CP XI Sabor a hiel - Repias (Mención Jurado)

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CP XI Sabor a hiel - Repias (Mención Jurado)

Mensaje por lucia »

Sabor a hiel

Cuando abrí los ojos todavía me zumbaban los oídos. La imagen que me encontré resultaba tan cruda y terrible como hermosa. Aquella niña en pie, erguida y orgullosa sobre el inmenso charco de barro iluminada apenas por las luces de los vehículos. La ropa sucia, la cara sucia, el pelo sucio pegado al rostro serio y tenso. El agua de las múltiples tuberías rotas cayendo fina desde el cielo oscuro, formando una densa cortina que difuminaba el dramático entorno. Y de pronto la luz. Uno, dos, tres… cuatro fogonazos terribles que mostraban todo el horror iluminando el cielo de rojo, naranja y amarillo. El sonido brutal, ensordecedor, y las ráfagas artificiales de viento caliente, el hedor a muerte, a ceniza y a destrucción. Decenas, quizá cientos de cuerpos esparcidos entre los escombros de lo que otrora había sido el único hospital de la pequeña población.
Se la llevaron poco antes de encontrarme. Tuvieron que golpearla y arrastrarla por el barro para hacerlo. Se resistió con todas sus fuerzas, golpeando, arañando e incluso mordiendo, pero ellos eran más fuertes, mucho más. Siempre lo son.
No hubo compasión alguna con los heridos que agonizaban entre los cascotes y los hierros retorcidos a pesar de que suplicaban ayuda aferrados a una vaga esperanza, tumbados en las posiciones más inverosímiles, mutilados algunos… Un tiro a bocajarro y adiós. Con suerte ese sería el fin. Para otros no fue tan sencillo. Un tiro fallido por la total falta de interés suponía horas de agonía. Los que antes pedían ayuda, implorando y suplicando perdón, rogaban ahora a la muerte para que se los llevara de una vez. Sufrían de forma atroz, observando como la vieja de negro se llevaba uno a uno a los demás, rápida, eficaz, indolente, mientras ellos agonizaban deseando su compañía y su caridad con desesperación.
Cuando me encontraron bajo aquellas chapas metálicas arrugadas y retorcidas no daban crédito. Sabían que alguien como yo no pintaba nada en aquel lugar. Mis facciones me delataban. No pude resistirme, mi cuerpo no respondía. Me alzaron entre varios, en volandas, como si de un trofeo se tratase. Todos gritaban y disparaban sus armas horribles al cielo negro mientras volvían con gesto triunfal a sus vehículos. Metieron mi cabeza en un saco que olía a muerte y lo aseguraron en mi cuello con una cuerda áspera para que no se me cayese. Me ataron los pies y las manos y me lanzaron sobre la superficie metálica de un remolque junto con unos pocos supervivientes. El trayecto fue largo y doloroso por caminos bacheados. Me tocaban con manos duras y callosas sin el más mínimo cuidado o pudor, entre risas y palabras soeces. Cuando me desperté estaba en algún lugar frío y húmedo, no podía ver y mis manos seguían atadas a mi espalda. No sé cuánto tiempo estuve retenida en aquel lugar; días, quizá semanas… Perdí la cuenta de las veces que me golpearon, de las veces que me vejaron de forma cruel, … de las veces que les rogué que me mataran de una vez por todas. El dolor era constante, sordo, omnipresente y no tardó en convertirse en algo normal, algo inherente a mi propio cuerpo.
Lo peor de todo lo que recuerdo del encierro, lo que todavía me despierta en plena noche una y otra vez, sudando a mares, aterrorizada, con el corazón a punto de reventar… es aquella voz dulce, como de niño, que hablaba y hablaba de cosas horrendas, de muertes, violaciones, matanzas... Era la voz que llegaba justo antes de las agresiones, poco a poco, como desde lo más profundo de un mal sueño del que no eres capaz de despertar. Se acercaba lentamente, acechando, reptando entre los fríos muros como un eco de sufrimiento y dolor. Llegué a temerla más que a la muerte. Cada vez que escuchaba aquella voz, aunque fuera a lo lejos, comenzaba a llorar sin remedio e intentaba arrebujarme contra alguna esquina en un vano intento de protegerme de algo que no podía ver pero que comenzaba a sentir mucho antes de que inevitablemente me alcanzara.
