Gracias a todos. Y voy, Ororo
Bueno, pues de verdad que no quisiera alargarme con las explicaciones, pero me temo que aun cortando, resumiendo y evitando algo se me irá la mano.
Este relato no se iba a llamar así, sino tal vez algo parecido a "Rendevouz frente al mar" (Reencuentro o cita frente al mar). En homenaje a una novela de Cornell Woolrich. "Los tigres..." me parecía un título demasiado llamativo y aparatoso. Pero el poder simbólico de la imagen, que encierra una de las almas fundamentales de la historia- la que más se muestra-, se terminó imponiendo. Hay que titularlo así por narices.
Durante mucho tiempo vi a un hombre y a una mujer sentados en una habitación, junto a una amplia ventana por la que entraba un sol luminoso. El mar estaba al fondo. Conversaban. No podía oír lo que decían. Sus figuras eran confusas, quedaban en sombra. Sabía que no eran jóvenes, sabía que no eran un matrimonio. Sabía que mientras hablaban miraban a la playa. Una playa que yo no alcanzaba a ver. Sabía que había algo en esa playa.
Y no sabía nada más.
Se trataba, por tanto, de ser paciente, muy paciente. De convivir con ellos, de respetarlos, de no apremiarlos ni forzarlos. Si hacía eso, me "aceptarían". Aceptarían la irrupción de un extraño en su mundo. Y me contarían su historia o sus historias. Quiénes eran, lo que les había pasado. Hasta me dejarían mirar por su ventana.
Y así fue. Como un zoólogo de esos que busca integrarse en un grupo de primates, cada día fui ganando terreno, paso a paso y sin prisa. Hasta llegar a una distancia suficiente para distinguirlos mejor y para oírlos.
A mi izquierda, vi a una mujer ya entrada en los sesenta, bella, delgada, elegante, con un interior que tenía un no sé qué de hosco e indómito. A la derecha, un hombre maduro, de mirada lánguida. Y al fondo, lejanos y de espaldas, a escasos metros del mar, una mujer joven que rodeaba con su brazo los hombros de un anciano sentado en una silla de ruedas.
Bueno, como esto de los concursos escribidores tiene entre muchas cosas buenas la de compartir experiencias o planteamientos sobre cómo vive cada cual la faceta creadora –yo aprendo mucho de todos vosotros también en el post-concurso-, ahí va la mía. Yo no soy de lanzarme sobre el papel a la primera idea, con la primera imagen, con la primera frase que cuza por mi mente. En esto, como en todo, se aprende de los toros
. Antes de coger la muleta, hay que dejar que corra el toro por la arena, hay que conocerlo, que reconocerlo todo el tiempo que uno note que sea preciso. Por donde derrota, por dónde flaquea, cómo embiste. Medirlo con la vara, probarlo con las banderillas. Hay que interiorizar al toro.
A mí me pasa que si hago eso, escribir es una experiencia intelectual pero donde juega mucho la intuición. Porque creo que el subconsciente dicta cosas que terminan revelándose acertadas. Cuando empecé a escribir no tenía ni idea de que iban a aparecer imágenes de tigres blancos. Pero surgieron casi de manera natural. Mientras escribía no era consciente, por ejemplo, de que le estaba dando a Alice los rasgos físicos de un tigre blanco. Esto sólo lo vi después. Le concedí una piel muy pálida, cabello rubio y ojos azules sin darle más vueltas. La vestí de negro en el concierto sin ninguna razón, pero no dudé ni un momento en que debía ir de negro y que eso había que decirlo. Incluso esta misma mañana he caído en algo más. Y es que los colores del tigre blanco son el negro, el blanco, el azul… pero también el rosa. La nariz del tigre blanco es rosa. Y menciono en algún momento que el color preferido de Alice es el color rosa.
¿Casualidad? Demasiada casualidad me parece a mí.
El mecanismo más “intelectual” o “artificial” para havcer que los cuatro personajes accionaran sí fue la muñeca. A lo mejor yo soy la muñeca, y la usé como caballo de Troya para conocer la historia. A lo mejor el relato lo está contando la muñeca.
Era un punto de unión entre los cuatro personajes y al tiempo un arranque, como el viento que mueve las olas, el flujo y reflujo del mar que inspira la forma de la historia. Veo, por los comentarios, que la construcción ha creado mucha confusión. Bueno, tal vez usando cursiva, diferenciando el pasado y el presente... Kassiopea lo ha explicado muy bien. El relato empieza con una introducción orquestal, con cierto toque sobrenatural (¿la mano el narrador?): la muñeca llegando a la orilla y adoptando una postura casi humana. Inmediatamente sigue su descubrimiento por Henry y Alice y su "depósito" en casa de la hermanastra. Damos un salto de 20 años y tenemos al capitán y la hermanastra, con Henry y Alice otra vez en la playa. El relato avanza con la conversación de los dos hermanos y va hacia dentro, retrocede –movimiento del mar- mediante dos flashbacks del capitán (el primero en la convalecencia de la hermanastra; el segundo en Nueva York). Termina con una coda, el retirarse de Alice y Henry (retroceso de la ola) y el anuncio de la hermanastra de que deben seguir hablando (nueva ola, nuevo avance).
Bueno, es ya muy difícil entrar en un texto elíptico, con muchas lagunas, espacios vacíos... Todo deliberado. Creo, que a quien le guste el texto será porque encontrará que los cuatro personajes tienen fuerza. Los debe percibir complejos, crípticos, herméticos, extraños. Interesantes. Bueno, a mí me pasa con todos y cada uno de ellos. Por ejemplo, Henry es un personaje que a mí me resulta interesantísimo cuando iba a ser alguien muy secundario. Las relaciones entre los cuatro, entre cada uno de ellos con cada uno del resto del grupo y la relación de cada personaje consigo mismo creo que da para darle muchas vueltas. A mí me pasa al menos, que no me los quito de la cabeza.
Porque yo también sigo ignorando muchas cosas de ellos.
Sería demasiado largo analizar todas y cada una de esas relaciones. Por otro lado, el texto es muy elusivo, reflejo de los propios personajes. Pero, por lo que yo pueda saber, y para aclarar algunas cosas que se han preguntado, puedo decir que no he podido averiguar por qué Henry se pegó un tiro (evidentemente no murió; quedó con serios daños cerebrales), pero, probablemente, no hubo un motivo definido; en él había una pulsión depresiva y suicida desde el principio (me recuerda un poco al conde de Vilches, el personaje que protagonizaba “Amalia”, otro relato mío de otro concurso). La hermanastra perdió la pierna, no como consecuencia de ningún accidente, sino por causa de una enfermedad; probablemente es diabética. Y, bueno, el cuadro que está pintando es un retrato de los Reyes Católicos con sus cinco hijos. Y ya no sé más de lo que pueda saber cualquier lector, salvo algua cosa que me guardo.
Solamente, si acaso, quisiera detenerme un poco en la relación Capitán-Alice, la central del relato, la que elige contra/no contar con más profundidad el relato y explicar la simbología del tigre blanco. Aunque ésta se podría resumir en el verso de Rilke: "Lo bello es el comienzo de lo terrible".
Pero eso ya en otro post, con los agradecimientos, que ahora me tengo que ir.
Ah, por cierto. Me pareció luminoso lo que dijo Kassiopea de que la muñeca rota es un símbolo de las vidas dañadas de los protagonistas
. No se me había ocurrido, pero creo que tiene toda la razón.
Kassiopea, sal de mi subconsciente.
Por cierto, esta es una muñeca Jumeau de ésas ¿Ojos azules de las muñecas blancas?