CPVII: Un día de lluvia -Dori25
Publicado: 12 Abr 2012 16:24
Un día de lluvia
VIDA APASIONADA
Cuando llueve en el pueblo las calles se llenan de barro, lo cual provoca un caos absoluto, pero también quizás el único momento de empatía vecinal que se produce debido a esas lluvias que durante horas parecía que nunca pararían.
Mientras mis padres permanecen pegados al televisor, yo observo la lluvia como va poco a poco retirándose, empieza incluso a salir el sol y en ese preciso momento, comienza la animación urbana teñida de enfados ocasionales por la mala suerte de que haya llovido en el momento en el que la ropa estaba tendida.
La primera en salir es siempre la señora Angustias, enfadada, carga con fregonas y escobas que no sé muy bien cómo van a ayudarla a hacer desaparecer toda esa agua, sinceramente creo que lo que hace es moverla de sitio pero ella permanece muy ufana, segura de su éxito.
¡¡¡Siempre igual!!! Harta estoy de achicar el agua y para colmo tengo goteras – grita la señora Angustias a no se sabe qué interlocutor porque todos permanecemos todavía en nuestras casas.
¿Por qué la lluvia siempre provoca esa suerte de siesta colectiva?
Quizás deberíamos salir a empezar a achicar agua - Oigo a mi padre.
Qué locura. Ha dicho el hombre del tiempo que hoy no dejaría de llover. – replica mi madre.
Hace poco leí en un artículo que las predicciones meteorológicas se basan en probabilidades estadísticas, eso nos explicaría que cuando queremos pasar el día en la playa; llueva.
Ya se han vuelto a encharcar las alcantarillas. No entiendo cómo puede pasar siempre lo mismo.
Esto debería arreglarlo el alcalde.
La señora Angustias empieza a tener compañía.
¿el alcalde? Ni sabe que está lloviendo, él no vive en el pueblo, si no en una urbanización que hicieron a 30 kilometros, eso sí, mira por nuestro bienestar, el servicio siempre lo contrata autóctono, que considerado.
¡¡¡Niño!!! Cuidado con el balón, ¿no ves que salpica? ¿Dónde está tu madre?
¿Por qué en estos casos nunca se pregunta por la madre? ¿Y por qué no entienden que después de tantas horas encerrados los niños solo tienen ganas de jugar? ¿Por qué no puedo ser yo otra vez niña y lanzarme a la calle a mojarme, ensuciarme y reír? No, tengo que permanecer en casa porque nadie me ha querido, porque las calles se llenarán en seguida de mujeres de mi edad con marido e hijos, dentro de nada pasearán a sus nietos, pero mientras están encerradas intentando entretener a sus hijos con juegos de salón que nadie quiere o poniéndoles la televisión delante, aquellas mismas madres primerizas que juraron que nunca usarían la televisión como niñera. Ahora que recuerdo son las mismas que también juraron que sus bebés solo comerían cuando les tocara y que los niños lloran muchas veces sin motivo, ahora les ponen el biberón a la mínima con la esperanza de descansar.
Pensándolo bien puede que este sea el único momento de mi vida en que me envidian, no tengo a nadie a quién entretener, ni responsabilidades de las que ocuparme, ojalá siga lloviendo.
El mercado mañana no se pondrá.
Anodinas vidas, anodinos diálogos.
Pues habría que comprar el pan.
Dios. No puedo más. Subo a mi cuarto por las escaleras, escaleras que llevo tantos años viendo que no hace falta pensar en mover las piernas, ellas van solas.
Desde la ventana superior se domina todo el panorama globalmente, veo las ventanas empezar a abrirse, qué bien huele la tarde después de una buena lluvia, empiezo a escuchar movimiento en el pueblo, al fondo se ve el castillo, en el colegio era excursión obligada, explicación de por qué hay cuatro piedras que se caen y por qué debemos conservarlas, siempre he dudado de que fuera un castillo de la época que juran los historiadores, abrigo el secreto convencimiento de que hace 50 años ya existían las subvenciones y algún avispado sugirió el “colocar” en lo alto de la montaña, unas cuantas piedras, un foso y “descubrirlo”, luego solo hay que hablar de conservar el patrimonio histórico artístico y esperar a cobrar.
