CO - El monte de la felicidad - Megan

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CO - El monte de la felicidad - Megan

Mensaje por lucia »

El monte de la felicidad

Desde el décimo piso del Cerulean Tower Hotel en el centro de Tokio, Eladia miraba a través del gran ventanal el majestuoso monte Fuji. Las lágrimas nublaban sus ojos y sus pensamientos estaban muy lejos de allí. Cuando decidió emprender aquel viaje, su deseo era desaparecer y huir de todo y de todos. Sin embargo, entre sus maletas había una que la acompañaba de forma inevitable: la que contenía todos sus recuerdos, sobre todo los dolorosos. Así cayó en la cuenta de que no podía desprenderse de ellos, fuera donde fuera.

Como una autómata, abrió una maleta y sacó un bolso de mano que contenía varias cajas de pastillas. Una a una, las colocó adentro del cenicero, luego se dirigió al baño y tras llenar un vaso de agua se sentó en un sillón. Estaba decidida, necesitaba paz. Esa paz que le fue hurtada torturándola día a día, asestándole golpes cada vez más fuertes y angustiantes. La vida le dolía, ya no podía ni quería seguir.

Los penosos pensamientos la hicieron sollozar y llevarse las manos al rostro, tirando el vaso de agua y algunas de las cajas de pastillas. Lloró como una niña, con tal desconsuelo que quien pasara por allí pensaría que algo le estaba doliendo. Y vaya si le dolía, tenía el corazón roto, el alma deshecha y su persona corroída por el dolor. De repente, un grito de rabia le salió del fondo de su ser:

— ¡¿Por qué yo, Dios mío?!

En ese instante, sintió que la observaban desde el ventanal, volvió la cabeza y allí estaba, impertérrito, el solemne Fuji. Lo miró fijamente, se levantó, abrió la puerta de la terraza y se acercó a la baranda. El viento revolvió sus hermosos cabellos color fuego. Algo le decía, algo le pedía, pero no entendía. Pensó que, de tanto llorar, se había vuelto tan loca que creía que una montaña le hablaba. No obstante, sabía que ese inmenso volcán era sagrado y adorado como un dios por los japoneses, tanto por los sintoístas como por los budistas.

Al darse la vuelta para entrar a la habitación descubrió que había un hombre desconocido sentado en uno de los sillones. Sin saber por qué no sintió temor, sólo una gran sorpresa, que reflejó en sus ojos verdes.

Entró y se paró a mirarlo: era japonés, vestía con normalidad, no tenía armas y la miraba con mucha simpatía.

De pronto se levantó, la tomó de la mano y la hizo sentarse en un sillón, él tomó asiento frente a ella.

— ¿Quieres morir? —La frase no había sido dicha. Sin embargo, ella la escuchó.
—Sí quiero, no hay opción.
—Decir que no hay opción es algo muy tonto.
—Para mí no.
—Hay tantas opciones como estrellas en el firmamento, Eladia.

Repentinamente, notó como el rostro del hombre se desdibujaba en la cara de su padre, de su hermano, de su mejor amigo.

— ¿Ya estoy muerta? ¿Eres Dios? —preguntó con la inocencia de una niña.
—Toma tu bolso y sígueme.

Bajaron en el ascensor y se metieron en medio de la muchedumbre que pasaba por la puerta del hotel. La avenida Shibuya estaba en pleno centro del concurrido Scramble Kousaten. El hombre le tendió la mano y caminaron entre el gentío, cruzaron la calle y fueron hacia la plaza Hachiko. Allí se detuvieron y el desconocido le dijo, sin hablar, que pronto pasaría el Tren del Sueño.

— ¿Qué es eso?
—Pronto lo sabrás.
—Puntual como siempre— sonrió el hombre.

Eladia quedó paralizada. Venía un tren, pero no por la calle, sino por el aire. Paró frente a ellos y desplegó una escalera. Ella sin saber por qué comenzó a subir. Una vez arriba, notó que el hombre no la había seguido. Lo llamó, pero cuando volvió a mirar había desaparecido.

Comenzó a caminar hacia adentro del vagón, había unas diez personas que la miraron con simpatía. Después del asombro inicial, ella les sonrió y observó que tenía un billete dorado en la mano. No sabía de dónde había salido. Lo miró y leyó: “Bienvenido al Tren del Sueño, de la famosa compañía de trenes Oedo Line”. La joven quedó estupefacta, el billete estaba escrito en japonés y ella lo había entendido.

