CP IX - Ourang Medan - Yuyu
Publicado: 17 Abr 2014 17:12
Ourang Medan
Estrella de Plata, 20 Junio 1947 (Estrecho de Malaca, Asia)
El capitán Alexandro McMillan disfrutaba de una partida de cartas en la sala de oficiales cuando su primer oficial, Jardon Sanders, entró precipitadamente en el habitáculo.
—Señor, hemos recibido junto con otros buques y varios puestos de escucha holandeses y británicos, un SOS, —estiró el brazo, poniendo a disposición del capitán una hoja de papel mientras seguía hablando—. Es del Ourang Medan, se ha triangulado la señal y somos los más cercanos a su posición.
Alexandro colocó con un escrupuloso movimiento, su mano de cartas en la mesa y recogió la nota que se le ofrecía.
—Fije el rumbo y ordene motores a toda máquina, —separó el papel unos centímetros de su cara, pues su vista ya no era la de antes y cuando las letras adquirieron estructura leyó: “TODOS LOS OFICIALES ENTRE ELLOS EL CAPITÁN, HAN MUERTO. ESTÁN TENDIDOS EN EL CUARTO DE MANDO. POSIBLEMENTE TODA LA TRIPULACIÓN ESTÉ MUERTA. ME ESTOY MURIENDO”.
**************
El hombre de Medan, 9 Junio 1947 (Xiamen, China)
—La mercancía está cargada, señor. —El capitán Albert Zwaan observó las diminutas gotas de sudor que perlaban la frente de su primer oficial y amigo, Dann Vossen. Supuso que no eran de trabajar, pues lo había estado observando dar órdenes durante toda la noche pero sin mover un solo dedo. El hombre estaba nervioso, no podía reprochárselo, él también lo estaba.
—Perfecto, ordene soltar amarras zarparemos inmediatamente.
—Sí, señor. —Dann desapareció desandando sus pasos.
Los motores rugieron acallando el silencio, Albert se asomaba por babor, veía como su barco se separaba del puerto y eran retiradas las boyas de atraque. Era una noche despejada, mala para el contrabando pensó. Las luces iluminaban el agua y en ella pudo ver reflejado titilando en plata, el nombre de su querido barco, Ourang Medan. El hombre de Medan, que ahora transportaba un último cargamento que podría salvarlo o hundirlo para siempre.
Albert era consciente de que hacía aquello por él, no por su familia, no por su barco. Necesitaba entregar el cargamento, necesitaba el dinero para que el Ourang Medan no acabara en el desguace y pudiera seguir navegando.
*************
Estrella de Plata, 20 Junio 1947 ( Estrecho de Malaca, Asia)
El capitán Alexandro designó a su primer oficial para comandar el equipo de abordaje que subiría al Ourang Medan. Las líneas ya estaban echadas, se estiraban y encogían siguiendo el compás de las olas. Habían encontrado al barco parado, no se apreciaba movimiento en el puente ni en toda la cubierta. Nadie había dado respuesta a las señales sonoras ni visuales.
Toda la tripulación del Estrella de Plata estaba en cubierta. Sabían que respondían a un SOS y eso era un acontecimiento interesante para una dotación sin mayores distracciones. Alexandro no podía evitarlo, él mismo sentía mucha curiosidad tras el mensaje recibido. La quietud del Ourang acrecentaba su interés mucho más.
Los hombres no tardaron en abordar al Ourang, a pesar de la distancia el capitán pudo apreciar la mueca en sus caras al traspasar la baranda. Uno de los hombres giró sobre sus talones para arrojar al mar el contenido de su abdomen, los otros permanecían inmóviles.
Por fin Jardon Sanders salió de su paroxismo y avanzó por cubierta. Los demás, tras recuperarse siguieron sus pasos. Cruzaron unas palabras que desde el Estrella de plata no se oyeron, pero se entendieron por sus actos posteriores. Los hombres de dividieron en el Ourang Medan y desaparecieron de cubierta. La intranquilidad del Capitán creció paulatinamente y cuando ya iba a dar orden de lanzar una señal sonora, uno de sus hombres apareció de nuevo en la cubierta del Ourang. Corría y gritaba algo que el capitán no identificó hasta que el grupo formado por sus marineros espectadores empezó a sisearlo: Fuego, fuego,...
