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CRI: Realidades -Emisario

Publicado: 09 Oct 2011 16:57
por lucia
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Realidades

La conexión no siempre llega,
camino en el cielo
humedezco las nubes,
hago música silente
llamando a mi ausencia.
Purifico, decanto, vuelvo al inicio
y vuelo entre recuerdos,
vivo entre sueños
pocos, algunos, sólo uno...

La soledad había sido su eterna amante, maestra y verdugo. Un aspecto físico poco agraciado le había acompañado desde el oscuro día de su nacimiento y le había condicionado a una infancia difícil, empujándole a retrotraerse y convertirse en un verdadero ermitaño social; un ente aislado en medio de la fría y a veces cruel compañía de sus pares. Pero Juan no se dejó amilanar, siempre mantuvo —a costa de coraje—, su estandarte por todo lo alto. Tanto así que, a menudo, y durante su época escolar, solía pasar interminables noches escribiendo poemas que luego deslizaría con disimulo y anonimato sobre el pupitre de la chica de sus sueños, sólo por el júbilo de regalarle una emoción, una sonrisa o tal vez una ilusión —que ella direccionaría hacia otro, como era habitual y como él sabía y aceptaba.
Comenzó a entender, ya en su adolescencia, que el sistema lo rechazaría de manera eficiente y cruel hiciera lo que hiciera por intentar ser parte de el.
A pesar de todo, su alma creció y brilló. Y sus sentimientos se hicieron tiernos y puros, pero no hubo nadie; nadie con quién compartirlos.
Ya siendo adulto, comenzó a filosofar acerca del propósito de la existencia. Al no mucho analizar se dio cuenta que, al menos en ésta vida, el propósito específico de su existencia se presentaba confuso, críptico y difícil de determinar; como si estuviese vedado a sus ojos, o a su entendimiento.
Pasó así en soledad gran parte de su vida, arraigado, viviendo en aquel antiguo y céntrico apartamento; propiedad que había heredado del que había sido su último pariente vivo conocido.
Los días caminaban y a veces, se arrastraban. Últimamente le costaba conciliar el sueño y su estado de ánimo se había ido deteriorando progresiva y velozmente.
Fue entonces y sólo entonces, justo en el momento en el que la vida le parecía especialmente inmisericorde, agresiva e indolente, que el milagro ocurrió.
Fue una noche mágica, en la cual —de alguna extraña manera—, su alma gemela, su compañera ideal, la mujer que siempre fue y que hasta ahora no había llegado, afloró en medio de la más acérrima adversidad. Emergió inesperada desde donde menos lo habría esperado; desde donde quizás nadie antes haya buscado, o encontrado; desde lo que posiblemente fuese el último recoveco del implacable laberinto del destino.
Se comenzaron a ver cada vez más seguido y, gracias a las previsiones tomadas por él, por períodos cada vez más prolongados.
Con la ayuda de algunos fármacos —que conseguía en la farmacia de la esquina a cambio de algunas poesías que el dependiente luego firmaba como propias—, pudo prolongar aún más las noches, transformándose éstas en vasijas de vida desde las que rebosaban todas las bendiciones que hasta ahora, nunca había conocido.

