CV5 - La pecera - Frigg
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CV5 - La pecera - Frigg
LA PECERA
Ese día el cielo era un reflejo del mar, con miles de peces anaranjados revoloteando entre las nubes de espuma, y ella decidió salir a pasear. Se dibujó una sonrisa frente al espejo, sin carmín, tan solo sujetando levemente las comisuras con sus dedos, y abrió la puerta de casa. La brisa inaudible le subió levemente el vestido y ella se dejó acariciar, elevando los brazos para retirarse los mechones de pelo de la cara y respirar. Su cuerpo henchido era un pequeño globo con deseos de volar, sujeto a la tierra por dos cuerdas que usaba como piernas, e iba dando saltitos como una niña inquieta.
Llegó hasta el bar y sentándose en una mesa, pidió una cerveza. Recorrió con los ojos inquietos cada rincón, porque ella buscaba continuamente sin saber nunca el qué, y encontró personas que eran como sacos de arena o como bloques de cemento. Eso no le satisfacía, y miró en la espuma de la cerveza. Se imaginó surcando olas ambarinas dentro del vaso, haciendo surf sobre una patata frita o volando sobre un zepelín de aceituna. Estaba ensimismada cuando le sobrevino el olor a salitre.
Entró un hombre que tenía algas secas en las sandalias y, como serpentinas al viento, danzaban con cada paso. Tenía el cabello descuidado y los botones, que estaban mal abrochados, hacían pliegues en la camisa que distorsionaban su delgada figura. Beatriz sonrió pensando que era el náufrago que vivía en la isla de su cerveza, por la que había estado nadando durante los últimos minutos.
–¿Me puedo sentar en tu mesa? –le preguntó. Y Beatriz asintió, pasando a la carcajada cuando él postró su escuálido trasero sobre la madera, apartando el servilletero.
–¿Mejor en una silla? –le advirtió ella. Y él obedeció, brindándole un trago.
–No voy pidiéndole a todas las mujeres que me dejen sentarme junto a ellas, quiero que lo sepas, pero tu mirada perdida mientras sonreías ha sido como un canto de sirena para mí.
–¡Oh, que romántico! –dijo ella burlona– Pero creo que más bien se asemeja a un canto de ballena y espero que no te dediques a echar las redes para cazarla.
Beatriz entonó una serie de silbidos y pedorretas que sonaron a yubarta perdida. Los bloques de cemento humanos que estaban en el bar echaron miradas desaprobadoras. El vaso de cerveza comenzó a vibrar como si prometiera marejada y una gaviota acudió, disfrazada de monja, rezando un salmo contra los sonidos del placer. Un par de botellas cayeron al suelo rompiéndose en miles de trozos brillantes como conchas trituradas, arrastradas por la suerte del whisky o del ron; y el camarero, cual Poseidón, levantó un tenedor mientras gritó un enérgico conjuro para atraer la calma.
Todo el bar quedó congelado en el tiempo mientras que Beatriz y su náufrago escapaban de puntillas. Segundos después todo continuó en la rutina de las partidas de dominó y vino tinto.
–Vamos a nadar y salir de esta isla –dijo Beatriz– Encontraremos el lugar del que vienes y olvidaremos esta tierra de ladrillos grises. Volveremos a los corales multicolor y jugaremos a atrapar el reflejo de las estrellas en la palma de nuestras manos mojadas.
–Pero chiquilla, yo no vengo del mar –le reconoció él.
Antes de que pudiera continuar, unos húmedos labios se posaron en su boca despertando frías gotas saladas que recorrieron su cuerpo. Él intentó agarrarla de las caderas para aferrarse a ella, pero Beatriz ya se alejaba como una ola en retorno.
–Tú y yo venimos del mar –sentenció– No somos ballenas ni sirenas, pero allí está nuestro origen. Somos náufragos en tierra extraña que intentan adaptarse y nuestros pies tropiezan continuamente con las piedras. “¡Marea-dos, mar-cianos, mar-ginados, mar-cados, mar-añosos y marí-timos!” –canturreó mientras daba saltitos.
–Y yo te invito a un maracuyá alejados de la marabunta– Contestó contagiado– Y, por cierto, creo que aún no te había dicho que mi nombre es “Mar-cos”.