Volví a la vida en el fondo de un barranco, entre un hedor nauseabundo a descomposición. Lo primero que observaron mis ojos doloridos a pesar de la escasa luz fue un rostro de mujer que se pudría a la intemperie a escasos centímetros de mí. Alguna pobre que, como yo, estaría en el momento oportuno en el peor de los lugares cuando ellos llegaron sobre sus inmensos vehículos metálicos. Observé a mi alrededor. El cementerio improvisado estaba repleto de huéspedes y las moscas, por millares, gordas y grandes, zumbaban alrededor como aeroplanos. Me arrastré sobre los cadáveres durante una eternidad de unos pocos metros en dirección a la boca del foso, débil y con el cuerpo completamente entumecido. Observada por decenas de rostros de ojos vacíos, por agujeros repletos de sangre seca y ennegrecida, llegué por fin a la salida. Desde allí, alzando la mirada, intentando recoger un atisbo de aire puro que no oliera a muerte y descomposición, observé como el sol rojo e inmenso se ocultaba tras las lejanas columnas de humo negro en el horizonte. La tierra roja bajo los pies descalzos, doloridos y ensangrentados, el frío mortal bajo las pocas telas ajadas y sucias pegadas al cuerpo, la sed terrible de lengua áspera y seca, de mareos, de dolores punzantes. Toda una noche caminando bajo un manto de estrellas de una belleza cruel y ofensiva. Planicie inmensa de polvo en suspensión en la que solamente el sonido lejano de las explosiones y los aullidos de los perros hambrientos rompían el silencio.
La salvación llegó por la mañana junto con dos mujeres, una de ellas de escasa edad, y un burro. Me encontraron esperando pacientemente la muerte tumbada a la escasa sombra de una roca y un trozo de chapa corroída por la herrumbre. Agua, palabras amables, un pequeño descanso y un camino ajeno que seguir. Compañía y bondad en tiempos ingratos ofrecida por quien menos tiene, la cara más mísera y la más dulce reflejada en los rostros cansados y de ojos tristes de los que ya lo han perdido todo.
El periplo por aquel páramo junto a mis nuevas compañeras fue un obsceno catálogo de actos atroces que se repetían en cada pequeño núcleo de población destruido por el que pasábamos, en cada vehículo destrozado que rodeábamos, en cada cuerpo putrefacto que descubríamos. Un mundo asolado por la destrucción y la muerte en el que de vez en cuando, incomprensiblemente, aparecía entre las rocas o en los recovecos más insólitos, alguna que otra florecilla de colores vivos que se erguía orgullosa y desafiante.
Volví a encontrarme con ella algunas lunas y muchos kilómetros después. Ya no era la misma o al menos, ya no lo parecía. Aquella niña de rostro inocente y ojos despiertos y dulces ya no estaba allí. En su lugar habían esculpido un rostro pétreo en el que no existía el dolor, la compasión ni el perdón. Portaba un arma sobre sus delgados y fibrosos brazos, observando desde lo alto de uno de los vehículos, en lento movimiento, la hilera de personas que huían hacia el norte caminando por la carretera pedregosa salpicada de pequeños cráteres que habían dejado las bombas.
Sentí lástima, ira, vergüenza y rabia. Impotencia y odio. Me sorprendí y me asusté de mis propios sentimientos pues deseé su muerte, la de todos ellos. Una aniquilación minuciosa, con ensañamiento, en la que no quedara ni uno solo. Pasé a su lado, a tan solo unos pocos metros. A una distancia tan corta que en dos pasos rápidos podría haber saltado sobre ella y liquidarla yo misma, con mis propias manos. No me reconoció, o no quiso hacerlo. Ni siquiera me dedicó una mirada a pesar de todo lo que habíamos pasado juntas. Yo, maldita sea, la había llevado junto con su madre herida en mi propio vehículo hasta aquel hospital, el que ellos habían borrado del mapa. Había sido la única persona que las había ayudado tras el ataque a su pequeño pueblo, entre el caos