CPXII - El hombre de la guerra - Isma

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CPXII - El hombre de la guerra - Isma

Mensaje por lucia »

El hombre de la guerra

—¡Bienvenidos a un nuevo programa de Sapiencia y Ganancia! Hoy contamos con tres concursantes, tres, que responderán a unas preguntas muy especiales para intentar llegar a la Gran Prueba Final. Y digo que las preguntas son especiales porque en el día de hoy, sí, justo en el día de hoy, recordamos el final de la Primera Guerra Mundial, ocurrido hace exactamente cien años. Y para comenzar, vamos a conocer a nuestros participantes. No creo que sean necesarias las presentaciones para usted, señor Bisibale.
—Ay, espero que no, Jorge. Me llamo David Bisibale, soy cantante y el más reciente ganador de Procedimiento Victoria. ¡Gracias! ¡Os quiero!
—¡Bienvenido, David! Espero que tengamos muchas ocasiones a lo largo del concurso para escuchar su voz. En cuanto a nuestro segundo concursante, contamos con la presencia de un erudito. ¿No es así, profesor Fledermaus?
—Me halaga usted, señor Untado. Sin embargo, no soy ningún erudito, sino apenas un iniciado en las turbulentas aguas de la historia contemporánea más reciente. No puedo sino considerarme un amante entusiasmado de las huellas de nuestros antepasados, un notario fidedigno de sus obras que nos llegan como ecos a través del tiempo, un abnegado escriba de la…
—¡Excelente, profesor, excelente! Y, por último, aquí está nuestro misterioso tercer concursante… Antonio Beltrán, ¿correcto?
—Sí.
—¡Ah, el miedo escénico! Pero cuéntenos un poco más de usted, Antonio.
—Me dedico a esto y a aquello. Podría decirse que soy viajero. Quisiera añadir que me siento muy honrado de estar aquí hoy con ustedes, señor Untado.
—¡Muy bien, Antonio! Y ahora… ¡comencemos! En esta primera ronda, ustedes tres responderán por turno a diversas preguntas que les formularé. Con cada respuesta acertada, ustedes ganarán puntos, puntos imprescindibles para pasar a la siguiente ronda. ¿Están listos? ¿Están preparados? ¡Primera pregunta para usted, señor Bisibale!
—¡Ole!
—El zar Nicolás II fue uno de los personajes clave de la guerra, pero abdicó en 1917. No fue el único en hacerlo: ¿qué otro monarca le emuló?
—Mmm… creo que… bueno, Jorge, has empezado con la más difícil, ¿no?
—¡Se le acaba el tiempo, David!
—¡Ay, qué angustia! ¡Yo digo Felipe VI!
—¡Noooo, David! La respuesta correcta es Constantino I de Grecia. Pero, ¡Felipe VI es el rey actual de España! ¿Cómo ha podido confundirse usted?
—Bueno, Jorge, es que no he entendido muy bien la pregunta. ¿Qué es eso de emular? ¿Convertir en burro?
—¡Qué gracioso es usted, David! ¡Emular significa copiar, imitar! Le anotamos un primer fallo. Ahora pasemos a la siguiente pregunta: para usted, profesor. Dígame… ¿de cuántos puntos constaba el discurso pronunciado en enero de 1918 por el entonces presidente de los EEUU Woodrow Wilson y que establecía los objetivos bélicos defendibles moralmente por los estadounidenses?
—Buena pregunta, señor Untado. Verá, hay amplias discrepancias entre los expertos al respecto. Los registros históricos del congreso de los EEUU citan catorce puntos: sin embargo, en el parlamento inglés consideran probado que se trató de diecinueve, puesto que interpretan algunos carraspeos previos al discurso como parte del mismo. Por otro lado, mi distinguido colega el doctor Piruleta ha postulado que…
—¡Se le acaba el tiempo, profesor!
—Hum… qué impaciencia. Muy bien: catorce puntos.
—¡Coooorrecto! ¡Punto para usted, profesor! Vamos ahora con usted, Antonio. Veamos, ¿sabe usted cuál fue el número total de bajas del ejército británico en la primera jornada, repito, tan solo en la primera jornada de la batalla del Somme?
—Fueron decenas de miles. En torno a 57.000, señor Untado.
—¿No puede ser más exacto, Antonio?
—Lo siento. Me es imposible.
—Oh… ¡qué pena! Pero si hemos de ser rigurosos, fueron exactamente 57.740 soldados, Antonio. No podemos considerar su respuesta como válida. Y ahora, antes de continuar con la siguiente pregunta, hacemos una breve pausa y volvemos con ustedes en unos segundos.