Los dos rieron sin parar y tuvieron que sentarse en un banco para coger aire.
Cuando cayó la noche, él propuso navegar en las velas de su cama. Le habló de un barco un poco pirata que nunca encontró una bandera que izar. Ella, por el contrario, le confesó que no se iba a dejar arrastrar por la marea y que quizás tendrían una noche de mar en calma, silenciosa y de algas acariciándole la piel.
–Bea, ¿Y si aparecen monstruos en el agua?
–Los monstruos somos nosotros, increíbles criaturas que arrastran todo lo que pueden hacia las profundidades de su mundo. ¿No te das cuenta?
–Me empiezas a dar miedo, pequeña mariposa loca. Pero un poco de razón sí que tienes.
Una gran luna llena de color magenta apareció en el cielo y con ella un cambio de marea. Se desnudaron y las palabras dejaron de tener importancia. Una tormenta hizo añicos la gran pecera en la que llevaban años encerrados, y el viento los arrastró hacia un gran remolino de libertad.
Ese día el cielo era un reflejo del mar, con miles de peces anaranjados revoloteando entre las nubes de espuma, y ella decidió salir a pasear. Se dibujó una sonrisa frente al espejo, sin carmín, tan solo sujetando levemente las comisuras con sus dedos, y abrió la puerta de casa. La brisa inaudible le subió levemente el vestido y ella se dejó acariciar, elevando los brazos para retirarse los mechones de pelo de la cara y respirar. Su cuerpo henchido era un pequeño globo con deseos de volar, sujeto a la tierra por dos cuerdas que usaba como piernas, e iba dando saltitos como una niña inquieta.
Llegó hasta el bar y sentándose en una mesa, pidió una cerveza. Recorrió con los ojos inquietos cada rincón, porque ella buscaba continuamente sin saber nunca el qué, y encontró personas que eran como sacos de arena o como bloques de cemento. Eso no le satisfacía, y miró en la espuma de la cerveza. Se imaginó surcando olas ambarinas dentro del vaso, haciendo surf sobre una patata frita o volando sobre un zepelín de aceituna. Estaba ensimismada cuando le sobrevino el olor a salitre.
Entró un hombre que tenía algas secas en las sandalias y, como serpentinas al viento, danzaban con cada paso. Tenía el cabello descuidado y los botones, que estaban mal abrochados, hacían pliegues en la camisa que distorsionaban su delgada figura. Beatriz sonrió pensando que era el náufrago que vivía en la isla de su cerveza, por la que había estado nadando durante los últimos minutos.
–¿Me puedo sentar en tu mesa? –le preguntó. Y Beatriz asintió, pasando a la carcajada cuando él postró su escuálido trasero sobre la madera, apartando el servilletero.
–¿Mejor en una silla? –le advirtió ella. Y él obedeció, brindándole un trago.
–No voy pidiéndole a todas las mujeres que me dejen sentarme junto a ellas, quiero que lo sepas, pero tu mirada perdida mientras sonreías ha sido como un canto de sirena para mí.
–¡Oh, que romántico! –dijo ella burlona– Pero creo que más bien se asemeja a un canto de ballena y espero que no te dediques a echar las redes para cazarla.
Beatriz entonó una serie de silbidos y pedorretas que sonaron a yubarta perdida. Los bloques de cemento humanos que estaban en el bar echaron miradas desaprobadoras. El vaso de cerveza comenzó a vibrar como si prometiera marejada y una gaviota acudió, disfrazada de monja, rezando un salmo contra los sonidos del placer. Un par de botellas cayeron al suelo rompiéndose en miles de trozos brillantes como conchas trituradas, arrastradas por la suerte del whisky o del ron; y el camarero, cual Poseidón, levantó un tenedor mientras gritó un enérgico conjuro para atraer la calma.
Todo el bar quedó congelado en el tiempo mientras que Beatriz y su náufrago escapaban de puntillas. Segundos después todo continuó en la rutina de las partidas de dominó y vino tinto.
