CPXII - La tempestad - Paraná
Moderadores: kassiopea, noramu
CPXII - La tempestad - Paraná
La tempestad
Sin incorporarme, saco pequeños trozos de pan, de salame y de queso que he puesto sobre la mesita. Trato de moverme lo menos posible, como me ocurre, desde hace un tiempo, en todo lo que hago. El mar, que por varios días ha estado quieto hasta la desesperación, es el primero en salir del estupor ocasionado por la pesadez del clima. La brisa repentina, aunque discreta en apariencia, cae como un latigazo y quiebra el azogue superficial en un millón de cristales verdiazules, liberando los aromas retenidos, que barren la playa. Yo, que he venido cediendo todo atisbo de voluntad a la languidez de mi tumbona, siento un estremecimiento reverencial y me pongo en alerta, sorprendida. Algo ha ocurrido debajo de mi piel; algo como un sacudón que excede los sentidos. Un pantallazo me hace verme desde afuera de mí, como en esos relatos de quienes vuelven de las orillas de la muerte. Y lo que veo me sacude. Rastreo espasmódicamente en busca del momento en que me convertí en esto que veo y que me espanta. La sorpresa contribuye a la agitación interior, y advierto que de alguna oculta manera, se corresponde con lo que sucede ante mis ojos, que han vuelto a prestar atención al mar: un movimiento revulsivo acaba de cambiar todo el conjunto. Las nubes siguen grises, pero han perdido su lasitud de lápida; grandes cúmulos evolucionan sobre sí mismos con fuerza inesperada. Mientras eso sucede afuera, mi mente busca; busca lo que ya sabe que hay. Pero es necesario encontrarlo, mirarlo a los ojos, confrontarlo. La tensión del paisaje va creciendo, como la velocidad de mis pensamientos. ¿Cómo me he convertido en este objeto lastimoso, en esta piedra oscura e inmóvil? ¿De dónde mana esta tristeza sucia de guijarro pisoteado? Y llego sin demasiado esfuerzo al origen. Tiene nombre, y fecha, y entidad real.
Un hombre brillante, que fulgura en cada frase, en cada detalle, que sabe graduar con coreografía precisa: recuerda cuánta azúcar me gusta en el café, retira la silla en que me sentaré, me cuenta historias sobre una flor mientras la acomoda entre mis cabellos, me hace partícipe de todos sus paisajes deja un perfumado “te extraño” por debajo de mi puerta; sabe exactamente qué pulsar en mi cuerpo para que toda resistencia se diluya… El cerco se estrecha y cae mi plaza, en cuya torre él enarbola su bandera, definitivamente dueño. Y entonces, imperceptiblemente, el tono cambia, el diapasón desafina cada día un semitono más. Las luces se opacan y aparecen las sombras. Sombras de la palabra dura y de la lápida sin epitafio. Descubro, finalmente, los abismos y páramos siniestros que escondía detrás de los telones. El dolor llega para quedarse, como un hongo, como una excrecencia pegajosa que va cubriendo y opacando las aristas antes luminosas. Y una ahí, estupefacta, clavada en un espacio que no comprende, que no quiere comprender, porfiando en buscar al otro, al que le ha regalado una hendija para colarse en el paraíso... Pero la grieta se ha cerrado, y siente que se ha cerrado el mundo sobre ella. Y en la hora de la oscuridad, sólo entonces, una voz remota, apenas audible pero perentoria, le susurra: “¡Corre…!”. Es la voz de una loba que agoniza sin rendirse.
El vendaval ya es inminente y el viento es su pregón furibundo; pero no me muevo de mi asiento. Febrilmente ocupado, mi pensamiento necesita anular toda acción física, toda distracción, para completar su tarea. Y así, voy develando los códigos, escarbo hasta encontrar el fuego original, ascuas que han ardido en mí, serenas desde siempre, y a cuyo abrigo he sido lo que nunca debí dejar de ser. ¿Cómo he podido permitir el saqueo? ¿Qué abyecta criatura que vive en mis cavernas ha podido entregarme a los designios arbitrarios y perversos de un extraño? Porque es extraño en el estricto sentido del término: es ajeno, no pertenece a mi mundo; viene desde su infierno glacial y remoto, ávido de fuegos ajenos para calmar su fría oquedad.