Detergentes. Gafas de sol. Leche para bebés. Antihistamínicos. Pasados varios minutos, el concurso se reanuda y las preguntas se suceden. David Bisibale gana pronto el favor de la audiencia. El profesor Fledermaus demuestra su conocimiento sobre la contienda y responde correctamente a todas las preguntas formuladas. Salvo por el primer fallo, Antonio Beltrán responde con acierto al resto de cuestiones. El público en el plató muestra el grado adecuado de entusiasmo, los televidentes observan la pantalla con moderado interés y el realizador está satisfecho en su butaca.

—Y con esta última respuesta, termina la primera ronda. ¡Lo sentimos mucho, David! Su casillero está vacío y debemos despedirlo del concurso.
—Jorge… muchas gracias por invitarme. Han sido momentos inolvidables, te lo digo de corazón. No tengo palabras. Increíble.
—¡Ha sido un placer tenerle con nosotros, David! Despidámosle con un fuerte aplauso. Y ahora ¡comienza la segunda ronda!

Más preguntas. Durante largos minutos ninguno de los dos concursantes da muestras de ceder. El realizador se inquieta: para evitar que el programa se extienda demasiado, indica al presentador que comience a exponer temas realmente difíciles. Los dos concursantes, sin embargo, mantienen su racha de aciertos.

—¿Dónde estaba “Mesopolónica”?
—En ningún lado. Los soldados que eran enviados al frente oriental rara vez conocían dónde estaban y se sentían desorientados y perdidos. Llamaban a su destino “Mesopolónica”, una mezcla de Mesopotamia y Tesalónica.
—¡De nuevo correcto, Antonio!
—Señor Untado, si me permite un minuto...
—¡Ah! ¿De qué se trata, profesor?
—Quisiera felicitar a mi oponente. En raras ocasiones, y mi dilatada experiencia académica da fe de ello, he encontrado a alguien tan docto en este tema como usted, señor Beltrán. Es más, diría que en ninguno de mis…
—Sea breve, profesor.
—Sí, sí, claro. En resumidas cuentas, quisiera saber, ¿dónde se formó usted, señor Beltrán?
—…
—¡Ah! ¡El miedo escénico de nuevo! ¿O acaso es usted tímido, Antonio? En cualquier caso, estoy seguro de que cuando acabe el programa ambos tendrán tiempo para hablar largo y tendido. Pero ahora debemos continuar. Su turno, profesor. Dígame… ¿cuál era el ratio de atacantes a defensores en la batalla de Beersheba?
—Estoy desconcertado… ¿Beersheba, dice usted? ¿La batalla de Then Birüssebi, la tercera de Gaza? Me deja usted perplejo. Creo recordar… ¿cinco a uno?
—¡Nooooo, profesor! ¡No es correcto! ¡El ratio era de diez a uno! Lo siento, profesor Fledermaus, pero queda usted eliminado.

El realizador suspira. Los telespectadores se animan; en general, el profesor Fledermaus despertaba pocas simpatías. Por contra, Antonio es percibido como un hombre sencillo, joven, algo triste, con un toque enigmático, quizás un soñador. Además se avecina la Gran Prueba Final. Nadie ha sido capaz de superar el reto en innumerables programas, y el bote acumulado es fabuloso. Como siempre que llega este momento, el realizador se tensa. Está en juego mucho dinero.

—¡La Gran Prueba Final, Antonio! Le aguarda un bote de varios millones si es capaz de responder correctamente a la última pregunta. Dígame… ¿está emocionado? ¿Ansioso? ¿Cómo se siente?
—Bien.
—¡Voy a terminar por pensar que me toma el pelo, Antonio! Pero su demostración de calma me parece admirable. Vamos allá con la pregunta, la pregunta de la Gran Prueba Final…

Las luces se difuminan. Antonio es iluminado por un potente foco de luz blanca que le hace destacar poderosamente sobre el fondo oscuro. El plató queda en silencio. El presentador se demora unos instantes con estudiado dramatismo antes de formular la pregunta decisiva.

