El día de hoy en un libro

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La mañana del 26 de diciembre, seis días antes de que aparcara en la puerta de la carnicería de Mo, Archie volvió a la casa adosada de Hendon que había sido su hogar, a buscar la Hoover. Era su cuarta visita al desván en otros tantos días, durante los cuales había ido trasladando a su nuevo piso los desechos de un matrimonio. La Hoover era una de las últimas piezas que quedaban, una de las más averiadas y más feas, una de esas cosas que uno se lleva sólo para fastidiar, porque ha perdido la casa. Porque el divorcio es eso: quitarle cosas que uno ya no necesita a una persona a la que ya no quiere.

Dientes blancos - Zadie Smith (traducido por Ana María de la Fuente)

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Regresé a Estados Unidos en un vuelo nocturno dos noches después (tras pasar un día de San Esteban en Amberes sin fiestas ni servicio de compañía sino tumbado en el sofá de Boris tomando sopa de lata, recibiendo una inyección de penicilina y viendo viejas películas) y cuando llegué a casa de Hobie a las ocho de la mañana, con el aliento elevándose en forma de nubes blancas, abrí la puerta delantera adornada con ramas de abeto y crucé el salón con su oscuro árbol de Navidad casi sin regalos en dirección a la parte trasera de la casa, donde encontré a Hobie con la cara hinchada y los ojos soñolientos, en albornoz y zapatillas, subido a la escalera de mano para guardar la sopera y el bol de ponche que había utilizado para la comida de Navidad.

El jilguero - Donna Tartt (traducido por Aurora Echevarría)

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Aunque no lograron el aislamiento del radio hasta 1902, el descubrimiento del nuevo elemento lo hicieron mucho antes. En el mismo 1898, al poco de empezar, en sólo unos meses de furioso trabajo, los Curie hallaron primero el polonio, cuatrocientas veces más radiactivo que el uranio, y poco después el radio, que, dijeron, era novecientas veces más radiactivo, aunque en realidad es tres mil veces más potente. El 26 de diciembre de 1898 informaron de su hallazgo a la Academia de Ciencias, y enseguida se hicieron bastante famosos, aunque nada comparable a lo que vendría después con el Nobel.

La ridícula idea de no volver a verte – Rosa Montero

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26 de diciembre. El teléfono suena una y otra vez y siempre es el capullo de mi agente al que he decidido no atender. Estudio en la libreta las anotaciones que he hecho sobre la película.

Far Leys – Miguel Ángel Oeste

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-Me gustaría acabar con esto antes de Navidad.
-Será necesario –dijo con un leve tono desafiante en la voz- acabar con ello antes de Navidad. Yo me marcho el 26 de diciembre. De vacaciones.
Ella lo miró con una pizca de interés.
-Oh, sí. No se me olvida. Entonces, ¿cuándo puedo ir a ver a ese psicólogo?

Papá se ha ido de caza – Penelope Mortimer (traducido por Alicia Frieyro)

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-Seguiremos la cacería el Día de San Esteban –dijo Rex. Ya les había prometido ir a la función de Navidad, una salida de caza, clases de conducir y una buena caminata de diez millas. Estaban que no cabían en sí de gozo.
-Buah –dijeron-, fabuloso. –Daban vueltas a su alrededor, lo seguían por la habitación, lo trataban como si fuera un héroe.

Papá se ha ido de caza – Penelope Mortimer (traducido por Alicia Frieyro)

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27 de diciembre. El teléfono suena a todas horas.
Dentro y fuera nieva, nieva, nieva en todas partes al mismo tiempo. Escucho el susurro de Nick, veo los ojos de Michael, recuerdo los recuerdos de Ka. El teléfono no deja de sonar. El mundo es nieve y yo soy nieve y me derrito.

Far Leys – Miguel Ángel Oeste

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28 de diciembre. Pum-pum-pum.
-¡Mira, hijo de puta, abre la puerta! –grita Paul. Lo dejo pasar. Me dice lo puerco que soy y que le importa una mierda que esté de año sabático, pero que salga de este estercolero porque si sigo así, sus ingresos van a verse muy mermados.-Te vendrá bien la actividad. Además, no querías dirigir, pues por mis cojones harás la película de marras.

