CN6 - La piel que habitaba - Konchyp

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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kassiopea
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CN6 - La piel que habitaba - Konchyp

Mensaje por kassiopea »

La piel que habitaba



Se miraba en el espejo cada noche, pero ya no reconocía sus orígenes. Había pasado tanto tiempo... Le parecía extraño verse acostumbrada a ese cuerpo, el cuerpo de las chiquilladas y las locuras juveniles. Ahora, ese cuerpo que en sus mejores días tanto anhelaba la luna llena lo detestaba. Habían pasado muchos años y muchas cosas también. Su dos niños, la alegría de su vida, dormían plácidamente mientras ella miraba su reflejo desnudo en el espejo bañado por la luz de la luna que se colaba a través de la ventana. El aroma del mar, embadurnaba la atmósfera saturando sus pensamientos con recuerdos mermados.
¡Cuánto ansiaba volver a su tierra natal! El deseo se había convertido en una enfermedad crónica con los años. La consumía por dentro, disolviendo su persona en la figura materna perfecta, la esposa ideal y la mujer más deseada del pueblo.
Tras la rutina nocturna, se acostó con sus hijos y durmió entre el acolchado amor que les tenía y la melancolía de sus recuerdos. Ese amor, incomparable e indestructible, junto con el deseo de volver a ver su antigua piel de nuevo eran lo único que la motivaba a levantarse cada mañana.
A unas millas de la costa, su marido, más cerca de la tierra natal de su esposa que de su propia casa, se ganaba el pan de cada día con duras faenas nocturnas. Es bien sabido que trabajar en la mar no es oficio para cualquiera, pero también tenía su lado positivo. No sólo le había traído a su esposa, sino que también mantenía a su familia. Cada día le daba gracias a Neptuno por lo que tenía. Un hogar, una esposa admirable y unos hijos encantadores. La vida le había tratado bien desde aquella noche, cuando su suerte cambió por completo.
*
La luna, grande y llena, le observaba imperturbable. El cielo estaba raso y las estrellas marcaban la profundidad del universo, pero Ian sabía que no duraría. El viento se levantaba sinuoso, la atmósfera podía sentirse cargada, electrizante, y el inconfundible aroma a petricor llegaba arrastrado desde el norte.
—Esta noche no augura nada bueno Ian.
—Lo sé. —contestó Ian sin desviar su mirada de la luna.
—Vente a casa, aún me queda algo de salmón de la primavera pasada. Lo podríamos compartir. Total, no sabe igual sin compañía.
Las barcas seguían danzando sobre el agua sutilmente. Tras unos minutos examinando el tiempo, aún seguían en el pequeño muelle del pueblo.
El mar llamaba a Ian de una manera extraña y cautivadora, pero el salmón y la experiencia llamaban a su amigo a retomar la vuelta a casa.
—Es una de esas noches Ian, hagas lo que hagas, ten cuidado.
Ian hizo un leve asentimiento de cabeza y escupió la saliva salada que tenía acumulada. La sustancia salubre desapareció en la negrura justo antes de entrar en contacto con la superficie del agua, para transformarse en un constar de ondas que se expandían acariciadas por el viento suave. Un impulso extraño palpitaba de igual manera dentro de Ian.
Al girarse, su amigo había desaparecido y la idea en su cabeza terminó sustituyendo su ausencia por completo.
—¡Si cambias de idea ya sabes dónde encontrarme! —gritó su amigo desde la distancia y oculto bajo la oscuridad de la noche.
Ese sobresalto fue el empuje que necesitaba. Miró al horizonte, en la lejanía, y vio cómo la pintoresca y minúscula isla tras la ensenada aparecía iluminada en el color de la plata. Las condiciones atmosféricas y el período otoñal se habían fundido para otorgar a la isla de una belleza mística nunca antes vista.
No encendió el motor y, en cambio, usó los remos para así disfrutar de la noche mágica.