—El teniente Siegfried Sassoon fue un destacado héroe de guerra en el bando inglés. Fue condecorado con la Cruz Militar por su extremada valentía, que algunos calificaron de maníaca, y que le valió el apodo de Jack el Loco. Siegfried Sassoon escribió, en 1917, un famoso poema. Esta era su última estrofa:
«Vosotros, masas ceñudas de ojos incendiados
que vitoreáis cuando desfilan los soldados,
id a casa y rezad para no saber jamás
el infierno al que la juventud y la risa van. »
Dígame, Antonio: ¿a qué hace referencia ese poema?

Antonio permanece inmóvil, los ojos vidriosos. El silencio le envuelve como un sudario. Los espectadores, en sus casas, contienen el aliento. En el plató, bajo la luz inmisericorde que le enfoca, Antonio parece en calma, en paz. El profesor Fledermaus le observa con una mezcla de envidia y admiración. Jorge Untado, veterano de diez mil programas, se sorprende a sí mismo al compararle con un ángel. Una orden seca le llega a través del diminuto micrófono en su oreja.

—Antonio…
—El poema es un canto por la paz.

La respuesta de Antonio llega de improviso, sin apenas mover los labios. Los espectadores no se mueven: ¿qué ha dicho? El silencio fluye alrededor de la figura inerte, rodeándola, abarcándola, emanando de su cuerpo, brotando como un manantial mudo hacia las cámaras, hacia los asientos, hacia las paredes, hacia los focos. Antonio parece más nítido. Antonio parece brillar desde su quietud. Antonio calla y habla. El realizador se desgañita al oído del presentador, que reacciona y rasga el sobre que contiene la respuesta. Los espectadores se ponen de puntillas en sus asientos.

Jorge Untado abre la boca para hablar. Pero Antonio se le adelanta.

—El poema es un canto por la paz para quienes lo han perdido todo. El poema habla de cielos vacíos, de carcasas rotas, de temores inconfesables a la luz del amanecer. El poema habla del barro infinito de las trincheras, de las ratas y de los piojos, de las caras siempre sucias; de hombres vestidos con uniformes incoloros que se dan aliento los unos a los otros; de las lágrimas a escondidas, del peso del rifle en unas manos temblorosas, del hambre, siempre del hambre, siempre del hambre… Y del hombre, desnudo y aterido de frío, arrojado a un mundo que le expone su verdadera faz, hermanado por igual con aliados y enemigos, abierto para el miedo y para la esperanza, para la libertad y para la fe. Vulnerable su corazón que se abre paso entre las tinieblas, hacia la luz y hacia sí mismo.

Una última pausa.

—El poema es un canto por la paz.

La última palabra, paz, flota en el aire durante unos segundos. Antonio baja del estrado y sale fuera del foco que le ilumina. El profesor Fledermaus le observa caminar hacia la oscuridad de la salida, queriendo seguirle, preguntar; pero permanece inmóvil mientras las lágrimas corren por sus mejillas. Por primera vez se da cuenta de que hay verdades que no se pueden encontrar en los libros. El realizador chilla en el oído del presentador, ¡Publicidad!, ¡Publicidad!, pero este está paralizado, sin atreverse a leer en voz alta la respuesta del sobre, que intuye incorrecta. A David Bisibale le viene a la cabeza la melodía de aquella canción olvidada que compuso cuando aún no era famoso, en la soledad de un cuarto de hotel, antes de que la llama de su inspiración fuera ahogada por agentes, productores y demás ralea.