Ahora los escolares de los alrededores no se van de excursión al castillo para volver a las 3 horas a sus casas sabiendo algo, aunque no esté convencida de su veracidad, de la historia que los rodea, ahora se van el viernes a Port Aventura y regresan el domingo, cansados eso sí, quizás eso es lo que les gusta a los padres, aunque lo disfracen de una preocupación constante por saber dónde están sus tiernos infantes.
Quizás si yo hubiera nacido 30 años después mi vida habría sido distinta, más opciones, más libertad.
Me pregunto qué pasaría si me pusiera a tirar la vajilla a todo aquel que pasara por la calle en este momento, un plato para el profesor del colegio que pasa ahora mismo por delante ¿a dónde irá a estas horas?, ahhhh ya me queda claro; un tazón irá a la cabeza de la peluquera que va por la calle paralela. Ambas calles “mueren” en la casa abandonada de los padres de la peluquera, del avance de los niños en el colegio no creo que vayan a hablar.
¡¡¡¡Teléeeeeeeeeeeeeeefono!!!!!
Oído cocina, bajo por las escaleras, a lo mejor es alguien que estaba esperando para quedar conmigo a que acabara de llover, igual no es tan mala idea que pare la lluvia.
¿Si?
Buenas tardes, mi nombre es Angela Durán y le llamo para una encuesta teléfonica. ¿Cuál es su marca habitual de champú?
Soy calva.
Estas cosas mejor cortarlas por lo sano.
Hija, ¿por qué no sales a dar un paseo ahora que se está aclarando?
Mamá, no tengo ganas de pasear sola, ya duermo sola, me parece que el amor por mí misma lo tengo muy desarrollado.
Anda, acompáñala tú que eres su padre.
Qué descubrimiento.
Déjalo que si lo llevo al lado igual me quita posibilidades y no se me acerca ningún hombre.
Lo de cortar por lo sano ya lo había mencionado, ¿verdad?
Vaya, oigo truenos, volverá a llover.
Pues que desilusión, con la de cosas que tenía por hacer.
VIDA APASIONADA
Cuando llueve en el pueblo las calles se llenan de barro, lo cual provoca un caos absoluto, pero también quizás el único momento de empatía vecinal que se produce debido a esas lluvias que durante horas parecía que nunca pararían.
Mientras mis padres permanecen pegados al televisor, yo observo la lluvia como va poco a poco retirándose, empieza incluso a salir el sol y en ese preciso momento, comienza la animación urbana teñida de enfados ocasionales por la mala suerte de que haya llovido en el momento en el que la ropa estaba tendida.
La primera en salir es siempre la señora Angustias, enfadada, carga con fregonas y escobas que no sé muy bien cómo van a ayudarla a hacer desaparecer toda esa agua, sinceramente creo que lo que hace es moverla de sitio pero ella permanece muy ufana, segura de su éxito.
¡¡¡Siempre igual!!! Harta estoy de achicar el agua y para colmo tengo goteras – grita la señora Angustias a no se sabe qué interlocutor porque todos permanecemos todavía en nuestras casas.
¿Por qué la lluvia siempre provoca esa suerte de siesta colectiva?
Quizás deberíamos salir a empezar a achicar agua - Oigo a mi padre.
Qué locura. Ha dicho el hombre del tiempo que hoy no dejaría de llover. – replica mi madre.
Hace poco leí en un artículo que las predicciones meteorológicas se basan en probabilidades estadísticas, eso nos explicaría que cuando queremos pasar el día en la playa; llueva.
Ya se han vuelto a encharcar las alcantarillas. No entiendo cómo puede pasar siempre lo mismo.
Esto debería arreglarlo el alcalde.
La señora Angustias empieza a tener compañía.
¿el alcalde? Ni sabe que está lloviendo, él no vive en el pueblo, si no en una urbanización que hicieron a 30 kilometros, eso sí, mira por nuestro bienestar, el servicio siempre lo contrata autóctono, que considerado.
¡¡¡Niño!!! Cuidado con el balón, ¿no ves que salpica? ¿Dónde está tu madre?