En el preciso instante en que me reconozco, el cielo explota súbitamente en un rayo ensordecedor. Siento cómo sus resonancias liberadoras resquebrajan las capas de piedra que me han estado aprisionando. La tormenta se desata, al fin.
Soy lava sangrante y estoy viva.
Sin incorporarme, saco pequeños trozos de pan, de salame y de queso que he puesto sobre la mesita. Trato de moverme lo menos posible, como me ocurre, desde hace un tiempo, en todo lo que hago. El mar, que por varios días ha estado quieto hasta la desesperación, es el primero en salir del estupor ocasionado por la pesadez del clima. La brisa repentina, aunque discreta en apariencia, cae como un latigazo y quiebra el azogue superficial en un millón de cristales verdiazules, liberando los aromas retenidos, que barren la playa. Yo, que he venido cediendo todo atisbo de voluntad a la languidez de mi tumbona, siento un estremecimiento reverencial y me pongo en alerta, sorprendida. Algo ha ocurrido debajo de mi piel; algo como un sacudón que excede los sentidos. Un pantallazo me hace verme desde afuera de mí, como en esos relatos de quienes vuelven de las orillas de la muerte. Y lo que veo me sacude. Rastreo espasmódicamente en busca del momento en que me convertí en esto que veo y que me espanta. La sorpresa contribuye a la agitación interior, y advierto que de alguna oculta manera, se corresponde con lo que sucede ante mis ojos, que han vuelto a prestar atención al mar: un movimiento revulsivo acaba de cambiar todo el conjunto. Las nubes siguen grises, pero han perdido su lasitud de lápida; grandes cúmulos evolucionan sobre sí mismos con fuerza inesperada. Mientras eso sucede afuera, mi mente busca; busca lo que ya sabe que hay. Pero es necesario encontrarlo, mirarlo a los ojos, confrontarlo. La tensión del paisaje va creciendo, como la velocidad de mis pensamientos. ¿Cómo me he convertido en este objeto lastimoso, en esta piedra oscura e inmóvil? ¿De dónde mana esta tristeza sucia de guijarro pisoteado? Y llego sin demasiado esfuerzo al origen. Tiene nombre, y fecha, y entidad real.
Un hombre brillante, que fulgura en cada frase, en cada detalle, que sabe graduar con coreografía precisa: recuerda cuánta azúcar me gusta en el café, retira la silla en que me sentaré, me cuenta historias sobre una flor mientras la acomoda entre mis cabellos, me hace partícipe de todos sus paisajes deja un perfumado “te extraño” por debajo de mi puerta; sabe exactamente qué pulsar en mi cuerpo para que toda resistencia se diluya… El cerco se estrecha y cae mi plaza, en cuya torre él enarbola su bandera, definitivamente dueño. Y entonces, imperceptiblemente, el tono cambia, el diapasón desafina cada día un semitono más. Las luces se opacan y aparecen las sombras. Sombras de la palabra dura y de la lápida sin epitafio. Descubro, finalmente, los abismos y páramos siniestros que escondía detrás de los telones. El dolor llega para quedarse, como un hongo, como una excrecencia pegajosa que va cubriendo y opacando las aristas antes luminosas. Y una ahí, estupefacta, clavada en un espacio que no comprende, que no quiere comprender, porfiando en buscar al otro, al que le ha regalado una hendija para colarse en el paraíso... Pero la grieta se ha cerrado, y siente que se ha cerrado el mundo sobre ella. Y en la hora de la oscuridad, sólo entonces, una voz remota, apenas audible pero perentoria, le susurra: “¡Corre…!”. Es la voz de una loba que agoniza sin rendirse.
El vendaval ya es inminente y el viento es su pregón furibundo; pero no me muevo de mi asiento. Febrilmente ocupado, mi pensamiento necesita anular toda acción física, toda distracción, para completar su tarea. Y así, voy develando los códigos, escarbo hasta encontrar el fuego original, ascuas que han ardido en mí, serenas desde siempre, y a cuyo abrigo he sido lo que nunca debí dejar de ser. ¿Cómo he podido permitir el saqueo? ¿Qué abyecta criatura que vive en mis cavernas ha podido entregarme a los designios arbitrarios y perversos de un extraño? Porque es extraño en el estricto sentido del término: es ajeno, no pertenece a mi mundo; viene desde su infierno glacial y remoto, ávido de fuegos ajenos para calmar su fría oquedad.