Fue así que, en medio de una de aquellas noches, la alarma del despertador sonó con vehemencia hasta una cuarta vez e, incluso así, estuvo a punto de no despertarle.
Llevaba tres días durmiendo ininterrumpidamente y si de él hubiese dependido, habrían sido cinco. Los somníferos de acción prolongada se le estaban acabando y con ellos... con ellos la posibilidad cierta de transportarse a lo que últimamente consideraba su verdadera vida.
Era ya medianoche, hora ideal para conectarse con el mundo externo y reaprovisionarse con lo necesario para la próxima incursión. Estas interrupciones eran a su juicio tan odiosas como necesarias. Sabía que si no se alimentaba e hidrataba de vez en cuando, ya no podría seguir ingresando a Onmos —como había bautizado al lugar donde se desarrollaba, desde hacía ya un tiempo, su felicidad.
—¡Maldición! —masculló en voz baja al comenzar a despertar. Su conciencia, que lentamente volvía a hacerse plena, pudo corroborar con desagrado que había regresado a su vida corpórea, experiencia sensorial a la que muchos solían llamar realidad.
Rápidamente ingirió lo necesario —incluyendo su última dosis de somníferos—, y sin más pérdida de tiempo volvió a tenderse en la cama.
Se quedó estático, esperando, con la mirada fija en dirección al techo, lugar hacia donde exhaló despreocupado extravagantes volutas de humo. El ruido de la ciudad se colaba —en andanadas cada vez más apagadas—, por las rendijas de la persiana mientras su conciencia volvía a desvanecerse. No supo, o más bien, no pudo diferenciar el momento exacto en el cual abandonó la realidad externa para por fin traspasar el umbral y reingresar a Onmos; aquel extraordinario mundo que sustentaba y apuntalaba su otra existencia, la mejor de ellas...
De éste lado, la suave luz de la farola exterior le iluminaba con tenues rayos rectos de color ocre que parecían querer revertir una oscuridad que la sobrepasaba por mucho.
La habitación había quedado silente y, de no ser por aquel cuerpo que yacía en dudosa vitalidad, sola.
Del otro lado de la mente de Juan, —del lado bueno diría él—, su esencia, su alma o quizás simplemente su subconsciente, se materializó en las afueras de la ciudad de Onmos. No se encontraba muy lejos de casa, de su casa, y, más importante aún, no se encontraba lejos de Jessica.
Cogió un taxi que —curiosamente—, apareció justo cuando le necesitó.
—¡Avenida Aurora número veinticinco, por favor! —fue lo único que dijo antes de cerrar la puerta. Se dejó llevar sin ansiedades ni elucubraciones de ningún tipo. Había aprendido que un sobresalto, por pequeño que este pareciera ser a priori, podría despertarle y extraerlo de Onmos en menos tiempo de lo imaginable.
El taxi continuó su marcha hasta que Juan decidió que ya había avanzado lo suficiente o, lo que era lo mismo; que ya había llegado hasta donde quería. Una seña le bastó al conductor quien pisó los frenos con suavidad.
—¡Aurora número veintitrés, señor; barrio comercial! ¿Seguro que desea bajar?
—Gracias, quédese con el cambio, caminaré desde aquí —fue su escueta respuesta.
Escuchó sin ver al taxi, el rugir del motor quebró el silencio de manera regresiva hasta desaparecer. Juan, por su parte, comenzó a avanzar con parsimonia al tiempo que, en evidente antítesis anímica, su sombra parecía bailar al compás de los neones multicolores que se reflejaban intermitentes sobre los adoquines. El ambiente era cálido, como a él le gustaba. Una suave bruma comenzó a descender silenciosa y distante frente a él, y no se detuvo hasta fundirse en el espejismo lejano del piso húmedo y brilloso. Un mendigo oculto en las sombras tatareaba a Sinatra y allá, a lo lejos, una luz cruzaba la niebla de manera amortiguada señalándole el camino mientras que una brisa bamboleante arremolinaba sus cabellos con total libertad.
Juan continuó avanzando mientras su mente repasaba la situación. Jamás había sentido por una mujer lo que sentía por Jessica. Ella era, o al menos se asemejaba, a una imagen mixta perfecta de “todas las Jessica” que había conocido a lo largo de su infructuosa y decepcionante vida amorosa. No necesitó esfuerzo alguno para recordar como ellas le habían ignorado sin excepción. Sin embargo, descontando el collage de su aspecto físico, ésta Jessica no se parecía en nada a aquellas otras.
Intentó bloquear sin éxito el triste recuerdo de aquella última vez, cuando, antes de encontrar a Jessica, le había declarado su amor a una de las otras. No fue necesario esforzarse, recordó sin confusión el como fue rechazado sin mayores explicaciones y sin más argumentos que una sonora carcajada <<¡Como si se tratara de un chiste!>> —pensó en agonía rememorativa—.
—¡No! —le frenó un súbito temor que le obligó a vocalizar en voz alta—, debía detenerse en aquel instante, no podía seguir pensando en aquello o se podía generar una pesadilla y podría despertar antes de tiempo, antes de estar con Jessica, la mujer que le amaba, la que era suya de verdad.
Una gota de ansiedad tiñó el momento y cansado de caminar intuyó que ya debía de estar cerca de la puerta principal y... así sucedió. Atrás quedaron los avisos luminosos de la avenida comercial, la neblina, el romántico suelo de adoquines y el suave tatareo del desconocido artista callejero.
Ahora enfrentaba una puerta de madera de grandes proporciones que se abrió majestuosa ante su presencia. Tras el amplio vano resultante, un camino de arenisca amarilla que cruzaba el antejardín en dirección a la casa adquirió protagonismo. Todo lucía tal y como lo recordaba, tal y como lo había dejado establecido en su último ingreso. Se quedó observando el camino de maicillo y le pareció algo oscuro y poco serpenteante; una pequeña manipulación mental y ahora ya era curvilíneo y más iluminado. Otra gota de ansiedad recorrió su espíritu y de pronto ya no quiso esperar más para estar con ella. Se imaginó entonces ya entrando a casa y... así sucedió.
Tras terminar de batir la puerta, justo en el momento en que ésta terminó de abrirse, finalmente apareció Jessica.
Su esbelta figura hacía juego con una sonrisa franca, la cual a su vez era cómplice incondicional de su piel, que parecía brillar bajo aquel vestidito primaveral semitransparente que se adosaba sin mezquindades a su curvilínea anatomía. Sus cabellos, de un color castaño profundo, descansaban en parte sobre los hombros, desde donde parecían continuarse con los dos únicos y finos tirantes que, al poco andar, se curvaban solícitos para dibujar el perfil de unos pechos que rozaban la perfección.
—¡Juan, cuanto te he extrañado!
Y luego de besarlo en los labios con una suavidad tal que no hizo más que incrementar su sensualidad, retrocedió y preguntó con una pizca de picardía en los ojos:
—¿Cómo me veo?
<<¡Deliciosa!>>—pensó Juan, pero terminó contestando—:
—¡Maravillosa, como siempre! Ven aquí y déjame abrazarte por unos momentos.
Y sus cuerpos se unieron y la razón se detuvo, todo comenzó a girar y su alma se sintió acariciada. Ambos aparecieron ahora en medio de un dorado atardecer, recostados sobre heno dorado mientras una puesta de sol pintaba sus rostros de naranjo, justo antes de ocultarse tras la cota lacustre. No hizo falta más que desearlo y las doradas espigas comenzaron a mecerse al ritmo de los caprichos del azar y del viento, mientras las delicadas prendas de Jessica se desplomaban vencidas y entregadas a la fuerza de la pasión.
Y el tiempo pareció detenerse y la piel se estremeció en medio de una batalla de sensaciones que no parecía tener fin.