Alexandro pudo ver entonces una fina línea de humo que salía desde las entrañas del Ourang. Sus hombres ya saltaban por la borda de vuelta al Estrella. El capitán ordenó dejar una línea para remolcar el barco, las demás se cortaron en el preciso instante que una explosión levantaba al Ourang Medan por los aires, separándolo cinco metros de la superficie para dejarlo caer desbaratado y llameante en el mar. El público miraba boquiabierto el amasijo de hierros que tenían delante y que estaba siendo tragado por las aguas rápidamente.
**************************
Ourang Medan, 11 Junio 1947 (Mar de la China Meridional)
El capitán Albert Zwann tomaba su bebida lentamente, el fuerte licor de café de Costa Rica era capaz de levantar un muerto, pero no conseguía confortarlo. Dann Vossen lo acompañaba en la bebida y en el estado de ánimo, sus rostros mostraban fatiga. Se encontraban en el camarote del capitán donde les gustaba reunirse y disfrutar de privacidad.
—En la sala de máquinas está fallando todo. La tripulación no se encuentra bien tampoco; dolores de cabeza, tos, vómitos. —Dann agitaba la bebida en el vaso mientras la contemplaba girar.
—Habrá algún escape en la caldera, no lo descarto. Reduce los turnos a cuatro horas a ver si mejoran. Tenemos que llegar a Costa Rica como sea. —Albert sabía en que condiciones estaba su barco, el perito se lo había dejado bien claro, o hacía reparaciones o daría de baja el barco en la próxima revisión. Como favor personal no se lo había retirado ya.
—También hay problemas con la carga, —continuó Dann—, está mal estibada, entre eso y las vías que tenemos abiertas en el casco...
—...nos vamos al fondo, lo sé, —la desesperación era evidente en la voz del capitán—, quizás no teníamos que habernos aventurado Dann.
—Sin duda. —El primer oficial lo había tenido muy claro cuando Albert le comentó sus planes, ahora no las tenía todas consigo. Trasladar mercancía sin grabar en aquella cáscara de nuez, había sido una locura y más teniendo en cuenta la carga, cianuro de potasio y nitroglicerina nada menos. Además del riesgo que corrían solo por eso, estaba también el estado del Ourang Medan, con remiendos y parches, el barco ya no estaba para muchos trotes. Las fugas de monóxido de carbono de la caldera no podían ignorarse, sólo rezaba para que la tripulación no sufriera daños irreparables. El viejo Isaac, calderero de nacimiento como le gustaba decir a él mismo, tenía asma y su estado parecía agravarse por momentos. El capitán lo sacó de su ensimismamiento.
—Ahora no hay nada que hacer Dann, tenemos que llegar y deshacernos de la carga. Después al astillero y unos meses de vacaciones nos servirán para olvidar todo esto. —Albert no creía sus propias palabras, Dann tampoco, nunca olvidarían aquel viaje.
*********************
Estrella de Plata, 20 Junio 1947 ( Estrecho de Malaca, Asia)
El cuarto de derrota estaba abarrotado, el capitán dio orden de desalojo y se quedó a solas con Jardon Sanders. No era necesario fijarse mucho para ver el estado de excitación en el que se encontraba su primer oficial desde que había llegado del Ourang. En ese momento lo miraba fijamente deseando que le preguntara que había visto, que había sucedido.
—Bueno Sanders, —se lanzó a hablar sin saber muy bien por donde empezar—. Sé que ha sido una experiencia demoledora ver como el mar se tragaba el Ourang, pero necesito que me cuente que ha visto en el barco. Nos piden información desde los puestos de escucha y no sé que decirles a parte de que el barco ha explotado y se ha hundido, cosa que por sí sola ya es impresionante. ¿Qué vieron en el Ourang Medan?
Hubo unos momentos de silencio incómodo, el primer oficial se levantó de su asiento, tenía el semblante blanco como la leche y sus manos no soltaban la mesa como si tuviera miedo de caerse si lo hacía.
