CPIV- La decisión - Emperatriz_Infantil
Publicado: 07 Abr 2009 23:46
LA DECISIÓN
Lo he decidido. Pienso quedarme aquí para siempre.
Hubo un tiempo en el que no me importó salir, es más, lo estaba de-seando, y quería descubrir todo el mundo que me rodeaba. Pero ya no. Po-co a poco, me he ido dando cuenta de las cosas y aquí es donde quiero es-tar. El mundo que hay más allá… es un lugar horrible.
Hoy, sin ir más lejos, Mary y Peter se han vuelto a pelear. Odio cuan-do se pelean. Sus gritos retumban por todo mi cuerpo. Se dicen cosas muy feas y las puertas se cierran de forma violenta. Pero lo peor es el sentimien-to de malestar que te invade, la impotencia. Mary se pone a sollozar, y yo me siento muy mal al no poder hacer nada. Vale, quizás esta vez he tenido yo algo de culpa, pero las peleas surgen por cualquier motivo: la tele está muy fuerte, el lugar donde vamos de vacaciones, no hay patatas fritas para comer, o tía Laurie viene de visita.
A Peter no le gusta nada tía Laurie. Siempre quiere saber cuando vie-ne para tener un plan especial y escaparse: una partida con los amigos, o incluso horas extras en el trabajo.
Y eso que Peter detesta su trabajo. Es algo que siempre nos está re-cordando. Que si él no ha estudiado una carrera para acabar haciendo reca-dos, que si le pagan muy poco haciendo tantas horas extra como hace, que nunca valoran su trabajo… Muchas veces llega extenuado, y de mal humor, ¡No hay quien se acerque a él! Despotrica un buen rato sobre su mal día, pone verde a su jefe y se calma, para volver a pasar lo mismo un día más. Al final todo se reduce al dinero para pagar las facturas, como le dice Mary. ¡No eres nada ahí fuera sin dinero! Y me parece que de eso no tengo…
Pero volviendo a la tía Laurie, al final somos nosotros quienes aguan-tan sus visitas. Y aguantar es la mejor palabra para describirlas. La tía Lau-rie, en realidad no sé si es tía de alguien, habla de ella en tercera persona y es la mujer que tiene más enfermedades del mundo. Cuando Mary, por cor-tesía, aunque lo teme, le pregunta la típica frase “¿Cómo estás hoy?” los dos nos preparamos para la hecatombe.
- La tía Laurie no se encuentra hoy muy bien, Mary, pero gra-cias por preguntar. Verás, ya sabes que me salió una mancha en el pie izquierdo, esa de color morado verdoso, así que fui de inmediato a pedir cita para el doctor Mayers. Tuve que es-perar dos días ¿Puedes creerlo? Dos días enteros para que me atendiera. Y fíjate que no era nada, pero ya que estaba allí le pregunté por el dolor de estomago que tengo última-mente, y menos mal que lo hice porque me mando varias pruebas, y estoy esperando los resultados, pero ya sabes como van estas cosas de despacio, Mary, y yo no sé porqué, ¿Y si fuera algo grave? La tía Laurie ya no está para estos trotes, Mary. Fíjate que ayer me encontré con Carlotta, tu ve-cina y me dijo que…
Más o menos cuando tía Laurie dice “no muy bien” ya desconecto, e intento no enterarme, pero al final, todos esos males acaban haciendo mella en mi. ¿Y si yo también tengo ese problema de espalda del que habla? A veces también me duele la barriga... ¡Con solo escucharla ya me siento en-fermar!
Y si pensáis que la tía Laurie es una pesadilla, es porque aún no co-nocéis a Carlotta, o la Carlotta, como todo el mundo la conoce. La Carlotta es nuestra vecina, y pasa más tiempo en nuestra casa que en la suya. Y nunca la verás callada. A veces pienso que le han dado cuerda, y no puede parar aunque lo intente. Mary asiente, dice “Ajá” de vez en cuando, pero no puede añadir nada más. Cada vez que se va, normalmente porque se nos han acabado las aceitunas o las cervecitas, me doy cuenta de que tengo un dolor de cabeza terrible. Y Mary seguro que también.