— Te he extrañado, Juan...
— Y yo a ti, por más tiempo del que te imaginas, Jessica.
— Como quisiera que no te fueras más.
— Cuanto quisiera no tener que irme nunca, nunca más.
— ¿Acaso no hay una manera de lograrlo? ¿sería posible?
— Creo que podría haberla, cariño...
Y... así sucedió. Fueron bruscamente interrumpidos por lo que parecían ser truenos. Voltearon al unísono atraídos por aquella extraña anomalía. Desde el fondo del lago, desde donde hacía sólo unos segundos se había comenzado a ocultar el sol, pudieron observar como una gran ola de color negro avanzaba con gran estruendo hacia ellos. Borraba todo a su paso; pronto ya no hubo tintes de atardecer, ni lago, ni tampoco sol. El tenebroso manto negro se extendió rápido e inexorable. Intentaron correr en dirección opuesta sólo para percatarse de que el fenómeno no se los permitiría. Dentro de poco no quedó adónde ir ni hacia dónde escapar.
Se quedaron estáticos, de pie y abrazados sobre un islote de realidad remanente de apenas un suspiro de ancho, rodeados por la más terrible y desconcertante ausencia absoluta.
—¡Juan...! ¿Qué ocurre? tengo miedo.
Sin saber qué decir, titubeó varias veces antes de poder hacerse cargo de una respuesta satisfactoria. Jessica no lo sabía, ni él estaba del todo seguro, no obstante Juan creía conocer las causas de aquel fenómeno. Era su cuerpo, y no le extrañaba demasiado. Llevaba ya varias semanas en Onmos, y a pesar de intuir lo que ocurriría, simplemente se había negado a volver. Allá, del otro lado, su cuerpo respiraba por última vez. Su cerebro se extinguía, y con él, se apagaba esta realidad alternativa donde había finalmente conocido la felicidad.
No sintió dolor, tampoco sintió miedo. No se arrepentía de nada, moriría junto a Jessica, el amor de sus sueños, la razón de su vida.
En el momento final, ella levantó sus húmedos ojos hacia él; estaban llenos de fragilidad, inocencia e indefensión. Juan le devolvió una mirada cargada de resolución y valor. Nunca antes, en la historia de una vida, se había visto tal amor.
Jessica desapareció primero, luego Juan dejó de tener conciencia de si mismo. Y mientras una lejana voz volvía a tararear a Sinatra, su último pensamiento; aunque interrumpido con brusquedad, no quedó inconcluso:
— <<¡Te buscaré sin cesar en mi próxima vida...!>>