Antonio camina entre las cámaras, cruza la maraña de cables en el suelo, pasa entre las butacas del público asistente. En la pared del fondo abre una puerta que deja pasar una luz breve. Por un instante, su silueta se dibuja en el marco. Después cruza el umbral y desaparece al otro lado.
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Frigg
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Re: CPXII - El hombre de la guerra

Mensaje por Frigg »

Me has hecho pasar de la risa a la emoción y de ahí al misterio. Eso me gusta, cómo juegas con el lector, dejando caer personajes que todos podemos identificar para sacar una sonrisa burlona y tratando un tema que no a todo el mundo apasiona. Y nos planteas la historia no como una sucesión de datos sino como la mella que dejó en los hombres cada episodio de la guerra. Ese concursante, quizás venido del pasado, nos deja a todos con el corazón encogido, dejando en un segundo plano el valor económico del premio, con el silencio y las lágrimas en el rostro. Buen trabajo amigo.
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prófugo
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Re: CPXII - El hombre de la guerra

Mensaje por prófugo »

Estimado autor:

Con tu relato la he pasado muy bien. Me he reído, he aprendido (supongo que todo lo que dice es cierto) y me ha mantenido enganchado de principio a fin. Este trabajo que de cierta manera parodia a «Saber y ganar» me ha dejado buen sabor de boca. Hurtado..Untado, Bisbal..Bisbale :meparto:

Bisbale que se dedique a la música..porque a los concursos de historia va a ser que no :cunao:

El final me encanta..hermosas palabras...gran reflexión.

Muchas gracias por compartirlo..un fuerte abrazo :60:

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Landra
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Re: CPXII - El hombre de la guerra

Mensaje por Landra »

¿Jorge? ¿Jorge Javier Vazquez? ¿Basile?, ¿Bisbal?...

Bueno, me parece un texto conmovedor con respecto a esas personas que perdieron su vida de manera estúpida en una guerra sin sentido, bueno, y que guerra tiene sentido?

Mucha suerte!
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Gavalia
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Re: CPXII - El hombre de la guerra

Mensaje por Gavalia »

No te acabo de pillar socio. La historia esta bien contada y se sigue perfectamente hasta la pregunta final, ahí me he perdido. Supongo que es ese final el que me descuadra. El presentador està genial, Sobera no lo haría mejor. Esperaba otra cosa pues el desarrollo prometía. Ese Bisbal jajaja me ha parecido verle hacer esa pirueta tan característica en él y es que también lo emula cuando habla. Pensé que sería humor pero va ser que no. En fin, ni bien ni mal. Piensa que soy bastante bruto y lo mismo es eso, que no doy más de si quiero decir. Ánimo, ni caso y suerte.
En paz descanses, amigo.
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jilguero
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Re: CPXII - El hombre de la guerra

Mensaje por jilguero »

Un relato con buena prosa, que fluye con naturalidad. Toda la primera parte, parodiando los programas de televisión, pensé que era una crítica a la incultura actual, donde la ignorancia se codea con el pedantismo, siendo difícil saber quién es más ignorante, si el paleto o el pretencioso.

Me estaba resultando un humor facilón pero, al estar remedando la realidad tan bien, me estaba resultando al mismo tiempo divertido. Lo que pasa que, de repente, ese cambio del final buscando sorprender al lector, un recurso que está bien cuando funciona, para mi gusto aquí le resta credibilidad. Es mi modesta opinión.

Verás, no me imagino a un excombatiente (parece ser el caso de Antonio) prestándose a todo la primera parte del concurso y soltando la filípica del final. Creo que ha sido un problema de no hacer la mezcla más pausada. Son bonitas las palabras del final, que duda cabe, pero soltadas de sopetón me ha resultado demasiado teatrales.

Aunque igual es eso lo que has buscado, autor, que tengamos la sensación de asistir a una obra de teatro, donde no es rara la sobreactuación. Pero, salvo esa sobreactuación, tanto en lo jocoso como en los trascendente, la verdad es que el texto no está nada mal. :wink:


¿Qué me está pasando? :party: Las cavilaciones de Juan Mute

El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
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Berlín
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Re: CPXII - El hombre de la guerra

Mensaje por Berlín »

Muy bien autor. ¿Sabes? Durante estos tres largos meses que he estado de baja laboral este programa de Sapiencia y ganancia lo he visto muchas tardes. Tiene un no sé qué como rancio que adormece e interesa a partes iguales. Además yo siempre digo que Jordi Hurtado cerrará la persiana de este mundo nuestro, en fin, que me ha hecho mucha gracia encontrarme con un relato así.