¿Qué de qué habla? ¡De todo! A los vecinos se los conoce al dedillo y seguro que sabe cosas que hasta ellos mismos desconocen. Sabe todo lo que ha pasado en el barrio, en la ciudad, en el país ¡Lo sabe todo! Su cere-bro parece una inmensa fuente de información, el problema es que no sabe organizarla y sintetizarla, si no que lo suelta todo sin ton ni son. Y tiene opiniones sobre todo. Casi siempre contrarias a lo que opina el resto. Le encanta discutir. Todo lo que hace el gobierno, está mal. Y por supuesto ella sabe como hacerlo mucho mejor. ¿Por qué nadie le pide su opinión para las cosas importantes (y las no importantes)? Realmente no se por qué la Car-lotta es tan solo nuestra vecina, y no la reina del mundo…
Seguro que muchos pensareis: “Bueno, si tan mal están las cosas en su casa, ¿Por qué no se marcha lejos?” Pues bien, la respuesta es simple. ¿Recordáis que os hable del sonido del televisor, que siempre estaba muy alto? Ese dichoso aparato es el Dios de la casa. Desde muy temprano por la mañana, hasta bien entrada la noche no para de parlotear y parlotear, aun-que Mary se mueva de un lado a otro constantemente, de vez en cuando se para unos minutos, lo mira un rato y sigue haciendo cosas en la casa. Su-pongo que se aburre y le gusta escuchar las tonterías que se dicen. Pero a mi no me gusta. A decir verdad, me asusta bastante.
A primera hora de la mañana, se oyen a unas buenas señoras criticar los vestidos de otras, hablar sobre la operación de nariz de nosequién, y que fulanito y menganito se van a separar (otra vez). Luego, un médico te da consejos para curar enfermedades de las que ni siquiera he oído hablar (bueno, seguro que la tía Laurie las tiene, así que tendré que aconsejarle que vea el programa). Hasta aquí más bien me aburre. Pero lo peor viene después: Las Noticias. ¿Alguna vez habéis visto las noticias? ¿Y aún así se-guís quierendo salir? Lo único que hago es escuchar guerras, asesinatos, bombas, terrorismo, secuestros, desastres naturales, crisis, crisis, crisis… ¡Socorro! No puedo evitar ponerme a llorar cada vez que lo escucho… la pena que me invade es tan grande. El mundo es un lugar terrible, es deso-lador, triste, y sobre todo, muy, muy peligroso.
A veces desearía tener unos tapones para no volver a escuchar nada de eso nunca más.
Así que esta es mi decisión. No vais a hacerme cambiar de parecer por muchas palabras dulces y frases de ánimo que me digáis. Sé como es el mundo de ahí fuera, y no quiero verlo, así que es aquí donde me voy a que-dar, por más que os pese…
…
Un momento….
…
¿Qué es esa luz?
De repente hace frío aquí…
¡Por favor, que apaguen esa luz!
¡Espera! ¿Por qué tiran de mí?
¡No quiero salir de aquí! ¡No quiero! ¡No tiren de mí! ¡No quiero ir fuera! ¡Déjenme! ¡Nooooo…
… Buaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!
- ¡Mira, Mary, es un bebé precioso!
- ¡Oh, Peter, soy tan feliz!
FIN
Lo he decidido. Pienso quedarme aquí para siempre.
Hubo un tiempo en el que no me importó salir, es más, lo estaba de-seando, y quería descubrir todo el mundo que me rodeaba. Pero ya no. Po-co a poco, me he ido dando cuenta de las cosas y aquí es donde quiero es-tar. El mundo que hay más allá… es un lugar horrible.
Hoy, sin ir más lejos, Mary y Peter se han vuelto a pelear. Odio cuan-do se pelean. Sus gritos retumban por todo mi cuerpo. Se dicen cosas muy feas y las puertas se cierran de forma violenta. Pero lo peor es el sentimien-to de malestar que te invade, la impotencia. Mary se pone a sollozar, y yo me siento muy mal al no poder hacer nada. Vale, quizás esta vez he tenido yo algo de culpa, pero las peleas surgen por cualquier motivo: la tele está muy fuerte, el lugar donde vamos de vacaciones, no hay patatas fritas para comer, o tía Laurie viene de visita.
A Peter no le gusta nada tía Laurie. Siempre quiere saber cuando vie-ne para tener un plan especial y escaparse: una partida con los amigos, o incluso horas extras en el trabajo.
Y eso que Peter detesta su trabajo. Es algo que siempre nos está re-cordando. Que si él no ha estudiado una carrera para acabar haciendo reca-dos, que si le pagan muy poco haciendo tantas horas extra como hace, que nunca valoran su trabajo… Muchas veces llega extenuado, y de mal humor, ¡No hay quien se acerque a él! Despotrica un buen rato sobre su mal día, pone verde a su jefe y se calma, para volver a pasar lo mismo un día más. Al final todo se reduce al dinero para pagar las facturas, como le dice Mary. ¡No eres nada ahí fuera sin dinero! Y me parece que de eso no tengo…
Pero volviendo a la tía Laurie, al final somos nosotros quienes aguan-tan sus visitas. Y aguantar es la mejor palabra para describirlas. La tía Lau-rie, en realidad no sé si es tía de alguien, habla de ella en tercera persona y es la mujer que tiene más enfermedades del mundo. Cuando Mary, por cor-tesía, aunque lo teme, le pregunta la típica frase “¿Cómo estás hoy?” los dos nos preparamos para la hecatombe.