Te acompaño día a día,
juntos hasta el amanecer.
Imagino a veces que ya estás aquí,
y mientras la vida llora; celosa y despechada,
avivo el sentir hasta dormirme al fin.
Me arrimo a la ilusión de ser feliz
y en tu recuerdo por fin morir,
soñando lo que no fui.

Re: CRI - Realidades

Publicado: 13 Oct 2011 02:04
por Emisario
Una historia que me transporta, parece ser una especie de La Bella y La Bestia en el sentido más esotérico de la acepción. Quizás la hubiese alargado un poco más.
Saludos al autor/a.

Re: CRI - Realidades

Publicado: 13 Oct 2011 17:04
por Conphoos
No me ha gustado, el argumento me resulta demasiado típico y me parece demasiado empalagoso. No está mal escrito, pero no me llega, lo siento.

Re: CRI - Realidades

Publicado: 14 Oct 2011 00:04
por Albabooks
Es una historia amarga, llena de frustración y cobardía por no afrontar la realidad (a mi modo de verlo, claro). Aunque la originalidad hace que el relato se salve.

Re: CRI - Realidades

Publicado: 14 Oct 2011 09:19
por kassiopea
Me ha recordado algún cuento de Lovecraft, en el que el protagonista tenía más existencia "onírica" que "real", el cual viajaba en sueños (creo que mediante chutes de opio) a una ciudad imaginaria y, para él, idílica. Y claro, acabó pasando lo que tenía que pasar... igual que en este relato :boese040:

Aunque no comparto la decisión del protagonista, creo que es un buen trabajo. He sentido desasosiego, mucha lástima, desesperación al final. A pesar de todo, he comprendido al protagonista... su sentimiento de amor era auténtico, pero en el plano equivocado :cry:
Y podría decirse que muere por una buena causa.
Otra cuestión es que, éticamente, su decisión no nos guste.

Los versos con que empieza y acaba el relato no me acaban de cuadrar (aunque son hermosos) con el resto de la historia; creo que bastaría con la prosa. Desde luego, es mi apreciación personal, que puede ser fruto de mi cortedad de entendederas :wink:

Gracias por tu relato y mis felicitaciones :60:

Re: CRI - Realidades

Publicado: 14 Oct 2011 10:07
por Berlín
Mi madre, que era una mujer muy sabia, decía que siempre hay un roto pa un descosio. Quizás suene un tanto pueblerino y muy sencillo este refrán, pero al final los dichos populares están repletos de sabiduría.Seguro que ese hombre poco agraciado hubiese encontrado alguna mujer poco agraciada para él sin tener que recurrir al mundo onírico, o quizás alguna mujer de bandera, ¿por qué no? la belleza está en los ojos del que mira.