Lo he leído con sumo interés, y con una sonrisilla maligna (Bisibale no es santo de mi devoción y he disfrutado con su derrota) prestando mucha atención a esas preguntas y respuestas. Pero cuando has llegado al final, cuando lo has resuelto, no lo he entendido. Cuando algo me interesa, si no lo entiendo, no paso página: indago. Porque a veces indagando encuentro piezas que completan y lo hacen más redondo. Bueno, pues he encontrado ese poema e información sobre el tal Siegfried Sassoon. Sasoon fue un poeta inglés, conocido por sus poemas antibelicistas, escritos tras su participación en la Primera Guerra Mundial. Y he aquí el poema entero:

SUICIDIO EN LAS TRINCHERAS

Conocí a un soldado raso
que sonreía a la vida con alegría hueca,
dormía profundamente en la oscuridad solitaria
y silbaba temprano con la alondra.

En trincheras invernales, intimidado y triste,
con bombas y piojos y ron ausente,
se metió una bala en la sien.
Nadie volvió a hablar de él.

Vosotros, masas ceñudas de ojos incendiados
que vitoreáis cuando desfilan los soldados,
id a casa y rezad para no saber jamás
el infierno al que la juventud y la risa van.

En fin, ahora me queda el dilema de Antonio, ¿quien es y que hace aquí? ¿Es este poeta regresado del pasado? No sé, quiero pensar que el dinero del premio no era lo que le interesaba, sino hablar de ese barro y esos piojos y ese miedo.

Muy bien, autor, o autora. Te felicito.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Tolomew Dewhust
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Re: CPXII - El hombre de la guerra

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Mesopolónica, veinticuatro de abril de 1917

Querida Larús,

... hoy he recibido tu carta.

Confieso que hace tiempo quería yo mismo escribirte algo parecido: algo que te hiciera reír, que, al tenerlo entre tus manos, te deshinibiera, te liberara... en cierto modo, distraerte con algunas de mis pamplinas, desenfadadas y alegres... y, luego, sin saber aún muy bien cómo, tal vez con una tranquila transición donde percibieras el cambio del ritmo, una pausa, una oración más larga que la anterior... sí, tal vez así, cambiando el tono y dándole profundidad e importancia a las palabras, acariciar tus entretelas haciéndote partícipe de una historia más honda, reflexiva, transcendente.

Yo no supe, o no tuve tiempo. Tal vez te me adelantaste. El caso... el caso es que ahora solo queda asentir, emocionarme, aplaudir... Tus letras me enamoran (lo hacen siempre), pero, con estas, con estas has conseguido que se me removiera algo muy dentro. Has hecho que me tambaleara.

No hacía falta caricaturizar a los protagonistas ni que estos fueran tan estereotipados (a los tres primeros, me refiero). No tenías que hacer alusión a determinado programa y casi hubiese preferido imaginarme toda la parafernalia del mismo (no me sobran los anuncios, ni el pinganillo ni ese realizador nervioso, muy bien por ahí)... Supongo que forma parte de tu rama de engaños, de un "jugar al despiste". Sí, seguro que, cuando me conociste, cuando aparecí en este foro, calaste rápido a un tipo guasón y zalamero... seguro que por ahí pensaste en cazarme y que me prendara de la prosa juguetona, rápida, directa... destilando un humor socarrón que engancha y no cansa (pues te apoyas en la brevedad y es otro acierto más).

No hacía falta, repito. Si surgió así, vale, bien hecho. Sí, por el contrario, lo tenías ya meditado, si sabías a dónde me llevarías y precisamente por eso, confiando en un final tan sentido te inclinaste a empezar titubeante, amagando con la risa y la prosa sencilla... entonces aún mejor, porque habrías tomado de manera consciente un camino arriesgado para una carta tan breve... Chapeau, me quito el sombrero, te regalo mil rosas.

¿Antonio Beltrán Casaña? No lo sé, y me da igual, eso es lo de menos. "Antonios" habrá muchos, ¿verdad? Poetas, menos.

Faltan comas. Alguna separación más entre párrafos para marcar distancia no habría venido tampoco mal. Como ves, nimiedades.