–Vamos a nadar y salir de esta isla –dijo Beatriz– Encontraremos el lugar del que vienes y olvidaremos esta tierra de ladrillos grises. Volveremos a los corales multicolor y jugaremos a atrapar el reflejo de las estrellas en la palma de nuestras manos mojadas.
–Pero chiquilla, yo no vengo del mar –le reconoció él.
Antes de que pudiera continuar, unos húmedos labios se posaron en su boca despertando frías gotas saladas que recorrieron su cuerpo. Él intentó agarrarla de las caderas para aferrarse a ella, pero Beatriz ya se alejaba como una ola en retorno.
–Tú y yo venimos del mar –sentenció– No somos ballenas ni sirenas, pero allí está nuestro origen. Somos náufragos en tierra extraña que intentan adaptarse y nuestros pies tropiezan continuamente con las piedras. “¡Marea-dos, mar-cianos, mar-ginados, mar-cados, mar-añosos y marí-timos!” –canturreó mientras daba saltitos.
–Y yo te invito a un maracuyá alejados de la marabunta– Contestó contagiado– Y, por cierto, creo que aún no te había dicho que mi nombre es “Mar-cos”.
Los dos rieron sin parar y tuvieron que sentarse en un banco para coger aire.
Cuando cayó la noche, él propuso navegar en las velas de su cama. Le habló de un barco un poco pirata que nunca encontró una bandera que izar. Ella, por el contrario, le confesó que no se iba a dejar arrastrar por la marea y que quizás tendrían una noche de mar en calma, silenciosa y de algas acariciándole la piel.
–Bea, ¿Y si aparecen monstruos en el agua?
–Los monstruos somos nosotros, increíbles criaturas que arrastran todo lo que pueden hacia las profundidades de su mundo. ¿No te das cuenta?
–Me empiezas a dar miedo, pequeña mariposa loca. Pero un poco de razón sí que tienes.
Una gran luna llena de color magenta apareció en el cielo y con ella un cambio de marea. Se desnudaron y las palabras dejaron de tener importancia. Una tormenta hizo añicos la gran pecera en la que llevaban años encerrados, y el viento los arrastró hacia un gran remolino de libertad.
- Iliria
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Re: CV5 - La pecera
Me ha gustado la metáfora de que vivimos encerrados en una pecera. Está bastante acertada (y lograda) la idea de colocar términos marítimos en un escenario sin agua. Das bastante originalidad a una escena cotidiana.
Como soy tiquismiquis, lo que menos me ha gustado es la aparición de rimas internas. Me cortan un poco la lectura.
(Me extraña que a la chica le hayas llamado Beatriz y no Marimar... )
Gracias por dejarnos tu relato
Como soy tiquismiquis, lo que menos me ha gustado es la aparición de rimas internas. Me cortan un poco la lectura.
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Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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Re: CV5 - La pecera
Hala! Qué tiquismisquis!Iliria escribió:Me ha gustado la metáfora de que vivimos encerrados en una pecera. Está bastante acertada (y lograda) la idea de colocar términos marítimos en un escenario sin agua. Das bastante originalidad a una escena cotidiana.
Como soy tiquismiquis, lo que menos me ha gustado es la aparición de rimas internas. Me cortan un poco la lectura.
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- Iliria
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Re: CV5 - La pecera
Corre, corre...prófugo escribió: Hala! Qué tiquismisquis!
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Re: CV5 - La pecera
Creo que sería injusto si dijera que este relato me ha dejado sensaciones contrarias, pero decir lo contrario sería mentir, lo cual es más injusto, así que me quedaré en un degaullista término medio.
El relato en sí es una metáfora bien conseguida, aunque a ratos me ha parecido encontrar elementos un poco forzados. Hay expresiones que no usaría ni contra mi peor enemigo, como:
No tengo nada contra esas frases, pero son imágenes tan fuertes que me han distraído del significado original y me han metido en un laberinto del que me ha costado salir para recuperar el hilo inicial. Es muy poético, eso sí, y mágico, no me cabe duda, pero, para mi gusto, a veces viene bien plantearse si las pretensiones estilísticas pueden eclipsar el resultado global del relato (y también hay que plantearse cuál de las dos es la intención principal, claro está; si era tu intención dar la sensación que he tenido, entonces me quito el sombrero).