¿Pero quien soy yo para aconsejar? mis personajes son a veces obesos y echan a volar...

El autor es libre de elegir los destinos de sus personajes, de hecho el autor es libre de levantar una pirámide en medio de un sembrao de patatas, pero cuidado con los tópicos, hay que saber manejarlos.

También vigila las repeticiones de palabra, creo que he visto por ahí tres veces la palabra dorado en el mismo párrafo.

Sigue trabajando, sigue puliendo, que lo haces bien. Saludos y suerte.

Re: CRI - Realidades

Publicado: 14 Oct 2011 13:19
por Elisel
Uf, no está mal, pero no me van mucho las cosas oníricas :roll: Aun así me parece original. Y cuidado con la repetición de palabras en el mismo párrafo.

Re: CRI - Realidades

Publicado: 15 Oct 2011 01:03
por imation
Me ha recordado demasiado a Origen, la película.

Re: CRI - Realidades

Publicado: 15 Oct 2011 16:20
por Emisario
Berlín escribió:Mi madre, que era una mujer muy sabia, decía que siempre hay un roto pa un descosio. Quizás suene un tanto pueblerino y muy sencillo este refrán, pero al final los dichos populares están repletos de sabiduría.Seguro que ese hombre poco agraciado hubiese encontrado alguna mujer poco agraciada para él sin tener que recurrir al mundo onírico, o quizás alguna mujer de bandera, ¿por qué no? la belleza está en los ojos del que mira.

¿Pero quien soy yo para aconsejar? mis personajes son a veces obesos y echan a volar...

El autor es libre de elegir los destinos de sus personajes, de hecho el autor es libre de levantar una pirámide en medio de un sembrao de patatas, pero cuidado con los tópicos, hay que saber manejarlos.

También vigila las repeticiones de palabra, creo que he visto por ahí tres veces la palabra dorado en el mismo párrafo.

Sigue trabajando, sigue puliendo, que lo haces bien. Saludos y suerte.
Jaja Berlin, aún recuerdo tu prota voladora al estilo "la tía mugle de Harry potter" :mrgreen:

Tienes razón, no es posible aconsejar a un autor que dirección debe llevar una historia. Es que es parte de la libertad de escribir "llevar a esos pequeños desdichados por donde uno se lo imagine" Por lo cual, con todo respeto a los dichos de la familia de tan buena amiga (esa eres tú), creo que lo que te ha llevado a comentar de esta manera tan maternalista esta historia es el hecho que te ha llegado el mensaje de frustración que el autor parece haberse empeñado en plasmar. Al igual que en "El mercader de nubes" o "Amor eterno" y algunos otros, encuentro que hay bastante romanticismo en una vida que ya casi termina y que añora un desenlace feliz, basado en un amor que afortunadamente, la vida -de una u otra manera- te regaló, las tres historias tienen una soledad de base, un amor entrañable y una esperanza de reencuentro o al menos de mantenerlo.
No lo sé... ¿tú qué opinas?

Saludos y felicidades al autor y (mis disculpas por las referencias a otros relatos en tu relato, espero no lo tomes a mal)

Re: CRI - Realidades

Publicado: 15 Oct 2011 16:37
por Berlín
Emisario no he visto nada de la saga de Harry Potter :cry: lo siento, no me va mucho ese tema. Pensé que la única en el mundo que volaba era mi personaje gordita jaja y supermán, claro está.

Claro, no estamos aquí para aconsejar, sino para comentar y valorar estas obras escritas. Lo que ocurre es que a veces simpatizamos con algunos personajes y nos olvidamos que son puramente ficción, y fíjate que me ha apenado este pobre chico, difícil de mirar, no feo, y su imposibilidad de encontrar una novia en la franja donde habita la vigilia. De ahí ha brotado ese refrán maternalista.

Cualquier día de estos los personajes se declararán en huelga y pedirán mejoras de argumento.

suerte para el autor, y perdón por la intromisión.

