CN6 - Pasaje - Dulcineaa
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CN6 - Pasaje - Dulcineaa
PASAJE
Fue como despertar de un largo sueño, profundo y hueco. Con plácida somnolencia recorrió el trayecto entre la parada de colectivo, en la ruta, y su casa, unas cuadras más allá por la amplia avenida enmarcada por plátanos centenarios. En su memoria –como una fotografía- la imagen del chofer y la camarera, despidiéndola desde el estribo del ómnibus.
A esa hora de la madrugada sólo se encontró en el camino con un grupo de jóvenes alborotados – arrastrando los restos de una noche de festejos- que pasó a su lado ignorándola. Sin embargo si cerraba los ojos por un instante, su visión se poblaba de figuras amigables que le daban la bienvenida; podía sentir el ruido familiar de las escobas barriendo el follaje muerto en las veredas: crach, crach… el rumor de la charla de las vecinas y la bocina inconfundible del panadero llevando el enorme canasto en la parte delantera de su bicicleta. Por toda partes –flotando- el olor a hogar; a comida casera, mezclados con el de las madreselva de las verjas y los jazmines del país en las glorietas de jardines íntimos. En el regreso después de tanto tiempo, eran los recuerdos abriéndose paso, devolviéndole el sabor del dulce de leche y de los duraznos en conserva del sótano en la casa de la abuela.
Las luces de la casa paterna estaban encendidas. Aunque ella había mantenido en secreto la fecha de su regreso, sin dudas la noticia se había filtrado por las redes sociales y sus hermanos había dado aviso a los padres. De cualquier forma, el silencio le indicó que la familia aún dormía así que se dejó llevar por un impulso infantil, casi instintivo y corrió hacia el patio de atrás. Ulises, el viejo caniche salió a recibirla, saltándole a su alrededor con una especie de aullidos sordos, lastimeros.
Avanzó sobre las hojas secas -increíblemente suaves y silenciosas- hasta dar con el columpio de su niñez. Se trepó decidida en el asiento de madera tallada y comenzó a hamacarse feliz, con una felicidad de niña traviesa descubriendo el sabor del vértigo. Se dejó estar así un buen rato, con el viento haciéndole bailar la cabellera rojiza hacia adelante y hacia atrás, adormeciéndola en el último vaivén suave.
Entró a la casa por la puerta de la cocina, siempre con Ulises enredado entre sus piernas, ahora en silencio y con los ojitos pendientes de sus movimientos. Subió en puntillas por la escalera alfombrada con la intención de sorprender a los suyos.
Cuando dobló por el pasillo que llevaba a los dormitorios, por un instante se buscó en el espejo del fondo y fue como mirarse en todos los espejos del mundo, pero ninguno reflejó su imagen. Un espanto inconcebible vino a desgarrarle el alma y, convertido en un alarido inhumano, sin sonido, fue rebotando –en silencio- por todos los rincones, mientras se superponían imágenes últimas: una línea titilante y fatal en un monitor como lápida; su cuerpo junto a otros destrozados entre chatarras; el abrazo de náufragos de los suyos ante la figura abatida del médico joven y el columpio de su nostalgia, meciéndose triste en la nada.
Por fin la calma y una voz conocida (de otro tiempo) animándola con voces redondas y brillantes, conduciéndola, ahora ágil y etérea, por un corredor azul iluminado por duendes luciérnagas.|
Fue como despertar de un largo sueño, profundo y hueco. Con plácida somnolencia recorrió el trayecto entre la parada de colectivo, en la ruta, y su casa, unas cuadras más allá por la amplia avenida enmarcada por plátanos centenarios. En su memoria –como una fotografía- la imagen del chofer y la camarera, despidiéndola desde el estribo del ómnibus.
A esa hora de la madrugada sólo se encontró en el camino con un grupo de jóvenes alborotados – arrastrando los restos de una noche de festejos- que pasó a su lado ignorándola. Sin embargo si cerraba los ojos por un instante, su visión se poblaba de figuras amigables que le daban la bienvenida; podía sentir el ruido familiar de las escobas barriendo el follaje muerto en las veredas: crach, crach… el rumor de la charla de las vecinas y la bocina inconfundible del panadero llevando el enorme canasto en la parte delantera de su bicicleta. Por toda partes –flotando- el olor a hogar; a comida casera, mezclados con el de las madreselva de las verjas y los jazmines del país en las glorietas de jardines íntimos. En el regreso después de tanto tiempo, eran los recuerdos abriéndose paso, devolviéndole el sabor del dulce de leche y de los duraznos en conserva del sótano en la casa de la abuela.