generalizado, el fuego, los edificios derruidos y las decenas de cadáveres y heridos con los que me encontré al llegar. Luego, dos días de viaje evitando carreteras y caminos, de miedo, de evitar todo rastro de vida con el fin de llegar a ese dichoso hospital en el que la pobre mujer, definitivamente, había fallecido. No pudo resistir más. Cuando se percató de donde estábamos se dejó ir, quizá considerando que su hija estaba por fin en un lugar seguro. La realidad que no llegó a ver había resultado muy distinta. ¿Qué seguridad hay en un mundo sin leyes y sin normas? ¿Qué les queda a los hombres y mujeres que simplemente quieren vivir en paz cuando solo hay dos opciones: unirse a los que matan o a los que mueren?
Tres semanas más tarde algunos pocos llegamos al fin a la frontera. Enfermos, heridos, viejos, mujeres con niños… casi todos habían sucumbido por el camino a la sed, el hambre y el cansancio. Otros muchos a la violencia desatada por la inmensa necesidad y a la falta de orden y control. Mis dos nuevas amigas sufrieron en sus carnes la desesperación, la ignorancia y el abuso de poder de quien se cree más fuerte. Se resistieron a lo inevitable y fueron asesinadas brutalmente. Murieron entre horribles dolores, golpeadas sin compasión. No hice nada por ellas, no me atreví. Hubiera significado meterme entre los asesinos y sus víctimas, entre los perros y los pocos restos de un festín, sin duda alguna, habría tenido su mismo destino. Estaba harta de intentar remar contra corriente en aquella riada de violencia descontrolada y aposté firmemente por mi supervivencia. No dudé en ofrecer lo poco de mí que quedaba en pie al mejor postor, a quien pudiera ser garante de mi integridad física. El asco, las lágrimas y el dolor físico ya no significaban nada. Solo sobrevivir. Ese era mi objetivo y mi único pensamiento cada vez que alguno de ellos venía a mi lado con comida, agua o abrigo.
Ayer, por fin, tras varios meses hacinados como animales en una especie de campamento repleto de barro, hambre y frío, logré cruzar la frontera. No fue fácil ni gratuito. Sin dinero, no tuve más remedio que hacer uso de lo poco que había aprendido en los últimos tiempos para ganarme el favor de los guardias. No me despedí de nadie pues nadie me quedaba tras las altas verjas. Recogí mis pocas pertenencias en un pequeño saco hecho con un trapo viejo y deshilachado que otrora había sido una manta, lo colgué del hombro y continué caminando rumbo al norte. Llegué al primer pueblo unas horas después del mediodía, hambrienta, sedienta y aterida de frío a pesar de que el sol estaba en todo lo alto. Las columnas y las nubes de humo negro quedaban ya muy lejos a mi espalda, detrás del horizonte trazado con desdén con una línea difusa tras quilómetros de terreno yermo y polvoriento; pero el dolor sordo y el sabor a ceniza y a sangre todavía estaban conmigo, impregnando todo mi ser desde dentro, oprimiendo mi corazón con dedos ásperos y callosos, generando una desazón, un vacío, una tristeza perenne que se instalaba en lo más profundo de mi alma para no irse jamás.
Hoy me he levantado al salir el sol tras una noche de sueños oscuros, de sobresaltos, de voces conocidas y dolorosas que rebotaban en mi cabeza como ecos lejanos una y otra vez. Prosigo mi camino hacia un futuro incierto pero repleto de esperanza y de vida. Intentaré alejarme de ese dolor y esa miseria humana que ahora lo impregna y lo rodea todo. Confío firmemente en que algún día y en algún lugar todo se haya diluido en las turbias aguas del tiempo y el espacio, y este amargo sabor ferroso no sea más que el recuerdo difuso de una vida ajena en una anodina película en blanco y negro visualizada tiempo atrás, en unas vacaciones olvidadas, en un pueblo perdido del que no recuerdas el nombre, en un cine que ya ni siquiera existe.
Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Landra
Me estoy empezando a viciar
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Re: CP XI Sabor a hiel