En el preciso instante en que me reconozco, el cielo explota súbitamente en un rayo ensordecedor. Siento cómo sus resonancias liberadoras resquebrajan las capas de piedra que me han estado aprisionando. La tormenta se desata, al fin.
Soy lava sangrante y estoy viva.
Nuestra editorial: www.osapolar.es
Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.
Mis diseños
Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.
Mis diseños
Re: CPXII - La tempestad
Estimada autora:
Un relato muy reflexivo que me ha mantenido muy pensativo.
Me gusta lo que transmites y la manera en como lo haces. Verse a ella misma...conocerse..entenderse. que difícil es todo eso a pesar de tratarse de uno mismo.
Parece un relato, a priori, sencillo sin grandes atributos..pero a mi me ha gustado
Muy bien escrito gracias por compartir tu pequeña criatura
Enviado desde mi ALE-L21 mediante Tapatalk
Un relato muy reflexivo que me ha mantenido muy pensativo.
Me gusta lo que transmites y la manera en como lo haces. Verse a ella misma...conocerse..entenderse. que difícil es todo eso a pesar de tratarse de uno mismo.
Parece un relato, a priori, sencillo sin grandes atributos..pero a mi me ha gustado
Muy bien escrito gracias por compartir tu pequeña criatura
Enviado desde mi ALE-L21 mediante Tapatalk
Re: CPXII - La tempestad
Está muy bien descripto, pero no lo entiendo, es como si estuvieras pensando sobre tu vida y escribiendo, no lo consideraría un relato, sino parte del diario de una vida.
De todas formas mucha suerte
De todas formas mucha suerte
- Mario Cavara
- Foroadicto
- Mensajes: 3745
- Registrado: 08 Oct 2016 18:26
Re: CPXII - La tempestad
De los relatos que he podido leer hasta ahora, confieso que este es el que más me ha positivamente impactado. Me parece genial, escrito con una sintaxis que zigzaguea y ramifica para dotar al texto de una estética literaria que te envuelve a medida que vas leyendo, así como un léxico sin duda alguna bastante rico.
Hay frases que por sí solas te provocan un escalofrío de placer, como esta: "La brisa repentina, aunque discreta en apariencia, cae como un latigazo y quiebra el azogue superficial en un millón de cristales verdiazules, liberando los aromas retenidos, que barren la playa". O esta otra: "Las nubes siguen grises, pero han perdido su lasitud de lápida"
Esto también me resultó una maravilla: "El cerco se estrecha y cae mi plaza, en cuya torre él enarbola su bandera, definitivamente dueño. Y entonces, imperceptiblemente, el tono cambia, el diapasón desafina cada día un semitono más. Las luces se opacan y aparecen las sombras. Sombras de la palabra dura y de la lápida sin epitafio", aunque en este caso yo hubiese preferido separar las frases con comas en lugar de puntos. Aun así, ese detalle no resta un ápice de belleza al texto.
Finalmente, esta frase merece, a mi juicio, por sí sola cualquier galardón: "Y así, voy develando los códigos, escarbo hasta encontrar el fuego original, ascuas que han ardido en mí, serenas desde siempre, y a cuyo abrigo he sido lo que nunca debí dejar de ser"
Hay frases que por sí solas te provocan un escalofrío de placer, como esta: "La brisa repentina, aunque discreta en apariencia, cae como un latigazo y quiebra el azogue superficial en un millón de cristales verdiazules, liberando los aromas retenidos, que barren la playa". O esta otra: "Las nubes siguen grises, pero han perdido su lasitud de lápida"
Esto también me resultó una maravilla: "El cerco se estrecha y cae mi plaza, en cuya torre él enarbola su bandera, definitivamente dueño. Y entonces, imperceptiblemente, el tono cambia, el diapasón desafina cada día un semitono más. Las luces se opacan y aparecen las sombras. Sombras de la palabra dura y de la lápida sin epitafio", aunque en este caso yo hubiese preferido separar las frases con comas en lugar de puntos. Aun así, ese detalle no resta un ápice de belleza al texto.
