primera intención del capitán Guy había sido, después de satisfacer su curiosidad respecto a las Auroras, avanzar por el estrecho de Magallanes y subir a lo largo de la costa occidental de Patagonia: pero una información recibida en Tristán de Cunha le indujo a dirigirse hacia el sur, con la esperanza de arribar a alguno de los islotes que decían se hallaban alrededor del paralelo 60 de latitud sur y a 45º 20' de longitud oeste. En el caso de que no descubriese estas tierras, se proponía, si la estación era favorable, avanzar hacia el polo. Por consiguiente, el 12 de diciembre nos hicimos a la mar en aquella dirección.
Las aventuras de Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe
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12 de diciembre
Anoche me despertó repentinamente un ruido, tardé un poco en darme cuenta de que se trataba del teléfono. Cuando me levanté ya había sonado muchas veces y dejó de sonar justo cuando llegué hasta él. Levanté el auricular de todas maneras y con voz insegura y adormilada, dije "dígame" dos o tres veces. En vez de regresar a la cama me senté en la butaca cercana.

Donde el corazón te lleve, de Susanna Tamaro
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La fecha del día siguiente era el 12 de diciembre. Desde el 12 a las siete de la mañana, hasta el 21 a las ocho y cuarenta y cinco minutos de la noche, quedaban nueve días, trece horas y cuarenta y cinco minutos. Si Phileas Fogg hubiera salido la víspera con el China, uno de los mejores andadores de la línea Cunard, habría llegado a Liverpool y luego a Londres en el tiempo estipulado.
La vuelta al mundo en ochenta días, de Jules Verne
Última edición por Gretogarbo el 22 May 2021 10:45, editado 2 veces en total.
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Re: Calendario: El día de hoy en un libro

Mensaje por Gretogarbo »

— Es muy sencillo. Verás, según todos los martirologios cristianos que dan cuenta del suplicio de la santa, Lucía jamás se arrancó los ojos, ni los perdió en modo alguno. En realidad, lo que dicen es que las autoridades romanas al servicio del emperador Diocleciano intentaron violarla y quemarla viva, pero que, por intercesión divina, no lo consiguieron, así que tuvieron que clavarle una espada en la garganta que acabó con su vida. Era el 13 de diciembre del año 300. Pero de los ojos, nada de nada. ¿Por qué, pues, es la patrona de la vista? ¿No será que estamos hablando de otro tipo de visión, una visión que no es la del cuerpo, sino la de la iluminación que permite acceder a un conocimiento superior? De hecho, en el lenguaje simbólico, la ceguera significa ignorancia, mientras que la visión es equivalente al saber.
(...)
Nuestro vehículo acababa de entrar a buena velocidad en la autopista 19. La luz del sol empezaba a declinar.
— Unas notables catacumbas del siglo III, apenas examinadas en algunos de sus tramos principales. Se sabe, eso sí, que fueron ampliadas y modificadas, curiosamente, durante el período bizantino, cuando ya no había persecuciones y la religión cristiana era la fe del Imperio. Por desgracia, sólo están abiertas al público durante las fiestas de Santa Lucía, del 13 al 20 de diciembre, y no totalmente. Quedan varios pisos por explorar y muchísimas galerías.

(...)
— ¿Mucho suponer...? Vale, pues oye esto: la fiesta de Santa Lucía se celebra el supuesto día de su muerte, el 13 de diciembre, como ya te he dicho.
— Ya lo sé, es el santo de mi hermana.
— Bien, pero lo que quizá no sabes es que, antes del ajuste de diez días que introdujo el calendario gregoriano en 1582, su fiesta se celebraba el 21 de diciembre, día del solsticio de invierno, y, desde la antigüedad más remota, el solsticio de invierno era la fecha en la que se conmemoraba la victoria de la luz sobre las tinieblas, porque, a partir de ese momento, los días se iban haciendo cada vez más largos.

El último Catón, de Matilde Asensi
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13 de diciembre de 1930
Idgie y Ruth salieron del café y fueron a la otra casa a ver a mamá Threadgoode, que estaba enferma. Sipsey había bajado para quedarse con el niño, como hacia a menudo. Aquella noche, había bajado con Artis, uno de los gemelos, al que le azuleaban las encías, y que tenía entonces once años; así podría luego acompañarla a casa. Era un diablillo, pero tenía debilidad por él.

(...)
7 de enero de 1931
Conciudadano dado por muerto
La búsqueda de Frank Bennett, de 38 años, residente durante toda su vida en Valdosta, desaparecido de su domicilio desde primeras horas de la mañana del 13 de diciembre del pasado año, ha sido dada oficialmente por concluida. La intensa búsqueda, dirigida por los agentes Curtis Smoote y Wendell Riggins, condujo a averiguaciones sobre el paradero de Bennett en estados tan apartados como Tennessee y Alabama. Sin embargo, ni Bennett ni el vehículo que conducía al desaparecer han sido localizados.

Tomates verdes fritos en el Café de Whistle Stop, de Fannie Flagg
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Domingo, 13 de diciembre de 1942
Querida Kitty:
Estoy cómodamente instalada en la oficina principal, mirando por la ventana a través de la rendija del cortinaje. Estoy en la penumbra, pero aún hay suficiente luz para escribirte.

Diario, de Ana Frank
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Cuando Joakim se despertó la mañana del 13 de diciembre, sus padres ya estaban en su habitación. Joakim sentía tanta curiosidad como ellos por ver lo que había en el calendario de Navidad.
El misterio de Navidad, de Jostein Gaarder
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A los cuatro meses de haber llegado a Ginebra, le dieron el alta. Homero, administrador meticuloso de sus fondos exiguos, pagó las cuentas del hospital y se lo llevó en su ambulancia con otros empleados que ayudaron a subirlo al octavo piso. Se instaló en la alcoba de los niños, a quienes nunca acabó de reconocer, y poco a poco volvió a la realidad. Se empeñó en los ejercicios de rehabilitación con un rigor militar, y volvió a caminar con su solo bastón. Pero aun vestido con la buena ropa de antaño estaba muy lejos de ser el mismo, tanto por su aspecto como por el modo de ser. Temeroso del invierno que se anunciaba muy severo, y que en realidad fue el más crudo de lo que iba de siglo, decidió regresar en un barco que zarpaba de Marsella el 13 de diciembre, contra el criterio de los médicos que querían vigilarlo un poco más. A última hora el dinero no alcanzó para tanto, y Lázara quiso completarlo a escondidas de su marido con un rasguño más en los ahorros de los hijos, pero también allí encontró menos de lo que suponía. Entonces Homero le confesó que lo había cogido a escondidas de ella para completar la cuenta del hospital.
Buen viaje, señor presidente, de Doce cuentos peregrinos, de Gabriel García Márquez
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13 diciembre 1955
Querida Helene:
Me siento muy avergonzado por no haberte escrito antes, pero puedes culpar de ello a una gripe que me ha tenido apartado de la tienda un par de semanas y a la gran cantidad de trabajo con que me he encontrado al volver.

84, Charing Cross Road, de Helene Hanff
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El caso pasó al jurado el 13 de diciembre de 1982. Y allí había una fotografía sorprendente del Rocky Mountain News, una fotografía de Annie tranquilamente sentada en su celda, leyendo La busca de Misery. "¿MISERABLE? -se preguntaba al pie de la fotografía-: LA DAMA DRAGÓN, NO. Annie lee, con toda serenidad, mientras espera el veredicto."
Misery, de Stephen King
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Para él, los estudiantes eran unos domésticos animales de lujo que con sus manifestaciones demostraban ser unos perfectos imbéciles y unos desagradecidos; a los follones que organizaban en la calle, aunque él presentía que podían tener motivaciones políticas, nunca les había concedido más valor —y desde luego mucha menos importancia— que a las gamberradas que hacían con las modistillas el día de Santa Lucía.
Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé
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Miércoles 13 de diciembre de 1989.
En la unidad de violencia habían celebrado Santa Lucía siguiendo la antigua tradición y el resto del día —la misma antigua tradición— no habían despachado gran cosa. A excepción de Gunsan, que había estado laboriosamente activa delante de su ordenador y del de la autoridad policial, la mayoría parecía haber buscado privacidad en sus despachos.

Otro tiempo, otra vida, de Trilogía del declive del estado de bienestar II, de Leif G. W. Persson (traducción de Mayte Giménez, Frida Sánchez y Pontus Sánchez)
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A principios de 1949 creí que todo había acabado para mi. Todo lo que podía salir mal había salido peor. O eso creía yo. Al amanecer del 13 de diciembre de 1949, casi un año después del incendio donde murieron Kolvenik y su esposa, los cuerpos despedazados de dos inspectores de mi antigua unidad fueron hallados a las puertas del viejo almacén de la Velo-Granell, en el Borne. Se supo que habían acudido allí investigando un informe anónimo que les había llegado sobre el caso de la Velo-Granell. Una trampa. La muerte que encontraron no se la desearía ni a mi peor enemigo. Ni las ruedas de un tren hacen con un cuerpo lo que yo vi en el depósito del forense...
Marina, de Carlos Ruiz Zafón
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"No me equivoco, ¿verdad? Usted y el teniente Dartry solicitaron un certificado de matrimonio. Concertaron cita para casarse en el juzgado de Chelsea el 13 de diciembre de 1942, a las 11 de la mañana. Reservaron mesa para el almuerzo en el Ritz, sólo que usted no se presentó en ninguno de los actos. Es totalmente obvio que usted dejó al teniente Dartry plantado en el altar —pobre hombre— y lo mandó solo y humillado de vuelta en barco, a llevarse su corazón roto a Birmania, donde le mataron tan sólo tres meses después."
La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey, de Mary Ann Shaffer & Annie Barrows
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La noche del 13 de diciembre, día de Santa Lucía, conoció en una gabarra amarrada en Söder Mälarstrand a una chica que le prometió que la tarde siguiente le pondría en contacto con Sune Björk, el individuo que durante varias semanas había compartido su casa con Göransson.
El policía que ríe, de Maj Sjöwall y Per Wahlöo (traducción de Martin Lexell y Manuel Abell)
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He precisado la ayuda de muchísimos elfos rojos. Son simpáticos y divertidos; pero aunque son rápidos, no avanzan con el trabajo. Convierten todo en un juego, incluso quitar nieve. Y juegan con los regalos que tienen que envolver. O. P., no sé si os acordáis de él, no regresó hasta el viernes 13 de diciembre, así que ¡resultó ser un día de buena suerte!
Cartas de Papá Noel, de J. R. R. Tolkien (traducción de Ana Mata Buil)
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Al día siguiente, 13 de diciembre, a mediodía, subió un hombre al puentecillo para tomar el punto. ¡Pudiera creerse que era el capitán Speedy! Nada de eso. Era Phileas Fogg.
La vuelta al mundo en ochenta días, de Jules Verne
Última edición por Gretogarbo el 22 May 2021 10:52, editado 5 veces en total.
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Re: Calendario: El día de hoy en un libro

Mensaje por Gretogarbo »

La encontraron once días después, el 14 de diciembre, en el hotel Hydropathic de Harrogate, un balneario muy decente. Fue a la hora de cenar; cuando Agatha bajó de la habitación para ir al comedor, Archie, avisado por la policía, se acercó a ella. La escritora le miró como quien no acaba de reconocer la cara del portero, pero le permitió graciosamente que le acompañara hasta la mesa. Había perdido por completo la memoria (había huido, se había fugado de sí misma); llevaba diez días instalada en ese hotel, tomando los baños, jugando a las cartas con los otros huéspedes y comentando con ellos el extraño caso de la escritora desaparecida. Se había registrado con el nombre patético de Theresa Neele (el mismo apellido de su rival golfista) y el día 11 de diciembre, preocupada al ver que no recibía ninguna correspondencia, insertó un anuncio en el diario The Times: "Amigos y parientes de Theresa Neele, pónganse en contacto con ella. Hydropathic Hotel, Harrogate". Naturalmente, no recibió ninguna respuesta.
Historias de mujeres, de Rosa Montero
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Jueves 14 de diciembre de 1989.
En la última reunión del grupo de investigación antes del fin de semana, las discrepancias habían surgido en pleno día.

