CN3 - Navidades peculiares - Stradivarius
Publicado: 01 Ene 2015 11:36
NAVIDADES PECULIARES
El bullicio es, por momentos, considerable, a lo lejos suena uno de esos interminables villancicos con sonido de organillo, las luces, sin embargo, son más bien tenues.
Una intensa fragancia a flores diversas inunda la estancia, creo percibir, sobre todos los demás aromas, el de rosas, si, definitivamente priman las rosas sobre los lirios, las gerberas, margaritas y el frescor de la tuya recién cortada.
Me siento bien, hace rato que el intenso dolor de estómago que me había martirizado los últimos días, ha desaparecido, es realmente un gran alivio el no tener que estar levantándome constantemente a vomitar; algo agotador y harto desagradable.
No hay rastro de ese malestar, eso y la nutrida presencia de mis familiares y amigos en la fiesta, me hacen encontrarme, al fin, sosegado y feliz.
Es Navidad. No es que yo tenga una especial predilección por estas fechas, es más, hubo un tiempo en el que incluso llegué a aborrecerlas; tanta fiesta, comilonas, sonrisas forzadas…pero el paso de los años y la llegada de los nietos, han hecho renacer aquella vieja ilusión de una infancia que se me hace tan lejana ya.
Me gusta vernos a todos reunidos en casa, las risas de los pequeños, los excesos, solo permitidos en estos días, con los licores que siempre me han gustado tanto, las comidas especiales y las sobremesas interminables y tan agradables…bueno, no siempre agradables, a decir verdad, raro es el año que no surge algún viejo fantasma del pasado de alguno de los contertulios, para enfrascarse en una agria polémica, polémica que yo corto en cuanto se me da ocasión. Nunca me han gustado las discusiones sobre cosas que no tienen ya solución, pero, en fin, ya se sabe que en todas las familias hay antiguos desencuentros, desavenencias difíciles de reconciliar…
Yo procuro que esas pequeñas explosiones de mal humor, sean lo más breves posible y he de reconocerme una cierta habilidad para, en esos momentos, saber llevar las riendas y reconducir la situación.
Supongo que la autoridad que dan los años ayuda, jeje…
Sea como fuere, este año, de momento, la cosa va miel sobre hojuelas, la paz más absoluta y la confraternidad, parecen ser, de momento, la tónica dominante; espero que así continúe después de la cena. Cena que por cierto este año se me antoja más numerosa que nunca, tendremos que añadir a la ya de por sí, gran mesa de comedor, el suplemento que la amplia a casi el doble. Tendré que bajar al trastero a buscarlo, o mejor que bajen los jóvenes de la casa, que yo ya estoy muy mayor para cargar pesos.
Me encanta rodearme de mis nietos, hoy están todos aquí, todos han venido a besar al abuelo, incluso los más pequeñines aupados en los brazos de sus madres.
Ellos son mi mayor felicidad, he de reconocer que en eso he tenido una gran fortuna, tengo una gran familia, una familia unida y, aunque hago como que no me entero, sé que con diferencias entre ellos, pero nada que no se arregle con una pequeña reprimenda de la abuela, que debo confesar, tiene una especial mano para estas, como para tantas otras cosas… ¡qué sería de mí sin ella!...
Un poco gruñona sí que es, para ser sincero. Controla en exceso lo que como, lo que bebo, mis medicinas, a veces de una forma casi obsesiva, pienso yo, pero nos queremos tanto y desde hace tantos, tantos años…
Por cierto que hoy apenas si la he visto, supongo que estará la mar de atareada preparándolo todo, nunca descansa esta mujer y mira que se lo digo “deja que las niñas hagan el trabajo, tú ya lo has hecho durante demasiados años”.
Yo llamo niñas a mis hijas y mis nueras, que de niñas la verdad no tienen nada, pero a mí me gusta llamarlas así; cosas de viejos, digo yo, jeje…
El caso, estoy pensando, que...noto la presencia de extraños en la casa, casa que percibo como diferente, será que no veo demasiado bien.
Alguien está llorando a mi lado. ¡Es ella, mi mujer! Llora desconsoladamente y me besa en la frente, lo sé, no porque lo note, sino porque la estoy viendo inclinada sobre mi… ¡Pero eso no puede ser! y ¿Qué hacen esos dos hombres con esa tapa de madera, van a colocármela encima?…
Ahora lo veo claro, acaban de cerrar mi ataúd. No estamos celebrando la fiesta de Navidad, han venido todos a mi sepelio… ¡Estoy muerto!