Como te prometí, te lleno de chinos esta carta :chino: :chino: :chino: :chino: :chino: :chino: :chino: :chino:

Siempre tuyo, T.D.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Dama Luna
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Re: CPXII - El hombre de la guerra

Mensaje por Dama Luna »

Me ha gustado por el mensaje final, pero como relato, demasiado largo para lo que nos viene a contar.
Me ha hecho (relativa) gracia la referencia al programa del ser inmortal, aunque supongo que a los compis del otro lado del charco les va a quedar un hueco curioso.

No me queda claro si el personaje de Bisibale es una burla o un icono que representa todo lo que el poema resume. Creo que es esto último, aunque no entiendo muy bien por qué. Que tengas suerte!
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Ratpenat
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Re: CPXII - El hombre de la guerra

Mensaje por Ratpenat »

Para los que no estén seguros de quién es el presentador en la vida real os dejo unas imágenes de él.

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Qué cachondeo autor, Untado, Bisbale, el "doctor Piruleta", el "profesor Fledermaus" (este me suena)... :grinno:

Se nota que te lo has pasado bien con el relato. Siendo justos, debo estar de acuerdo con el pardalet, también creo que has pegado un corte bestial con el momento serio. Pero bueno, ha sido entretenido de leer.

Gracias :60:
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Topito
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Re: CPXII - El hombre de la guerra

Mensaje por Topito »

Entretenido relato. Como los programas que alude.

Me gusta el mensaje final. Y hasta el personaje. Un relato sobre él no estaría mal.

No me enamora el texto. Pero he pasado un buen rato. Gracias, autor.
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Paraná
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Re: CPXII - El hombre de la guerra

Mensaje por Paraná »

Está bueno. Cierto que no conocemos por estas orillas a los aludidos en el relato, pero es fácil advertir sus funciones y perfiles socio-psicológicos: ¡los hay en todas partes, pardiez! :cunao:
Un relato original por el formato, tan infrecuente. El cambio de color desconcierta un poco, porque la parodia de toda la primera parte es más que clara y arranca sonrisas de reconocimiento y aprobación. Y luego viene el quiebre, más bien abrupto, para terminar con el misterioso Antonio y su mensaje más que muy serio... Pero está bueno; engancha. ¡Suerte, autor/a!
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Re: CPXII - El hombre de la guerra

Mensaje por Sagaz »

Escritura y estilo: Creo que no he visto ninguna metida de pata, así que o me la has colado o has trabajado el texto a conciencia :cunao: Sea como sea, buen trabajo. Aunque un poco desconcertantes, reconozco que esas transiciones en clave de tragicomedia no son nada fáciles de hacer, pero se te ve cómodo y sales del paso con nota.

Mensaje, verosimilitud e ideas exploradas: Autor/a, me encanta que el final de tu relato sea tan sugerente. Insinuar seduce; explicar habría roto la magia. He estado medio relato esperando a que metieras la gamba contando lo que ya se intuía desde hacía rato, pero finalmente me has sorprendido haciendo todo lo contrario. Se nota que tenías algo que contar y has elegido un formato original para hacerlo. Quizá el cambio de tono puede descolocar un tanto en un texto tan escueto, pero repito que creo que has sabido manejarte hábilmente. Me has hecho sonreír cuando tocaba, en todo momento en sentido que eras tú quien lleva la batuta y quien decide hacia dónde va esta historia. Curiosamente, hace poco vi Hasta el último hombre, y ha sido inevitable que tu relato me hiciera revivir los horrores que se exhiben en la película.

Conclusión: Relato que va in crescendo, partiendo de una propuesta humorística y escorando finalmente hacia la cruda realidad. Has conseguido sorprenderme a base de gestionar bien tus recursos y manejar el misterio con maestría. Tendrás puntos por mi parte. Gracias por compartir, autor/a :60:
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Tolomew Dewhust
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Re: CPXII - El hombre de la guerra

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Más imperfectos, pero con pellizquito.


Lo puedo decir aún más alto, Larús.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Spicata
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Re: CPXII - El hombre de la guerra

Mensaje por Spicata »

Cómo me he podido reír con el señor Untado-Celacanto y el señor Bisbale (me estoy imaginando alguna que otra pirueta en el plató). Relato ameno, divertido y muy bien escrito, para nada se me ha hecho pesado y echaba de menos un poquito de humor por estos lares.

Muy bien, autor.

Mucha suerte.
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