Otro tiempo, otra vida, de Trilogía del declive del estado de bienestar II, de Leif Gw Persson (traducción de Mayte Giménez, Frida Sánchez y Pontus Sánchez)
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El 14 de diciembre por la noche, Shaheed Dar y el buda rodearon la periferia de la sitiada ciudad de Dacca; pero la nariz del buda (no lo habréis olvidado) era capaz de olfatear más que la mayoría. Siguiendo su nariz, que podía oler la seguridad y el peligro, encontraron un camino a través de las líneas indias, y penetraron en la ciudad protegidos por la noche.
Hijos de la medianoche, de Salman Rushdie
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El Pereire, de la Compañía trasatlántica francesa, cuyos admirables buques igualan en velocidad y sobrepujan en comodidades a los de las demás líneas sin excepción, no partía hasta tres días después, el 14 de diciembre, y además no iba directamente a Liverpool o Londres, sino a El Havre, y lo mismo sucedía con los de la Compañía Hamburguesa; así es que la travesía suplementaria de El Havre a Southampton hubiera anulado los últimos esfuerzos de Phileas Fogg.
La vuelta al mundo en ochenta días, de Jules Verne
Última edición por Gretogarbo el 22 May 2021 10:55, editado 3 veces en total.
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Re: Calendario: El día de hoy en un libro

Mensaje por Gretogarbo »

Llegó el 15 de diciembre. Eran las nueve de la mañana. Bessie había salido a desayunar. Eliza estaba poniéndose un abrigo y un sombrero para ir a un gallinero de que ella misma cuidaba, ocupación que le agradaba tanto como vender los huevos al mayordomo y acumular el importe de sus transacciones. Tenía marcada inclinación al ahorro, y no sólo "vendía" huevos y pollos, sino que también entablaba activos tratos con el jardinero, quien, por orden de Mrs. Reed, compraba a su hija todos los productos que ésta cultivaba en un cuadro del jardín reservado para ella: semillas y retoños de plantas y flores.
Jane Eyre, de Charlotte Brontë
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Llegó el día quince de diciembre. Eran aproximadamente las nueve de la mañana, Bessie había bajado a preparar el desayuno y a mis primos aún no los había avisado nadie. Eliza se estaba poniendo el sombrero y un abrigo grueso para salir a echar comida a las gallinas, cosa que le gustaba mucho. Y todavía le gustaba más vender los huevos al ama de llaves e ir acumulando el dinero que ganaba por ese procedimiento. Tenía madera de comerciante y una marcada tendencia al ahorro, que quedaba de manifiesto no sólo en la ganancia de los huevos sino también en los tratos y regateos que llevaba a cabo con el jardinero, cuando le vendía semillas y esquejes de plantas. Aquel hombre, siguiendo órdenes de la señora Reed, se veía obligado a comprar todo lo que le ofrecía Eliza, y ella hubiera sido capaz de vender su propio pelo si se lo pagaban bien. Al principio guardaba aquellas ganancias envueltas en un trapo viejo o en papel de bigudíes, pero como quiera que una criada descubriese alguno de sus escondrijos, Eliza, temerosa de perder su preciado tesoro, consintió en prestárselo a su madre, al interés abusivo de un cincuenta o sesenta por ciento. Aquellos intereses los recogía puntualmente cada trimestre, y las cuentas las apuntaba con obsesivo rigor en una pequeña agenda.
Jane Eyre, de Charlotte Brontë (traducción de Carmen Martín Gaite)
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Murió poco después de aquella jornada engañosa, el 15 de diciembre de 1995, cuando el Opel Omega en que viajaba a Barcelona para dar una conferencia patinó sobre el hielo al tomar una curva y se salió de la calzada. Con él desapareció el político más fiel que tuvo a su lado Adolfo Suárez, el último militar español que ocupó un escaño en el Congreso, el último espadón de la historia de España. Quienes lo frecuentaron en sus años finales recuerdan a un hombre humilde, disminuido, silencioso y un poco ausente, que jamás hacia declaraciones a la prensa, que jamás hablaba de política, que jamás mencionó el 23 de febrero.
(...)
Pocos días después, sin concederse ni un instante de tregua ni permitir que sus adversarios salieran del estupor convocó un referéndum sobre la ley recién aprobada, se celebró el 15 de diciembre y lo ganó casi un 80 por ciento de participación y casi un 95 por ciento de votos afirmativos.
Anatomía de un instante, de Javier Cercas
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Santa Maria Zobenigo, Venecia 15 de diciembre de 1816
Jonathan Strange al reverendo Henry Woodhope
Querido Henry:
Siento decirte que ahora tengo más motivos de inquietud que los mencionados en mi última carta. He hecho todo cuanto se me ha ocurrido para romper los barrotes de su negra prisión, y he fracasado. No conozco hechizo alguno que pueda abrir ni la menor fisura en magia tan antigua. Que yo sepa, no existe tal conjuro en todo el canon inglés. Los relatos de magos que han liberado a cautivos de Tierra de Duendes son escasos y se dan muy de tarde en tarde. No recuerdo ni uno solo.

Jonathan Strange y el señor Norrell, de Susanna Clarke
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15 de diciembre de 1985
Evelyn Couch había llegado a la Residencia Rose Terrace con su marido Ed, que iba a visitar a su madre Big Momma, a la que habían ingresado hacía poco y a regañadientes. Evelyn acababa de darles esquinazo a ambos y había ido al salón de las visitas de la parte trasera para poder chupar su piruleta en paz. Pero, nada más sentarse, la anciana que estaba sentada a su lado empezó a hablar...

(...)
15 de diciembre de 1985
Una hora después Mrs. Threadgoode seguía hablando. Evelyn Couch ya había dado cuenta de tres tabletas de chocolate con leche y estaba desenvolviendo su segundo emparedado, preguntándose cuándo se callaría de una vez la anciana.

(...)
15 de diciembre de 1930
Ciudadano desaparecido
Frank Bennett, de 38 años, residente durante toda su vida en Valdosta, ha sido dado por desaparecido, según informa hoy su hermano menor, Gerald, después de que Jake Box, uno de los peones de Frank, le informase de que no había regresado tras salir de caza.

Tomates verdes fritos en el Café de Whistle Stop, de Fannie Flagg
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Cuando el testamento del viejo Simon se dio por auténtico, Daniel heredó la casa el diez de diciembre. El día quince de diciembre, la propiedad de la casa se transfirió a cinco nombres: Raphael Hyland, Alexandra Madison, Justin Mannering, Daniel March y Abigail Stone. Feliz Navidad.
(...)
— Bien. La teoría del detective Kennedy es la siguiente. Durante la tarde del 15 de diciembre de 1985, Frank Mackey y Rose Daly planean encontrarse al final de la calle de Faithful Place y fugarse juntos. La fuga llega a oídos del hermano de Mackey, Kevin...
(...)
— De acuerdo —contesté—. Era una noche de domingo a lunes, del 15 al 16 de diciembre de 1985. A las doce menos veinte aproximadamente salí de mi casa, en el número ocho de Faithful Place, y me dirigí al final de la calle, donde me había citado con Rose Daly en torno a medianoche, cuando nuestras familias se hubieran ido a dormir y halláramos la ocasión de escaparnos de casa sin que nos vieran.
En piel ajena, de Tana French (traducción de Gemma Deza)
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Cuando Joakim se despertó el quince de diciembre sólo quedaban diez ventanitas por abrir. Ni siquiera le dio tiempo a incorporarse en la cama antes de que sus padres entraran en la habitación.
— Manos a la obra —dijo el padre.

El misterio de Navidad, de Jostein Gaarder
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— Por el modo de trabajar del taller mecánico de la universidad, supongo que nos la mandarán hacia el quince de diciembre, con un lazo navideño. —Miró a la estudiante—. Tienes medio grado de temperatura —dijo—. Toma dos aspirinas y procura no acercarte a los bares ni a los callejones oscuros.
Cementerio de animales, de Stephen King
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15 de diciembre de 1057
Señor:
No me conocéis, pero yo os conozco bien. Lo que os voy a relatar es la pura verdad y en estas líneas encontraréis las garantías de que lo que os reitero es cierto como cierto es que el sol sale todos los días. Cabría que imaginarais que la que esto suscribe anida en su corazón afanes de venganza, lo que es totalmente injusto, ya que, estando próxima mi última hora, lo único que pretendo es poner mi alma en paz con Dios.

Te daré la tierra, de Chufo Lloréns
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En la galería: 15 de diciembre, 1997.
— "V.V.V.V.V."
— Evey Evey Evey Evey Evey.