También hay algo que me chirría, y es el diálogo tan espontáneo que parecen iniciar el hombre y la mujer. No niego que igual sean muy extrovertidos, y a lo mejor mi carácter un tanto asocial y más dado a la introspección hacen que me choque, pero me ha parecido muy histriónico, sobre todo por parte de la mujer. Claro, que a lo mejor estaba borracha, drogada o loca y yo estoy haciendo el ridículo demostrando que no he entendido el relato .
Eso sí, y he romperé un arpón a tu favor: la metáfora del relato es deliciosa. Estamos dentro de una pecera con unos usos, unas costumbres y unas normas que nos impiden nadar a nuestro gusto. Quizá quien la rompa y se salga sea mirado con malos ojos, como hacían aquellos bloques de cement... ¡Ay, que no puedo! ¡No puedo!
Buen viaje y mándale cariñosos saludos al joven tabernero Jean-Pierre cuando amarres en Marsella .
El relato en sí es una metáfora bien conseguida, aunque a ratos me ha parecido encontrar elementos un poco forzados. Hay expresiones que no usaría ni contra mi peor enemigo, como:
El marinero que siempre está en bodega devorando los víveres antes de que las ratas hagan su agosto escribió:Los bloques de cemento humanos que estaban en el bar
El pulpo que no se deja devorar por el marinero escribió:una gaviota acudió, disfrazada de monja, rezando un salmo contra los sonidos del placer
No tengo nada contra esas frases, pero son imágenes tan fuertes que me han distraído del significado original y me han metido en un laberinto del que me ha costado salir para recuperar el hilo inicial. Es muy poético, eso sí, y mágico, no me cabe duda, pero, para mi gusto, a veces viene bien plantearse si las pretensiones estilísticas pueden eclipsar el resultado global del relato (y también hay que plantearse cuál de las dos es la intención principal, claro está; si era tu intención dar la sensación que he tenido, entonces me quito el sombrero).
También hay algo que me chirría, y es el diálogo tan espontáneo que parecen iniciar el hombre y la mujer. No niego que igual sean muy extrovertidos, y a lo mejor mi carácter un tanto asocial y más dado a la introspección hacen que me choque, pero me ha parecido muy histriónico, sobre todo por parte de la mujer. Claro, que a lo mejor estaba borracha, drogada o loca y yo estoy haciendo el ridículo demostrando que no he entendido el relato .
Eso sí, y he romperé un arpón a tu favor: la metáfora del relato es deliciosa. Estamos dentro de una pecera con unos usos, unas costumbres y unas normas que nos impiden nadar a nuestro gusto. Quizá quien la rompa y se salga sea mirado con malos ojos, como hacían aquellos bloques de cement... ¡Ay, que no puedo! ¡No puedo!
Buen viaje y mándale cariñosos saludos al joven tabernero Jean-Pierre cuando amarres en Marsella .
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- cindia
- No tengo vida social
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- Ubicación: En casa de los Fisher
Re: CV5 - La pecera
Buen relato incluyendo la metáfora en él. Ser hechos para lo que la sociedad pretende que seas, lo que está bien y está mal y aún así dar el paso en romper con las reglas viviendo tu vida libremente sin miedos.
No ha estado mal, aunque la relación de Beatriz y Marcos se me ha hecho muy precipitada, es verdad que no hay espacio suficiente para prolongarlo, pero me ha sorprendido que se juntaran en un abrir y cerrar de ojos.
Te deseo suerte en el concurso
No ha estado mal, aunque la relación de Beatriz y Marcos se me ha hecho muy precipitada, es verdad que no hay espacio suficiente para prolongarlo, pero me ha sorprendido que se juntaran en un abrir y cerrar de ojos.
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Re: CV5 - La pecera
Autor/a me gustó mucho. Tu prosa es envidiable y describiste esa "vida" en la pecera de forma excelente. Recorriste junto a tu amante muchos lugares y fuiste muy original cuando cantaste una canción que aludía al mar. Todo esto muestra mucha experiencia en la escritura y deja un sabor muy grato en mí como lectora.