—Estaban todos muertos señor, en cubierta, en la sala de máquinas, en el puesto de mando,... Los cuerpos no mostraban heridas superficiales de ningún tipo. Todos tenían los ojos abiertos y los brazos estirados hacia el cielo , y …. —aquí la voz se le quebró, el capitán lo instó a seguir con un ademán de cabeza— … parecían tener los rostros contraídos por el terror. —En este punto el capitán ya había caído sentado en una silla—. Había un perro a bordo, señor —continuó Sanders—, se encontraba en el mismo estado que el resto de la tripulación.
El capitán se planteaba las mismas cuestiones que Sanders, ¿de que habían muerto? Ojos abiertos,brazos estirados hacia el cielo, expresiones de terror,... Aquello daría lugar a muchas habladurías, él mismo no sabía que pensar. Su hombre siguió relatando todo lo que habían visto. No sabían como podía haber empezado el fuego, pero si habían visto nitroglicerina en la bodega, lo que podría explicar la explosión.
Albert volvió al puesto de mando y ordenó a su oficial de comunicaciones que informara a los puestos de escucha y demás barcos implicados en el SOS. Desde luego la historia del Ourang Medan iba a dar muchas vueltas.
***********************
Ourang Medan, 20 Junio 1947 (Estrecho de Malaca, Asia)
Dos veces había pasado el avión sobrevolando el Ourang Medan, antes de que el capitán Albert fuera informado. Sus poros empezaron a transpirar incontrolables mientras se dirigía a cubierta, justo a tiempo de ver pasar el avión de nuevo. No lo reconocía pero sí sabía a qué venía, a dar por finalizada su aventura de contrabando. Toda la tripulación se encontraba en cubierta, hacían pantalla con sus manos para ver mejor el avión en aquel día soleado. Más de diez veces sobrevoló el barco hasta que tuvo toda la atención de los ocupantes del Ourang Medan. Vieron como el avión abría sus compuertas y dejaba caer un líquido, pocos fueron los que corrieron a guarecerse en el interior del barco aunque no sirvió de nada, su piel había absorbido y sus pulmones habían respirado aquello. Algunos cayeron allí mismo, a otros les dio tiempo a dar unos pasos, los brazos rígidos, los ojos abiertos, el terror abriéndose paso. Uno de los oficiales salía del camarote en esos momentos, el alboroto lo había sacado de su sueño reparador. El panorama que encontró lo estremeció de pies a cabeza, tambaleándose llegó a su puesto, ya una extraña rigidez se adueñaba de sus brazos cuando consiguió lanzar un SOS desesperado.
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Xiamen (China), 21 Junio 1947
Jian-Guo se sentó tras su escritorio, su mano derecha Qi-Chang entraba por la puerta en ese momento. Jian levantó la vista y la media sonrisa de Qi decía mucho.
—¿Todo bien?
—Perfecto, —Qi cogía asiento delante de su jefe con estas palabras.
—¿Supervivientes? —Jian siseó esto entre dientes.
—Ninguno ¡ Ni el perro! —Qi no pudo evitar que se le escapara una carcajada en este punto—, el mercante Estrella de Plata acudió al SOS, el equipo de rescate apenas pudo salir a tiempo de evitar la explosión del Ourang y su hundimiento.
—¿Se ha hundido? Es mejor de lo esperado —Jian no pudo aguantar más sentado y se levantó para pasearse por la habitación, su cara reflejaba satisfacción—, ¿que ha transmitido el barco de rescate?
—Pues la voz se está corriendo rápido, se habla de extraterrestres o monstruos marinos, —Qi no ocultó el tono de burla de estas palabras—. El avión no fue mencionado, aunque de todas maneras ya está en el desguace para su despiece.
—Perfecto, paga al alemán y haz los preparativos para traer el resto de la mercancía —Jian cogió asiento de nuevo a la vez que Qi dejaba el suyo para cumplir las órdenes—. ¿Qué nombre recibe el agente?
Qi pareció dudar un momento.
—GD o DG ahora mismo no lo recuerdo, lo que sí sé es que ha sido bautizado como Somán. —Jian asintió silenciosamente y con una mano indicó a Qi que se retirara, éste lo hizo con una reverencia.
Jian observó como cerraba la puerta mientras pensaba en los futuros usos que daría al cargamento del agente nervioso, estaba claro que la eficacia del producto había quedado demostrada.