V de Vendetta, de Alan Moore & David Lloyd
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Su único consuelo era que él terminaría el servicio militar el 15 de diciembre, dos semanas antes de que ella saliera de cuentas. Sabía que era una locura cifrar todas sus esperanzas en esa fecha de puesta en libertad, cuando el Munkaszolgálat mostraba tan poco respeto por las promesas que había hecho a los reclutas.
El puente invisible, de Julie Orringer (traducción de Esther Roig)
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Los tripulantes permanecieron en esta situación —sin fuego y con escasas provisiones— durante ciento noventa y un días (del 15 de diciembre al 20 de junio). El capitán Casneau y Samuel Badger, únicos sobrevivientes, fueron recogidos por el Fame, procedente de Hull, capitán Featherstone, y de viaje de retorno a Río de Janeiro.
Las aventuras de Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe
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El 15 de diciembre de 1971, en la capital del Estado recientemente liberado de Bengala, el Tigre Niazi se rindió a su viejo compinche Sam Manekshaw; mientras yo, a mi vez, me rendía a los abrazos de una chica de ojos como platos, una cola de caballo como una soga negra y brillante, y unos labios que no habían tenido tiempo de adquirir lo que se convertiría en su característico morrito.
(...)
El 15 de diciembre de 1971, el Tigre Niazi se rindió a Sam Manekshaw; el Tigre y noventa y tres mil soldados pakistaníes se convirtieron en prisioneros de guerra.
Hijos de la medianoche, de Salman Rushdie
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"15 de diciembre de 1901. Nacimiento: Frances Nolan."
Un árbol crece en Brooklyn, de Betty Smith
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El 15 de diciembre dejábamos al este el seductor archipiélago de la Sociedad y la graciosa isla de Tahití, reina del Pacífico. Divisé por la mañana, a algunas millas a sotavento, las elevadas cimas de esa isla. sus aguas dieron para la mesa de a bordo excelentes peces, como caballas, bonitos, albicoros, y una variedad de serpientes de mar llamadas munerofis.
Veinte mil leguas de viaje submarino, de Jules Verne
Última edición por Gretogarbo el 22 May 2021 11:11, editado 7 veces en total.
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Re: Calendario: El día de hoy en un libro

Mensaje por Gretogarbo »

Esto era lo que explicaba el texto, tal y como había salido de las manos del impresor. Pero sir Walter lo modificó añadiendo, para su conocimiento y el de su familia, después de la fecha del nacimiento de Mary, las palabras siguientes: " El 16 de diciembre de 1810 contrajo matrimonio con Charles Musgrove, señor de Upercross, en el condado de Somerset", y anotó con toda exactitud el día del mes en que perdió a su esposa.
Persuasión, de Jane Austen
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— De acuerdo —contesté—. Era una noche de domingo a lunes, del 15 al 16 de diciembre de 1985. A las doce menos veinte aproximadamente salí de mi casa, en el número ocho de Faithful Place, y me dirigí al final de la calle, donde me había citado con Rose Daly en torno a medianoche, cuando nuestras familias se hubieran ido a dormir y halláramos la ocasión de escaparnos de casa sin que nos vieran.
(...)
“Dun Laoghaire — Holyhead, salida: 06.30 am, domingo 16 de diciembre, se recomienda llegar al menos con 30 minutos de antelación a la hora de partida.”
En piel ajena, de Tana French (traducción de Gemma Deza)
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La mañana del día dieciséis de diciembre los padres de Joakim entraron temprano en su habitación para despertarle. Joakim se restregó los ojos y se apresuró a buscar la ventanita con el número 16. El trozo de papel doblado cayó sobre la cama, y el padre lo recogió rápidamente. Apareció la imagen de un viejo castillo.
— Lo leeré yo —dijo la madre—. Hoy me toca a mí.
Y se acomodaron en la cama.

El misterio de Navidad, de Jostein Gaarder
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Nacido el 16 de diciembre de 1895, en Berlín. Sirvió en la división de transportes del ejército alemán, 1914-1918. Profesión: mudanzas de muebles. Se afilió al NSDAP y la SA el 1 de marzo de 1933. Miembro del Concejo Municipal de Berlín por el distrito de Dahlem. Ingresó en Asuntos Exteriores, 1936. Jefe de Abteilung Deutschland, la “División Alemana”, de Asuntos Exteriores, hasta su jubilación en 1955. Ascendido a subsecretario de Estado en julio de 1941.
Patria, de Richard Harris (traducción de Rafael Marín Trechera)
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La bronquitis de la familia había empezado a remitir cuando, el 16 de diciembre, el colegio de Ellie empezó las vacaciones y los cuatro se dispusieron a celebrar una Navidad alegre y rural, a la antigua usanza. La casa de North Ludlow que tan extraña les pareciera aquel día de agosto en que tomaron posesión (extraña e incluso hostil, cuando Ellie se hizo daño en la rodilla y una abeja picó a Gage casi al mismo tiempo) nunca estuvo tan hogareña y acogedora.
Cementerio de animales, de Stephen King
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Y luego, el 16 de diciembre, titulares a toda plana. "La DamaA Dragón, inocente." En el artículo, un jurado que pedía no ser identificado, manifestaba: "Tenemos grandes dudas razonables sobre su culpabilidad. Esperamos que vuelvan a juzgarla por otro de los cargos. Tal vez el fiscal podría preparar una acusación mejor en algunos de ellos".
Misery, de Stephen King
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16 de diciembre de 2005, 16.30
Cabel y Janie esperan sentados en la oficina de la comisario.
La comisario entra.
Cierra la puerta.
Se sienta tras su escritorio y toma un sorbo de café.

Sueña, de Lisa McMann
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El 16 de diciembre de 1971, salí dando tumbos de un cesto para caer en una India en la que el Nuevo Partido del Congreso de la señora Ghandi contaba con una mayoría de más de dos tercios en la Asamblea Nacional.
Hijos de la medianoche, de Salman Rushdie
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16 de diciembre
Anoche nevó; apenas me desperté vi todo el jardín blanco. Buck corría como un loco por el prado, saltaba, ladraba, cogía con la boca una rama y la lanzaba por los aires. Más tarde vino a visitarme la señora Razman; tomamos un café y me invitó a que pasáramos juntas la Nochebuena. "¿Qué es lo que hace todo el día?", me preguntó antes de marcharse. "Nada —contesté—. Miro un poco la televisión, pienso un rato."

Donde el corazón te lleve, de Susanna Tamaro
Última edición por Gretogarbo el 27 Sep 2022 13:23, editado 4 veces en total.
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Re: Calendario: El día de hoy en un libro

Mensaje por Gretogarbo »

El 17 de diciembre Joakim se despertó el primero. Incluso le dio tiempo a abrir el calendario mágico antes de que sus padres se levantaran. Se encontró con una imagen de la procesión de peregrinos al completo bajando por una empinada ladera.
El misterio de Navidad, de Jostein Gaarder
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Examinó el aposento con la clarividencia de sus vísperas, y por primera vez vio la verdad: la última cama prestada, el tocador de lástima cuyo turbio espejo de paciencia no lo volvería a repetir, el aguamanil de porcelana descarchada con el agua y la toalla y el jabón para otras manos, la prisa sin corazón del reloj octogonal desbocado hacia la cita ineluctable del 17 de diciembre a la una y siete minutos de su tarde final. Entonces cruzó los brazos contra el pecho y empezó a oír las voces radiantes de los esclavos cantando la salve de las seis en los trapiches, y vio por la ventana el diamante de Venus en el cielo que se iba para siempre, las nieves eternas, la enredadera nueva cuyas campánulas amarillas no vería florecer el sábado siguiente en la casa cerrada por el duelo, los últimos fulgores de la vida que nunca más, por los siglos de los siglos, volvería a repetirse.
El general en su laberinto, de Gabriel García Márquez
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17-12-52
Querida Helene:
Siento muchísimo haber dejado pasar tanto tiempo sin escribirte ni una línea. Espero que no te hayas tomado demasiado a pecho la derrota de Adlai. Tal vez tenga mejor suerte la próxima vez.

84, Charing Cross Road, de Helene Hanff
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Viernes, 17 de diciembre
Nils Erik Bjurman, abogado, de cincuenta y cinco años de edad, dejó la taza de café y, sin fijarse en nadie en concreto, dirigió la mirada hacia el continuo río de gente que pasaba ante los ventanales del Café Hedon de Stureplan.
Pensó en Lisbeth Salander. Pensaba a menudo en Lisbeth Salander.

La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, de Stieg Larsson
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El 17 de diciembre de 1945 publicaste un artículo en La Nación que ha sido interpretado como una apología indirecta de la huelga posterior y se rumorea que eres José Galindo, el firmante de artículos contra Trujillo que se están publicando en el extranjero.
Galíndez, de Manuel Vázquez Montalbán
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Ya es tiempo de decir el cambio de opinión que se había verificado en el Reino Unido cuando se supo la prisión del verdadero ladrón del Banco -un tal James Strand-, que había sido el 17 de diciembre en Edimburgo.
La vuelta al mundo en ochenta días, de Jules Verne
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17 de diciembre
Recordaba perfectamente la fecha porque fue justo una semana antes de Navidad.
Como era habitual, la pesadilla de cada noche interrumpió su sueño y Hans Hubermann la despertó. La tenía agarrada por el pijama sudado.

La ladrona de libros, de Markus Zusak
Última edición por Gretogarbo el 27 Sep 2022 12:56, editado 3 veces en total.
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Re: Calendario: El día de hoy en un libro

Mensaje por Gretogarbo »

La familia Johnson acababa de mudarse a aquella comunidad de San Francisco, una urbanización de clase y renta medias, situada en las colinas del norte de la urbe. La tarde del 18 de diciembre de 1959, la joven señora Johnson esperaba invitados: tres mujeres de la vecindad irían a tomar café y tarta, y quizá a jugar una partida de cartas.
A sangre fría, de Truman Capote
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Muy distinguido señor mío y de mi mayor consideración:
Recibo en estos momentos, y con evidente retraso, su atenta carta del 18 del anterior mes de diciembre, y las 359 cuartillas escritas a máquina conteniendo las memorias del desgraciado Duarte. Me lo remite todo ello don David Freire Angulo, actual capellán de la cárcel de Badajoz, y compañero de un servidor allá en los años moceriles del seminario, en Salamanca. Quiero apaciguar el clamor de mi conciencia estampando estas palabras no más abierto el sobre, para dejar para mañana, Dios mediante, la continuación, después de haber leído, siguiendo sus instrucciones y mi curiosidad, el fajo que me acompaña.

La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela
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18 de diciembre de 1930
Era una de esas gélidas tardes de Alabama, y los cochinillos estaban cociéndose en la enorme olla de hierro instalada en la parte trasera del café. La olla hervía a borbotones, rebosante de cochinillos, que no tardarían en impregnarse de la salsa especial que preparaba Big George para hacerlos después a la parrilla, en la barbacoa.

Tomates verdes fritos en el Café de Whistle Stop, de Fannie Flagg
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Cuando Joakim abrió la ventanita del calendario mágico de adviento correspondiente al 18 de diciembre, apareció una imagen de un palo con una brillante bola de oro en un extremo.
El misterio de Navidad, de Jostein Gaarder
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— Nosotros, en cambio, creemos que sí llegó a conocerlo. Este hombre, José Luis Ramos García, cruzó las líneas el 18 de diciembre de 1936 para desempeñar una serie de misiones en Madrid. La primera consistía en recogerla a usted, con el dinero que su hermano había reunido para financiar el Alzamiento Nacional, y ponerla a salvo en nuestra zona.
Inés y la alegría, de Almudena Grandes
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Viernes, 2 de diciembre - Domingo, 18 de diciembre
Annika Giannini había quedado con Lisbeth Salander en el bar de Södra Teatern a eso de las nueve de la noche. Lisbeth estaba a punto de terminar la segunda pinta de cerveza.