¿Por qué estaba haciendo aquello? Algo le decía en su interior que esta era una oportunidad para encontrar fortuna y, cansado de la soledad y el trabajo diario, decidió dar rienda suelta a su suerte. De esa manera excusó sus acciones mientras remaba hacia la pequeña isla.
Se iba acercando cuando le pareció escuchar algo, un sonido, unas risas, una melodía. Con sigilo, se acercó a la rocosa orilla y desembarcó acuclillado. La brisa arrullaba la isla con moderación, como si retrasara a posta su inevitable encrespamiento para otorgar unos minutos más de tranquilidad. Ian seguía con la mirada aquellos sonidos que a él le parecieron gloriosos y, sobre la arena de una pequeña playa, observó el origen del encanto. Cinco muchachas jóvenes, de lo más bellas que jamás hubiera imaginado, bailaban desnudas entonando una dulce melodía. ¿Podría ser cierta la leyenda? ¿Quién sino se atrevería a venir hasta aquí, desnuda y sin barca alguna que la transporte a tierra firme? Si fueran Selkies... sus pieles no andarían muy lejos. Tan pronto lo pensó, encontró las pieles medio escondidas entre las rocas. Su resplandor bajo la luz de la luna las delataba. No muy lejos y apiladas sobre una roca, cinco pieles de Selkies descansaban sin ser atendidas o custodiadas.
A Ian se le iluminaron los ojos. Conocía la leyenda y sabía el poder que se encontraba al alcance de su mano. Era el tesoro que andaba buscando, el giro del destino que tanto ansiaba. Sin dudarlo ni un momento, tomó una de ellas, la escondió en su barca y volvió a su escondite para continuar disfrutando del espectáculo.
Poco más tarde, y como había anticipado, el tiempo comenzó a variar. Las Selkies, como si de una señal se tratara, abandonaron sus bailes y cantos bajo la luna, ahora encapotada, y retomaron sus pieles para volver a su hogar, en lo más profundo del océano. Una a una, las Selkies se envolvieron en ellas para recobrar su forma original y sumergirse así en el agua hasta fundirse en su hábitat.
Ian miraba ensimismado cómo cuatro focas plateadas surcaban las olas que la tormenta iba creando.
La quinta Selkie parecía estresada, recorría de puntillas las rocas mientras su larga melena era mecida por el viento. Sus mechones flotaban en el aire en dirección al océano, pero estos seguían secos y anclados a la isla. Desesperada buscaba su piel mientras gritaba al viento y a la noche entre sollozos:
—¡Esperad! ¡No os vayáis sin mi, por favor! ¡Mi piel, no la encuentro por ningún lado! ¡Hermanas, no me dejéis aquí, os lo ruego!
El viento seguía empujando su cabello pero su cuerpo no podía seguir el camino marcado, no sin su plateada piel de foca. Se echó las manos a la cara y lloró desconsoladamente.
—¿Mujer, por qué lloras?
La Selkie se sorprendió, ningún hombre le había hablado antes. Sin embargo, la pérdida le había afectado tanto que no le importó en absoluto la presencia de aquel joven marinero.
—¿Puedo ayudarte? —insistió Ian.
—He… he… perdido… mi… piel. —Rompió a llorar con más fuerza tras sus palabras.
—shhh, no te preocupes. Yo la encontraré si eso es lo que quieres.
—¿Lo harías, por… mí?
—¡Claro que sí! No podría dejar a una chiquilla tan linda estropearse la cara con unas lágrimas de tan fácil solución.
La Selkie sorbió y se enjugó sus lágrimas, para alzar la vista al hombre.
—La dejé allí —Señaló la Selkie con un dedo tembloroso hacia las rocas donde reposaban las pieles minutos antes—. Pero ya no está. ¿Tú la has visto?
—Yo acabo de llegar. Escuché tu voz desde la otra orilla, me acerqué en mi barca y te he encontrado aquí llorando.
Los lloros de la Selkie parecían menguar con la voz tranquila del marinero.
—Mira, se acerca una tormenta y esta isla no es el lugar idóneo para pasarla. ¡Hagamos un trato!
La Selkie lo miraba en silencio con el corazón todavía encogido. Ian continuó al ver que había captado su atención.
—Te prometo buscar tu piel en cuanto pase la tormenta. Mientras tanto, te quedarás en mi casa, te prepararé algo caliente de comer y te daré algunas ropas que te abriguen. Mañana a primera hora vengo a buscarla. Verás cómo la encuentro. —Ian ofreció su mano a la Selkie para zanjar el trato tan pronto finalizó sus palabras.