¿Por qué en estos casos nunca se pregunta por la madre? ¿Y por qué no entienden que después de tantas horas encerrados los niños solo tienen ganas de jugar? ¿Por qué no puedo ser yo otra vez niña y lanzarme a la calle a mojarme, ensuciarme y reír? No, tengo que permanecer en casa porque nadie me ha querido, porque las calles se llenarán en seguida de mujeres de mi edad con marido e hijos, dentro de nada pasearán a sus nietos, pero mientras están encerradas intentando entretener a sus hijos con juegos de salón que nadie quiere o poniéndoles la televisión delante, aquellas mismas madres primerizas que juraron que nunca usarían la televisión como niñera. Ahora que recuerdo son las mismas que también juraron que sus bebés solo comerían cuando les tocara y que los niños lloran muchas veces sin motivo, ahora les ponen el biberón a la mínima con la esperanza de descansar.
Pensándolo bien puede que este sea el único momento de mi vida en que me envidian, no tengo a nadie a quién entretener, ni responsabilidades de las que ocuparme, ojalá siga lloviendo.
El mercado mañana no se pondrá.
Anodinas vidas, anodinos diálogos.
Pues habría que comprar el pan.
Dios. No puedo más. Subo a mi cuarto por las escaleras, escaleras que llevo tantos años viendo que no hace falta pensar en mover las piernas, ellas van solas.
Desde la ventana superior se domina todo el panorama globalmente, veo las ventanas empezar a abrirse, qué bien huele la tarde después de una buena lluvia, empiezo a escuchar movimiento en el pueblo, al fondo se ve el castillo, en el colegio era excursión obligada, explicación de por qué hay cuatro piedras que se caen y por qué debemos conservarlas, siempre he dudado de que fuera un castillo de la época que juran los historiadores, abrigo el secreto convencimiento de que hace 50 años ya existían las subvenciones y algún avispado sugirió el “colocar” en lo alto de la montaña, unas cuantas piedras, un foso y “descubrirlo”, luego solo hay que hablar de conservar el patrimonio histórico artístico y esperar a cobrar.
Ahora los escolares de los alrededores no se van de excursión al castillo para volver a las 3 horas a sus casas sabiendo algo, aunque no esté convencida de su veracidad, de la historia que los rodea, ahora se van el viernes a Port Aventura y regresan el domingo, cansados eso sí, quizás eso es lo que les gusta a los padres, aunque lo disfracen de una preocupación constante por saber dónde están sus tiernos infantes.
Quizás si yo hubiera nacido 30 años después mi vida habría sido distinta, más opciones, más libertad.
Me pregunto qué pasaría si me pusiera a tirar la vajilla a todo aquel que pasara por la calle en este momento, un plato para el profesor del colegio que pasa ahora mismo por delante ¿a dónde irá a estas horas?, ahhhh ya me queda claro; un tazón irá a la cabeza de la peluquera que va por la calle paralela. Ambas calles “mueren” en la casa abandonada de los padres de la peluquera, del avance de los niños en el colegio no creo que vayan a hablar.
¡¡¡¡Teléeeeeeeeeeeeeeefono!!!!!
Oído cocina, bajo por las escaleras, a lo mejor es alguien que estaba esperando para quedar conmigo a que acabara de llover, igual no es tan mala idea que pare la lluvia.
¿Si?
Buenas tardes, mi nombre es Angela Durán y le llamo para una encuesta teléfonica. ¿Cuál es su marca habitual de champú?
Soy calva.
Estas cosas mejor cortarlas por lo sano.
Hija, ¿por qué no sales a dar un paseo ahora que se está aclarando?
Mamá, no tengo ganas de pasear sola, ya duermo sola, me parece que el amor por mí misma lo tengo muy desarrollado.
Anda, acompáñala tú que eres su padre.
Qué descubrimiento.
Déjalo que si lo llevo al lado igual me quita posibilidades y no se me acerca ningún hombre.
Lo de cortar por lo sano ya lo había mencionado, ¿verdad?
Vaya, oigo truenos, volverá a llover.
Pues que desilusión, con la de cosas que tenía por hacer.