Mensaje por Landra »

Lo siento mucho pero a mí me deja muy mal sabor de boca. No me gusta leer este tipo de relatos, aunque reconozco que está muy bien ambientado. Para amargarme ya tengo la vida real gracias.

:no:
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ACLIAMANTA
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Re: CP XI Sabor a hiel

Mensaje por ACLIAMANTA »

Un relato dramático… crudo y tan desesperanzado que casi llega a ser demasiado para mí.
Lo siento autor pero tanta, tanta oscuridad y tan poca luz en tan pocas líneas me congelan el sentimiento.
Gracias por compartirlo.
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Ororo
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Re: CP XI Sabor a hiel

Mensaje por Ororo »

Un relato muy duro que se encuentra conmigo, lectora para pasárselo bien. Pero bueno, intentando dejar a un lado la temática, veo que el tono del relato es demasiado lineal. La protagonista no para de describir y describir lugares y acciones (claro que esas acciones “vistas” en lugar de descritas son ya demasiado fuertes, pero algo se podría haber apañado para evitar que todo el relato esté en el mismo nivel).

Algún cambio de punto de vista, algún diálogo o más muestras de las acciones y miradas de los personajes habrían dado mucho juego. Creo que falta profundizar en los personajes, al menos a mí no me han llegado mucho.

Ojo, que las descripciones son muy buenas y, en varias ocasiones, te trasladan al lugar, pero me falta mucha vida. Ya sé que es un relato de muerte, pero tampoco encuentro muerte. Encuentro una pausa en el tiempo. (Lo siento autor si no me entiendes :oops: )
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Gavalia
Chucho
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Re: CP XI Sabor a hiel

Mensaje por Gavalia »

Cuentas una historia desgarradora de principio a fin. El tema es muy actual y quizá eso pudiera ser una ventaja por el interés que despierta el asunto de la guerra y los refugiados. Entiendo lo que me cuentas al punto de dejarme el espíritu pelín perjudicado ante tal avalancha de desdicha.
Me lo cuentas de una forma demasiado plana para mi gusto. Los monólogos son difíciles de mantener sin aburrir, se suelen tornar lineales vuamdo el drama es la base del argumento. La prosa es buena y no vi nada extraño a primera vista sobre gazapos, etc
Tu trabajo tiene calidad pero no me llena porque es espeso con tanta interiorización adornada de pena. Gracias por compartir y suerte.
5-1-3
En paz descanses, amigo.
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Isma
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Re: CP XI Sabor a hiel

Mensaje por Isma »

Me ha parecido muy bueno. Crudo, sí, pero aun así amortiguado. La vida real debe ser más dura, pero comprendo que el autor no haya querido, o más bien podido, sumergirse más en el personaje y en la situación. Son los tiempos en que sabemos de la llegada de refugiados y vemos imágenes de su hacinamiento en campos de acogida; pero ¿qué queda detrás? ¿De qué huyen? Pues de esto que narra el relato.

Las descripciones son muy buenas. Impactante y onírica la primera escena, con la niña plantada en medio del hospital erizado de vigas y hormigón derruido. Muchas sensaciones. Linealidad, sí, pero es que es un narrador en primera persona. Su preocupación es la supervivencia, no da lugar para recordar otros tiempos, sino para asombrarse ante el terror de una muerte horrible. Y al final la decisión de las víctimas: morir o matar. La niña elige matar. La protagonista elige no matar. Quizás se podría haber sacado más punta a ese antagonismo.

El final no me termina de gustar, en particular la última frase. Recordar un cine después de todo lo que has planteado... :noo:

Es un relato brillante, no tan original como otros, pero muy nítido y desgarrado. El compendio de emociones que desata es brutal.