Gracias por compartirlo y mucha suerte en el concurso
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- artemisa27
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- Ubicación: La Comarca
Re: CV5 - La pecera
Lo siento en el alma, de verdad, pero no me ha gustado nada. Las metáforas continuas que empleas son ingeniosas, y todo ello hace que sea un relato muy poético, pero pecas de exceso. Creo que deberías haber empleado otros recursos estilísticos y no abusar de la metáfora, o reducir por completo el alarde estilístico.
Si nos vamos al contenido, es una moñada total, y muy irreal. Poco original, también se puede decir.
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Re: CV5 - La pecera
Estimado autor:
Pienso que tu criatura está muy bien escrita pero a mi no me ha llenado.
Está bien lo de la metáfora...lo del encuentro entre ambos y su conversación..seducción..etc pero me falta algo más para atraparme y llevarme de la mano.
En parte, creo que unas quinientas palabras más, en caso de haberlas permitido el concurso, le hubiese venido bien para darle un mejor ensamble.
Te deseo suerte y un fuerte abrazo
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Pienso que tu criatura está muy bien escrita pero a mi no me ha llenado.
Está bien lo de la metáfora...lo del encuentro entre ambos y su conversación..seducción..etc pero me falta algo más para atraparme y llevarme de la mano.
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- Spicata
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Re: CV5 - La pecera
Querido autor, debo de decir que sorprendida me hallo, me he encontrado con unos cuantos pros y otras cuantas contras, por lo que me encuentro en una encrucijada que todavía no se del todo resolver. Debo de decir que en algunos puntos del relato me ha faltado un poquito de continuidad, a veces los cambios bruscos me han hecho alejarme un poco de la historia, me ha faltado algo más de fluidez.
Debo de decir también que la fácil conversación entre MArcos y Beatríz me ha parecido un tanto forzada, demasiado fácil quizás. Quizás soy yo, que soy un poco más reservada, y por eso me ha costado ver ese primer encuentro como algo tan sencillo.
Aún así debo de decir que has hecho un gran trabajo metafórico a lo largo de tu relato, desde mi punto de vista es algo que requiere mucha imaginación y debo de felicitarte por ello, ya quisiera yo saber hacer algo así.
Te deseo mucha suerte, autor.
Esta parte para mí tiene sentimientos encontrados: me ha gustado ese cuerpo henchido, cargado de sueños, ilusión que lo único que desea es ser libre a pesar de las cadenas que lo mantienen preso a la tierra. ¿Quizás los saltitos es ese intento de ella por despegar y no volver a pisar tierra en mucho tiempo?. Por otro lado la llegada al bar se me ha quedado un tanto seca y algo más de fluidez le hubiese ido bien.Su cuerpo henchido era un pequeño globo con deseos de volar, sujeto a la tierra por dos cuerdas que usaba como piernas, e iba dando saltitos como una niña inquieta.
Llegó hasta el bar y sentándose en una mesa, pidió una cerveza
Debo de decir también que la fácil conversación entre MArcos y Beatríz me ha parecido un tanto forzada, demasiado fácil quizás. Quizás soy yo, que soy un poco más reservada, y por eso me ha costado ver ese primer encuentro como algo tan sencillo.
Aún así debo de decir que has hecho un gran trabajo metafórico a lo largo de tu relato, desde mi punto de vista es algo que requiere mucha imaginación y debo de felicitarte por ello, ya quisiera yo saber hacer algo así.
Te deseo mucha suerte, autor.
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Re: CV5 - La pecera
Hey!
Mi opinión va un poco por la línea de las del resto... Lo mejor -para mí- ha sido la idea de la pecera; original y acertada... realmente ha estado bien. También me quedo con el vocabulario y algunas de las metáforas que has utilizado.
De todas formas, a mí que soy un poco sepia ( ) me ha parecido un poco demasiado ñoño y algo forzado. Algo recargado con tanta metáfora, además.
Mi opinión va un poco por la línea de las del resto... Lo mejor -para mí- ha sido la idea de la pecera; original y acertada... realmente ha estado bien. También me quedo con el vocabulario y algunas de las metáforas que has utilizado.
De todas formas, a mí que soy un poco sepia ( ) me ha parecido un poco demasiado ñoño y algo forzado. Algo recargado con tanta metáfora, además.