Las luces de la casa paterna estaban encendidas. Aunque ella había mantenido en secreto la fecha de su regreso, sin dudas la noticia se había filtrado por las redes sociales y sus hermanos había dado aviso a los padres. De cualquier forma, el silencio le indicó que la familia aún dormía así que se dejó llevar por un impulso infantil, casi instintivo y corrió hacia el patio de atrás. Ulises, el viejo caniche salió a recibirla, saltándole a su alrededor con una especie de aullidos sordos, lastimeros.
Avanzó sobre las hojas secas -increíblemente suaves y silenciosas- hasta dar con el columpio de su niñez. Se trepó decidida en el asiento de madera tallada y comenzó a hamacarse feliz, con una felicidad de niña traviesa descubriendo el sabor del vértigo. Se dejó estar así un buen rato, con el viento haciéndole bailar la cabellera rojiza hacia adelante y hacia atrás, adormeciéndola en el último vaivén suave.
Entró a la casa por la puerta de la cocina, siempre con Ulises enredado entre sus piernas, ahora en silencio y con los ojitos pendientes de sus movimientos. Subió en puntillas por la escalera alfombrada con la intención de sorprender a los suyos.
Cuando dobló por el pasillo que llevaba a los dormitorios, por un instante se buscó en el espejo del fondo y fue como mirarse en todos los espejos del mundo, pero ninguno reflejó su imagen. Un espanto inconcebible vino a desgarrarle el alma y, convertido en un alarido inhumano, sin sonido, fue rebotando –en silencio- por todos los rincones, mientras se superponían imágenes últimas: una línea titilante y fatal en un monitor como lápida; su cuerpo junto a otros destrozados entre chatarras; el abrazo de náufragos de los suyos ante la figura abatida del médico joven y el columpio de su nostalgia, meciéndose triste en la nada.
Por fin la calma y una voz conocida (de otro tiempo) animándola con voces redondas y brillantes, conduciéndola, ahora ágil y etérea, por un corredor azul iluminado por duendes luciérnagas.|
- Iliria
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- Ubicación: En la Torada Mágica, para siempre
Re: CN6 - Pasaje
Empiezo con este
Me ha gustado bastante como describes esa atmósfera de languidez: los patios, la escoba barriendo, los juerguistas que regresan...
Y el final impactante. Buen trabajo
Me ha gustado bastante como describes esa atmósfera de languidez: los patios, la escoba barriendo, los juerguistas que regresan...
Y el final impactante. Buen trabajo
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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-Mejor.
Re: CN6 - Pasaje
Me ha gustado la atmósfera creada y la buena descripción de las escenas. Ese final tan triste no me lo esperaba y me ha dejado un poco decaída. Eso es una buena señal. Buen trabajo.
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- Paraná
- No tengo vida social
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Re: CN6 - Pasaje
¡Vaya sacudón el que me has propinado, escribidor/a! Me has hecho deslizar lánguidamente por esas escenas descriptas con tanto lirismo y suavidad, para ir enrareciendo la atmósfera gradualmente hasta ese final de vértigo. ¡Muy buena mano, te lo voy diciendo! Nos has traído un viejo mito, muy popular en mis pagos: que los que mueren recorren los lugares amados antes de partir; "andan despidiéndose", dicen las consejas. Volviendo a tu forma de narrar, debo decirte que la encuentro hermosa, bien trabajada, sutil. El detalle del espejo es perfecto para enterarnos de la condición fantasmal de la prota. Y la imagen del columpio moviéndose solo... ¡uau! Tenés todas las posibilidades de llevarte muchos puntos de mi parte. Gracias por tu historia.
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Re: CN6 - Pasaje
Autor, autora, yo trabajo en un hospital y tengo anécdotas de "regresados" para aburrirte. Mira, ayer justo andábamos hablando de este tema tomando un café en el oficce. Tenemos a la niña de las urgencias pediátricas, que va de un lado a otro preguntando por sus papás, tenemos la habitación 28 de la planta trece donde se dice que hay ruidos "extraños" y más, tenemos más. Pero mira, yo escucho las historias con una sonrisilla tonta porque me van mucho estos temas de terrorcillo pero ni nunca vi nada, ni nunca me pasó nada, ni nunca noté presencias. Creo que las únicas que notan presencias son mis gatas, que se pueden pasar horas mirando un punto fijo en la pared.
En fin, tu relato no me ha noqueado -porque las hojas secas nunca en la vida son silenciosas y tal vez por el mismo título, que ya dice mucho- pero debo decir que ha sido placentero leerlo, no ya por la meta sino para disfrutar del paisaje. Muy bellas las imágenes de esos plátanos centenarios, muy bella las imágenes de esa melena roja al viento en el amanecer.