(...)
El 18 de diciembre era el último domingo antes de Navidad. Lisbeth se despertó a las seis y media de la mañana y constató que tenía que comprarle un regalo a Holger Palmgren. Pensó un instante si debería comprárselo a alguien más; tal vez a Anika Giannini. Se levantó sin ninguna prisa, se duchó y desayunó a base de café y tostadas con queso y mermelada de naranja.
La reina en el palacio de las corrientes de aire, de Stieg Larsson
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Lunes 18 de diciembre-viernes 22 de diciembre de 1989.
Para ser policía sueco, porque era la pauta con la que se tenía que medir, el inspector criminal Bo Jarnebring había participado en un gran número de casos a los que en argot de la policía se denominaban “investigación de asesinato”

Otro tiempo, otra vida, de Trilogía del declive del estado de bienestar II, de Leif Gw Persson (traducción de Mayte Giménez, Frida Sánchez y Pontus Sánchez)
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18 de diciembre
El equipo de descontaminación fregó el edificio con lejía hasta que saltó la pintura de los suelos y siguió fregando. Cuando estuvieron convencidos de haber repasado todas las superficies internas del edificio, comenzaron la etapa final del gas. El equipo de descontaminación selló las puertas que daban al exterior, las ventanas y los respiraderos del edificio con cinta de plata para conducciones. Cubrieron con cintas las planchas de plástico que había sobre las salidas del sistema de ventilación.

Zona caliente, de Richard Preston
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Después del blitz, la guerra prosigue sin tregua. El 18 de diciembre, Pasquale Galasso, homónimo de uno de los boss más poderosos de los años noventa, es liquidado detrás de la barra de un bar. El día 20 se cargan a Vincenzo Lorio en una pizzería. Y el 24 matan a Giuseppe Pezzella, de treinta y cuatro años.
Gomorra, de Roberto Saviano
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Kollberg leyó pacientemente hasta la última línea del informe. Le llevó exactamente una semana. La noche del martes 18 de diciembre de 1967 acabó la última página. Después miró a su mujer que llevaba ya varias horas dormida, con la cabeza oscura y desmelenada hundida en la almohada. Yacía boca abajo, con la rodilla derecha levantada y la colcha bajada hasta la cintura. Luego oyó los crujidos del diván del salón. Era Asa Torell, que se levantaba, salía a la cocina y bebía un vaso de agua. Todavía le resultaba difícil conciliar el sueño.
El policía que ríe, de Maj Sjöwall y Per Wahlöo (traducción de Martin Lexell y Manuel Abell)
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En una carta con fecha de dieciocho de diciembre de mil novecientos cuarenta y cinco usted le dice a su amigo, a este santo, que un tal Lendakari le propuesto ir a Nueva York, a trabajar con él. ¿Quién es Lendakari?
— Es el tratamiento político del jefe del gobierno vasco en el exilio. El nombre verdadero es Aguirre.

Galíndez, de Manuel Vázquez Montalbán
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Re: Calendario: El día de hoy en un libro

Mensaje por Gretogarbo »

El 19 de diciembre había una imagen de un Papá Noel en el calendario mágico. Tenía el pelo largo y blanco, y también su barba era blanca. Llevaba una capa y un sombrero puntiagudo rojos. Del cuello le colgaba sobre el pecho una gran cruz de plata con una piedra roja incrustada.
El misterio de Navidad, de Jostein Gaarder
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Salió del despacho sin hacer ruido y durante algunos días procuró hacerse invisible. Le salió tan bien que el 19 de diciembre, al mirar sus compromisos del día siguiente, Julio decidió recurrir a ella y no a su secretaria. Cuando empezó a trabajar allí, Angélica le había preguntado, muy extrañada, por qué en aquella oficina no había ni plantas, ni flores en ningún despacho. Él se encogió de hombros y le contestó que por ninguna razón en especial. No se le ha ocurrido a nadie, le dijo, y ella levantó las cejas con asombro, pues alguien debería haber pensado en eso...
El corazón helado, de Almudena Grandes
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Empleando aún la linterna se paseó entre las cajas y fardos de papel, en busca de rastros de ratas. Las había habido, pero hacía mucho tiempo... años tal vez. Encontró algunas cagarrutas pulverizadas por el tiempo y varios nidos hechos con trozos de papel, viejos y sin usar.
Sacó un periódico de uno de los paquetes y echó un vistazo a los titulares.
JOHNSON PROMETE UNA TRANSICIÓN ORDENADA
Dice que las obras empezadas por JFK se continuarán el año próximo
El periódico era el Rocky Mountain News, y la fecha el 19 de diciembre de 1963. Jack volvió a dejarlo en el montón.

Insólito esplendor, de Stephen King
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— Bueno, pues que acudimos a la cita —respondió el padre. En su rostro apareció una sonrisa bastante horrenda—. En el edificio Tishman, en el número novecientos ochenta y dos de Michigan Avenue uno de las zonas más elegantes del mundo empresarial de Detroit. El diecinueve de diciembre a las cuatro y veinte de la tarde.
La Torre Oscura V: Lobos del Calla, de Stephen King
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Y en el Times del 19 de diciembre del año anterior se habían publicado los pronósticos oficiales sobre el consumo de ciertos productos en el cuarto trimestre de 1983, que era también el sexto grupo del noveno plan trienal. Pues bien, el número de hoy contenía una referencia al consumo efectivo y resultaba que los pronósticos se habían equivocado muchísimo. El trabajo de Winston consistía en cambiar las cifras originales haciéndolas coincidir con las posteriores.
1984, de George Orwell (traducción de Rafael Vázquez Zamora)
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Todos trabajamos mucho y os sorprenderá saber que todos los regalos estaban envueltos y numerados el sábado (19 de diciembre). Entonces dijo el Oso Polar: "Estoy agotado. Voy a darme un baño y ¡a dormir pronto!".
Cartas de Papá Noel, de J. R. R. Tolkien (traducción de Ana Mata Buil)
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Re: Calendario: El día de hoy en un libro

Mensaje por Gretogarbo »

Nuestro vehículo acababa de entrar a buena velocidad en la autopista 19. La luz del sol empezaba a declinar.
— Unas notables catacumbas del siglo III, apenas examinadas en algunos de sus tramos principales. Se sabe, eso sí, que fueron ampliadas y modificadas, curiosamente, durante el período bizantino, cuando ya no había persecuciones y la religión cristiana era la fe del Imperio. Por desgracia, sólo están abiertas al público durante las fiestas de Santa Lucía, del 13 al 20 de diciembre, y no totalmente. Quedan varios pisos por explorar y muchísimas galerías.

El último Catón, de Matilde Asensi
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Martín llega hasta el nicho de la madre. Las letras se conservan bastante bien: "R.I.P. Doña Filomena López Moreno, viuda de D. Sebastián Marco Fernández. Falleció en Madrid el 20 de diciembre de 1934".
Martín no va todos los años a visitar los restos de la madre, en el aniversario. Va cuando se acuerda.
Martín se descubre. Una leve sensación de sosiego, siente que le da placidez al cuerpo. Por encima de las tapias del cementerio, allá a lo lejos, se ve la llanura color pardo en la que el sol se para, como acostado. El aire es frío, pero no helador. Martín, con el sombrero en la mano, nota en la frente una ligera caricia ya casi olvidada, una vieja caricia del tiempo de la niñez...
— Se está muy bien aquí —piensa—, voy a venir con más frecuencia.

La colmena, de Camilo José Cela
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La señora Lennox no estaba al corriente de los últimos acontecimientos en materia de magia. De Jonathan Strange sabía poco más que su nombre y la circunstancia de que tenía cierta relación con el duque de Wellington. Ahora bien, no vaciló en asegurar a Segundus que si Strange disentía de Norrell, tenía toda su simpatía. Así pues, el 20 de diciembre, Segundus envió a Strange una carta en la que le informaba de las acciones de Gilbert Norrell respecto a la escuela de Starecross Hall.
Jonathan Strange y el señor Norrell, de Susanna Clarke
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De Mr. Pedgift sénior (Thorpe-Ambrose) a Mr. Pedgift júnior (París)
“High Street, diciembre, 20.
Mi querido Augustus:
Ayer recibí tu carta. Pareces sacar el mayor partido (como tú lo llamas) de tu juventud. Bueno, diviértete en tus vacaciones. Yo también aproveché hasta el máximo mi juventud, cuando tenía tu edad, y aunque parezca un milagro ¡todavía no lo he olvidado!

Armadale, de Wilkie Collins. (traducción de Josep Ferrer i Aleu)
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El domingo 20 de diciembre, el despertador del dormitorio de sus padres despertó a Joakim. Casi nunca solían poner el despertador los domingos, así que Joakim sospechó que temían que él se despertara y abriera el calendario mágico sin ellos. En cualquier caso fueron enseguida a sentarse en la cama de Joakim.
El misterio de Navidad, de Jostein Gaarder
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— En Zaragoza, el 20 de diciembre.
— ¡Ah! Es muy buena fecha, tan cerca de Navidad, y Zaragoza no está tan lejos... Iré a verte.

El corazón helado, de Almudena Grandes
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20 diciembre 1949
Querida señorita Hanff:
Sólo unas letras para decirle que su regalo ha llegado hoy y que su contenido se ha repartido entre todo el personal de la librería. El señor Marks y el señor Cohen han insistido en que nos lo dividiéramos entre nosotros, sin incluir a "los jefes". Quiero que sepa también que todo lo que había dentro de su paquete son cosas que o no se encuentran aquí o sólo se pueden conseguir en el mercado negro. Ha sido muy amable y generoso por su parte haber pensado así en nosotros, y le estamos vivamente agradecidos.

84, Charing Cross Road, de Helene Hanff
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Viernes, 20 de diciembre
El juicio, inevitablemente, ya había terminado y todo lo que se había podido decir estaba ya dicho. Ni por un momento le cupo la duda de que lo iban a declarar culpable. El fallo se hizo público, por escrito, el viernes a las diez de la mañana; ya sólo quedaba el análisis final de los reporteros que esperaban en el pasillo del juzgado.

(...)
Viernes, 20 de diciembre
Dragan Armanskij había nacido en Croacia hacía cincuenta y seis años. Su padre era un judío armenio de Bielorrusia y su madre una musulmana bosnia de ascendencia griega. Fue ella la que se encargó de su educación, de modo que, cuando se hizo adulto, Dragan entró a formar parte de ese gran grupo heterogéneo que los medios de comunicación etiquetaban como musulmanes. Por raro que pueda parecer, la Dirección General de Migraciones le registró como serbio. Su pasaporte confirmaba que era ciudadano sueco, y la foto mostraba un rostro anguloso de prominente mandíbula, una oscura sombra de barba y unas sienes plateadas. A menudo le llamaban "el árabe" pese a no existir ni el más mínimo antecedente árabe en su familia. Sin embargo, tenía un cruce genético de esos que los locos de la biología racial describirían, con toda probabilidad, como raza humana de inferior categoría.