FIN
Estrella de Plata, 20 Junio 1947 (Estrecho de Malaca, Asia)
El capitán Alexandro McMillan disfrutaba de una partida de cartas en la sala de oficiales cuando su primer oficial, Jardon Sanders, entró precipitadamente en el habitáculo.
—Señor, hemos recibido junto con otros buques y varios puestos de escucha holandeses y británicos, un SOS, —estiró el brazo, poniendo a disposición del capitán una hoja de papel mientras seguía hablando—. Es del Ourang Medan, se ha triangulado la señal y somos los más cercanos a su posición.
Alexandro colocó con un escrupuloso movimiento, su mano de cartas en la mesa y recogió la nota que se le ofrecía.
—Fije el rumbo y ordene motores a toda máquina, —separó el papel unos centímetros de su cara, pues su vista ya no era la de antes y cuando las letras adquirieron estructura leyó: “TODOS LOS OFICIALES ENTRE ELLOS EL CAPITÁN, HAN MUERTO. ESTÁN TENDIDOS EN EL CUARTO DE MANDO. POSIBLEMENTE TODA LA TRIPULACIÓN ESTÉ MUERTA. ME ESTOY MURIENDO”.
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El hombre de Medan, 9 Junio 1947 (Xiamen, China)
—La mercancía está cargada, señor. —El capitán Albert Zwaan observó las diminutas gotas de sudor que perlaban la frente de su primer oficial y amigo, Dann Vossen. Supuso que no eran de trabajar, pues lo había estado observando dar órdenes durante toda la noche pero sin mover un solo dedo. El hombre estaba nervioso, no podía reprochárselo, él también lo estaba.
—Perfecto, ordene soltar amarras zarparemos inmediatamente.
—Sí, señor. —Dann desapareció desandando sus pasos.
Los motores rugieron acallando el silencio, Albert se asomaba por babor, veía como su barco se separaba del puerto y eran retiradas las boyas de atraque. Era una noche despejada, mala para el contrabando pensó. Las luces iluminaban el agua y en ella pudo ver reflejado titilando en plata, el nombre de su querido barco, Ourang Medan. El hombre de Medan, que ahora transportaba un último cargamento que podría salvarlo o hundirlo para siempre.
Albert era consciente de que hacía aquello por él, no por su familia, no por su barco. Necesitaba entregar el cargamento, necesitaba el dinero para que el Ourang Medan no acabara en el desguace y pudiera seguir navegando.
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Estrella de Plata, 20 Junio 1947 ( Estrecho de Malaca, Asia)
El capitán Alexandro designó a su primer oficial para comandar el equipo de abordaje que subiría al Ourang Medan. Las líneas ya estaban echadas, se estiraban y encogían siguiendo el compás de las olas. Habían encontrado al barco parado, no se apreciaba movimiento en el puente ni en toda la cubierta. Nadie había dado respuesta a las señales sonoras ni visuales.
Toda la tripulación del Estrella de Plata estaba en cubierta. Sabían que respondían a un SOS y eso era un acontecimiento interesante para una dotación sin mayores distracciones. Alexandro no podía evitarlo, él mismo sentía mucha curiosidad tras el mensaje recibido. La quietud del Ourang acrecentaba su interés mucho más.
Los hombres no tardaron en abordar al Ourang, a pesar de la distancia el capitán pudo apreciar la mueca en sus caras al traspasar la baranda. Uno de los hombres giró sobre sus talones para arrojar al mar el contenido de su abdomen, los otros permanecían inmóviles.
Por fin Jardon Sanders salió de su paroxismo y avanzó por cubierta. Los demás, tras recuperarse siguieron sus pasos. Cruzaron unas palabras que desde el Estrella de plata no se oyeron, pero se entendieron por sus actos posteriores. Los hombres de dividieron en el Ourang Medan y desaparecieron de cubierta. La intranquilidad del Capitán creció paulatinamente y cuando ya iba a dar orden de lanzar una señal sonora, uno de sus hombres apareció de nuevo en la cubierta del Ourang. Corría y gritaba algo que el capitán no identificó hasta que el grupo formado por sus marineros espectadores empezó a sisearlo: Fuego, fuego,...
