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CV4 - La excentricidad de la esdrújula - Topito

Publicado: 04 Jul 2016 17:27
por Lifen
La excentricidad de la esdrújula

Ezequiel, restaurador de profesión, se detuvo en seco con los calzones sucios en la mano cuando escuchó la voz de doña Juana.
—¡Qué preciosidad de espejo, don Evaristo!
—muchas gracias por decirlo.
Ezequiel, sin demora, asomó con discreción su ganchuda nariz por la ventana.
—Y dígame, si no es indiscreción, que una es discreta, como bien decía mi madre, y no quisiera molestarle, pero que hace un hombre como usted, poeta, filósofo y escritor, tan de mañana con un espejo de medio cuerpo entre las manos y las piernas tendidas sobre las cuerdas.
Don Evaristo, hombre educado por convicción, contestó de buen agrado. Sin embargo, el cesante maullido de Napoleón, el gato pardo de doña Eustaquia, veló por completo la explicación.
—Perdóneme, profesor, pero apenas le he escuchado. ¿Sería tan amable de hablar en un tono más alto?
El buen hombre no se hizo de rogar y, descansando la base del espejo sobre las cuerdas, mientras hacía malabares con las manos, irguió su desgarbado cuerpo de escritor. Pero a su pesar, aún teniendo muy buenas intenciones, doña Juana continuó sin escucharle cuando este habló de nuevo.
—¡Válgame el Señor! Discúlpeme de nuevo, profesor, pero sigo sin escucharle.
Este frunció el ceño mientras se miraba en el espejo.
—Por favor, no se vaya, se le ruego. Ahora me voy, pero vengo. Pues creo que tengo la solución para que el silencio envuelva nuestra conversación.
El poeta, filósofo y escritor elevó levemente los hombros y, asintiendo con la cabeza, se sentó en el alféizar.
Ezequiel, mientras tanto, aprovechando que doña Juana se había marchado, asomó las orejas para escuchar mejor a los dos parroquianos del patio de ropa tendida y de un gato pardo.
Doña Juana no mintió y regresó al poco rato portando entre las manos un jarro rebosante de agua fría.
—Disculpe la tardanza, pero mis piernas ya no son tan livianas como cuando bailaba en la plaza.
—No hay que disculparse por ello, pues el tiempo no perdona el pasar de nuestros años.
—Y bien dice usted —Doña Juana, mientras conversaba, comenzó a verter el agua fría sobre el gato de doña Eustaquia—. Si me permite decirle, yo de moza las tenía tan livianas y hermosas como las que porta la Bibiana noche tras noche en la esquina.
Ezequiel sonrió ante tal ocurrencia, pues conocía bien aquellas piernas que calentaban las frías noches de solteros, viudos o casados tras pagar, claro está, lo que por bueno habían acordado.
—¡Qué cosas tiene doña Juana!
De repente, tras la huida despavorida del gato, un gritó amargo se escapó por la ventana abierta del cuarto.
—¿Por qué lo dice usted? —indagó doña Juana con solo media sonrisa, ya que la otra se la había guardado.
—Por nada, por nada.
Entonces, doña Eustaquia se asomó, elevando las manos hacia el cielo e implorando al Señor que su preciado conjunto de bragas blancas no estuvieran ya empapadas.
—Pero… ¿no estaba lloviendo? —inquirió con un rictus de incomprensión.
—¿Lloviendo, doña Eustaquia? ¿No ve usted la intensa luz que nos brinda el sol esta mañana? —respondió doña Juana.
Su vecina, ya más calmada, tras comprobar la suma sequedad de sus bragas, reparó en el profesor, que sentado dos pisos más arriba, la miraba entre risas.
—¡Oh, profesor, qué bello espejo le acompaña!
—muchas gracias, doña Eustaquia.
—Pero, dígame, ¿no sería más cómodo para usted colgarlo en el pasillo y contemplarse en la distancia que sujetarlo en la ventana con pose de equilibrista?
—Cierto es doña Eustaquia, que su apreciación es correcta, si mi intención fuera mirarme en él en la distancia. Sin embargo, el propósito que me lleva es el motivo de mi pose.
—¿Y cuál es ese propósito que le lleva a estar en tan peculiar posición?
—El propósito no me lleva es la amargura del que escucha el gritar de la incompetencia.
—Ay, profesor, como se nota que usted es poeta, filósofo y escritor y yo una simple letrada que admira sus palabras.
—¿Letrada? —interrumpió doña Juana con un alto tono jocoso.
—Sí, sí. Letrada, letrada, doña Juana. Que una no sabrá de cuentas, pero de letras… hasta la zeta.
Don Evaristo frunció el ceño, cerró los labios y contó hasta cinco.
—Bueno, si me disculpan, debo continuar con mi propósito.
Ezequiel, por causa de su extrema timidez, nunca había sido ducho en las conversaciones vecinales, por lo que, hasta entonces, solo había escuchado con atención. Sin embargo, al final, la creciente curiosidad por contemplar aquel espejo, acabó por vencerla, y, aferrando con fuerza los calzones, decidió descubrir su presencia.