Los hombres que no amaban a las mujeres, de Stieg Larsson
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Abadía de Westminster. 20 de diciembre.
— Aquel de pisadas firmes, cuyo corazón es de acero. Ante el que nos postramos.

(...)
El patio del deán, Abadía de Westminster, 20 de diciembre, 1997.
(...)
"La oreja". 20 de diciembre, 1997.
V de Vendetta, de Alan Moore y David Lloyd
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Testimonio de Anne Perry (Grabación efectuada el 20 de diciembre de 1999)
Cuando llegué a Anantapur no tenía ni idea del desarrollo. Tenía una formación periodística y pensaba que, a través de mis reportajes, podía promocionar la acción de Vicente. Más adelante empecé a visitar los poblados y sufrí el impacto de la extrema pobreza. Pensé que no podía limitarme a ser nuevo testigo de lo que pasaba. Debía actuar. El problema más inmediato, el más agudo, y quizá el que más me afectaba por mi condición de madre, era el de la infancia. Era un problema endémico, y había que atajarlo. El principio del mal era la mala nutrición de los bebés.

Vicente Ferrer. La revolución silenciosa, de Alberto Oliveras
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Todos los días después de aquél retiraron nieve, hasta que el 20 de diciembre el comandante Bálint les comunicó que debían guardar sus cosas y limpiar el orfanato de arriba abajo. Su unidad se trasladaría más al este al día siguiente.
El puente invisible, de Julie Orringer (traducción de Esther Roig)
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La tarde del miércoles 20 de diciembre tuvo lugar otra muerte en una tienda de pornografía en el barrio de Söder. Al día siguiente, los diarios de la tarde ya la habían convertido en la quinta de una serie en la que Eriksson ocupaba el puesto de víctima número cuatro.
Otro tiempo, otra vida, de Trilogía del declive del estado de bienestar II, de Leif Gw Persson (traducción de Mayte Giménez, Frida Sánchez y Pontus Sánchez)
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Después del blitz, la guerra prosigue sin tregua. El 18 de diciembre, Pasquale Galasso, homónimo de uno de los boss más poderosos de los años noventa, es liquidado detrás de la barra de un bar. El día 20 se cargan a Vincenzo Lorio en una pizzería. Y el 24 matan a Giuseppe Pezzella, de treinta y cuatro años.
Gomorra, de Roberto Saviano
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20 de diciembre
Esta mañana, prendida por Buck, he subido al desván. ¡Cuántos años han pasado sin que abriese esa puerta! Había polvo por todas partes y grandes telarañas colgaban de los ángulos de las vigas. Removiendo cajas y cartones he descubierto dos o tres nidos de lirones, dormían tan profundamente que no se dieron cuenta de nada.

Donde el corazón te lleve, de Susanna Tamaro
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Casa del Acantilado, Cima del Mundo, cerca del Polo Norte
Lunes, 20 de diciembre de 1926
Este año la mano me tiembla más que otras veces. ¡Es culpa del Oso Polar del Norte! Montó la explosión y los fuegos artificiales más mpresionantes que os podáis imaginar. Volvió NEGRO el Polo Norte y desordenó las estrellas. Rompió la luna en cuatro partes (y el hombre que habita en ella cabó en el jardín trasero de casa). Se comió muchos de mis bombones navideños antes de reconocer que se encontraba mejor y decidirse a subir de nuevo a la luna para ordenar las estrellas.

(...)
Cima del Mundo, Polo Norte
Jueves, 20 de diciembre de 1928
Mis queridos chicos:
Otra Navidad y ya tengo un año más, igual que vosotros. Aún con todo, me encuentro bastante bien (muchas gracias por preguntar. Michael) y no me tiembla tanto la mano. Se debe a que ya vuelve a funcionar toda la iluminación y las chimeneas, después del año tan frío y oscuro que pasamos en 1927... ¿Os acordáis?

Cartas de Papá Noel, de J. R. R. Tolkien (traducción de Ana Mata Buil)
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¿Y cómo siendo tan exacto y minucioso había podido cometer el error de un día? ¿Cómo se creía en sábado 21 de diciembre, cuando había llegado a Londres en viernes 20 de diciembre, setente y nueve días después de su salida?
La vuelta al mundo en ochenta días, de Jules Verne
Última edición por Gretogarbo el 27 Sep 2022 13:58, editado 7 veces en total.
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Re: Calendario: El día de hoy en un libro

Mensaje por Gretogarbo »

— ¿Mucho suponer...? Vale, pues oye esto: la fiesta de Santa Lucía se celebra el supuesto día de su muerte, el 13 de diciembre, como ya te he dicho.
— Ya lo sé, es el santo de mi hermana.
— Bien, pero lo que quizá no sabes es que, antes del ajuste de diez días que introdujo el calendario gregoriano en 1582, su fiesta se celebraba el 21 de diciembre, día del solsticio de invierno, y, desde la antigüedad más remota, el solsticio de invierno era la fecha en la que se conmemoraba la victoria de la luz sobre las tinieblas, porque, a partir de ese momento, los días se iban haciendo cada vez más largos.

El último Catón, de Matilde Asensi
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— ¡El 21 de diciembre de 2012! —exclamó alguien.
El símbolo perdido, de Dan Brown
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21 de diciembre de 1930
Tres días después de que los dos georgianos apareciesen en la ciudad, haciendo averiguaciones sobre Frank Bennet, el canijo Curtis Smoote fue solo al café, y pidió otra ración de carne a la barbacoa y un botellín de naranjada.

Tomates verdes fritos en el Café de Whistle Stop, de Fannie Flagg
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El padre despertó a Joakim temprano el lunes 21 de diciembre.
Joakim se incorporó en la cama y abrió el calendario de adviento. Se veía la imagen de un pueblo junto a un brillante lago.
Joakim desdobló el trocito de papel y se puso a leer.

El misterio de Navidad, de Jostein Gaarder
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El domingo 21 de diciembre de 1942, el consejero de Asuntos Judíos del Ministerio de Interior, Dr. Bernhard Losener, pidió verme urgentemente en privado. El doctor Losener llegó a mi casa en estado de extrema agitación. Me informó que su subordinado, el consejero auxiliar de Asuntos Raciales, doctor Werner Feldscher, había oído de “una fuente de completa confianza, un amigo” que los mil judíos evacuados recientemente de Berlín habían sido aniquilados en el bosque de Rumbuli en Polonia. Me informó a continuación que su sensación de furia era suficiente para impedirle continuar con su presente trabajo en el Ministerio, y solicitó ser trasladado a otras funciones. Repliqué que buscaría clarificación en este asunto.
Patria, de Richard Harris (traducción de Rafael Marín Trechera)
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A continuación aparecía una espectacular reconstrucción del movimiento del Sol a través del firmamento mientras se explicaba que, desde hacía muchos siglos, se sabía que cada año el astro rey realizaba su descenso hacia el sur hasta el 21 de diciembre. En ese momento de detenía durante tres días y el 25 de diciembre comenzaba a moverse de nuevo, esta vez hacia el norte. Los antiguos creían que durante esos tres días el Sol había muerto y que luego resucitaba y retomaba su viaje. Era el Natalis Solis Invicti de los romanos. Por eso la encarnación del dios en hombre (tanto Horus como Cristo) tenía lugar en esa fecha, coincidiendo con el solsticio de invierno. Y por esa razón la Navidad era una fiesta que se venía celebrando desde tiempos inmemoriales, muchos siglos antes del supuesto nacimiento de Jesús. Y también por eso, tanto el Sol como Horus, como Cristo, nacen, mueren y resucitan.
La Isis dorada, de Jorge Magano
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La mañana del jueves 21 de diciembre, ser policía era cualquier cosa menos agradable. La tarde anterior, en mitad de la ciudad y en plena histeria navideña, un ejército de agentes del orden, uniformados y de paisano, se había enzarzado en una caótica y espectacular trifulca con los numerosos obreros e intelectuales que salían de un acto de apoyo al FLN en la Casa del Pueblo. Las opiniones sobre lo sucedido estaban divididas y así habrían de permanecer, pero lo cierto es que aquella melancólica y fría mañana la risa escaseaba entre los miembros del cuerpo.
El policía que ríe, de Maj Sjöwall y Per Wahlöo (traducción de Martin Lexell y Manuel Abell)
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— La última reunión editorial del año es el 21 de diciembre —continúa Miss Stein—. Si quiere asegurarse de que leo su texto, debería tenerlo aquí antes de esa fecha. De otro modo, pasará al montón, y supongo que no querrá que la pongan en el montón, Miss Phelan.
— Pero... usted me dijo que en enero...
Estamos a 2 de diciembre. Sólo tengo diecinueve días para terminarlo todo.
— El 21 de diciembre todos nos vamos de vacaciones, y cuando volvemos en Año Nuevo nos encontramos con una avalancha de proyectos de los autores y periodistas que colaboran habitualmente con nosotros. Si se trata de una desconocida, como es su caso, Miss Phelan, su única esperanza es que lo leamos antes del 21.
Trago saliva y digo:
— No sé si...

Criadas y señoras, de Kathryn Stockett
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21 de diciembre
Como resultado de toda esa larga inspección en el desván, al final sólo bajé el belén y el molde para tartas que había sobrevivido al incendio. "Vaya por el nacimiento - dirás tú -, pero el molde, ¿qué tiene que ver?" Pues ese molde pertenecía a mi abuela, es decir, a tu tatarabuela, y es el único objeto que ha quedado de toda la historia femenina de mi familia. Con la larga permanencia en el desván se ha oxidado mucho, lo llevé inmediatamente a la cocina y en el fregadero, utilizando la mano buena y las esponjas adecuadas, traté de limpiarlo. Piensa en la cantidad de veces que, durante su existencia, ha entrado y salido del horno, cuántos hornos diferentes y cada vez más modernos ha visto, cuántas manos diferentes y, sin embargo, parecidas lo han rellenado de masa. Si lo traje abajo fue para que siguiese viviendo, para que tú lo utilizases y acaso, a tu vez, lo dejes para que lo usen tus hijas, para que en su historia de humilde objeto resuma y rememore la historia de nuestras generaciones.

Donde el corazón te lleve, de Susanna Tamaro
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Casa del Acantilado, Cima del Mundo, cerca del Polo Norte
Miércoles, 21 de diciembre de 1927
Mis queridos niños:
Parece que cada año sois más.

(...)
Casa del Acantilado, cerca del Polo Norte
21 de diciembre de 1933
Mis queridos míos:
¡Otra Navidad! Por un momento (en noviembre) pensé que no llegaría. Claro que habría un 25 de diciembre, pero creí que no habría señales de vuestro tataratataratatara... abuelo del Polo Norte.

