CH1 Ascuas - Kharonte

[julia]

Cuando Lorenzo Carrasco llegó a la muy modesta y remota parada de postas de Matalaespina, con la intención de hacerse cargo del negocio, Ascuas ya formaba parte de la fonda.

—Cuídelo bien, amigo —le rogó el anciano posadero, justo antes de partir—. Ese animal ha sido como un miembro más de la familia todos estos años.

Lorenzo gruñió su respuesta sin sacarse el palillo de entre los labios, con un ojo en la enorme bola de pelo negro despanzurrada frente a la chimenea y la cabeza ocupada en despedir lo más pronto posible a su predecesor. El viejo Marcial renqueaba hacia el cementerio sin hijos a los que legarles el negocio (la culpa es de los malditos gabachos, repetía una y otra vez), y por eso había aceptado la oferta de Lorenzo. Por eso, y para dejar de oír los lamentos de su esposa. Día y noche aquella recia navarra le repetía que se morirían allí, perdidos de la mano de Dios, en medio de la Sierra de Gredos.

—No tiene de qué preocuparse, Marcial. Al gato no le faltará de nada hasta que se muera.
La señora Victoriana lanzó la instante un ¡Ja!, que Lorenzo no tardaría mucho en interpretar. Pero, ¿quién pensaría que andaba desencaminado, al calcular que ese felpudo orondo y despeluchado estaba con un pie en la tumba? Si, cuando lo vio por primera vez, había pensado que eran los pellejos vanos de algún conejo recién cocinado...

Por eso permitió que Ascuas permaneciera junto a la chimenea, día tras día, sin apartarse de allí más que para buscar comida. Bufando también a algún viajero de vez en cuando, sólo para demostrarle a Lorenzo que su mascota continuaba viva. Por supuesto, el posadero no podía imaginarse la razón por la que el vetusto gato se obstinaba en llevar la contraria a su hábil ojo de veterinario aficionado. Pero claro, nadie sabía el origen de aquel felino.

Nadie sabía que, durante un breve espacio de tiempo, Ascuas había sido el animal de compañía del mismísimo Lucifer.

El rey de los infiernos, deseando encontrar una criatura con la que entretenerse, le había elegido tras una dura selección. Los perros le resultaron sospechosamente fieles: bastaba mirar a esos mansos ojos para imaginar toda clase de pérfidas conjuras. Los ratones le gustaban por su tradición como portadores de enfermedades, pero no alcanzaron los niveles de maligna majestad a los que aspiraba Lucifer. Los pájaros fueron un rotundo fracaso: el canario apenas vivió lo suficiente para darle nombre, el loro le imitaba con acento gangoso y el águila ya estaba comprometida con San Juan Evangelista.

En medio de ese sinfín de frustraciones llegó Ascuas. Entregado por un aquelarre siciliano, el cachorro adoptó enseguida los abismos infernales como su propio hogar. Jugueteaba entre los condenados, aprendió a hacer sus necesidades en el desierto de los reyes sin reino, y dormitaba al borde mismo de las llamas. Satán le nombró su animal favorito, y dio por terminada la búsqueda con gran regocijo.

Sin embargo, Ascuas desarrolló al crecer una conducta muy particular. Bufaba a los demonios si intentaban apartarle del sitio donde se recostaba. Pasó de jugar alrededor de los calderos a jugar con los calderos. Se afilaba las uñas en las almas recién llegadas... Hasta que un día, paseando por sus dominios, Satán descubrió que los condenados temían más al gato que al propio Ángel Caído y, enojado por esa pérdida de autoridad, desterró al felino a la fonda de Matalaespina.

Y allí pasaba Ascuas el tiempo, heredado de posadero a posadero, sin perder las costumbres adquiridas. Siempre al lado de las llamas, imperturbable, por más que las chispas le quemasen el pelaje.

Llegado el verano de nuevo, Lorenzo Carrasco decidió que iba siendo hora de librarse del felino. Había intentado que la naturaleza hiciera su trabajo, “olvidándose” de dejarle una rendija abierta en las raras ocasiones que Ascuas salía a la nieve. Pero el viejo gato siempre se las apañaba para aparecer junto al hogar. Así que escogió un polvoriento saco de esparto y se dispuso a arrojar al animal por un precipicio cercano.