Alexandro pudo ver entonces una fina línea de humo que salía desde las entrañas del Ourang. Sus hombres ya saltaban por la borda de vuelta al Estrella. El capitán ordenó dejar una línea para remolcar el barco, las demás se cortaron en el preciso instante que una explosión levantaba al Ourang Medan por los aires, separándolo cinco metros de la superficie para dejarlo caer desbaratado y llameante en el mar. El público miraba boquiabierto el amasijo de hierros que tenían delante y que estaba siendo tragado por las aguas rápidamente.
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Ourang Medan, 11 Junio 1947 (Mar de la China Meridional)
El capitán Albert Zwann tomaba su bebida lentamente, el fuerte licor de café de Costa Rica era capaz de levantar un muerto, pero no conseguía confortarlo. Dann Vossen lo acompañaba en la bebida y en el estado de ánimo, sus rostros mostraban fatiga. Se encontraban en el camarote del capitán donde les gustaba reunirse y disfrutar de privacidad.
—En la sala de máquinas está fallando todo. La tripulación no se encuentra bien tampoco; dolores de cabeza, tos, vómitos. —Dann agitaba la bebida en el vaso mientras la contemplaba girar.
—Habrá algún escape en la caldera, no lo descarto. Reduce los turnos a cuatro horas a ver si mejoran. Tenemos que llegar a Costa Rica como sea. —Albert sabía en que condiciones estaba su barco, el perito se lo había dejado bien claro, o hacía reparaciones o daría de baja el barco en la próxima revisión. Como favor personal no se lo había retirado ya.
—También hay problemas con la carga, —continuó Dann—, está mal estibada, entre eso y las vías que tenemos abiertas en el casco...
—...nos vamos al fondo, lo sé, —la desesperación era evidente en la voz del capitán—, quizás no teníamos que habernos aventurado Dann.
—Sin duda. —El primer oficial lo había tenido muy claro cuando Albert le comentó sus planes, ahora no las tenía todas consigo. Trasladar mercancía sin grabar en aquella cáscara de nuez, había sido una locura y más teniendo en cuenta la carga, cianuro de potasio y nitroglicerina nada menos. Además del riesgo que corrían solo por eso, estaba también el estado del Ourang Medan, con remiendos y parches, el barco ya no estaba para muchos trotes. Las fugas de monóxido de carbono de la caldera no podían ignorarse, sólo rezaba para que la tripulación no sufriera daños irreparables. El viejo Isaac, calderero de nacimiento como le gustaba decir a él mismo, tenía asma y su estado parecía agravarse por momentos. El capitán lo sacó de su ensimismamiento.
—Ahora no hay nada que hacer Dann, tenemos que llegar y deshacernos de la carga. Después al astillero y unos meses de vacaciones nos servirán para olvidar todo esto. —Albert no creía sus propias palabras, Dann tampoco, nunca olvidarían aquel viaje.
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Estrella de Plata, 20 Junio 1947 ( Estrecho de Malaca, Asia)
El cuarto de derrota estaba abarrotado, el capitán dio orden de desalojo y se quedó a solas con Jardon Sanders. No era necesario fijarse mucho para ver el estado de excitación en el que se encontraba su primer oficial desde que había llegado del Ourang. En ese momento lo miraba fijamente deseando que le preguntara que había visto, que había sucedido.
—Bueno Sanders, —se lanzó a hablar sin saber muy bien por donde empezar—. Sé que ha sido una experiencia demoledora ver como el mar se tragaba el Ourang, pero necesito que me cuente que ha visto en el barco. Nos piden información desde los puestos de escucha y no sé que decirles a parte de que el barco ha explotado y se ha hundido, cosa que por sí sola ya es impresionante. ¿Qué vieron en el Ourang Medan?
Hubo unos momentos de silencio incómodo, el primer oficial se levantó de su asiento, tenía el semblante blanco como la leche y sus manos no soltaban la mesa como si tuviera miedo de caerse si lo hacía.
