Encierro - La mejor solución - Prófugo
Publicado: 29 Jun 2015 09:30
La mejor solución
-¡Ovidio! Otra copa por favor
-Esta es la última por hoy Rafa, has bebido en exceso
-Nunca es demasiado. Jamás es suficiente cuando se han cometido tantos errores en la vida
-No sé a que se debe tal despecho amigo mío, pero puedo asegurarte que con ahogar tus penas en el alcohol no vas a volver el tiempo atrás y recuperarás lo perdido.
-Ya no hay nada que recuperar, pero sí mucho que solucionar. Quizá no vaya actuar de la mejor manera, seguramente me dirán cobarde e irresponsable, pero a partir de mañana no volveré a crear ni un solo problema más. ¡Palabra de caballero!
-Me empiezas a preocupar sobremanera. ¿No estarás pensando en irte al extranjero y abandonar todo lo que tienes en el pueblo?
-Aquí ya no tengo nada, lo he perdido todo. Y es que cuando has cometido tantas faltas y tan graves, ya no existe perdón. Todo se pierde. El respeto, el cariño, la confianza.
-No te puedes venir abajo. Lucha por tu hija y por tu mujer. Piensa en ellas aunque sea por primera vez en tu vida.
-Lo hago. No lo dudes. Yes que…al principio recuerdo con nostalgia aquellos días en que fui tan feliz con Mireia. Podía afirmar sin temor a equivocarme que fuimos la pareja más feliz de toda Soria, y por mis enfermizos celos perdí a la mujer que más quise en mi vida, a mi primer amor, a mi compañera de batallas en la juventud. Nunca he podido superar el trauma. Jamás he podido conciliar el sueño de forma honrada y plácida desde que por falsos rumores llegué a enloquecer hasta golpearla, sin medir ningún tipo de consecuencias. Desde hace diez años depende de una silla de ruedas, un golpe desmedido trastornó su columna vertebral.
-¡Vaya! Desconocía tu vida anterior a la has tenido con Sandra. Realmente pensaba que ella había sido tu primer y único amor.
-Lo ha sido y lo fue desde que salí de la cárcel y decidí empezar otra nueva vida aquí en Zaragoza. Intenté hacer borrón y cuenta nueva, algo imposible, evidentemente, pero concientizado de no volver a caer en errores pasados. No pude lograrlo del todo.
-Pero… ¿volviste a incurrir en la violencia? ¿has abusado física y psicológicamente con Sandra?
-No exactamente. Esta vez no he sido el maltratado. Realmente he llegado a ser la víctima, aunque lo tengo merecido.
-Te escucho. ¿Otra copa? Esta va cortesía de la casa
-Sí, por favor. No se lo he contado a nadie, aunque todo el pueblo lo sabe. Me extraña que no te hayas enterado de que Sandra me encontró en nuestra cama matrimonial follando totalmente ebrio con la Pepi
-¡Joder! Con la puta del pueblo. Otro más para su colección
-Pues sí, pero lo más grave del asunto es que con mi esposa venia mi hija Loli. Desde ese día mi hija me repugna, le doy asco, no me puede ver ni en pintura.
-¡Madre mía! ¿Y cómo actúo Sandra?
-¡Fatal!. Tan pronto nos vio, salió corriendo a la cocina, empuñó el cuchillo más grande que tenemos, el de matar a los cerdos, y apareció totalmente posesa a nuestro cuarto.
-¡Ostrás!
-La Pepi acojonada logró huir. Realmente Sandra tenía sus ojos inyectados en sangre clavados en mi rostro. Le ordenó salir del cuarto a Loli, cerró la puerta y me dio la paliza más grande que en mi vida me hayan dado. Y lo que es peor, me ha cortado el pene. Corrí como pude, con dos costillas rotas, y una camiseta empapada con la sangre que brotaba de mi entrepierna hasta llegar casi inconsciente a casa del doctor García para que me cosiera y me salvara la vida.
-Uf, ¡vaya tela! Solo a ti se te ocurre engañar a tu mujer justamente en tu casa, en vuestra cama. Y con lo bien que se le da a la Sandra eso de usar cuchillos, toda la vida siendo carnicera.
-Sí Ovidio. Perder mi virilidad me ha dolido en el alma, pero el dolor que más nunca podré aliviar es el de recordar el rostro desencajado e incrédulo de mi hija. El perderla para siempre. Esta noche en pocas horas, el Ebro se llevará en su cauce a un ser que ahora se viene dando cuenta el verdadero valor de una familia, de un hogar. Ahora realmente entiendo que la mejor decisión es que desaparezca para siempre.