—Buenos días —saludó, mientras oteaba en busca de la pieza.
—¡Dichosos los ojos que te ven! —afirmó doña Juana, bajando la vista hacia la tercera planta con la inquietud del curioso iluminándole los ojos.
—Buenos días, hijo —dijo don Evaristo con una amplia sonrisa, pues siempre le complacía escuchar la voz de Ezequiel, esa voz tan similar a la del hijo que había perdió.
Por fin, tras el deseado anhelo, Ezequiel pudo contemplar el espejo, tan hermoso como una mujer de tallado esmerado y de rizos plateados.
—Una buena pieza la que porta entre las manos.
—Me agrada escuchar tal halago a mi espejo por una persona entendida como usted.
—No hay de qué.
Don Evaristo asintió.
—¿Y podría saber de dónde ha sacado ese espejo tan magnífico?
—Pues… —El profesor se quedó pensativo por largo rato, mientras aumentaba la expectativa entre los vecinos del patio. Al final, decidió dar una respuesta—: Lo cierto es que no lo recuerdo, por lo que debí nacer con él.
—¡Qué cosas tiene usted! Nadie nace con un espejo. A lo sumo con pantuflas o con un faldón para el bautizo.
—Puede que tenga razón, doña Eustaquia. Puede que tenga usted razón.
Ezequiel continuaba contemplando el espejo, embelesado, con deseo.
—Y diga, profesor, ¿nunca ha pensado en venderlo?
—No, Ezequiel. Nunca lo he pensado.
—Lo cierto… —titubeó—. Lo cierto es que me gustaría comprarlo.
—No puedo venderlo.
—¿Por qué no puede?
—Porque llegué con él y con él debo marcharme.
—¿Marcharse? —preguntó, mientras le brotaba el sudor y se le aceleraba el corazón.
—Sí, así debe ser. Él nació conmigo y conmigo debe marcharse.
El joven restaurador lo comprendió al instante.
—¡No puede hacerlo! —gritó— ¡No puede llevárselo con usted!
Los rulos de doña Eustaquia se sobresaltaron ante la exclamación.
—Debo hacerlo.
—¡No! ¡No puede hacerlo! ¡No le permitiré hacerlo!
—¡No entiendo nada! —dijo doña Eustaquia.
—Son cosas del querer, como la copla —dijo doña Juana.
—¡Qué no entienden! ¡Qué no comprenden!
—Tanto grito entre ustedes —dijeron al unísono las mujeres.
—No entienden que quiere llevárselo con él. En serio, ¡¿no lo entiende?!
—Pero si es suyo, ¿por qué no se lo iba a llevar? —preguntó doña Juana.
—Yo continuó sin entender nada —afirmó doña Eustaquia.
—Quiere tirarse al vació —explicó el joven restaurador secándose el sudor con los calzones.
—¡Tirarse! —gritó doña Juana. Y, acto seguido, se lo recriminó al profesor —: ¡Oiga usted, don Evaristo! ¿Cómo se atreve a tirarse al vació en Domingo?
—Yo creo… que uno debe ser libre de decidir.
—¡Qué libre y ocho cuartos! Que lo haga mañana, tras finalizar mi turno de la semana.
—No somos nadie para obligarle. —Y, mirando hacia el profesor, añadió —: Haga lo que crea más conveniente, que usted es libre y nadie debe negárselo.
—Claro, como usted no comienza hasta mañana su semana de limpieza—contestó, sarcástica, doña Juana.
—No hace falta usar ese tono conmigo. La educación ante todo.
—Señoras, por el amor de Dios, la limpieza no es importante. ¡El espejo! ¡El espejo es lo importante!
Don Evaristo, aprovechando la discusión, inició su propósito: aferró con fuerza el espejo, deslizando lentamente el trasero por el alféizar, dejó caer su cuerpo desde el octavo piso.
Ezequiel, entonces, exclamó:
—¡Nooo…!
El filósofo, que no era hombre de números sino de letras, no tuvo en cuenta las numerosas cuerdas de tender que, de diestra a siniestra, cruzaban el patio de luces, por lo que fue arrastrándolas una tras otra hasta que quedó sujeto en las del cuarto.
—¡Oh, Señor! ¡Oh, Señor! ¡Mis bragas recién lavadas! —comenzó a gritar doña Eustaquia al tiempo que sujetaba con una mano la cuerda y con la otra empujaba—. ¡Caiga, usted! ¡Caiga, usted! ¡Pero no se lleve mis bragas!
—Doña Eustaquia déjele de empujar —reclamó doña Juana, para después dirigirse al profesor—. Sujétese, don Evaristo, sujétese hasta que pueda encontrar una sábana, no vaya a dejar el patio como un Cristo crucificado.
Acto seguido, entró corriendo en la casa pensando que, al menos, si la extendía en el patio, la limpieza le sería más liviana.
Ezquiel, mientras, continuaba gritando la o.
—¡¿Pero qué gritos son estos que me despiertan tan de temprano?! —profirió la Bibiana asomándose desde la alcoba justo en el momento preciso para ver pasar a don Evaristo frente a su ventana.
Y entonces, justo en el instante que doña Juana salía por la puerta de su casa, justo en el instante que Ezequiel se quedó sin voz, justo en el instante que doña Eustaquia comprobaba el buen estado de sus bragas, el espejo se estrelló contra el suelo partiéndose en dos.