- Paraná
- No tengo vida social
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Re: CV5 - La pecera
Querid@ escritor/a, nos has traído una alegoría bonita, aunque no termina de cerrarme. Encuentro en ella una ingenuidad forzada y un no saber bien cómo cerrar la historia y optar por el camino más fácil, también algo forzado.
Algunas metáforas son bellas, otras no tanto. Claro que es cuestión de gustos. Ahí está por ejemplo, la de la monja que reza contra el placer, que a otros les ha parecido fea y a mí me ha divertido.
Lo siento, puede que sea yo la que no está en esa longitud de onda y tu texto merece, seguramente, un lector más lúdico. Igual, te digo que hay aquí buena pluma y seguramente voy a disfrutar leyéndote en otras historias. ¡Mucha suerte!
Algunas metáforas son bellas, otras no tanto. Claro que es cuestión de gustos. Ahí está por ejemplo, la de la monja que reza contra el placer, que a otros les ha parecido fea y a mí me ha divertido.
Lo siento, puede que sea yo la que no está en esa longitud de onda y tu texto merece, seguramente, un lector más lúdico. Igual, te digo que hay aquí buena pluma y seguramente voy a disfrutar leyéndote en otras historias. ¡Mucha suerte!
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Re: CV5 - La pecera
Lo he tenido que leer varias veces, porque al principio, me esperaba, no sé porqué, algo fantástico, seguramente engañada por la bonita metáfora que engloba el relato.
Me ha gustado mucho más ahora que la primera vez que lo leí. Quizá, lo leí rápido y no pude saborear tu prosa.
No soy muy poética, como ya he dicho en otra ocasión y tu relato, me suena a poesía.
Creo que el punto débil son los diálogos, en mi opinión, poco creíbles y esa relación que avanza tan rápido.
Me hubiera gustado más si los diálogos hubieran sido narrados, como el resto de tu relato. Entonces, sí me lo hubiera creído más.
Tu relato está currado, a mi entender, pero me ha dejado un sabor a mar, fresco pero salado a la misma vez.
Gracias por compartir y mucha suerte!
Me ha gustado mucho más ahora que la primera vez que lo leí. Quizá, lo leí rápido y no pude saborear tu prosa.
No soy muy poética, como ya he dicho en otra ocasión y tu relato, me suena a poesía.
Creo que el punto débil son los diálogos, en mi opinión, poco creíbles y esa relación que avanza tan rápido.
Me hubiera gustado más si los diálogos hubieran sido narrados, como el resto de tu relato. Entonces, sí me lo hubiera creído más.
Tu relato está currado, a mi entender, pero me ha dejado un sabor a mar, fresco pero salado a la misma vez.
Gracias por compartir y mucha suerte!
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Re: CV5 - La pecera
No te pillo plumilla. Me suenas mucho a alguien que conozco bien. Si es así, ya sabes, no suelo ser tú público, así que esto no te sonará a nuevo. No digo más porque no sé bien que decir y bastantes tonterías suelo decir ya. Un saludo y suerte, eso siempre.
En paz descanses, amigo.
- kassiopea
- Vivo aquí
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Re: CV5 - La pecera
Pues me ha gustado mucho, autor/a. Tu criatura es un huracán de aire fresco que, por mucho que pesen esos bloques de cemento, les obliga a emprender el vuelo. Incluso has llegado a emocionante con tus metáforas marítimas, que además son un canto a la vida y a la libertad. Muy bien hecho, autor/a
Respecto a la relación que surge, aparentemente, con tanta rapidez entre Bea y Marcos, hay que tener en cuenta que la historia no es realista, sino una alegoría, una metáfora. Está claro que, normalmente, la cosa no iría tan rápida, pero tiene sentido que sea así en su contexto, al tratarse todo de una gran metáfora. Un abrazote
Respecto a la relación que surge, aparentemente, con tanta rapidez entre Bea y Marcos, hay que tener en cuenta que la historia no es realista, sino una alegoría, una metáfora. Está claro que, normalmente, la cosa no iría tan rápida, pero tiene sentido que sea así en su contexto, al tratarse todo de una gran metáfora. Un abrazote