En fin, tu relato no me ha noqueado -porque las hojas secas nunca en la vida son silenciosas y tal vez por el mismo título, que ya dice mucho- pero debo decir que ha sido placentero leerlo, no ya por la meta sino para disfrutar del paisaje. Muy bellas las imágenes de esos plátanos centenarios, muy bella las imágenes de esa melena roja al viento en el amanecer.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
Re: CN6 - Pasaje
La prosa es buena y la composición bien trabajada cosa que ayuda y se agradece tanto a la hora de la lectura como a su comprensión. Ese lenguaje costumbrista me encanta. No es que sea muy original pero aprueba sobradamente. La leyenda o el mito están presentes. En términos globales me ha gustado.
Última edición por Gavalia el 02 Ene 2018 17:49, editado 1 vez en total.
En paz descanses, amigo.
- ACLIAMANTA
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- Mensajes: 584
- Registrado: 29 Oct 2014 13:01
Re: CN6 - Pasaje
No tengo claro si se enmarca del todo en la temática de mitos y leyendas pero qué buen relato, evocador y nostálgico.
Además engancha, se lee fácil y con un final que no me parece que se adivine fácilmente.
Suerte al autor!
Además engancha, se lee fácil y con un final que no me parece que se adivine fácilmente.
Suerte al autor!
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Re: CN6 - Pasaje
Entiendo que se refiere al mito de la experiencia después de la muerte, en el supuestamente se revive la infancia, los recuerdos de aquellos que nos quieren, o el compendio de nuestras experiencias. Es muy evocador, con esa casa en la que habita el calor de nuestros familiares, el perro que, mudo, se siente feliz de nuestra compañia.
Creo que no aporta la frase que hace mención al chofer y la camarera porque se refiere a una memoria que no puede tener en esa experiencia y que no se explica además al lector. Y el planteamiento no me parece muy original.
Mucha suerte.
Creo que no aporta la frase que hace mención al chofer y la camarera porque se refiere a una memoria que no puede tener en esa experiencia y que no se explica además al lector. Y el planteamiento no me parece muy original.
Mucha suerte.
Re: CN6 - Pasaje
Autor/a en general me gustó.
La narración es buena y el tema es interesante.
Creo que las descripciones podrían mejorarse.
Supongo que la leyenda es la de volver a la tierra de los vivos tras la muerte.
El final está muy bueno, la verdad es que me asustó.
Mucha suerte y gracias por compartirlo
La narración es buena y el tema es interesante.
Creo que las descripciones podrían mejorarse.
Supongo que la leyenda es la de volver a la tierra de los vivos tras la muerte.
El final está muy bueno, la verdad es que me asustó.
Mucha suerte y gracias por compartirlo
Re: CN6 - Pasaje
Este relato me recuerda a las leyendas que contaban en mi barrio siendo un niño. Me ha gustado, el final digno de una película de Shyamalan.
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Re: CN6 - Pasaje
Muy bien descrito. Un poco cortito.
¡Suerte!
¡Suerte!
Re: CN6 - Pasaje
Una historia entretenida pero no ha terminado de cautivarme, quizas porque me la veía venir casi desde el principio, son ya muchas las historias de fantasmas que he leído o visto, culpa mía . Aún así se aprecia una buena pluma detrás del texto y está escrito con mucha dulzura y cariño
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)
Re: CN6 - Pasaje
Algunas veces veo muertos por las esquinas. Segundo repaso y no varía mucho mi opinión. Me gusta la prosa pero no tanto el argumento. Supongo que el mito de los fantasmas sigue vigente.
En paz descanses, amigo.
- Edgardo Benitez
- No tengo vida social
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- Registrado: 12 Feb 2017 14:10
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Re: CN6 - Pasaje
Posible el tema no sea tan original ni tan ameno, pero lo has contado con tanta gracia que me has obligado a leerlo varias veces, y en todas encuentro la misma simpatia por tu trabajo dedicado y bien pensado. Sigo admirando el lirismo en la Literatura, la vocación natural del escritor por realzar la belleza, aun en instantes complicados de la vida.
¡Hay vida antes de la muerte!
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
- Spicata
- No puedo vivir sin este foro
- Mensajes: 909
- Registrado: 31 Oct 2009 15:41
- Ubicación: Donde las estrellas se cruzan con el viento
Re: CN6 - Pasaje
Querido autor/a:
¡Muy buen trabajo! En muy poco espacio has conseguido envolverme con esa atmósfera de languidez que has descrito y a la misma vez impactarme con el final. Me ha pillado completamente desprevenida. Creo que es difícil hacer un relato redondo en muy pocas lineas, y tú lo has conseguido. De nuevo, buen trabajo.
Suerte en el concurso
¡Muy buen trabajo! En muy poco espacio has conseguido envolverme con esa atmósfera de languidez que has descrito y a la misma vez impactarme con el final. Me ha pillado completamente desprevenida. Creo que es difícil hacer un relato redondo en muy pocas lineas, y tú lo has conseguido. De nuevo, buen trabajo.
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