Re: CV4 - La excentricidad de la esdrújula

Publicado: 04 Jul 2016 18:03
por noramu
:alegria:

Re: CV4 - La excentricidad de la esdrújula

Publicado: 04 Jul 2016 18:55
por jilguero
:hola:

Re: CV4 - La excentricidad de la esdrújula

Publicado: 04 Jul 2016 19:50
por jilguero
Me estreno con este que he leído con una sonrisa de principio a fin. :D
Lo que no daría yo por ver esta cara
kafka.jpg
tras leer tu texto :meparto:
Es más, ya puestos, podrías haberlo metido en este patio de vecinos...
No he podido evitar, al leer, "Nadie nace con un espejo. A lo sumo con pantuflas o con un faldón para el bautizo.", añadir mentalmente:
o con una ramita de aguacate en la boca y la sombra equivocada. :wink:

Me ha resultado una especie de sainete muy divertido, muy castizo. Con el miedo que tenía de que todo el mundo tirara por lo triste, la sonrisa que me has arrancado me ha sabido muy bien, autor. :60:
En general, lo veo muy entretenido y con muchos detalles ocurrentes, sobre todo la inversión de valores que se gastan los vecinos de ese patio tan peculiar.

En cuanto a pegas, sin ser ninguna importante, vaya eso por delante, me ha resultado chocante que todos los personajes hablen igual, no me refiero al contenido de lo que dicen, sino al cómo lo dicen, uniformidad que abarca incluso al narrador omnisciente.
Alguna frase me ha resultado complicada de entender por un tema de puntuación, sobre todo esta: "El propósito no me lleva es la amargura del que escucha el gritar de la incompetencia."
No he logrado entender el sentido del título y que hayas escogido tantos nombres con "E" y raros ha hecho que, al principio, creyese que doña Juana llamaba Evaristo a quien en realidad era Ezequiel. Igual buscabas también eso, que el lector se hiciera un poco el lío. La verdad es que la confusión me ha hecho gracia, ya que yo soy de esas, de la que decide cambiarle el nombre a alguien y ya no hay manera de que le diga el suyo.

Resumiendo: ¡qué bien, autor, que hayas decidido participar! Si es o no Kafkiano lo vamos a dejar para más adelante, pero divertido ya te digo que lo es, y mucho. :lol:
Me ha hecho acordarme de las risas que me eché leyendo la historia de Teseo y sor Ariadna. ¿Querrá eso decir algo? Pues ya se verá :wink:
[/color]

Re: CV4 - La excentricidad de la esdrújula

Publicado: 05 Jul 2016 01:08
por Berlín
jajajajajaja ay dios bendito. Gracias autor por las risas. Ahora tengo que descubrir si es un homenaje a Valle Inclán o a Kafka pero me he reído lo que no sabe dios.

¡Que buen trabajo! :meparto:

Re: CV4 - La excentricidad de la esdrújula

Publicado: 05 Jul 2016 07:30
por prófugo
Estimado autor:

Me ha gustado tu criatura..muchas risas.

Parece "Aquí no hay quien viva" versión kafkiana :cunado:

Me has alegrado la mañana...pero ahora me toca ir a currar...Ya a sabes...cosas de pobres :lengua:

Enhorabuena.. :60:

Enviado desde mi ALE-L21 mediante Tapatalk

Re: CV4 - La excentricidad de la esdrújula

Publicado: 06 Jul 2016 18:06
por Mister_Sogad
Autor/a con el título ya me habías ganado. La trama me gusta, ir desarrollando esta escena, y el escenario, de algo supuestamente cotidiano (no me refiero a la situación de Evaristo, ojo) e ir dejando claro de qué va a ir el final me ha seducido, creo que porque lo has sabido contar bien, porque contado de otro modo no creo que me hubiera picado la curiosidad para ver cómo acababa lo que se iba pergeñando. Y el toque humorístico me encanta, de nuevo bien llevado. Tal vez, por poner una pega quisquillosa de mi parte, no he acabado de visualizar del todo a Evaristo y su espejo, primero en las cuerdas y luego cayendo. Pero lo dicho, es porque soy quisquilloso. Buena idea y bien desarrollada.