—¿De verdad lo prometes? —dijo la Selkie aún temblorosa y con lágrimas en los ojos.
—Lo prometo. —concluyó Ian con una tierna sonrisa.
*
Era el día de navidad y la mujer de Ian se había levantado temprano para dar un paseo por la playa y disfrutar del amanecer. Había dejado los regalos bajo el árbol. Un peluche con forma de foca hecho a mano por ella misma para su hijo menor. Para su hijo mayor, una caracola grande que el mar había devuelto a la orilla y donde podía escucharse claramente el sonido del mar. Para su marido, había tejido un jersey de cuello vuelto lo suficientemente grueso para protegerlo del frío cada vez que salía a buscar su piel a la isla.
Se sentó en una roca bañada por las olas. Pensó en la suerte que tenía por tener un marido tan maravilloso que la amara, la cuidara tan bien y que le había dado los dos hijos más increíbles que nadie pudiera soñar. Su casa, perfecta y acogedora, era ahora su hogar y, a pesar de sus recuerdos, había logrado aceptarla con el paso de los años. Se sentía feliz en aquella casita costera, con su chimenea, sus vigas de madera y sus pequeñas ventanitas con vistas al mar, a su pasado. Aún así, sentía una pesadez y un desasosiego del que no conseguía separarse por más que lo intentara. Respiró hondo y dio gracias a Neptuno por su vida.
—¡Mami!
Esa voz en la distancia le trajo de nuevo a la tierra. Se giró para ver a su hijo mayor, aún no tan mayor en realidad, corriendo inestablemente por la arena con una caja en sus manos tan grande como su pecho.
—¿Por qué te has despertado tan pronto? Sabes que Santa no acaba su jornada hasta que el sol sale por completo en el horizonte, sobre el mar. Allí, ¿lo ves? Ya empieza. —dijo su madre señalando hacia el infinito anaranjado que empezaba a fusionarse con los azules y morados del océano.
El niño se sentó sobre las piernas de su madre para contemplar el amanecer que acababa de empezar.
—¿Ya has abierto los regalos sin esperar a tu hermano? —dijo la madre señalando la caja que descansaba sobre sus pequeñas rodillas.
—Aún no. Este no es mío, es para ti.
—¿Para mí? ¿De Santa?
El niño rio como si las palabras de su madre fueran un chiste.
—No. Éste es mío para ti. Lo encontré en una caja vieja en el cobertizo de la pesca de papá. Creo que se parece mucho a lo que siempre me dices y que tanto te gusta. No quería que papá se enterase de que lo he cogido sin su permiso.
En ese momento, la cara de la madre quedó paralizada. No pudo mascullar ni una palabra. Sus ojos se agrandaron tanto que casi le dolían. Lentamente, el niño bajó de su regazo y extendió sus brazos con la caja hacia su madre.
—Feliz Navidad mami. Te quiero.
Un cúmulo de sensaciones se expandieron por el cuerpo de la mujer al quitar la tapa. En ese momento, los primeros rayos del sol aparecieron en el horizonte iluminando su interior y reflejaron destellos plateados.
Dejó la caja a un lado para abrazar y besar a su chiquillo con una alegría que nunca antes había sentido.
—¿Te gusta mami?
—Es el mejor regalo del mundo, corazón mío.
Con lágrimas en los ojos, sacó la piel por completo de la caja, se quitó la ropa hasta quedar cubierta sólo por sus largos cabellos y se introdujo en ella bajo la atenta mirada de su hijo. Justo antes de convertirse por completo, le dijo a su chiquillo:
—Gracias por curar esta enfermedad que tantos años llevo arrastrando. Vendré a visitaros cada amanecer, a ti y a tu hermano, en este mismo sitio, hasta que estéis preparados para veniros conmigo, si así lo deseáis.
El niño empezó a sollozar, pues sabía que estaba perdiendo a su madre para siempre o, por lo menos, hasta que estuvieran preparados para acompañarla. Miró al océano con el sol a punto de mostrarse en todo su esplendor, mientras sus rayos bañaban el cuerpo de su madre, ahora en forma de foca, quien se adentraba en ese infinito para nunca más separarse de su piel.
De tus decisiones dependerá tu destino.