Finalmente, esta frase merece, a mi juicio, por sí sola cualquier galardón: "Y así, voy develando los códigos, escarbo hasta encontrar el fuego original, ascuas que han ardido en mí, serenas desde siempre, y a cuyo abrigo he sido lo que nunca debí dejar de ser"
1
- Iliria
- Foroadicto
- Mensajes: 4867
- Registrado: 23 Jul 2014 23:13
- Ubicación: En la Torada Mágica, para siempre
Re: CPXII - La tempestad
Reconozco que este estilo me cuesta un poco, aun así quiero darte la enhorabuena por la fuerza que transmite tu prosa.
Lo que menos me ha convencido es su densidad (a pesar de ser breve); además tiene demasiada simbología para mi gusto. También me ha costado un poco el tiempo en presente.
Con todo gracias por tu aportación
Lo que menos me ha convencido es su densidad (a pesar de ser breve); además tiene demasiada simbología para mi gusto. También me ha costado un poco el tiempo en presente.
Con todo gracias por tu aportación
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
- Escritoradesueños
- No puedo vivir sin este foro
- Mensajes: 777
- Registrado: 05 Sep 2009 04:58
Re: CPXII - La tempestad
Se agradece la brevedad, porque la verdad no es de mi estilo de escritos.
Es poético, con un gran vocabulario, una técnica impecable y tal...Pero mientras lo leía no entendía absolutamente nada ¡Y no me gusta no enterarme de lo que estoy leyendo! Menos mal que es corto, repito...porque ya me estaba preguntando ¿Será una piedra o una mujer con una crisis de disociación?
Al final creo entender que es un volcán en erupción, y partiendo de que ya lo sé, volver a leerlo se torna diferente, pero...Para mi es mucho palabreo en el que cualquier lector normal se pierde y solo al final, si no lo deja antes, sabe de que se habla.
Más bien es poesía en prosa. Nos va describiendo el sentir de un volcán que está retenido y no puede escupir lo que lleva dentro y soltarse ¿no?
O capaz lo entendí mal, porque se me antoja un relato dificil y para descifrar. Por lo tanto, no de los míos. Lo siento autor, se que tiene su belleza y por eso te deseo suerte.
Es poético, con un gran vocabulario, una técnica impecable y tal...Pero mientras lo leía no entendía absolutamente nada ¡Y no me gusta no enterarme de lo que estoy leyendo! Menos mal que es corto, repito...porque ya me estaba preguntando ¿Será una piedra o una mujer con una crisis de disociación?
Al final creo entender que es un volcán en erupción, y partiendo de que ya lo sé, volver a leerlo se torna diferente, pero...Para mi es mucho palabreo en el que cualquier lector normal se pierde y solo al final, si no lo deja antes, sabe de que se habla.
Más bien es poesía en prosa. Nos va describiendo el sentir de un volcán que está retenido y no puede escupir lo que lleva dentro y soltarse ¿no?
O capaz lo entendí mal, porque se me antoja un relato dificil y para descifrar. Por lo tanto, no de los míos. Lo siento autor, se que tiene su belleza y por eso te deseo suerte.
1
Re: CPXII - La tempestad
En serio, no sé cuantas veces lo he leído y releído, por puro placer. Me encantas, me sacudes, me emocionas.Las luces se opacan y aparecen las sombras. Sombras de la palabra dura y de la lápida sin epitafio. Descubro, finalmente, los abismos y páramos siniestros que escondía detrás de los telones. El dolor llega para quedarse, como un hongo, como una excrecencia pegajosa que va cubriendo y opacando las aristas antes luminosas. Y una ahí, estupefacta, clavada en un espacio que no comprende, que no quiere comprender, porfiando en buscar al otro, al que le ha regalado una hendija para colarse en el paraíso...