Volveré de nuevo autor/a. :60:

Re: CV4 - La excentricidad de la esdrújula

Publicado: 06 Jul 2016 19:49
por Landra
Debe ser que tan cansado me hallo que ni una sonrisa he encontrado. Más no importa lo que yo piense, el final de tu camino lo decidirá la gente.
Lo siento Gavalia :60:

Re: CV4 - La excentricidad de la esdrújula

Publicado: 06 Jul 2016 20:15
por jilguero
Landra escribió:Debe ser que tan cansado me hallo que ni una sonrisa he encontrado. Más no importalo que yo piense, el final de tu camino lo decidirá la gente.
Lo siento Gavalia :60:
Landra, si tú eres el día, yo debo ser la noche. :cunao:

Re: CV4 - La excentricidad de la esdrújula

Publicado: 06 Jul 2016 20:20
por Landra
jilguero escribió:
Landra escribió:Debe ser que tan cansado me hallo que ni una sonrisa he encontrado. Más no importalo que yo piense, el final de tu camino lo decidirá la gente.
Lo siento Gavalia :60:
Landra, si tú eres el día, yo debo ser la noche. :cunao:
Yo soy más de Saturno, alejado del rojo y escalofriante sol, cuanto más frío mejor.

:60: :60:

Re: CV4 - La excentricidad de la esdrújula

Publicado: 06 Jul 2016 20:25
por jilguero
Landra escribió:
jilguero escribió:
Landra escribió:Debe ser que tan cansado me hallo que ni una sonrisa he encontrado. Más no importalo que yo piense, el final de tu camino lo decidirá la gente.
Lo siento Gavalia :60:
Landra, si tú eres el día, yo debo ser la noche. :cunao:
Yo soy más de Saturno, alejado del rojo y escalofriante sol, cuanto más frío mejor.

:60: :60:
Pues entonces yo debo ser de Mercurio :-D

Re: CV4 - La excentricidad de la esdrújula

Publicado: 07 Jul 2016 18:17
por Frigg
Hola autor/a;

Yo tengo otro tipo de humor, está claro. Pero realmente no se si tu intención ha sido la de causar risa o reflejar esas situaciones surrealistas que a veces se viven en los patios interiores de muchos edificios. Es bastante kafkiano ver cómo cada uno se preocupa por sus historias y sus problemas, aún cuando hay una vida en juego. Que una señora se preocupe por sus bragas y otra porque no salpique mucho la sangre en el suelo mientras una persona quiere acaba con su vida y con todos los reflejos de ella, no me parece de chiste, me parece tan patético como la vida real. Y tú lo has sabido reflejar muy bien.

El lenguaje me chirría un poco, me costaba diferenciar los personajes unos de otros, pero la idea general del relato me ha parecido bastante buena.

Volveré por aquí, creo que merece volver a leerlo y contarte más.
Un abrazo.

Re: CV4 - La excentricidad de la esdrújula

Publicado: 07 Jul 2016 22:07
por jilguero
:hola: A punto de cruzar el ecuador, viendo más o menos el panorama, vengo a decirte que sí, que lo vamos a catalogar de kafkiano ibérico. :wink:
Mi problema es que Kafka es tan, tan peculiar que me cuesta reconocer lo kafkiano en otro contexto
Hasta con el mío me pasa :dragon:

Re: CV4 - La excentricidad de la esdrújula

Publicado: 08 Jul 2016 22:44
por Topito
Genial... qué risa... si es que los patios de vecinos deben ser la repera. En fin, se agradece un relato de tinte kafkiano con toque de humor. No obstante, echo en falta que las voces de los personajes sean algo más definidas, aunque no desmejora tu relato, ojo.

Por las risas que me he echado te doy cuatro kafka on the beach

Re: CV4 - La excentricidad de la esdrújula

Publicado: 09 Jul 2016 13:21
por ACLIAMANTA
Creo que el autor tenía en mente una historia absurda pero divertida.
Bueno, me parece que se pasó de punto con lo absurdo y dio a luz un relato tragicómico, más cómico que trágico. Porlo demás me confundí con tantos personajes y con tanto diálogo y no dejó de arrancarme sonrisas aunque al final no supiera quien era quien.

Y sobre si aguanta la etiqueta de kafkiano no lo sé… pero aplaudo tu atrevimiento autor