Se sentó en un asiento junto a la ventana. Frente a ella había una mesa y una pareja mayor sentada del otro lado. Ambos inclinaron la cabeza, a lo cual ella respondió de la misma forma.

Era increíble, el tren volaba. Podía ver las impresionantes luces de Tokio y los edificios altísimos que cubrían la ciudad. Era una belleza. De pronto, se le ocurrió que el billete debería indicar el lugar de destino. Lo sacó de su bolso y esta vez se horrorizó al leer: “Disfrute de su paseo, el Fuji San lo espera”. En ese momento recordó cuando lo miraba desde la terraza y sintió que la inmensa montaña le hablaba, sin entender lo que decía. Sería cierto lo que sintió, porque ese desconocido la llevó hasta allí.

Al observar a los demás pasajeros, alguien llamó su atención. Era un niño y estaba solo. Sin pensarlo se levantó de su asiento y se dirigió hacia él. Al notar su presencia el pequeño le obsequió una tímida sonrisa.

— ¿Estas solo? ¿Puedo sentarme a tu lado?—dijo amablemente la joven.
—Sí.
— ¿Y tu familia o amigos?
—Todos murieron en la guerra, sólo yo me salvé.

Ella se estremeció. Hacía mucho que no tenía esa sensación. El niño continuaba mirándola con sus grandes ojos color café. No tendría más de cinco años, era muy delgado y sus ropas estaban raídas. Los ojos se le llenaron de lágrimas.

— ¿Por qué lloras? ¿Tu familia también murió?
—Sí, también estoy sola.
— ¿Los mataron en la guerra?
—No, pero es igual, ya no están.
—Qué lástima, no me gusta ver llorar a las personas mayores.
—Ya no lloro más. ¿Cómo te llamas? —Le dijo mientras se secaba los ojos con un pañuelo.
—Adnan.
—Bonito nombre. ¿Por qué estás en este tren, Adnan?
—Porque estoy solo y muy triste.

Esta vez sintió con más fuerza el estremecimiento.
—Ahora no estás solo, yo estoy a tu lado.

—Sí, pero te vas a ir a tu casa.
—No, voy al mismo lugar que tú.
—Claro, pero después.

No supo que responder. Sentía renacer sentimientos que creía haber perdido. Sólo deseaba decirle que la vida tenía cosas muy bonitas, que no todo era congoja. Pero, quién era ella para decirle eso, cuando sentía que nada valía la pena. Lo miró y le prodigó una sonrisa que salió de lo más hondo de su ser.
De pronto, se escuchó una voz por los parlantes que solicitaba ponerse el cinturón de seguridad y las máscaras de oxígeno.

— ¿Máscaras de oxígeno? —exclamó Eladia.

Una chica que se encontraba cerca le dijo que se debía a los gases tóxicos que despedía el cráter del volcán, pero que podrían sacársela al llegar a tierra.

El tren comenzó a entrar en el cráter y la joven sintió que se paralizaba del miedo, nunca había estado en un lugar así y menos dentro del imponente monte Fuji.

Tras bajar del tren los condujeron a un ascensor, por el cual subieron a un amplio salón. Fueron recibidos por dos hombres de mediana edad, quienes vestían guardapolvos blancos y se presentaron como los doctores Kai Hirami y Sakuke Miwa. Los miraron a uno por uno con una sonrisa en sus labios.

—Bienvenidos todos. Fueron seleccionados por encontrarse en una situación límite de depresión y nuestros Okuttas o comisionados se encargaron de hacerlos venir para que nosotros cambiemos su parecer. Están por comenzar las “Ocho Nobles Verdades” que les permitirán alcanzar el “Nirvana”, la espiritualidad que nos da Buda.

Todos aplaudieron, menos Eladia, que bajó la vista. Las lágrimas caían por sus mejillas. El doctor Hirami se acercó a ella, la tomó de las manos y con una sonrisa piadosa le dijo que la entendía perfectamente. Todos estaban en esa situación, pero ya pasaría.

—Usted no entiende, estoy sola, me quedé sola, y no hay nada más vulnerable que la soledad—dicho esto, comenzó a llorar.

El doctor Hirami la miró a los ojos y le dijo que empezaría el tratamiento inmediatamente. Ella seguía sin entender de qué le hablaba ese hombre. ¿Un tratamiento le devolvería todo lo que había perdido? ¿Podría devolverle a su hijo muerto en un accidente de tránsito? ¿Podría devolverle al que fuera su marido y la dejó por enamorarse locamente de su mejor amiga? ¿Podría devolverle su excelente carrera como escritora, cuando ya no podía concentrarse más, ni siquiera con fármacos? ¿Podría quitarle la soledad tan espantosa que vivía día a día? ¿Podría devolverle las ganas de vivir que ella ya no tenía?