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
- Mario Cavara
- Foroadicto
- Mensajes: 3745
- Registrado: 08 Oct 2016 18:26
Re: CPXII - La tempestad
Opino lo mismo. Es de estos textos donde, mucho más que lo que se dice, importa cómo se dice, la forma por encima del fondo. En este relato el argumento es lo de menos, ni siquiera importa, pues lo que realmente trasciende es la envoltura, el lenguaje en sí mismo, la belleza literaria que rezuma de cada frase. A mí ya digo que me ha encantado. Me sentía (salvando, obviamente, las distancias, que siguen siendo muchas) como cuando leí por primera vez "Bomarzo", de Múgica Laínez, donde apenas conseguía captar el contenido último, pero quedaba embriagado a cada párrafo que leía y me tocaba a menudo pararme a respirar porque me asfixiaba de tanta belleza. Es lo que tiene la buena literatura y que jamás podrá transmitir una redacción periodística, por mucho que nos abrume de información pertinaz y concreta.Berlín escribió:En serio, no sé cuantas veces lo he leído y releído, por puro placer. Me encantas, me sacudes, me emocionas.Las luces se opacan y aparecen las sombras. Sombras de la palabra dura y de la lápida sin epitafio. Descubro, finalmente, los abismos y páramos siniestros que escondía detrás de los telones. El dolor llega para quedarse, como un hongo, como una excrecencia pegajosa que va cubriendo y opacando las aristas antes luminosas. Y una ahí, estupefacta, clavada en un espacio que no comprende, que no quiere comprender, porfiando en buscar al otro, al que le ha regalado una hendija para colarse en el paraíso...
1
Re: CPXII - La tempestad
Una grandísima capacidad de vocabulario, de pluma y de intenciones.
Arriesgado ejercicio de decir tanto en tampoco.
Enhorabuena, aunque no va a estar entre mis favoritos.
Un saludo!
Arriesgado ejercicio de decir tanto en tampoco.
Enhorabuena, aunque no va a estar entre mis favoritos.
Un saludo!
1
Re: CPXII - La tempestad
Querido autor, querida autora:
Me hallo ante un relato de una gran carga poética y de la mano de alguien que sabe usar muy bien las palabras. Juega en tu contra que esta redacción tan profusa no termina de gustarme y que, para colmo, a las horas que puedo leer el vecino tiene puesto música de mierda que me impide concentrarme, lo que es doblemente malo, pero vamos al lío.
Tu relato tiene poco desarrollo argumental porque es casi una fotografía, y en ella dicho desarrollo es implícito: no se ve, no se vive, pero se siente en las descripciones y en las reflexiones. Has hecho un trabajo difícil y complejo como es dibujar las sensaciones de la viudez combinadas con la necesidad humana de reflexionar y meditar sobre las experiencias pasadas y las sensaciones presentes. Y has jugado muy bien con la dicotomía cuerpo-mente, con la mente anulando toda acción física, pese a la amenaza de la lluvia, para completar la tarea reflexiva. Es como si la protagonista estuviera completando el duelo en diferido.
Me ha gustado mucho, además, la parte final, en la que se pregunta "¿Cómo he podido permitir el saqueo? ¿Qué abyecta criatura que vive en mis cavernas ha podido entregarme a los designios arbitrarios y perversos de un extraño?". Una frase que demuestra una sensibilidad especial, y tan potente que parece estar haciendo fuerzas con los codos para escapar de ese relato y formar parte de una novela.
Te mereces estar entre mis votos para el popular, pese a que el estilo no me haya gustado en lo personal, pero dependerá de lo que ofrezcan otros autores.
Gracias por compartirlo .
Me hallo ante un relato de una gran carga poética y de la mano de alguien que sabe usar muy bien las palabras. Juega en tu contra que esta redacción tan profusa no termina de gustarme y que, para colmo, a las horas que puedo leer el vecino tiene puesto música de mierda que me impide concentrarme, lo que es doblemente malo, pero vamos al lío.
Tu relato tiene poco desarrollo argumental porque es casi una fotografía, y en ella dicho desarrollo es implícito: no se ve, no se vive, pero se siente en las descripciones y en las reflexiones. Has hecho un trabajo difícil y complejo como es dibujar las sensaciones de la viudez combinadas con la necesidad humana de reflexionar y meditar sobre las experiencias pasadas y las sensaciones presentes. Y has jugado muy bien con la dicotomía cuerpo-mente, con la mente anulando toda acción física, pese a la amenaza de la lluvia, para completar la tarea reflexiva. Es como si la protagonista estuviera completando el duelo en diferido.