Aliviado, comprobó que Ascuas estaba dormido. Eso le dio la confianza suficiente para seguir adelante. Ahuecó el saco y continuó acercándose al gato con tanta indiferencia como le fue posible, temiendo que en cualquier momento abriera uno de sus suspicaces ojos ambarinos.
A punto estaba de llevar a cabo su propósito, cuando la puerta de la fonda se abrió de golpe y cinco personajes malencarados se colaron dentro con las armas prestas.

—¡Que no se mueva nadie, o le sacamos las tripas aquí mismo!

A Lorenzo las piernas se le volvieron de goma al instante. Tenía la confianza puesta en que la localización de la venta, cerca del sagrado camino de los peregrinos hacia Santiago, la dejarían al margen de los bandidos. Pero estaba claro que también en eso le había fallado su capacidad de previsión.

Pillados por sorpresa, ni caballeros ni lacayos pudieron echar mano a las armas. En menos de lo que canta un gallo, los ladrones reunieron a todos en el comedor y procedieron a despojarles de sus bienes. Las oscuras bocas de los sacos devoraron anillos, relicarios, alhajas y cuantos capitales portaban los viajeros. Encantados por el éxito de la correría, los salteadores se daban palmadas en los hombros.

Fue entonces cuando la dama de compañía de una señorona, vencida por los nervios, dejó caer un grueso anillo que, sin parar de tintinear, rodó hasta la chimenea. Terminando su cantarín huída en el regazo de Ascuas.

El más grande de los bandidos se acercó de inmediato para apropiarse de la joya. Pero, no bien extendió la mano, recibió un bufido y un amago de zarpazo como advertencia.

—¡Bicho del demonio! Ya verás cómo te arreglo yo los modales...

Y le propinó una patada al gato, arrojándolo al fuego sin contemplaciones.

Lorenzo, que por unos instantes se creyó liberado del enojoso animal, sintió cómo se le helaba la sangre en las venas al ver lo que sucedió a continuación.

Con el pelaje desprendiendo humo mientras ardía, Ascuas se arrojó contra el bandolero. Poseído por una inusitada furia le brincó al muslo para, a continuación, saltarle al costado. Desde allí se le subió a la cabeza, le arañó la cara y saltó luego contra los compañeros cuando acudieron al rescate. Aquella enorme bola de pelo ardiente iba de un bandolero a otro, mordiendo y arañando sin dejar de bufar. Apenas se detuvo un instante hasta que los bravos salteadores, convertidos en simples guiñapos cubiertos por andrajos, huyeron despavoridos.

Entonces, recuperada su autoridad, Ascuas volvió a recostarse junto a la chimenea con toda calma para, a continuación, empezar a acicalarse el pelo asado. Los presentes, atónitos e incapaces de reaccionar, aún tardaron en asimilar lo ocurrido. Al tiempo que el gato se enroscaba placidamente sobre sí mismo, uno de los lacayos se agachó para recoger los fardos abandonados por los bandoleros.

Nadie comentó ningún detalle sobre lo ocurrido. Los viajeros prepararon los equipajes, se fueron a la cama y partieron a la mañana siguiente como si nada. Nunca más volverían a pasar por allí.

Lorenzo tardó una semana en acercarse a la chimenea. Mientras constataba que Ascuas seguía en tan buena forma como siempre, el ojo ambarino del gato no le perdió de vista. Cerca del atizador, el saco que llevaba en las manos cuando entraron los bandoleros aún esperaba que lo recogieran.

Con extrema precaución, el posadero dejo una escudilla de leche en el suelo y comenzó a acariciar a Ascuas entre las orejas.

Un suave ronroneo acompañó al bostezo del animal.

—Buen gato, buen gato —susurró, contento de haber sido aceptado por su mascota.