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ACLIAMANTA
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Re: CN6 - La piel que habitaba

Mensaje por ACLIAMANTA »

Al comenzar imaginé una recreación de Odiseo y el canto de las sirenas, pero más luego busqué que eran selkies y entendí muy bien el relato.
Una manera sencilla de llamar la atención sobre un mito que según leí es muy conocido en Escocia y del que yo no había oído nunca.
Ya en cuanto a la forma en que está escrito me pareció fácil de leer, muy adjetivado para mi gusto y encontré un par de palabras no muy afortunadas:
La sustancia salubre (que creo que sería salobre) y
…transformarse en un constar de ondas… (no logré entender que es un constar)
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Paraná
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Re: CN6 - La piel que habitaba

Mensaje por Paraná »

Estoy exactamente igual que Acliamanta: he descubierto la leyenda de las selkies gracias a este relato y a su autor/a. Es de agradecerse de veras. También he notado el "salubre" y el "constar", y me han parecido erróneos.
Sacando lo anterior, me ha resultado entretenido y muy bien llevado. Se lee sin contratiempos y los personajes, aunque estereotipados, cumplen su función con solvencia. ¡Suerte, escribidora!
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Gavalia
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Re: CN6 - La piel que habitaba

Mensaje por Gavalia »

Una leyenda muy chula esta de los selkies, ¡¡¡Gracias google!!!. En líneas generales es un buen trabajo que cumple estrictamente con el tema del concurso, eso hay que valorarlo en su justa medida a la hora de las votaciones. Ya he leído alguno en los que no acabo de encontrar el mito o leyenda por ninguna parte. Suena a clásico y eso lo endulza en su justa medida. Empatizo con la protagonista y su sufrimiento. Amor, egoísmo y liberación, estupendos ingredientes para una leyenda. Suerte y un saludo
En paz descanses, amigo.
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Berlín
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Re: CN6 - La piel que habitaba

Mensaje por Berlín »

:icon_no_tenteras: chorizo y manipulador. Yo, si fuera ella, le volcaba la barca y lo dejaba hundirse para que se pudriera en los fondos junto a las tapas de water y las matrículas oxidadas y cortantes (lo de la matrícula lo vi en la peli de Tiburón).

No me gusta mucho la forma, lo siento, pero el fondo si.


Feliz navidad, plumilla.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Ratpenat
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Re: CN6 - La piel que habitaba

Mensaje por Ratpenat »

Me ha gustado bastante. Igual vuelvo y lo releo :hola:
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konchyp
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Re: CN6 - La piel que habitaba

Mensaje por konchyp »

Bueno, pues algo así esperaba encontrarme en este concurso, mitos que nunca antes había oído hablar, leyendas creadas o inventadas, locales, fáciles de leer, con algo de lógica. .. en fin, gracias autor. Me ha gustado mucho esta leyenda nórdica en la que me ha parecido muy curioso que sea el ser mitológico el que salga afectado de esa manera tan cruel. He investigado un poco y parece ser que esta es la forma en que generalmente se relatan a las selkies, pobrecitas. Otro de esos relatos que trata de tocarnos la fibra sensible. Buen trabajo y suerte! :60:
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Megan
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Re: CN6 - La piel que habitaba

Mensaje por Megan »

Por supuesto acudí al amigo Google :D
El mito es interesante y está muy bien plasmado, la lírica está muy bien elaborada y hace llevadera la narración.
Me dejó un sabor amargo, de tristeza de esa mujer que tanto quería esa piel, que fue capaz de dejar a sus hijos por ella.
El final duele.
Lo describiste muy bien autor/a.

Mucha suerte y gracias por compartirlo :60:
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Isma
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Re: CN6 - La piel que habitaba

Mensaje por Isma »

Sí, la leyenda de las selkies. La conocía. En su momento me pareció una variante del mito de la sirena. Creo recordar que también había selkies masculinos, pero me llama la atención que sea por regla general una mujer y no un hombre quien queda atormentada por esa vida entre dos mundos, el mar y la tierra.

Creo que el relato es correcto pero echo en falta más emoción. Se menciona que ella ama a sus dos hijos, y sin embargo no me conmueve el momento en que ella se separa de ellos. Tienes que intentar sacudir al lector, que sienta el mismo desgarro que siente la protagonista. Igual pienso de la melancolía que sufre al estar separada del mar y de su naturaleza. ¿En qué se refleja? Hay una marejada de emociones al alcance de tu mano: sácales provecho.