¡Suerte!
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MomoEnSilencio
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Re: CP XI Sabor a hiel

Mensaje por MomoEnSilencio »

Tu relato me ha llegado profundamente, y no soy de las personas que huyen de sensaciones desagradables al leer. Si tratabas de que el lector se hiciera una idea de la cruda realidad vivida por la protagonista, me parece que lo has conseguido y nos has puesto en su piel.

Yo habría aligerado un poquito el ritmo, aunque no se me hizo pesado, pero por lo demás, es de los mejores que he leído. muy bien escrito, imágenes duras que acompañan a esos días de dolor y sufrimiento.

Enhorabuena
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Fernweh
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Re: CP XI Sabor a hiel

Mensaje por Fernweh »

:hola:
Me parece que está muy bien escrito, realmente te acongoja mientras lees, pero para mi gusto le falta ritmo, fluidez, quizá menos descripciones y más sensaciones, porque ha habido momentos en los que he tenido que volver atrás porque desconectaba al ver una descripción tras otra ( no es malo, pero yo tengo un problema cuando se abusa de las descripciones).
En cuanto a la temática, no es lo que más me gusta leer, pero eso es tambien un gusto personal. Escribes genial y seguro que quedas muy bien en el concurso. :60:
«El futuro es más ligero que el pasado, y los sueños pesan menos que la experiencia porque la vida no vivida es más leve, tan leve.»
Marie Luise Kaschnitz
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ciro
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Re: CP XI Sabor a hiel

Mensaje por ciro »

Aspecto formal: cuasiperfecto.
Argumento: crudo, pero muy realista y bien contado. Con la adjetivación correcta para llevarlo a buen puerto. No sé si todo puede ser verdad pero es verosímil y eso es lo que se busca en un relato realista.
Resumen: uno de los mejores relatos del concurso. Enhorabuena al autor/a.
La forma segura de ser infeliz es buscar permanentemente la felicidad
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Mister_Sogad
Tigretón
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Re: CP XI Sabor a hiel

Mensaje por Mister_Sogad »

Autor/a vaya relato duro el tuyo, golpea bastante; pero lo has tratado sin recrearte en la sordidez, contando todo de modo más o menos sutil, de manera que logras hacer que se "vea" mucho sin invertir en palabras, frases y descripciones que recarguen el relato de una mayor carga dramática y, repito, sórdida. Eso te lo valoro mucho, contar algo así de esta manera es un acierto y un trabajo importante de control, a mi modo de ver, así que me gusta cómo lo has hecho. La historia se me hace creíble, al igual que las escenas y escenarios, de nuevo gran trabajo.

Mi pega es que me deja tocado...

Regresaré autor/a. :60:
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Frigg
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Re: CP XI Sabor a hiel

Mensaje por Frigg »

Qué duro es leer algo así, una situación tan crítica contada por una pluma que sabe cómo revolverte por dentro.
Es cierto que muchas veces buscamos leer cosas que nos hagan evadirnos de la realidad y del propio dolor, pero a mí, éste tipo de lecturas me desgarran y me crean miles de sentimientos contradictorios. Por un lado, me pongo por minutos en la piel de esa protagonista y luego respiro, sintiéndome afortunada de mi propia vida.
Si consigues todo esto que te digo, sin duda es porque el relato es creíble y está perfectamente contado.
La pega que le veo: es una historia a la que no volvería para disfrutar con su lectura, pero eso también forma parte del gusto personal.
Mucha suerte y buen trabajo.
:60:
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prófugo
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Re: CP XI Sabor a hiel

Mensaje por prófugo »

Estimada autora (creo que eres chica....no creo que seas gavalia con minifalda totalmente depilado ea!)

Veamos...se dice que las mejores historias son las que menos alegrías nos dan...las que nos llegan al alma...las que nos hacen pupa...las que nos llevan a la reflexión y al dolor.

Tu criatura es muy dura...no da tregua al lector que tiene que volverse fuerte para aguantar heroicamente cada golpe que el texto le va asestando a medida que lo va leyendo.