[Sinkim]

Me ha encantado esta historia aunque más que de humor (el único humor que he encontrado es la última frase del relato) yo diría que es de terror gótico, no me extrañaría nada si hubiera sido escrita por Ambrose Bierce o por Lovecraft Tengo que felicitar al autor porque, sincermente, me ha parecido magnífica y digna de cualquier escritor clásico

[Gavalia]

Pues me ha gustado el cuento, y digo cuento, porque me suena a una mezcla de cuento clásico con toques de fantasía. Lo encuentro bien escrito y se me hizo algo corto. Por cierto, ya teníamos perro, y ahora también tenemos gato

878

[Pulp]

Terror gótico, dice Sink. O medio gore. Incluso el director que me dirigió haría un buen corto con este material pero a mí se me ha quedado en nada. Bien escrito, buen ritmo, pero apenas he esbozado una sonrisa. Ya estamos! Qué se 'vota'? El buen gusto, y el saber hacer o que el el 'tema' se ajuste a la propuesta ganadora del concurso?

Ummmmmmmmm... meditaré. En todo caso, leerlo, lo he leído.

[joserc]

No entiendo cómo encaja este relato dentro del humor. A mí también me suena a cuento infantil, de esos que te leía tu madre antes de dormir.

Gracias por compartir.

[Dori25]

Pues si, humor, humor, para mi no es, es un cuento precioso, eso si, y todo lo que sea animales mejores que las personas me gustan.
Ah si, había algo que me ha hecho mucha gracia; lo de las almas condenadas le tenían más miedo al gato que a Satanás.

[Verditia]

Relato simpático y original.

Lo que más me ha gustado: los descartes del Diablo eligiendo mascota, aunque me hubiese gustado que descartase más animalillos hasta encontrar a Ascuas.

El "pero": aunque lo he disfrutado, no acabo de encajarlo en humor.

¡Suerte!

[Tolomew Dewhust]

Ay, Nínive, que casi me como el turrón estas Navidades debajo de un portal. Pues no que me ha sonado el móvil y yo, pensando que eras tú, ¿quién si no?, la que me llamaba, le he soltado a mi interlocutora uno de mis poemas favoritos de Garcilaso de la Vega... Pues mira que resultó ser mi suegra la que me había llamado para no sé bien qué y casi la liamos parda. Que quién es esa Nínive, me dice...

En fin.

Que si te mando este mp es solo para darte mi impresión sobre tu relato, ese que pretendes enviar al concurso... "Ascuas".

A ver primero si me cuentas cómo te ha surgido esta idea o, mejor dicho, de qué fuentes has bebido para considerar este relato de humor. Créeme que si mandas esto, por ahí van a ir los tiros... Mira que ya me imagino a Dori diciendo que no encuentra el humor por ninguna parte o al chucho insinuar que es un cuento y no un relato de humor (si es que los conozco como si los hubiera parido).

En fin. No es que no tenga golpes, es que la historia no puede tenerlos porque no es graciosa. Fíjate que pienso que un poco más de sangre y hubiera quedado genial para el de "Navidades sangrientas" o "Navidades lo que sea".

Aparte de que no sea una historia graciosa, es que el relato en sí a mí no me dice mucho. Un señor que se hace cargo de una casa de postas donde hay un gato que quiere echar, pero ese gato fue de Lucifer y luego le ayuda a espantar a unos malhechores... esto... bueno, vale.

¿Lorenzo quiere o no quiere echar al gato? Porque cuando el bandido le pega la patada al animal y lo echa a la chimenea dices que siente alivio... ohhh, pero si en ese momento está siendo atracado, ¿cómo que le preocupa el dichoso gato? Es un poco amazing todo ello.

Nínive, no me lo tengas en cuenta. Además, si a ti no te hace falta ni escribir bien ni nada...

[barrikada]

Sensaciones un poco complicadas con este relato.

Aparte de algún detalle puntual (creo que hay un "la instante" que debería ser "al instante"), no está nada mal escrito. No he encontrado el tipo de humor que me va a mí, pero reconozco que algo de eso hay, no sé exactamente qué, pero algo hay. La parte de los infiernos quizá es la parte más brillante del asunto. El suceso final no me termina de convencer la forma que está contada, pero bueno, en general me ha parecido entretenido. No está mal tu trabajo, autor.

[Berlín]

Se afilaba las uñas en las almas recién llegadas.
Sí, así son los gatos ¡Viva! Si yo fuese un gato haría exactamente lo mismo.
¿Gruñío? me ha sonado raro.

