He leído más o menos la mitad y me está gustando pero tampoco me parece la gran cosa (no el autor sino este libro en específico), me gustan los ensayos/cartas así de breves, pero creo que en el caso de Nooteboom hacen falta caracteres. Trata temas de los que me gustaría saber un poco más y lo poquito que dice no me alcanza. Hace poco leí un libro de Simon Leys que es parecido (ensayos cortitos sobre temas muy variados) y me pareció que fluía mejor, en cambio en estas cartas de pronto siento como si el lector tuviera que caminar descalzo sobre un camino lleno de piedras: la vista es bonita, el clima es agradable y se detiene a recoger alguna flor, pero en el fondo quiere que ya termine la caminata.
Subrayé algunas cosas:
Voy dejando mis cartas en la playa, sobre una roca que hay junto al mar, con la esperanza de que tú las encuentres. Te escribiré sobre cosas que leo, veo y pienso. Historias que imagino, que me vienen a la memoria, que me sorprenden. Noticias del mundo, como aquella anécdota del hombre que contrajo matrimonio con una muerta. Puede que encuentres las cartas o puede que se las lleve el viento. Si he decidido escribirte es porque pienso que quizá aún te interese conocer algo del mundo. No sé qué sucederá después, es imposible saberlo. Como mucho puedo imaginarlo. No se empieza por la respuesta. Siempre me he preguntado qué sentisteis vosotros los dioses cuando ya nadie os suplicaba ni os pedía nada. ¿Quién sería la última persona en invocaros? ¿Dónde fue? ¿Habéis hablado de eso alguna vez entre vosotros? Nosotros aún vemos vuestras imágenes, y sin embargo, ya no estáis aquí. ¿Sentisteis envidia de los dioses que os sucedieron? Y ahora que estos también han sido abandonados, ¿os reís de ellos?
Somos ruinas que siguen pensando y hablando.
Kafka es un continente, te transporta a lugares donde no has estado nunca.
Nos acompañan el baile de delfines rosados y las nubes de formas cambiantes.
A veces, cuando de repente los árboles se inclinan bajo el viento como sirvientes ebrios o cuando el mar embravecido le grita a las rocas y una blanca escritura eléctrica atraviesa el cielo, siento como si estuvierais muy cerca de aquí, aunque en realidad nadie haya vuelto a veros.
No hay nada más hermoso que estar solo, sentado bajo una lámpara, con un libro abierto sobre la mesa, y trabar amistad con gente que nunca has conocido, gente de otra época.
Los libros nos reclaman algo, siempre lo hacen, incluso cuando están cerrados.
Ella ve en él una mancha blanca, un hombre ya casi borrado del mundo que acumula un estéril rencor, mientras que a ella el amor la vuelve cada vez más bella.
Bucear no sé, la verdad, pero me gusta flotar bajo el techo translúcido del agua en movimiento como si fuera un torpe animal acuático ya extinguido.