Se dejó llevar por un pasillo, hasta llegar a una puerta que indicaba Kutsu. Entraron. Era una habitación muy blanca y pulcra. Había una cama y un escritorio con papeles y bolígrafos.

—Creo que en su caso, Eladia, comenzaremos por la sala del dolor, porque veo que está en una crisis nerviosa.

Enseguida llegó una enfermera que la ayudó a quitarse la ropa y ponerse un camisón muy blanco. Se sentó en la cama y le ofrecieron un vasito lleno con un líquido color ambarino. Lo tomó sin decir nada, no sabía por qué, pero tenía confianza en todo desde que llegó a Tokio. Sería la calidez de sus habitantes, sí, seguramente era eso, se notaba a primera vista.

Mientras tanto el doctor estaba sentado en el escritorio escribiendo en una carpeta que tenía su nombre. Al terminar le dijo que iba a dormir, sólo debía creer y dejarse llevar.

—Doctor Hirami ¿Puedo preguntarle algo?
—Sí, claro.
—En el tren venía un niño, un pequeño huérfano de guerra. ¿Cómo está y dónde se encuentra ahora?
—Querida mía, ahora no, debe dormir—Se acercó a ella, le acarició la frente y se fue.

Eladia no tuvo tiempo de pensar porque se sumió en un sueño tan profundo como horroroso. Veía morir a su hijo, una y otra vez. Gritaba como loca, pero el camión se le venía encima del auto y el niño era literalmente aplastado. Sentía dolor de garganta por la fuerza que hacía para gritar, hasta que en otro sueño, el camión frenaba junto al coche y ella podía tomar a su hijo y salir de allí. Este sueño suplantó al otro, veía al conductor del camión y era el mismísimo Buda, se repetía y se repetía, hasta que despertó. Se sentó en la cama y vio al niño del tren parado frente a ella.

—Buda te salvó—fue lo que único que pudo decir antes de abrazarlo con toda su fuerza.

La puerta se abrió y el doctor entró a la habitación, le hizo un guiño a la joven.

—Ya tiene la respuesta a su pregunta. A esto le llamamos la “Primera Noble Verdad” que nuestro amado Dios nos ha brindado. Los occidentales suelen calificarlo como “casualidad”.

Eladia miró al niño, después al hombre y volvió a sonreír.

—Ahora vendrá una enfermera a asistirle y los veré nuevamente.
— ¿Nos verá?
Como respuesta el doctor asintió con la cabeza y se fue.

Al poco tiempo, fue dada de alta, era otra mujer, fuerte, con ganas de criar a su hijo que ahora era un niño alegre y amado. Quería comenzar una nueva vida amorosa y laboral. Atrás quedaron las pastillas del hotel, pero no el monte Fuji, su llamada y el Tren del Sueño, que se la había llevado en pedazos y la devolvió más feliz que nunca.

Con el pequeño a su lado y ambos con una sonrisa en los labios, decidió que ese era su mundo, que allí se quedaría y que, si bien había elegido Japón por la lejanía, ahora lo prefería porque le había devuelto la vida. La maleta llena de malos recuerdos ya no formaría parte de su equipaje.
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raumat
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Re: CO - El monte de la felicidad

Mensaje por raumat »

¡Ay, Eladia, pobrecita mía!... Tan desesperada... tan depre... :shock:
Menos mal que aparece que el tren volador milagroso... :roll:
Con un estilo sencillo y ágil, resulta agradable y entretenido de leer. Bonito también el mensaje de esperanza que transmite.
Gracias al autor por compartirlo y suerte en el concurso.
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Gavalia
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Re: CO - El monte de la felicidad

Mensaje por Gavalia »

Lo siento pero este relato se me queda algo plano. La historia no me transmite demasiado, quizá tenga algo que ver el modo de contarlo.
La entrada del tren en escena fue una promesa de cambio, pero tampoco aportó nada nuevo que captara mi atención. Sufrimiento y esperanza es el sustento de un cuento aderezado con gotas de magia o de locura, no sé muy bien que pensar.
Un saludo y suerte.
En paz descanses, amigo.
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Jarg
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Re: CO - El monte de la felicidad

Mensaje por Jarg »

Yo, con mi habitual dosis de cinismo ( :cry: ), en cuanto aparece el tren me he dicho "Ay, que esta Eladia se ha tomado todas las pastillas y se nos va...". Menos mal que me he equivocado y el viaje tenía billete de regreso :alegria:

Me gusta el estilo dinámico del relato. Lo único, me ha dado la impresión de que transcurre demasiado rápido. El límite de seis páginas tiene el inconveniente de que no se pueden contar demasiadas cosas y creo que este relato daría pie a desarrollar buenas reflexiones sobre los temas que trata. De cualquier modo, está bien escrito, resulta agradable de leer y deja buen sabor de boca. Enhorabuena y buena suerte.
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Edgardo Benitez
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Re: CO - El monte de la felicidad

Mensaje por Edgardo Benitez »

El relato iba muy bien hasta que me encontré con esto:
—Toma tu bolso y sígueme.
No sé para qué puede servir un bolso en un plano como el que nos describes. En fin, me encontré otras imágenes que hacen demasiado inestable el texto.
Para escribir un texto, cualquiera que este sea, hay que entrar en el mundo que se desea describir, acá no parece que haya dominio del tema. Pienso que el mundo paralelo, si es eso lo que trata de describir, está mal planteada. Lo siento.
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ciro
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Re: CO - El monte de la felicidad

Mensaje por ciro »

Coincido bastante con Edgardo y Gava. No me engancha, lo siento. Quizá a las personas depresivas y muy creyentes en Buda, les ayude. En el aspecto formal está bien. En originalidad, flojo. Luego me explicas el final. No me queda muy claro si Buda ha salvado a su hijo o el chico que la acompañaba hace de nuevo hijo. Mi mente racional me inclina por lo último, pero soy torpe con los relatos fantástico-místicos. No suelo leer muchos.
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ciro
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Re: CO - El monte de la felicidad

Mensaje por ciro »

Edgardo Benitez escribió: 22 Oct 2019 03:39 El relato iba muy bien hasta que me encontré con esto:
—Toma tu bolso y sígueme.
Hombre..., en España se dice que: ¡antes muerta que sencilla! Ninguna mujer que se precie deja el bolso, por muy depresiva que esté. :mrgreen: :mrgreen: Supongo que en el país del autor@ (tiene algunas expresiones que me hacen pensar que no es de España) pasará lo mismo.
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Edgardo Benitez
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Re: CO - El monte de la felicidad

Mensaje por Edgardo Benitez »

ciro escribió: 22 Oct 2019 17:48
Edgardo Benitez escribió: 22 Oct 2019 03:39 El relato iba muy bien hasta que me encontré con esto:
—Toma tu bolso y sígueme.
Hombre..., en España se dice que: ¡antes muerta que sencilla! Ninguna mujer que se precie deja el bolso, por muy depresiva que esté. :mrgreen: :mrgreen: Supongo que en el país del autor@ (tiene algunas expresiones que me hacen pensar que no es de España) pasará lo mismo.
Ocurre que las letras deben tener un sentido universal, no se trata de escribir solo para un sector de la humanidad, al menos, así lo pienso. Pero en fin, el texto es hermoso por su intención humana.
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Iliria
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Re: CO - El monte de la felicidad

Mensaje por Iliria »

ciro escribió: 22 Oct 2019 17:44 No me queda muy claro si Buda ha salvado a su hijo o el chico que la acompañaba hace de nuevo hijo. Mi mente racional me inclina por lo último
Me ha pasado igual que a Ciro.

Es verdad que el relato flojea hacia el final, en el sentido de que se hace más difícil de entender. Me ha gustado, eso sí, la reflexión que gira en torno a la soledad y a la tristeza, y más en un día lluvioso y tristón como este :cry:

Un saludo :hola:
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ciro
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Re: CO - El monte de la felicidad

Mensaje por ciro »

Edgardo Benitez escribió: 22 Oct 2019 18:38
ciro escribió: 22 Oct 2019 17:48
Edgardo Benitez escribió: 22 Oct 2019 03:39 El relato iba muy bien hasta que me encontré con esto:
—Toma tu bolso y sígueme.
Hombre..., en España se dice que: ¡antes muerta que sencilla! Ninguna mujer que se precie deja el bolso, por muy depresiva que esté. :mrgreen: :mrgreen: Supongo que en el país del autor@ (tiene algunas expresiones que me hacen pensar que no es de España) pasará lo mismo.
Ocurre que las letras deben tener un sentido universal, no se trata de escribir solo para un sector de la humanidad, al menos, así lo pienso. Pero en fin, el texto es hermoso por su intención humana.
Estoy de acuerdo contigo. Lo decía en broma.
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Ginebra
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Re: CO - El monte de la felicidad