Far Leys – Miguel Ángel Oeste

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28 de diciembre de 1974
Querido Archibald:
He empezado a estudiar arpa. Llámalo, si quieres, un propósito de Año Nuevo. A buena hora, dirás, pero nunca es tarde para enseñar nuevos trucos al perro viejo que todos llevamos dentro, ¿no te parece? El instrumento pesa mucho y hay que apoyarlo en el hombro, pero tiene un sonido de lo más angélico, y mi esposa me considera por ello un hombre muy sensible. Que es algo muy distinto de lo que decía de mi vieja obsesión por la bicicleta. Pero el ciclismo es algo que sólo comprenden los viejos luchadores como tú, Archie, y por supuesto el firmante de estas líneas, tu viejo contrincante,
Horst Ibelgaufts

Dientes blancos - Zadie Smith (traducido por Ana María de la Fuente)

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28 de diciembre de 1992
Mi muy querido Archibald:
Éste es tiempo de alegría... por lo menos, eso dicen, pero desde mi ventana no veo más que turbulencia. En estos momentos, seis felinos, ávidos de territorio, pelean en mi jardín. No satisfechos con su deporte otoñal consistente en empapar de orina sus parcelas, con la llegada del invierno han sentido despertar en sí instintos fanáticos... y todo son zarpazos y pelos que vuelan por el aire. ¡Sus chillidos me tienen en pie toda la noche! Creo que Gabriel, mi propio gato, ha tenido la idea más acertada: se ha ido al tejado del cobertizo, renunciando a sus derechos territoriales a cambio de una vida tranquila.

Dientes blancos - Zadie Smith (traducido por Ana María de la Fuente)

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El 28 de diciembre, la familia Pacheco Gaitán al completo regresó a Buenos Aires por última vez. Aquella noche cenaron en casa de la tía Adelina, con la que su cuñado lo había arreglado todo para que representara sus intereses en el país durante su ausencia. Simona le había hecho prometer que no venderían nada aparte de aquella casa de campo a la que no le tenía demasiado cariño, pero accedió a alquilar su piso de Recoleta. Manolo, con mucha más experiencia en exilios, sabía que no podría mantener esa promesa durante mucho tiempo, pero firmó un poder para que su cuñada se encargara de la venta de una casa, del alquiler de la otra, y de recaudar los beneficios de la academia.

Los pacientes del Doctor García – Almudena Grandes

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ES 6 DE ENERO DE 1937 Y CLARA STAUFFER ESTÁ EN SALAMANCA.
Hoy, la Sección Femenina de Falange Española celebra su primer Congreso Nacional. Más que un bautizo, es una puesta de largo.

Los pacientes del Doctor García – Almudena Grandes

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Clara, o Clarita, como la sigue llamando todo el mundo aunque este año cumple treinta y tres años, es hija de Konrad Stauffer y Julia Loewe. Su padre es un prestigioso maestro cervecero de Núremberg al que la familia Mahou contrata, a finales del siglo XIX, para dirigir la moderna fábrica de cervezas que funciona en la calle Amaniel desde 1891. Su madre, madrileña que siempre conservará la nacionalidad de sus padres, pertenece a una de las grandes familias que sustentan el poder económico alemán en España. Clarita, como antes Julia, nace en Madrid en 1904 pero se educa en Alemania, y el día de Reyes de 1937 aún no posee otra nacionalidad que la alemana.

Los pacientes del Doctor García – Almudena Grandes

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La condición de extranjera no supone un obstáculo para su brillante carrera en el reducidísimo ámbito del deporte femenino español de la época, donde destaca tanto en la práctica de la natación como en la del esquí. Tampoco perjudica su carrera política. Aunque resulte paradójico, su apellido no es, ni mucho menos, el único extranjero —ahí están Marjorie Munden, Carmen Werner, Josefina Veglison— entre las camisas viejas, militantes femeninas de primera hora en la ultranacionalista Falange Española. Al contrario, su nacionalidad la convierte muy pronto en una pieza clave en las relaciones entre el gobierno de Burgos y el Tercer Reich. Clara, franquista en España, nazi en Alemania, sabe mirar muy lejos y entiende lo que ve. Inteligente, capaz, sumamente enérgica y muy simpática, el 6 de enero de 1937 da un paso atrás para lanzar su influencia hacia delante.

Los pacientes del Doctor García – Almudena Grandes

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MADRID, 6 DE ENERO DE 1948

En la tapa del estuche se leía Parker, pero la pluma era una Pelikan clásica, cuerpo verde rayado y capuchón de laca negra, con un clip dorado.
—Mi hijo también gustaba escribir mucho —los ojos de Frau Weiss se nublaron cuando el falso Adrián la tomó entre sus dedos con una expresión de placer casi infantil—. Tengo sus cartas del frente, muy bonitas, pero la... Füller... quedó en Hannover. Esta igual.
—Muchísimas gracias, Ingrid —Manuel Arroyo Benítez, con su nombre propio y sus dos apellidos, la abrazó y la besó en las mejillas—. Es preciosa, me hace mucha ilusión, pero... ¿Cómo sabes que me gusta escribir?

Los pacientes del Doctor García – Almudena Grandes