Aquí te quedan diez euros. Quédate con el cambio. Será mi primera y última propina.
-¡Ovidio! Otra copa por favor
-Esta es la última por hoy Rafa, has bebido en exceso
-Nunca es demasiado. Jamás es suficiente cuando se han cometido tantos errores en la vida
-No sé a que se debe tal despecho amigo mío, pero puedo asegurarte que con ahogar tus penas en el alcohol no vas a volver el tiempo atrás y recuperarás lo perdido.
-Ya no hay nada que recuperar, pero sí mucho que solucionar. Quizá no vaya actuar de la mejor manera, seguramente me dirán cobarde e irresponsable, pero a partir de mañana no volveré a crear ni un solo problema más. ¡Palabra de caballero!
-Me empiezas a preocupar sobremanera. ¿No estarás pensando en irte al extranjero y abandonar todo lo que tienes en el pueblo?
-Aquí ya no tengo nada, lo he perdido todo. Y es que cuando has cometido tantas faltas y tan graves, ya no existe perdón. Todo se pierde. El respeto, el cariño, la confianza.
-No te puedes venir abajo. Lucha por tu hija y por tu mujer. Piensa en ellas aunque sea por primera vez en tu vida.
-Lo hago. No lo dudes. Yes que…al principio recuerdo con nostalgia aquellos días en que fui tan feliz con Mireia. Podía afirmar sin temor a equivocarme que fuimos la pareja más feliz de toda Soria, y por mis enfermizos celos perdí a la mujer que más quise en mi vida, a mi primer amor, a mi compañera de batallas en la juventud. Nunca he podido superar el trauma. Jamás he podido conciliar el sueño de forma honrada y plácida desde que por falsos rumores llegué a enloquecer hasta golpearla, sin medir ningún tipo de consecuencias. Desde hace diez años depende de una silla de ruedas, un golpe desmedido trastornó su columna vertebral.
-¡Vaya! Desconocía tu vida anterior a la has tenido con Sandra. Realmente pensaba que ella había sido tu primer y único amor.
-Lo ha sido y lo fue desde que salí de la cárcel y decidí empezar otra nueva vida aquí en Zaragoza. Intenté hacer borrón y cuenta nueva, algo imposible, evidentemente, pero concientizado de no volver a caer en errores pasados. No pude lograrlo del todo.
-Pero… ¿volviste a incurrir en la violencia? ¿has abusado física y psicológicamente con Sandra?
-No exactamente. Esta vez no he sido el maltratado. Realmente he llegado a ser la víctima, aunque lo tengo merecido.
-Te escucho. ¿Otra copa? Esta va cortesía de la casa
-Sí, por favor. No se lo he contado a nadie, aunque todo el pueblo lo sabe. Me extraña que no te hayas enterado de que Sandra me encontró en nuestra cama matrimonial follando totalmente ebrio con la Pepi
-¡Joder! Con la puta del pueblo. Otro más para su colección
-Pues sí, pero lo más grave del asunto es que con mi esposa venia mi hija Loli. Desde ese día mi hija me repugna, le doy asco, no me puede ver ni en pintura.
-¡Madre mía! ¿Y cómo actúo Sandra?
-¡Fatal!. Tan pronto nos vio, salió corriendo a la cocina, empuñó el cuchillo más grande que tenemos, el de matar a los cerdos, y apareció totalmente posesa a nuestro cuarto.
-¡Ostrás!
-La Pepi acojonada logró huir. Realmente Sandra tenía sus ojos inyectados en sangre clavados en mi rostro. Le ordenó salir del cuarto a Loli, cerró la puerta y me dio la paliza más grande que en mi vida me hayan dado. Y lo que es peor, me ha cortado el pene. Corrí como pude, con dos costillas rotas, y una camiseta empapada con la sangre que brotaba de mi entrepierna hasta llegar casi inconsciente a casa del doctor García para que me cosiera y me salvara la vida.
-Uf, ¡vaya tela! Solo a ti se te ocurre engañar a tu mujer justamente en tu casa, en vuestra cama. Y con lo bien que se le da a la Sandra eso de usar cuchillos, toda la vida siendo carnicera.
-Sí Ovidio. Perder mi virilidad me ha dolido en el alma, pero el dolor que más nunca podré aliviar es el de recordar el rostro desencajado e incrédulo de mi hija. El perderla para siempre. Esta noche en pocas horas, el Ebro se llevará en su cauce a un ser que ahora se viene dando cuenta el verdadero valor de una familia, de un hogar. Ahora realmente entiendo que la mejor decisión es que desaparezca para siempre.
Aquí te quedan diez euros. Quédate con el cambio. Será mi primera y última propina.