Es la crueldad de la guerra...de los atentados terroristas...el acto de supervivencia de alguien malherido..de refugiados..la crudeza de la violencia...de las armas...de la destrucción total del ser humano y de lo que lo rodea. Actos totalmente irracionales, ilógicos, masoquistas y trágicos.

No es un trabajo que busque alegrar a nadie pero que si debe permitir recordarnos que la vida no es un campo de rosas y que el principal culpable de tanto desastre y de que todo sea tan difícil es el mismo hombre.

De más esta decirte que está muy bien escrito...posees una pluma envidiable ;-)

Un fuerte abrazo y gracias por crear algo tan marcado en donde tan solo existía una simple hoja en blanco :60:

Edito: Evidentemente cada quien escribe sobre el tema que desee ...pero sería bueno al principio....solo con leer el título...saber que dicha obra puede herir...y que no es propicia para cualquier lector...y menos...para aquellos que de alguna manera han sufrido por sí mismos o por algún ser querido este terror. Y en este caso el título ya de alguna manera nos advierte que la cosa no pinta nada bien para lectores susceptibles.
Última edición por prófugo el 25 Abr 2016 10:15, editado 2 veces en total.
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blinder
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Re: CP XI Sabor a hiel

Mensaje por blinder »

Hola autor/a.

Como te han dicho los compañeros, es un relato duro y seguro que te ha costado escribirlo, sin duda. Un tema muy actual, pero a la vez muy constante en la historia. La historia no ha llegado emocionarme y mira que es dura, no sé bien porqué, lo que cuentas lo haces genial, sabes usar bien el lenguaje y se nota. También me ha gustado esa sutileza que usas para no entrar en ciertos temas, que no hacen falta entrar para que sea duro el relato. Veo buena pluma.

Gracias y suerte.
:batman:
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Berlín
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Re: CP XI Sabor a hiel

Mensaje por Berlín »

A mi no me da miedo leer estas cosas autor. En el tema de las guerras, nosotros, que casi siempre vemos las escenas desde nuestro mullido sofá, vemos esas imágenes como si de una pelicula se tratase. Está lejos todo eso, a nosotros no nos pasa. Y nos duele, claro que si, porque el mundo nos duele a todos, pero ese humo que se levanta, la debastación de una ciudad entera, las filas de gente huyendo con un petate algún lugar donde les dejen vivir..., gente como nosotros que huyen de una guerra. No, a nosotros no nos pasa, nosotros somos unos privilegiados. Tenemos nuestras crisis, nuestros gobernantes de frases bovinas y los chorizos y los paraisos perdidos, pero no tenemos que escuchar el sibilante descenso de las bombas, ni el hambre, ni el terror.

Y es por eso que tu relato me parece un buen homenaje a esos seres tan desafortunados.

Buen trabajo.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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kassiopea
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Re: CP XI Sabor a hiel

Mensaje por kassiopea »

Brutal. Tienes toda mi admiración, autor :chino: Te has atrevido con una historia dura, desgarradora, que puede dejar, y deja, mal sabor de boca (como ya adelanta el título) y eso siempre es ya una valentía, o así lo considero yo. Porque es duro enfrentarse a tanto sufrimiento y desgracia y puede resultar desagradable para el lector, pero no dudo que también ha sido para ti muy difícil haberlo escrito, y encima lo has escrito requetebién. Gracias por haberlo hecho :60:

Hay detalles que se me han quedado grabados a fuego, como esa voz de su torturador que acosa a la protagonista, esas dos mujeres que la ayudan y luego son asesinadas por no aceptar someterse. La deshumanización. Llegar a ser capaz de hacer cosas nunca imaginadas para sobrevivir. Terrible la niña convertida en máquina de matar :noooo:

Muy buena prosa. Aunque he visto alguna frase tal vez excesivamente larga (al final del relato). También creo que para aligerar un poquito el texto podrías haber incluido algún pequeño diálogo, que pienso que también habría contribuido a acercarnos más a las protagonistas. Pero, en resumen, me parece un gran trabajo :60:
De tus decisiones dependerá tu destino.


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