Mensaje por Ginebra »

me ha costado un poco de entender, el niño es su hijo? quizá algo inconexo en ese sentido, por lo demás buena currada. Mucha suerte! :D
Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias. Eduardo Galeano


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Megan
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Re: CO - El monte de la felicidad

Mensaje por Megan »

Autor/a, me gustó tu relato.
La depresión es una enfermedad muy actual y cada persona decide como terminarla o no, en este caso desaparecer de los lugares de siempre no sirvió. Pero al parecer la protagonista fue al lugar indicado sin saberlo, sólo porque estaba en el otro extremo del mundo. Aunque todo pareciera igual, el ambiente, su magia y su religión la ayudaron a no terminar con su vida. Creo que nos has mostrado que ante tanto dolor, cualquiera sea la fórmula, siempre hay una esperanza. Supongo que ese niño fue una hermosa causalidad como decimos en occidente.

Mucha suerte y gracias por compatirlo :D
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rubisco
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Re: CO - El monte de la felicidad

Mensaje por rubisco »

(Hasta la gelatina más zigzagueante tiene la misma consistencia en todas sus moléculas.)

Estimado autor, estimada autora:

Nos transportas a un Tokio que bien puede ser el actual de la mano de Eladia, que de japonesa tiene poco y de por qué está en Japón no nos das pistas. Tal vez no sea fundamental para la historia, pero esos pequeños detalles son los que me hacen disfrutar más de un buen relato.

Tienes una prosa muy bien trabajada, un contexto bien definido y una intención bastante evidente: la de convertir una clásica historia de redención en todo un viaje por el proceso de liberación de los elementos depresores. Claro que también hay sombras: algunos detalles de redacción y quizás un final que me parece demasiado precipitado.

Empezaré por los detalles de redacción mencionando uno que me parece, de lejos, el más grave:
el autor o la autora escribió: 17 Oct 2019 22:44Bajaron en el ascensor y se metieron en medio de la muchedumbre que pasaba por la puerta del hotel. La avenida Shibuya estaba en pleno centro del concurrido Scramble Kousaten. El hombre le tendió la mano y caminaron entre el gentío, cruzaron la calle y fueron hacia la plaza Hachiko. Allí se detuvieron y el desconocido le dijo, sin hablar, que pronto pasaría el Tren del Sueño.

— ¿Qué es eso?
—Pronto lo sabrás.
—Puntual como siempre— sonrió el hombre.
Lo que he marcado en negrita es lo que me chirría. Vamos a analizarlo:

— ¿Qué es eso? (Pregunta de Eladia)
—Pronto lo sabrás. (Respuesta del hombre)
—Puntual como siempre— sonrió el hombre. (¿Comentario de Eladia? ¿Cómo sabe que es puntual siempre? ¿Por qué en el comentario de Eladia aparece una acotación que hace mención al hombre como si él hubiera sido quien hubiera hablado?).

Es un detalle menor, pero tuve que ignorarlo tras leerlo tres veces. Por suerte, no es un elemento fundamental de la historia, así que pude seguir leyendo.

Respecto del final, creo que tiene dos aspectos que hace desmerecer el conjunto. El primero es la velocidad con que se resuelve todo. El ritmo del relato es más o menos coherente menos en la última parte, en la que el doctor parece dar vida a la historia, cuando creo que el momento en que Eladia se enfrenta cara a cara a sus dolores debía ser el más dramático. Y el segundo, la falta de un cierre algo más definido. ¿Eladia sigue viva? ¿Todo, incluso el haber tirado el vaso con las pastillas, es producto de la alucinación pre-mortem? ¿El niño es su hijo? Con sólo dar respuesta a una de estas preguntas, incluso de forma indirecta, se daría un broche de oro al relato.

Siento que el relato tiene un pequeño problema de consistencia. Sin embargo, tanto la intención y la construcción del propio relato como ciertas pinceladas que he visto y que me han gustado hacen que vaya a intentar meterlo en los puntos. Espero que me ayudes.

:60: Mucha suerte y gracias por compartirlo.
69
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Sinkim
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Re: CO - El monte de la felicidad

Mensaje por Sinkim »

Una historia muy bonita, me ha recordado a historias tipo El viaje de Chihiro o Mi vecino Totoro :D Me alegra que el relato tenga un final feliz :D
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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Iliria
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Re: CO - El monte de la felicidad - Megan

Mensaje por Iliria »

Un relato muy tierno, Megan. Estuviste rondando en mis votos y este es de los relatos que me supo mal no poder puntuar. Me costó decidir. Gracias por regalarnos esta historia tan entrañable :60:
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-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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