Me ha gustado mucho, además, la parte final, en la que se pregunta "¿Cómo he podido permitir el saqueo? ¿Qué abyecta criatura que vive en mis cavernas ha podido entregarme a los designios arbitrarios y perversos de un extraño?". Una frase que demuestra una sensibilidad especial, y tan potente que parece estar haciendo fuerzas con los codos para escapar de ese relato y formar parte de una novela.
Te mereces estar entre mis votos para el popular, pese a que el estilo no me haya gustado en lo personal, pero dependerá de lo que ofrezcan otros autores.
Gracias por compartirlo .
69
- Edgardo Benitez
- No tengo vida social
- Mensajes: 1090
- Registrado: 12 Feb 2017 14:10
- Ubicación: El Salvador
- Contactar:
Re: CPXII - La tempestad
El lirismo de tu prosa poética es hermoso. Me da a pensar en esa fuerza interior que tanto busco desatar para corregirme, para agudizar mi pensamiento. Hermoso texto.
Debo decirte que este tipo de texto no son recomendables para un concurso como este, el jurado no dan tanto valor a los mensajes que acá están implícitos. Pero para mí, sería premiado.
Debo decirte que este tipo de texto no son recomendables para un concurso como este, el jurado no dan tanto valor a los mensajes que acá están implícitos. Pero para mí, sería premiado.
Última edición por Edgardo Benitez el 01 May 2017 22:53, editado 1 vez en total.
¡Hay vida antes de la muerte!
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
- jilguero
- Vivo aquí
- Mensajes: 22370
- Registrado: 05 Abr 2010 21:35
- Ubicación: En las ramas del jacarandá...
Re: CPXII - La tempestad
Pienso que está muy bien escrito, pero también que no lo he leído en el momento adecuado.
He sentido rechazo hacia la protagonista, como si estuviera leyendo algo impúdico. Supongo que eso es bueno, autora, que me ha sonado a alguien que se desnuda en público (o que simula hacerlo tan bien que suena auténtico). He tenido al sensación de estar leyendo un texto en el que yo, la lectora, está sobrando. Es como si en este caso, dos ya fuéramos multitud.
¡Qué cosas pasan! El cuento 18+ me ha dejado fría como un témpano y, en cambio, ante este texto me siento incómoda. Como es breve, lo suyo es releerlo en otro momento para hacer una valoración más objetiva, cogiendo distancia.
He sentido rechazo hacia la protagonista, como si estuviera leyendo algo impúdico. Supongo que eso es bueno, autora, que me ha sonado a alguien que se desnuda en público (o que simula hacerlo tan bien que suena auténtico). He tenido al sensación de estar leyendo un texto en el que yo, la lectora, está sobrando. Es como si en este caso, dos ya fuéramos multitud.
¡Qué cosas pasan! El cuento 18+ me ha dejado fría como un témpano y, en cambio, ante este texto me siento incómoda. Como es breve, lo suyo es releerlo en otro momento para hacer una valoración más objetiva, cogiendo distancia.
¿Qué me está pasando? Las cavilaciones de Juan Mute
El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
- Dama Luna
- No tengo vida social
- Mensajes: 1380
- Registrado: 26 Ene 2016 21:18
- Ubicación: Atravesando la Montaña Negra
Re: CPXII - La tempestad
Creo que lo más aproximado a la hora de definir este relato sería poesía relatada, si es que eso existe. Potente en la forma, creando un bello lenguaje de imágenes, pero, para mí, el fondo es demasiado inconsistente para que la mezcla prospere. Eso sí, es muy hermoso de leer.
Suerte.
Suerte.
Re: CPXII - La tempestad
No sé que decirte plumilla, salvo que escribes muy bien. Tú relato no me dice nada y no lo entiendo. Lo siento pero creo que aunque lo leyera mil veces no sabría sacarle partido. Estás en otro nivel y muy lejos de lo que a mi me gusta leer. Un saludo y suerte.
--- Pareces atribulado!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
Re: CPXII - La tempestad
La vedad es que no me entusiasma. Cuando un relato tiene que ser bueno por la forma más que por el fondo, no debería tener errores y le vi algunos. El tono reflexivo de este relato tampoco es santo de mi devoción. Pero conociendo el tipo de lector de estos concursos, seguro que te va fenomenal. ¡Suerte!