Re: CRI - Realidades

Publicado: 15 Oct 2011 17:58
por Isma
Me parece una buena crítica a la realidad del cibermundo, y quizás hubiera ganado si se hubiera enfocado desde este punto de vista, y no desde el autocontrol de los sueños. Me parece factible pensar que haya quien se deje la vida en este espacio. Me resulta más inverosímil que lo haga en busca de un falso amor. Hasta el menos listo de la clase sabe que la vida real no se puede dar por perdida. En ese sentido, el relato también se puede interpretar como crítica. Me parece que queda suficientemente abierto como para darle esa interpretación.

Los poemas de inicio y de fin son algo abstractos para mi gusto, pero indudablemente bonitos, y contribuyen a dar una ambientación complementaria.

La soledad autoimpuesta del protagonista quizás sea, extrañamente, lo que menos creíble me ha resultado de todo el relato. Me ha gustado, pero tampoco me ha entusiasmado. Gracias al autor por compartirlo :60:

Re: CRI - Realidades

Publicado: 16 Oct 2011 10:49
por Katia
Me ha gustado, pese a lo almibarado del tema, que no me queda más remedio que criticar, pues cosas así no sólo no son reales sino que perjudican el concepto mental de la realidad.

Pero valoro su amenidad, lo bien que está escrito, así que me ha parecido -pese a que no comparto en lo absoluto su romanticón y absurdo mensaje- uno de los mejores. Destacaría esa ideología barroca que subyace de si la realidad es la vigilia o es el sueño, y yo diría que la realidad es ambas, y que el personaje pudo haber establecido un equilibrio, como hacemos todos, entre las dos: ese final tan desmedido si bien es muy poético no es del todo verosímil. Pero bueno, pese a estos "peros", realmente me ha gustado bastante.

Enhorabuena :eusa_clap:

Re: CRI - Realidades

Publicado: 16 Oct 2011 13:11
por ciro
Pues difiero con casi todas las opiniones. A mi me ha gustado mucho. Me parece original y bien escrito. Como sospecho que el autor es hispanoamericano, le aconsejaría el cuidado de algunas expresiones que en castellano de España no se emplean y no ser muy redundante, que suele ser un problema de los escritores no españoles. Por lo demás, uno de mis favoritos.

Re: CRI - Realidades

Publicado: 16 Oct 2011 20:35
por xabeltrán
Este relato no está nada mal. Aunque le hace falta una revisión para corregir los diversos errores que hay, está bien contado y los personajes se hacen cercanos y reales. Lo único que no me ha gustado es ese halo de sueño, irrealidad, que envuelve a los protagonistas, sobre todo a Juan. Creo que tanto él como ella se merecían una historia de amor verdadera y física. :D

Enhorabuena al autor. :60:

Re: CRI - Realidades

Publicado: 17 Oct 2011 13:49
por kharonte
Como ya han dicho, este año empiezan a acumularse relatos sobre personajes que fantasean con amores que les dan lo que no encuentran en la realidad. Y me temo que precisamente eso hace que vayamos (en mi caso) percibiéndolos menos originales a medida que vuelve a surgir el tema.

En cuanto a la escritura, dejando de lado esas expresiones propias de hispanoamérica, sí creo que es obligatorio eliminar redundancias. Eso y algunas expresiones que me han sonado un poco a los "palabros" que inventaba Lovecraft para definir cosas sobrenaturales.

Por otro lado, la historia en sí no me convence por una sola cosa: al principio describe su soledad como algo que asume y comprende. Les manda poesías a las chicas que le gustan sólo por comprobar que les hace sentir algo, aunque luego no le busquen a él para devolver el amor que han recibido. Incluso se dice que "su alma creció y brilló". Hasta que sufre una crisis existencialista y le cambia el ánimo. No sé, pero creo que alguien que se ha pasado toda la vida superando un "Físico poco agraciado" debería tener muchos más recursos para enfrentarse a la pregunta de "¿qué hago con mi existencia?". ¿Para qué crear un personaje que ha avanzado sin miedo por la vida, y luego machacarlo? Hubiese sido más fácil (y hasta "creíble) que este Quasimodo poeta arrastrara desde el principio un nubarrón en su espíritu. Me habría dado más razones para creer que era preferible morir junto a un sueño que vivir solo.