También sugeriría darle a la leyenda un toque particular. Tal y como está narrada, se difuminan los detalles, todos los personajes parecen genéricos. Mucha suerte.

pd. “El aroma del mar, embadurnaba”. Sujeto y predicado separar no debes.
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rubisco
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Re: CN6 - La piel que habitaba

Mensaje por rubisco »

Querido autor, querida autora:

Uno de los poderes de la literatura es el de la enseñanza. ¡Ahora sé lo que son las selkies! Gracias por este encomiable trabajo.

Tengo que decir que la historia me gusta, no así el desarrollo. Si bien todas las escenas que has armado tienen su lógica, creo que la última, la referida a los regalos, es muy larga y llega de forma muy abrupta (Es mi opinión como lector; no tienes que tomarla como algo cierto al cien por cien). Dicho esto, creo que, estés o no estes orgulloso u orgullosa de tu relato, toda escritura es un entrenamiento y una oportunidad para mejorar.

¡Mucha suerte!
69
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raumat
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Re: CN6 - La piel que habitaba

Mensaje por raumat »

Bonita leyenda la de las selkies.
Y bonito el relato que has construido a partir de ella. He seguido la historia de Ian y su esposa con interés.
Aunque a mí, en general, me gustan más los relatos que tienen más acción, aventuras, peleas y porrazos. Los de amor y esas cosas, me llaman menos.
Pero bueno, creo que te ha quedado un buen trabajo.
Gracias autor por compartirlo y suerte en el concurso.
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cindia
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Re: CN6 - La piel que habitaba

Mensaje por cindia »

No conocía en absoluto la leyenda de las selkies y me ha encantado conocerla tanto como tu relato. Se me ha hecho muy entretenida la historia :D
Que egoista el pescador esconderle la piel durante años para que no se fuera :evil: Lástima perderse la cara que se le quedaría al enterarse de todo al volver a casa :lol:

Suerte en el concurso.
1
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Sinkim
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Re: CN6 - La piel que habitaba

Mensaje por Sinkim »

Hacía mucho tiempo que no leía una historia de las selkies, el único problema es que son todas muy similares :D Me hubiera gustado encontrar algo diferente en ésta, que se quedara con la familia por el amor que había llegado a profesar a sus hijos, que hiciera una carniceria en el barco del esposo... Algo que le diera un giro a la historia y que me sorprendiera :lol: Pero, exceptuando eso, es una muy buena historia basada en una leyenda no muy conocida :lol:
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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Meiko
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Re: CN6 - La piel que habitaba

Mensaje por Meiko »

Yo tampoco conocía la leyenda de las selkies, así que ante todo agradecerte por ello.

Sí me ha gustado, pero creo que este relato tiene mucho más potencial. No lo digo por los errorcillos de las prisas, eso se corrige. Es sobre todo por el tema que ya te han comentado de las emociones. Puedo imaginarme el dolor de la selkie, su nostalgia del mar. Pero a la vez debe desear estar en tierra para estar con sus hijos, no sé, creo que toda esa tensión podría traslucirse de algún modo. Y que la decisión de volver al mar debería ser algo complicada, agridulce. Luego está el marido. ¿Qué siente por él? ¿Rencor? ¿O le perdona porque le ama, porque es el padre de sus hijos? No me queda nada claro. ¿Y él? ¿Qué pasa en su interior? ¿La ama, se siente culpable por ocultarle la verdad o no? Y dirás que no tiene importancia, y será verdad. Pero a mí esta historia me hizo extrañar más de lo que pasa dentro de los personajes, tal vez porque tiene un potencial muy emotivo, o tal vez sólo cuestión de gustos.

Decirte que el principio de la historia, tal vez porque no conocía la leyenda, me atrapó y quería saber a qué piel se refería. No sabía si sería algo físico o más bien psicológico de la protagonista. Me pareció un buen comienzo. El título es original, llama la atención.

Muchas gracias por compartirlo :60:
1
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Iliria
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Re: CN6 - La piel que habitaba

Mensaje por Iliria »

Es interesante el mito de las selkies tal y como lo planteas. En líneas generales la narración es correcta, peeeero me uno a la opinión de los compis de qué hay que trabajar más el sentimiento. Que el dolor de la protagonista sea tu dolor y que así se lo hagas llegar a quienes te leemos.
Suerte :60:
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón :101:
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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