Relato bastante bien escrito, incluso brillante en sus primeros compases, con alguna que otra pincelada borgeana que tan de agradecer resultan. De hecho, me encantó el halo de misterio que envuelve todo el primer párrafo, tan presente siempre en la literatura del conspicuo ciego, con ese golpe del destino (o del azar, si se quiere) que cambia la vida del protagonista.
A partir de ese primer párrafo, la historia empieza, sin embargo, a decaer. Todo cuanto se sabe es que el amuleto proporciona al protagonista éxitos y logros materiales, pero nada se dice del origen de ese amuleto, cuáles son su árcanos, qué es lo que le otorga esas increíbles propiedades. Se echa en falta algo más mágico, más ligado al conocimiento, algo verdaderamente trascendente, como sucede, por ejemplo, con el descubrimiento de “El Aleph” en el cuento del mismo título del maestro argentino.
Se echa en falta, en definitiva, algo más de desarrollo en la historia, y ya que no se nos dice por qué el amuleto tiene ese poder, qué menos que conocer las inquietudes del protagonista, sus sensaciones más íntimas al ser consciente de cómo Fortuna le sonríe, sus posibles miedos, sus desazones, el cambio que se opera en su interior como resultado del cambio externo que está viviendo tras encontrar el amuleto.
La historia languidece por esta falta de desarrollo, hasta terminar en una vuelta a la situación anterior por el mero cruce de un gato negro.
La verdad es que la historia deja un cierto resabio amargo, más que nada porque había ingredientes para un buen relato fantástico que, sin embargo, se queda a la postre en unas breves pinceladas.
Quizá la atonía del relato, más allá de su escaso desarrollo, obedezca también a su falta de ritmo. Es demasiado lineal, sin apenas subidas y bajadas en la acción, sin curvas ni meandros, no hay en definitiva ningún fastigio.
Eso sí, tanto la prosa como la sintaxis son buenas, lo que hace que el texto fluya a través de cauces muy sólidos, con elegancia y buen hacer literario. Hay un equilibrio acertado entre frases cortas y largas, la adjetivación es correcta y no se detectan defectos de estilo ni importantes errores ortográficos o de puntuación. Todo ello hace que el lector, aun sin sobresaltos ni emoción, disfrute con la lectura, que es también de lo que se trata. Mis felicitaciones al autor y gracias por compartir este trabajo