- La tía Laurie no se encuentra hoy muy bien, Mary, pero gra-cias por preguntar. Verás, ya sabes que me salió una mancha en el pie izquierdo, esa de color morado verdoso, así que fui de inmediato a pedir cita para el doctor Mayers. Tuve que es-perar dos días ¿Puedes creerlo? Dos días enteros para que me atendiera. Y fíjate que no era nada, pero ya que estaba allí le pregunté por el dolor de estomago que tengo última-mente, y menos mal que lo hice porque me mando varias pruebas, y estoy esperando los resultados, pero ya sabes como van estas cosas de despacio, Mary, y yo no sé porqué, ¿Y si fuera algo grave? La tía Laurie ya no está para estos trotes, Mary. Fíjate que ayer me encontré con Carlotta, tu ve-cina y me dijo que…
Más o menos cuando tía Laurie dice “no muy bien” ya desconecto, e intento no enterarme, pero al final, todos esos males acaban haciendo mella en mi. ¿Y si yo también tengo ese problema de espalda del que habla? A veces también me duele la barriga... ¡Con solo escucharla ya me siento en-fermar!
Y si pensáis que la tía Laurie es una pesadilla, es porque aún no co-nocéis a Carlotta, o la Carlotta, como todo el mundo la conoce. La Carlotta es nuestra vecina, y pasa más tiempo en nuestra casa que en la suya. Y nunca la verás callada. A veces pienso que le han dado cuerda, y no puede parar aunque lo intente. Mary asiente, dice “Ajá” de vez en cuando, pero no puede añadir nada más. Cada vez que se va, normalmente porque se nos han acabado las aceitunas o las cervecitas, me doy cuenta de que tengo un dolor de cabeza terrible. Y Mary seguro que también.
¿Qué de qué habla? ¡De todo! A los vecinos se los conoce al dedillo y seguro que sabe cosas que hasta ellos mismos desconocen. Sabe todo lo que ha pasado en el barrio, en la ciudad, en el país ¡Lo sabe todo! Su cere-bro parece una inmensa fuente de información, el problema es que no sabe organizarla y sintetizarla, si no que lo suelta todo sin ton ni son. Y tiene opiniones sobre todo. Casi siempre contrarias a lo que opina el resto. Le encanta discutir. Todo lo que hace el gobierno, está mal. Y por supuesto ella sabe como hacerlo mucho mejor. ¿Por qué nadie le pide su opinión para las cosas importantes (y las no importantes)? Realmente no se por qué la Car-lotta es tan solo nuestra vecina, y no la reina del mundo…
Seguro que muchos pensareis: “Bueno, si tan mal están las cosas en su casa, ¿Por qué no se marcha lejos?” Pues bien, la respuesta es simple. ¿Recordáis que os hable del sonido del televisor, que siempre estaba muy alto? Ese dichoso aparato es el Dios de la casa. Desde muy temprano por la mañana, hasta bien entrada la noche no para de parlotear y parlotear, aun-que Mary se mueva de un lado a otro constantemente, de vez en cuando se para unos minutos, lo mira un rato y sigue haciendo cosas en la casa. Su-pongo que se aburre y le gusta escuchar las tonterías que se dicen. Pero a mi no me gusta. A decir verdad, me asusta bastante.
A primera hora de la mañana, se oyen a unas buenas señoras criticar los vestidos de otras, hablar sobre la operación de nariz de nosequién, y que fulanito y menganito se van a separar (otra vez). Luego, un médico te da consejos para curar enfermedades de las que ni siquiera he oído hablar (bueno, seguro que la tía Laurie las tiene, así que tendré que aconsejarle que vea el programa). Hasta aquí más bien me aburre. Pero lo peor viene después: Las Noticias. ¿Alguna vez habéis visto las noticias? ¿Y aún así se-guís quierendo salir? Lo único que hago es escuchar guerras, asesinatos, bombas, terrorismo, secuestros, desastres naturales, crisis, crisis, crisis… ¡Socorro! No puedo evitar ponerme a llorar cada vez que lo escucho… la pena que me invade es tan grande. El mundo es un lugar terrible, es deso-lador, triste, y sobre todo, muy, muy peligroso.
A veces desearía tener unos tapones para no volver a escuchar nada de eso nunca más.
Así que esta es mi decisión. No vais a hacerme cambiar de parecer por muchas palabras dulces y frases de ánimo que me digáis. Sé como es el mundo de ahí fuera, y no quiero verlo, así que es aquí donde me voy a que-dar, por más que os pese…
…
Un momento….
…
¿Qué es esa luz?
De repente hace frío aquí…
¡Por favor, que apaguen esa luz!
¡Espera! ¿Por qué tiran de mí?
¡No quiero salir de aquí! ¡No quiero! ¡No tiren de mí! ¡No quiero ir fuera! ¡Déjenme! ¡Nooooo…
… Buaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!
- ¡Mira, Mary, es un bebé precioso!
- ¡Oh, Peter, soy tan feliz!
FIN