El bullicio es, por momentos, considerable, a lo lejos suena uno de esos interminables villancicos con sonido de organillo, las luces, sin embargo, son más bien tenues.
Una intensa fragancia a flores diversas inunda la estancia, creo percibir, sobre todos los demás aromas, el de rosas, si, definitivamente priman las rosas sobre los lirios, las gerberas, margaritas y el frescor de la tuya recién cortada.
Me siento bien, hace rato que el intenso dolor de estómago que me había martirizado los últimos días, ha desaparecido, es realmente un gran alivio el no tener que estar levantándome constantemente a vomitar; algo agotador y harto desagradable.
No hay rastro de ese malestar, eso y la nutrida presencia de mis familiares y amigos en la fiesta, me hacen encontrarme, al fin, sosegado y feliz.
Es Navidad. No es que yo tenga una especial predilección por estas fechas, es más, hubo un tiempo en el que incluso llegué a aborrecerlas; tanta fiesta, comilonas, sonrisas forzadas…pero el paso de los años y la llegada de los nietos, han hecho renacer aquella vieja ilusión de una infancia que se me hace tan lejana ya.
Me gusta vernos a todos reunidos en casa, las risas de los pequeños, los excesos, solo permitidos en estos días, con los licores que siempre me han gustado tanto, las comidas especiales y las sobremesas interminables y tan agradables…bueno, no siempre agradables, a decir verdad, raro es el año que no surge algún viejo fantasma del pasado de alguno de los contertulios, para enfrascarse en una agria polémica, polémica que yo corto en cuanto se me da ocasión. Nunca me han gustado las discusiones sobre cosas que no tienen ya solución, pero, en fin, ya se sabe que en todas las familias hay antiguos desencuentros, desavenencias difíciles de reconciliar…
Yo procuro que esas pequeñas explosiones de mal humor, sean lo más breves posible y he de reconocerme una cierta habilidad para, en esos momentos, saber llevar las riendas y reconducir la situación.
Supongo que la autoridad que dan los años ayuda, jeje…
Sea como fuere, este año, de momento, la cosa va miel sobre hojuelas, la paz más absoluta y la confraternidad, parecen ser, de momento, la tónica dominante; espero que así continúe después de la cena. Cena que por cierto este año se me antoja más numerosa que nunca, tendremos que añadir a la ya de por sí, gran mesa de comedor, el suplemento que la amplia a casi el doble. Tendré que bajar al trastero a buscarlo, o mejor que bajen los jóvenes de la casa, que yo ya estoy muy mayor para cargar pesos.
Me encanta rodearme de mis nietos, hoy están todos aquí, todos han venido a besar al abuelo, incluso los más pequeñines aupados en los brazos de sus madres.
Ellos son mi mayor felicidad, he de reconocer que en eso he tenido una gran fortuna, tengo una gran familia, una familia unida y, aunque hago como que no me entero, sé que con diferencias entre ellos, pero nada que no se arregle con una pequeña reprimenda de la abuela, que debo confesar, tiene una especial mano para estas, como para tantas otras cosas… ¡qué sería de mí sin ella!...
Un poco gruñona sí que es, para ser sincero. Controla en exceso lo que como, lo que bebo, mis medicinas, a veces de una forma casi obsesiva, pienso yo, pero nos queremos tanto y desde hace tantos, tantos años…
Por cierto que hoy apenas si la he visto, supongo que estará la mar de atareada preparándolo todo, nunca descansa esta mujer y mira que se lo digo “deja que las niñas hagan el trabajo, tú ya lo has hecho durante demasiados años”.
Yo llamo niñas a mis hijas y mis nueras, que de niñas la verdad no tienen nada, pero a mí me gusta llamarlas así; cosas de viejos, digo yo, jeje…
El caso, estoy pensando, que...noto la presencia de extraños en la casa, casa que percibo como diferente, será que no veo demasiado bien.
Alguien está llorando a mi lado. ¡Es ella, mi mujer! Llora desconsoladamente y me besa en la frente, lo sé, no porque lo note, sino porque la estoy viendo inclinada sobre mi… ¡Pero eso no puede ser! y ¿Qué hacen esos dos hombres con esa tapa de madera, van a colocármela encima?…
Ahora lo veo claro, acaban de cerrar mi ataúd. No estamos celebrando la fiesta de Navidad, han venido todos a mi sepelio… ¡Estoy muerto!