En la Historia de la Humanidad ha habido tres homenajes que se recordarán por siempre debido a su intensidad y sentimiento:
El primero fue el que le dieron a Noe, tras su muerte en la ancianidad, todos los animales a los que había salvado del diluvio subiéndolos al arca (la de balidos, bramidos, barritos, gorjeos y gruñidos que se oyeron en melódico concierto...)
El segundo fue aquel que recibieron los hombres de Jerjes que cayeron en las Termópilas. Decenas de miles de mujeres, niños y ancianos persas lanzaron al Egeo centenares de miles de coronas y guirnaldas de flores para que su perfume inundara aquellas pérfidas y pútridas tierras helenas, y les evitara a sus queridos soldados el penar de soportar aquel hedor.
Y el tercero, ay el tercero, es el que Tito, Pancho, Desi, Piraña, Javi y la guapa (no recuerdo su nombre, tan solo sus ojos) hicieron a la muerte de Chanquete...
Pero este de Arena, escuchadme bien, este los supera a todos con creces!!
¡¡Gloria eterna a los héroes de la Antártida, a los del Ártico... y a Arena!!
¿Ves, Evaluna, como el que quiere hacer las cosas bien las hace? Ni unas pocas letras ni unos pocos kilómetros son impedimento para que el justo haga lo que debe hacer (Confucio) |