Cartas de Papá Noel, de J. R. R. Tolkien (traducción de Ana Mata Buil)
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— Dentro de ochenta días —respondió mister Fogg—, el sábado 21 de diciembre de 1872 a las ocho y cuarenta y cinco minutos de la noche. Hasta la vista, señores.
(...)
Míster Fogg escribió estas fechas en un itinerario dispuesto por columnas, que indicaba, desde el 3 de octubre hasta el 21 de diciembre, el día de la semana, el mes, las llegadas reglamentarias y las efectivas en cada punto principal, París, Brindisi, Suez, Bombay, Calcuta, Singapur, Hong-Kong, Yokohama, San Francisco, Nueva York, Liverpool, Londres, y que permitía calcular el adelanto obtenido o el retraso experimentado en cada punto del trayecto.
(...)
A las doce menos veinte, el 21 de diciembre, Phileas Fogg desembarcaba por fin en el muelle de Liverpool. Ya no estaba más que a seis horas de Londres.
(...)
¿Y cómo siendo tan exacto y minucioso había podido cometer el error de un día? ¿Cómo se creía en sábado 21 de diciembre, cuando había llegado a Londres en viernes 20 de diciembre, setente y nueve días después de su salida?
La vuelta al mundo en ochenta días, de Jules Verne
Última edición por Gretogarbo el 27 Sep 2022 14:13, editado 3 veces en total.
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Re: Calendario: El día de hoy en un libro

Mensaje por Gretogarbo »

22 de diciembre
Stephen se levantó el cuello del abrigo mientras avanzaba apresuradamente por el andén. Una tenue niebla llenaba la estación. Enormes locomotoras resoplaban lanzando al aire nubes de vapor. Todo estaba sucio y humoso.

Navidades trágicas, de Agatha Christie
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Era por la tarde, tres días antes de Navidad. En la biblioteca de Hanover Square aún no se habían encendido velas ni lámparas. Era esa hora incierta, entre dos luces, en la que el cielo se llena de colores resplandecientes y las calles se envuelven en sombras grises. Encima de la mesa había un jarrón con flores que, a aquella luz fugitiva, parecía un jarrón negro de flores negras.
Jonathan Strange y el señor Norrell, de Susanna Clarke
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22 de diciembre de 1985
El domingo siguiente, al entrar Evelyn en el salón de las visitas, Mrs. Threadgoode estaba sentada en la misma silla, con el mismo vestido, aguardándola.

Tomates verdes fritos en el Café de Whistle Stop, de Fannie Flagg
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Miércoles, 22 de diciembre de 1943
Querida Kitty:
Una fuerte gripe ha impedido que te escribiera antes. Es un suplicio caer enfermo aquí; cuando me venía la tos me metía debajo de las sábanas y mantas lo más rápido posible y trataba del acallar mi garganta lo más que podía, lo que por lo general tenía como consecuencia que la picazón no se me iba en absoluto y que había que recurrir a la leche con miel, el azúcar o las pastillas. Me da vértigo pensar en todas las curas por las que me hicieron pasar: sudación, compresas calientes, gargarismos, pinceladas de yodo, reposo, almohada térmica, bolsas de agua caliente, limón exprimido y el termómetro cada dos horas. ¿Puede uno curarse realmente de esa manera? Lo peor de todo me pareció cuando el señor Dussel se puso a hacer de médico y apoyó su cabeza engominada en mi pecho desnudo para auscultar los sonidos que había dentro. No solo me hacía muchísimas cosquillas su pelo, sino que me daba vergüenza, a pesar de que en algún momento, hace treinta años, estudió para médico y tiene el título. ¿Por qué tiene que estar ese hombre posando su cabeza en mi pecho desnudo? ¿Acaso se cree mi amante? Además, lo que pueda haber de bueno o malo allí dentro, él no lo oye, y debería lavarse las orejas, porque es bastante duro de oído. Pero basta ya de hablar de enfermedades. Ahora me siento como nueva, he crecido un centímetro, he aumentado un kilo de peso, estoy pálida y deseosa de ponerme a estudiar.

Diario, de Ana Frank
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Joakim se despertó pronto la mañana del 22 de diciembre. Sólo faltaban tres días para Navidad, y sólo tres ventanitas por abrir del calendario mágico de adviento. Estaba muy impaciente por averiguar el contenido de las últimas ventanitas, aunque no se atrevía a abrirlas antes de que sus padres se levantaran.
El misterio de Navidad, de Jostein Gaarder
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Cuando atravesamos las puertas de mi bar preferido, una gran cervecería de Eloy Gonzalo -cerveza de barril, vermut de barril, sidra de barril, botellas de vino de todas las bodegas españolas, y una descomunal barra en V cubierta de expositores de cristal tras los que se agolpaban bandejas y fuentes con, tal vez, un centenar de tapas distintas -, nos recibió un monótono sonsonete de números, la preceptiva salmodia del rito inaugural, el más pagano, por eso recordaré siempre la fecha, 22 de diciembre, todo el mundo pendiente del sorteo de Navidad, yo no jugaba, Antonio si.
Atlas de geografía humana, de Almudena Grandes
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Llevábamos semanas enteras haciendo números con un afán inédito, un febril entusiasmo por el cálculo que me habría permitido resolver sin duda el prosaico misterio de las raíces cuadradas si hubiera tenido tiempo para ocuparme de esas tonterías, y en el recreo, cada mañana, cotejábamos nuestras previsiones con las que habían elaborado nuestras compañeras, intentando establecer la fecha ideal de aquella muerte más que anunciada, cuya trascendencia se nos antojaba directamente proporcional a su proximidad con respecto al 22 de diciembre, último día de clases en el calendario oficial de aquel año.
Malena es un nombre de tango, de Almudena Grandes
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8 enero 1969
Querida señorita:
Acabo de ver la carta que escribió usted al señor Doel el pasado 30 de septiembre, y con gran pesar tengo que comunicarle que el señor Doel falleció el domingo 22 de diciembre, su funeral, se celebró la semana pasada, el miércoles 1 de enero.

84, Charing Cross Road, de Helene Hanff (traducción de Javier Calzada)
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Sólo había que esperar al 22 de diciembre, fecha prevista en el que el sol alcanzaba su punto más bajo, y el 21 de junio donde alcanzaba su cénit. Transcurrido ese tiempo de espera el cual se nos hizo a todos nosotros eterno, acudimos a la cita que nuestra madre exigía con el alba y el crepúsculo.
El alma en llagas, de Lançelot
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Sala de espera del doctor Buer, 22 de diciembre de 2000
El viejo miró al reloj. Llevaba quince minutos en la sala de espera. Antes, cuando estaba el doctor Konrad Buer, nunca había tenido que esperar. Konrad no visitaba a más pacientes de los que podía atender según la hoja de citas.

Petirrojo, de Jo Nesbo
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Lunes 18 de diciembre-viernes 22 de diciembre de 1989.
Para ser policía sueco, porque era la pauta con la que se tenía que medir, el inspector criminal Bo Jarnebring había participado en un gran número de casos a los que en argot de la policía se denominaban “investigación de asesinato”

Otro tiempo, otra vida, de Trilogía del declive del estado de bienestar II, de Leif Gw Persson (traducción de Mayte Giménez, Frida Sánchez y Pontus Sánchez)
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22 de diciembre
Hoy, después de desayunar, fui al cuarto de estar y empecé a preparar el nacimiento en el sitio de siempre, cerca de la chimenea. Como primera medida dispuse el papel verde, después las plantas de musgo seco, las palmas, el cobertizo con San José y la Virgen dentro, el buey y el asno, y alrededor la multitud esparcida de los pastores, las mujeres con ocas, los músicos, los cerdos, los pescadores, los gallos y gallinas, las ovejas y carneros. Sobre el paisaje, con una cinta de papel adhesivo tendí el papel azul del cielo; la estrella cometa me la metí en el bolsillo derecho de la bata, en el izquierdo los tres Reyes Magos; después me dirigí al otro extremo de la habitación y colgué la estrella sobre el aparador; debajo, un poco aparte, dispuse la hilera de los Reyes con sus camellos.

Donde el corazón te lleve, de Susanna Tamaro
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Hogar de Papá Noel, Polo Norte
22 de diciembre de 1920
Querido John:
Me he enterado de que le has preguntado a tu papá cómo soy y dónde vivo. He hecho un autorretrato y he dibujado mi casa. Guarda bien el dibujo. Ahora mismo me marcho a Oxford con el saco lleno de regalos (algunos para ti). Espero legar a tiempo: esta noche la nieve es muy espesa en el Polo Norte. Con cariño, Papá Noel.

(...)
Casa del Acantilado, cerca (de la cumbre) del Polo Norte
22 de diciembre de 1941
Mi queridísima Priscilla:
Me alegro mucho de que te hayas acordado de escribirme también este año. El número de niños que siguen pensando en mí va decreciendo. Creo que es por la guerra espantosa y supongo que, cuando las cosas mejoren, volveré a estar tan atareado como siempre. Sin embargo, ahora hay muchísimas personas que se han quedado sin casa o han tenido que huir; la mitad del mundo parece hallarse en el lugar equivocado.

Cartas de Papá Noel, de J. R. R. Tolkien (traducción de Ana Mata Buil)
Última edición por Gretogarbo el 19 Oct 2022 09:48, editado 5 veces en total.
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Mensaje por Gretogarbo »

23 de diciembre
Tressilian acudió a responder a una llamada a la puerta. Esta había sido inusitadamente agresiva, y antes que pudiera atravesar el vestíbulo, el timbre volvió a sonar.

Navidades trágicas, de Agatha Christie
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23 de diciembre de 1958
Jasper Peavey iba tranquilamente sentado, durante la calma nocturna, mientras el tren se deslizaba por el nevado paisaje y la luna proyectaba su resplandor por la blanca campiña.

(...)
23 de diciembre de 1965
Smokey estaba en la acera de enfrente del apeadero que tenía en el centro de la ciudad la línea de los ferrocarriles L & N. En realidad, estaba en la habitación de un hotel, que treinta y cinco años antes, puede que no estuviese mal, pero que, entonces, no tenía más que una cama, una silla y una bombilla de 40 pendiendo de un cordón. La habitación era más oscura que la boca de un túnel, con un panel de cristal esmerilado en el dintel que dejaba pasar una pálida luz amarillenta sobre una maciza y alta puerta de madera esmaltada de color marrón.

Tomates verdes fritos en el Café de Whistle Stop, de Fannie Flagg
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Lunes, 23 de diciembre - Jueves, 26 de diciembre
Erika pasó todo el fina de semana con Mikael Blomkvist. No abandonaron la cama más que para ir al baño o comer un poco, aunque no sólo hicieron el amor; también pasaron horas y horas acostados pies contra cabeza hablando del futuro, sopesando sus consecuencias, sus posibilidades y sus riesgos. El lunes por la mañana, un día antes de Nochebuena, Erika le dio un beso de despedida -until the next time- y volvió a casa, con su marido.