—Estaban todos muertos señor, en cubierta, en la sala de máquinas, en el puesto de mando,... Los cuerpos no mostraban heridas superficiales de ningún tipo. Todos tenían los ojos abiertos y los brazos estirados hacia el cielo , y …. —aquí la voz se le quebró, el capitán lo instó a seguir con un ademán de cabeza— … parecían tener los rostros contraídos por el terror. —En este punto el capitán ya había caído sentado en una silla—. Había un perro a bordo, señor —continuó Sanders—, se encontraba en el mismo estado que el resto de la tripulación.
El capitán se planteaba las mismas cuestiones que Sanders, ¿de que habían muerto? Ojos abiertos,brazos estirados hacia el cielo, expresiones de terror,... Aquello daría lugar a muchas habladurías, él mismo no sabía que pensar. Su hombre siguió relatando todo lo que habían visto. No sabían como podía haber empezado el fuego, pero si habían visto nitroglicerina en la bodega, lo que podría explicar la explosión.
Albert volvió al puesto de mando y ordenó a su oficial de comunicaciones que informara a los puestos de escucha y demás barcos implicados en el SOS. Desde luego la historia del Ourang Medan iba a dar muchas vueltas.
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Ourang Medan, 20 Junio 1947 (Estrecho de Malaca, Asia)
Dos veces había pasado el avión sobrevolando el Ourang Medan, antes de que el capitán Albert fuera informado. Sus poros empezaron a transpirar incontrolables mientras se dirigía a cubierta, justo a tiempo de ver pasar el avión de nuevo. No lo reconocía pero sí sabía a qué venía, a dar por finalizada su aventura de contrabando. Toda la tripulación se encontraba en cubierta, hacían pantalla con sus manos para ver mejor el avión en aquel día soleado. Más de diez veces sobrevoló el barco hasta que tuvo toda la atención de los ocupantes del Ourang Medan. Vieron como el avión abría sus compuertas y dejaba caer un líquido, pocos fueron los que corrieron a guarecerse en el interior del barco aunque no sirvió de nada, su piel había absorbido y sus pulmones habían respirado aquello. Algunos cayeron allí mismo, a otros les dio tiempo a dar unos pasos, los brazos rígidos, los ojos abiertos, el terror abriéndose paso. Uno de los oficiales salía del camarote en esos momentos, el alboroto lo había sacado de su sueño reparador. El panorama que encontró lo estremeció de pies a cabeza, tambaleándose llegó a su puesto, ya una extraña rigidez se adueñaba de sus brazos cuando consiguió lanzar un SOS desesperado.
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Xiamen (China), 21 Junio 1947
Jian-Guo se sentó tras su escritorio, su mano derecha Qi-Chang entraba por la puerta en ese momento. Jian levantó la vista y la media sonrisa de Qi decía mucho.
—¿Todo bien?
—Perfecto, —Qi cogía asiento delante de su jefe con estas palabras.
—¿Supervivientes? —Jian siseó esto entre dientes.
—Ninguno ¡ Ni el perro! —Qi no pudo evitar que se le escapara una carcajada en este punto—, el mercante Estrella de Plata acudió al SOS, el equipo de rescate apenas pudo salir a tiempo de evitar la explosión del Ourang y su hundimiento.
—¿Se ha hundido? Es mejor de lo esperado —Jian no pudo aguantar más sentado y se levantó para pasearse por la habitación, su cara reflejaba satisfacción—, ¿que ha transmitido el barco de rescate?
—Pues la voz se está corriendo rápido, se habla de extraterrestres o monstruos marinos, —Qi no ocultó el tono de burla de estas palabras—. El avión no fue mencionado, aunque de todas maneras ya está en el desguace para su despiece.
—Perfecto, paga al alemán y haz los preparativos para traer el resto de la mercancía —Jian cogió asiento de nuevo a la vez que Qi dejaba el suyo para cumplir las órdenes—. ¿Qué nombre recibe el agente?
Qi pareció dudar un momento.
—GD o DG ahora mismo no lo recuerdo, lo que sí sé es que ha sido bautizado como Somán. —Jian asintió silenciosamente y con una mano indicó a Qi que se retirara, éste lo hizo con una reverencia.
Jian observó como cerraba la puerta mientras pensaba en los futuros usos que daría al cargamento del agente nervioso, estaba claro que la eficacia del producto había quedado demostrada.
FIN