Mira, ya solo por esto tienes mi completa bendición:

Con el pelaje desprendiendo humo mientras ardía, Ascuas se arrojó contra el bandolero. Poseído por una inusitada furia le brincó al muslo para, a continuación, saltarle al costado. Desde allí se le subió a la cabeza, le arañó la cara y saltó luego contra los compañeros cuando acudieron al rescate. Aquella enorme bola de pelo ardiente iba de un bandolero a otro, mordiendo y arañando sin dejar de bufar. Apenas se detuvo un instante hasta que los bravos salteadores, convertidos en simples guiñapos cubiertos por andrajos, huyeron despavoridos.

Entonces, recuperada su autoridad, Ascuas volvió a recostarse junto a la chimenea con toda calma para, a continuación, empezar a acicalarse el pelo asado. Los presentes, atónitos e incapaces de reaccionar, aún tardaron en asimilar lo ocurrido. Al tiempo que el gato se enroscaba placidamente sobre sí mismo, uno de los lacayos se agachó para recoger los fardos abandonados por los bandoleros.



Puedes ir a tomar unas cervezas, pago yo. Abrazos.

[Dori25]

Créeme que si mandas esto, por ahí van a ir los tiros... Mira que ya me imagino a Dori diciendo que no encuentra el humor por ninguna parte o al chucho insinuar que es un cuento y no un relato de humor (si es que los conozco como si los hubiera parido)..

[prófugo]

Lo siento autor...no me ha gustado tu texto

Y es que no le encuentro ningún tipo de humor a tu cuento...además..la historia de éste no me dice nada...no me sorprende..no me emociona.

Y no es por que yo sea mucho más de perros que de gatos...que de eso nada tiene que ver lo que opino de tu criatura.

Espero sepas disculparme

[jilguero]

Pues este es un bonito cuento que me hubiera encantado escuchar siendo pequeña.
Buena prosa y con algunas ocurrencias muy buenas, como esa del gato afilándose las uñas con las almas de los condenados.
Eso sí, tal cual he comentado en el hilo del relato de la guayaba, el sentimiento que me produce está muy, muy lejos de la risa.
Pero lo importante, autor, es que este es una bonita historia y que me ha gustado leerlo.

[Larús]

Me ha gustado mucho. Fluido, entretenido, bien escrito. La historia me resulta original y la he disfrutado. Aunque la verdad, no sé si casa, salvo algún detalle, con el género del concurso. Una pena porque es de las que más me ha gustado hasta el momento. Felicidades y gracias

[Wintermute]

Por favor, que alguien haga un concurso de tema libre (o el género al que se adscriba esto) para que pueda votarlo.

Me ha encantado. No sé muy bien qué es- quizá un simple cuento, pero qué maravillosa historia. Tiene cualidades que echo en falta en muchos otros participantes- un lenguaje elaborado pero perfectamente dosificado, un ritmo acompasado y una capacidad de transmitir tanto sentimiento, como imágenes como acción.

Además, lo confieso, soy de gatos, claro.

Pero claro, salvo:

En medio de ese sinfín de frustraciones llegó Ascuas. Entregado por un aquelarre siciliano, el cachorro adoptó enseguida los abismos infernales como su propio hogar. Jugueteaba entre los condenados, aprendió a hacer sus necesidades en el desierto de los reyes sin reino, y dormitaba al borde mismo de las llamas. Satán le nombró su animal favorito, y dio por terminada la búsqueda con gran regocijo.

Sin embargo, Ascuas desarrolló al crecer una conducta muy particular. Bufaba a los demonios si intentaban apartarle del sitio donde se recostaba. Pasó de jugar alrededor de los calderos a jugar con los calderos. Se afilaba las uñas en las almas recién llegadas... Hasta que un día, paseando por sus dominios, Satán descubrió que los condenados temían más al gato que al propio Ángel Caído y, enojado por esa pérdida de autoridad, desterró al felino a la fonda de Matalaespina.

, dos párrafos que hacen sonreír (y son tan magníficos como el resto del relato), al resto mucha comedia no le veo. Soy plenamente consciente de lo "excéntrico" del argumento, pero a mi juicio eso no basta para considerarlo comedia.

No sé si de aquí a que se vote podré encontrar una justificación para darle algo, pero de momento no la tengo, lo cual me entristece; ¡pobre Ascuas!