Los hombres que no amaban a las mujeres, de Stieg Larsson
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- ¿Estabais el 23 de diciembre en dicha casa fuerte?
Te daré la tierra, de Chufo Lloréns
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Había poemas obscenos, teléfonos de contacto para transacciones licenciosas, croquis y diseños de anatomías ocultas, emblemas racistas, y algún pequeño foro de discusión sobre fútbol y política. También, aunque menos, había simples testimonios de viajeros que habían querido dejar su huella en aquel pintoresco lugar. De hecho fue uno de ellos el que provocó que Jaime casi perdiera el equilibrio y resbalara del asiento. Era un minúsculo mensaje escrito con rotulador rojo.
Al fin emprendo la recta final de mi búsqueda. Todos mis sueños e ilusiones están al pasar el túnel. Por la victoria, por mamá, por mis compis... Siempre vuestro,
FG
Y a modo de firma una estrella roja de cinco puntas con la S de Supermán en su interior y una fecha: 23-12-2007
.
La Isis dorada, de Jorge Magano
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Fue una correspondencia continua y cálida. Ambos se contaban los quehaceres de su vida cotidiana, recordaban sus mejores momentos madrileños, hacían planes para el futuro, planes que no excluían un posible matrimonio. A mediados de diciembre Fabricio terminó la primera parte de su stage y le anunció a Yolanda que viajaría a Madrid para Navidad a fin de pasar unos días juntos. Quedaron en encontrarse el 23 de diciembre en el café La Cachimba a las siete de la noche.
Nuit caprense cirius illuminata, de Sólo para fumadores, de Julio Ramón Rybeiro
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23 de diciembre de 1902. Nacimiento: Cornelius Nolan.
Un árbol crece en Brooklyn, de Betty Smith
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23 de diciembre de 1924
Querido John:
Te deseo una feliz Navidad. Solo me queda tiempo para un par de líneas, el trineo me espera. Tengo un montón de calcetines nuevos que llenar este año. Espero que te guste la estación y las otras cosas. Un besazo.

(...)
Casa del Acantilado, Polo Norte
23 de diciembre de 1931
Mis queridos niños:
Espero que os guste lo que os he traído. Me parece que ahora os gustan los trenes, así que os mando un montón de regalos relacionados con ellos. También os mando tanto cariño como siempre, ¡o más! Tanto el Oso Polar como yo nos divertimos con las cartas que escribís vosotros y vuestras mascotas. Os equivocáis si pensáis que no las hemos leído, pero si veis que no os hemos traído todas las cosas que pedisteis, y que hay menos regalos que otras veces, recordad que esta Navidad ha habido muchas personas pobres y hambrientas por todo el mundo.

(...)
Casa del Acantilado, Polo Norte
23 de diciembre de 1932
Mis queridos niños:
Tengo mucho que contaros. Ante todo, ¡feliz Navidad! Nos han pasado un montón de aventuras que os encantará conocer. Todo empezó con unos ruidos raros bajo tierra que comenzaron en verano y fueron empeorando. Tenía miedo de que hubiera un terremoto. El Oso Polar del Norte dice que se imaginaba desde el principio qué pasaba. Pues podría habérmelo dicho... En fin, no puede ser cierto, porque dormía como un tronco cuando empezó la cosa y no se despertó hasta el día del cumpleaños de Michael.

(...)
Casa del Acantilado, Polo Norte
23 de diciembre de 1936
Mis queridos niños:
Siento no poder enviaros una carta larga para agradeceros las vuestras, pero os mando un dibujo en el que os explico muchas cosas. Menos mal que recibí vuestras listas rectificadas antes de todos esos actos espeluznantes, si no, no podría haber hecho nada. Deseo de todo corazón que os gusten las cosas que os voy a regalar y que perdonéis mis errores. ¡Confío en que no haya nada mojado! Todavía me siento tembloroso y triste, así que le he pedido a un elfo que os cuente algunas cosas más.

(...)
23 de diciembre de 1940
Querida Priscilla:
Me alegro de saber que has vuelto. Me llegó un <<mensage>> el sábado diciendo que vuestra casa estaba vacía. Tenía <<miedo>> de que os fuerais sin darnos la dirección nueva. (...)

Tu querido Oso Polar.
Cartas de Papá Noel, de J. R. R. Tolkien (traducción de Ana Mata Buil)
Última edición por Gretogarbo el 19 Oct 2022 09:52, editado 2 veces en total.
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Ayer: Cañas al viento. Grazia Deledda
Grito nocturno. Borja González
Hoy: Los asesinos del emperador. Santiago Posteguillo
Hoy es un buen día para morir. Colo
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Gretogarbo
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Re: Calendario: El día de hoy en un libro

Mensaje por Gretogarbo »

El niño estaba en el centro sobre un montón de pajitas recortadas con tijeras. El niño, como era muy pobre, sólo tenía un calzoncillo para taparse sus cosas, pero, como era Dios, tenía una corona de hojalata dorada.
El lago estaba dentro de la tapadera de una caja redonda de pastillas. Encima del agua del lago, había un pato de corcho que, como le pesaba la cabeza, en cuanto me descuidaba se ponía partas arriba. En el fondo del lago, había un pez pintado de rojo.
Como el niño tenía frío y no había calefacción, detrás de él había colocado un burro y una vaca que le calentaban con su aliento. El burro estaba a su derecha y la vaca a su izquierda.
Del cielo caía, colgada de un hilo, una estrella con lentejuelas para señalar a los Reyes Magos dónde estaba el niño. Para que pudieran llegar con facilidad, había un camino de polvo de arena amarilla en medio del campo verde de musgo.
Como era de noche, el cielo de papel azul oscuro estaba salpicado de estrellitas de papel de plata. Para que se supiera de qué se trataba, en el borde y con letra caligrafiada, puse: "Este es el portal de Belén en que nació el niño Jesús el día 24 de diciembre", en una tira de papel.
Por la noche, después de rezar el rosario, abuela dirigió unos villancicos y yo me senté sobre sus rodillas (de ella).

Ceremonia por un teniente abandonado, de Fernando Arrabal
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— ¿Seguro que no hay peligro? —dijo una mujer—. ¡Con lo que acabo de ver, no podría jurar que usted con­duzca bien!
Bronceada por el sol, de claros ojos pardos, quería que la convencieran.
— No hay el menor peligro, señora; suave como un plumón de cardo. Este Fleet está volando desde el 24 de diciembre de 1928... Probablemente sirva para un vuelo más antes de hacerse pedazos...
Me miró parpadeando, sobresaltada.

El puente hacia el infinito, de Richard Bach
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La enfermedad, diagnosticada en la primavera de 1988, lo carcomió durante diecisiete meses y se lo llevó en la Nochebuena de 1989. La señora de Meurisse, la madre, organizó una colecta entre los residentes del palacete, y dejaron ante mi puerta una bonita corona de flores, ceñida por una cinta que no llevaba ninguna mención. Ella fue la única que asistió al funeral. Era una mujer piadosa, fría y rígida, pero había cierta sinceridad en sus modales austeros y un poco bruscos, y cuando murió, un año después de Lucien, me hice la reflexión de que era una mujer de bien y que la echaría de menos, aunque durante quince años apenas hubiéramos intercambiado alguna que otra palabra.
La elegancia del erizo, de Muriel Barbery
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Nochebuena de 1859
Fuimos todos a oír la misa del Gallo. Mi padre y yo vamos siempre. Mi abuelo no ponía los pies en la iglesia; era republicano y ateo por principio. Yo no estoy segura de que las creencias religiosas de mi padre fueran del agrado del Curé si las comentara con él, cosa que no hace. Pero cree firmemente en la conservación de la vida de la comunidad, del pueblo bretón, que incluye la Navidad y todos sus significados, viejos y nuevos. Ella dice ser miembro de la Iglesia Anglicana en Inglaterra, pero dice que aquí la fe de sus padres es la fe católica, en su forma bretona. Yo pienso que el Curé se sorprendería también si supiera lo que ella piensa, pero parece que se alegra de verla en la iglesia y respeta su aislamiento. A lo largo del Adviento ella ha ido a la iglesia cada vez con mayor frecuencia. Contempla, soportando el frío, la obra del artista que esculpió el Calvario, las toscas figuras talladas con tanto esfuerzo en el durísimo granito. El nuestro tiene un bonito San José con el asno camino de Belén (la iglesia está dedicada a San José). Mi padre comentó que en nuestra tierra los animales de los establos tienen habla la noche de la Natividad, cuando el mundo entero se reconcilia con su hacedor en la inocencia primigenia, como era en tiempos del primer Adán. Ella dijo que el puritano Milton hace, al revés, del momento de la Natividad el momento de la muerte de la Naturaleza; por lo menos evoca la antigua tradición de los viajeros griegos que en esa noche oían gritos que salían de los santuarios diciendo: Llorad, llorad, que el gran Dios Pan ha muerto. Yo no dije nada. Le vi echar su capa sobre los hombros de ella y llevarla a nuestro sitio en la primera fila de la iglesia, y lo vi, Dios me perdone, como una prefiguración de la vida que nos espera.

Posesión, de A. S. Byatt
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24 de diciembre
— ¿De veras quieres que me quede, papá? —preguntó Harry, Echando hacia atrás la cabeza—. Mi presencia aquí no parece serle grata a todo el mundo.

(...)
Cuando regresó a la cocina, Tressilian sentía un extraño abatimiento. Toda aquella tensión y disgusto que dominaba a los invitados era impropia de la Nochebuena... No le agradaba.
Navidades trágicas, de Agatha Christie
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Pasé aquella primera Nochebuena africana en la pensión. Aunque intenté rechazar la invitación, la dueña me convenció una vez más con su vehemencia arrolladora.
— Tú te vienes a cenar a La Luneta y no hay más que hablar, que mientras la Candelaria tenga un sitio en su mesa, aquí no pasa nadie las pascuas solo.

El tiempo entre costuras, de María Dueñas
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Viernes, 24 de diciembre de 1943
Querida Kitty:
Ya te he escrito en otras oportunidades sobre lo mucho que todos aquí dependemos de los estados de ánimo, y creo que este mal está aumentando mucho últimamente, sobre todo en mí. Aquello de
Himmelhoch jauchzend, zu Tode betrübt ciertamente es aplicable en mi caso. En la más alta euforia me encuentro cuando pienso en lo bien que estamos aquí, comparado con la suerte que corren otros chicos judíos, y "la más profunda aflicción" me viene, por ejemplo, cuando ha venido de visita la señora Kleiman y nos ha hablado del club de hockey de Jopie, de sus paseos en piragua, de sus representaciones teatrales y los tés con sus amigas.
Diario, de Ana Frank
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El día de Nochebuena empezó como todos los años. Siempre había algo que arreglar en el último momento, siempre quedaba algún regalo por envolver. Como habían prometido no abrir el calendario mágico hasta que repicaran las campanas de Navidad, Joakim y sus padres estuvieron todo el día entrando por turno de puntillas en el cuarto de Joakim para echar un vistazo lleno de expectativas al calendario.
El misterio de Navidad, de Jostein Gaarder
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La Navidad fue espantosa. Jaime se fue a Castellón el día de Nochebuena por la mañana y volvió la primera tarde de 1985. No pudo estar fuera menos tiempo y me llamó todos los días, por la mañana, por la tarde, por la noche. Temía que Marcos quisiera sacar ventaja de su ausencia, y en eso, como en todo, tenía razón.
Castillos de cartón, de Almudena Grandes
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— ¡Pues sí, ya ves, unas tanto y otras tan poco...! Que a alguna que yo me sé, mejor le habría valido ser un poco más puta y andar menos a la sierra a coger tomillo para el cajón de las bragas, ¡que de puro machorra, hasta en Nochebuena echaba a su hombre de casa!
(...)
Cuando llegó Nochebuena y él no apareció, creí que me llevaban los demonios. Me entró tanta rabia que ni siquiera cené, no te digo más, y ella tampoco.
(...)
Bebíamos a morro, limpiando el gollete con la palma de la mano antes de llevarnos la botella a la boca, y pasándola hacia la izquierda después del primer trago, hasta que llegaba otra por la derecha, y alguien empezaba a cantar en una lengua extraña, algunos le hacían coro durante un momento, luego cesaban y se reían, parecían muy contentos, se lo dije a Hristo y él me miró con cara de extrañeza, claro que estamos contentos, me dijo, mañana es Navidad. Entonces me eché a reír y él me besó, y me sentí mejor porque estaba allí, con aquellos millonarios desposeídos, que no tenían absolutamente nada pero esperaban del futuro absolutamente todo, porque estaban vivos, y llenos de cosas por dentro, y al día siguiente era Navidad, y no hacía falta nada más para estar contento.
Malena es un nombre de tango, de Almudena Grandes
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La historia nos había mantenido alrededor del fuego casi sin respirar, y salvo el gratuito comentario de que era espantosa, como debe serlo toda narración contada en vísperas de Navidad en un viejo caserón, no recuerdo que se pronunciara una palabra hasta que alguien tuvo la ocurrencia de decir que era el único caso que él conocía en que la visión la hubiera tenido un niño.
Otra vuelta de tuerca, de Henry James
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En Nochebuena, una vez los niños estuvieron dormidos al fin, Louis y Rachel bajaron sigilosamente del desván como dos ladrones, cargados de cajas de colores: una colección de bólidos Matchbox para Gage que acababa de descubrir el encanto de los coches de juguete, muñecas Barbie y Ken para Ellie, varios juegos, un triciclo enorme, vestiditos para las muñecas, una cocina con una bombilla que se encendía, etcétera.
Cementerio de animales, de Stephen King
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Me acuerdo de que este incidente me había puesto de buen humor y de que empecé mis vacaciones con más paciencia y dulzura hacia todos de la que habitualmente tenía. Hasta con Angustias me mostraba amable. La Nochebuena me vestí, dispuesta a ir a Misa del Gallo con ella, aunque no me lo había pedido. Con gran sorpresa de mi parte se puso muy nerviosa.
(...)
— Pues nosotros, mamá, la vimos la noche de Nochebuena volver a casa con don Jerónimo casi de madrugada. Juan y yo nos escondimos en la sombra para verlos pasar. Debajo del farol que hay a la entrada se despidieron, don Jerónimo le besó la mano y ella lloraba...
Nada, de Carmen Laforet
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En conmemoración del enlace matrimonial que vuestros soberanos reyes contrajeron en el mes de agosto, Carlos III y Elisabet Cristina, quedáis cordialmente invitados a la primera representación de la ópera "Il più bel nome", la cual tendrá lugar en el Salón de Concentraciones de la Lonja.
Primicia de un evento así en toda la península en el día de gracia de Nuestro Señor del veinticuatro de diciembre del presente año.

El alma en llagas, de Lançelot
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Jem y yo esperábamos la Navidad con sentimientos contradictorios. El aspecto bueno lo constituían el árbol y el tío Jack Finch. Todos los años, la víspera de Navidad íbamos al Empalme de Maycomb a esperar al tío Jack, que pasaba una semana con nosotros.
(...)
Cuando el tío Jack saltó del tren la víspera de Navidad, tuvimos que esperar a que el mozo le entregase dos largos paquetes. A Jem y a mí siempre nos parecía chocante cuando el tío Jack besaba a Atticus en la mejilla; eran los dos únicos hombres a los que habíamos visto besarse. El tío Jack estrechó la mano a Jem, y a mí me levantó, aunque no lo bastante alto: el tío Jack era más bajo que Atticus; era el benjamín de la familia, más joven que tía Alexandra. El tío Jack y la tía se parecían, pero él hacía mejor uso de su cara: nunca mirábamos con recelo su afilada nariz y su barbilla.
Matar un ruiseñor, de Harper Lee
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La noche, inusualmente fresca pero no fría para tratarse de un 24 de diciembre, parecía no acabar nunca. Pero Ingrid sabía que contaban con muy pocos minutos para tomar las instantáneas necesarias e impedir una desgracia a manos de unos fanáticos crueles y descerebrados.
(...)
Una virtual vista aérea del Egipto antiquísimo y un rótulo les situó en la noche del 24 de diciembre. En una especie de pesebre, la diosa virgen Isis da a luz a su hijo Horus. Es, como Cristo, la luz del mundo, y se le identifica con el Sol, el salvador y la verdad. Es llamado "El Ungido", al igual que Jesús, y su anagrama es KRST, letras que conforman también el sobrenombre del Mesías cristiano.
La Isis dorada, de Jorge Magano
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El día veinticuatro de diciembre, Marco Craso celebraba su ovación. Dado que el ejército de Espartaco contaba con una fracción samnita, había obtenido dos concesiones del Senado: en lugar de ir a pie, se le había autorizado a desfilar a caballo, y, en lugar de lucir la simple corona de mirto, se le permitió coronarse con el laurel del triunfador. Acudió una gran multitud a aclamarle a él y a su ejército, llegado de Capua para la ocasión, aunque la gente se daba muchos codazos al ver el escaso botín, pues toda Roma conocía la debilidad de Craso.
Favoritos de la Fortuna, de Colleen McCullough
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Yo tenía ocho años y aún estaba convaleciente de la tuberculosis, pero aquel día salí a la calle, envuelta en una bufanda y bien abrigada, porque era Nochebuena y cenábamos en casa de mi abuela. Subía por Reina Victoria de la mano de mi madre, con mi padre al lado y mi hermana Martina, cuando de repente nos detuvimos y nos pusimos a contemplar el cielo. Es decir, toda la calle se detuvo y miró para arriba.
La loca de la casa, de Rosa Montero
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Allá por los años 30, Sócrates Aguirre, aquel hombre sutil y excelente que fue mi jefe en el consulado de Buenos Aires, me pidió un 24 de diciembre que yo hiciera de San Nicolás o Viejo Pascuero en su casa. He hecho muchas cosas mal en mi vida, pero nada quedó tan mal hecho como ese Viejo Pascuero. Se me caían los algodones del bigote y me equivoqué muchísimo en la distribución de los juguetes. Y cómo disfrazar mi voz, que la naturaleza del sur de Chile me la convirtió en gangosa, nasal e inconfundible, desde mi más tierna edad? Recurrí a un truco: me dirigí a los niños en el idioma inglés, pero los niños me clavaban varios pares de ojos negros y azules y mostraban más desconfianza de la que conviene a una infancia bien educada.
Confieso que he vivido, de Pablo Neruda
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Después del blitz, la guerra prosigue sin tregua. El 18 de diciembre, Pasquale Galasso, homónimo de uno de los boss más poderosos de los años noventa, es liquidado detrás de la barra de un bar. El día 20 se cargan a Vincenzo Lorio en una pizzería. Y el 24 matan a Giuseppe Pezzella, de treinta y cuatro años.
Gomorra, de Roberto Saviano
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En el barrio existía una cruel costumbre relacionada con los arbolitos que quedaban sin vender hacia el final del día 24. Se decía que si uno esperaba hasta entonces, no había necesidad de comprarlos, porque se los tiraban a uno por la cabeza, lo que era literalmente verdad.
(...)
El día de Nochebuena, a medianoche, los niños buscaban a los vendedores que aún tenían árboles por vender. El vendedor arrojaba árbol por árbol, empezando por el más grande. Los muchachos se ofrecían a hacer de blanco. Si el peso del árbol no los derribaba, éste les pertenecía. Si no resistían el golpe, perdían la oportunidad de ganarse el árbol. Solamente los más groseros y algún que otro adolescente corrían el riesgo. Los demás esperaban astutamente a que llegasen los árboles menos pesados para poderlos resistir. Los pequeñuelos aguardaban a que apareciese un arbolito que no midiera más de treinta centímetros de altura y chillaban de alegría cuando ganaban uno.
(...)
Cuando abrieron la hucha encontraron que había cerca de cuatro dólares. Neeley agregó un dólar, y Francie, cinco, de modo que disponían de diez dólares para regalos de Navidad. La víspera de Navidad salieron los tres de compras, y se llevaron a Laurie con ellos.
Un árbol crece en Brooklyn, de Betty Smith
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No, se trata del señor Johnny Foote Jr., quien en Nochebuena va a enterarse de que Minny Jackson trabaja de sirvienta en su casa.
(...)
Se supone que Miss Celia va a contárselo en Nochebuena, después de que me marche y antes de que vayan a cenar a casa de la madre de Mister Johnny. Pero Miss Celia está actuando de una forma tan rara últimamente que me pregunto si no irá a echarse atrás. «¡No, señora!», me digo todo el día. Pienso darle la barrila hasta que se lo cuente.
(...)
El día de Nochebuena es deprimente, lluvioso y cálido. Cada media hora, Padre sale del dormitorio de Madre, mira por la ventana y pregunta si ya ha llegado, aunque nadie le escuche. Mi hermano Carlton salió esta tarde de la facultad de Derecho de la Universidad de Luisiana rumbo a casa y a los dos nos alegra tenerlo aquí. Madre lleva todo el día vomitando y con arcadas. Apenas es capaz de abrir los ojos, pero no puede dormir.
Criadas y Señoras, de Kathryn Stockett (traducción de Álvaro Abellá)
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Madrugada de una noche víspera de Navidad, la gran ciudad neoyorquina duerme en silencio y la pluma corre sola, pergeñando cuartillas, pobres cuartillas que nunca verán la luz porque fueron sinceras, demasiado sinceras.
Galíndez, de Manuel Vázquez Montalbán
Última edición por Gretogarbo el 19 Oct 2022 10:38, editado 4 veces en total.
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Ayer: Cañas al viento. Grazia Deledda
Grito nocturno. Borja González
Hoy: Los asesinos del emperador. Santiago Posteguillo
Hoy es un buen día para morir. Colo
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