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CONFESIONES DE UN INGLES COMEDOR DE OPIO
de QUINCEY, THOMAS DE
ALIANZA EDITORIAL 2002
12.0x18.0 cm 141 pags
Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda bolsillo
ISBN: 9788420628981
Colección: LITERATURA (ALIANZA)
Nº Edición:1ª
Año de edición:2002
Plaza edición: MADRID 6.75€
Reseña:
De vida solitaria, bohemia, azarosa y, en ocasiones, trágica, THOMAS DE QUINCEY (1785-1859) colaboró en varias revistas de la época, entre ellas el London Magazine, en cuyos números de octubre y noviembre de 1821 aparecieron sus CONFESIONES DE UN INGLÉS COMEDOR DE OPIO. El enorme éxito de esas entregas facilitó su publicación en forma de libro un año más tarde (edición con la que se corresponde la presente edición y que es considerada superior a la impresa en 1856). La obra refleja la actitud ambivalente del escritor hacia el opio cadena inexorable, llave del paraíso, sustancia que comenzó a utilizar en 1804 a fin de aliviar unos fuertes dolores y de cuyos efectos nunca lograría prescindir por completo. Otras obras de Thomas De Quincey en esta colección: «Del asesinatoconsiderado como una de las bellas artes» (L 5584), «Suspiria de profundis» (LB 1093) y «La rebelión de los tártaros» (LB 1454).
Este es la más famosa de sus obras (1821), precursora de la literatura "tóxica" y que, al parecer, forma la primera parte de una trilogía autobiográfica que continuaría con Suspiria de profundis (1845) y Apuntes autobiográficos (1853).
Lo he conseguido con la mulita.
Estás hablando de una de las mentes privilegiadas del siglo XIX. Yo llegué hasta él a trevés de Los Paraísos Artificiales de Baudelaire. Para su desgracia, de Quincey era adicto al opio; y en el libro recomienda alejarse de esa droga; ya que su experiencia personal es un cúmulo de espantos que torturaron su mente hasta el fin de sus días. Es un libro interesante para comprobar que no hay nada nuevo bajo el sol.
Tiene otro libro que es, a mi entender, su obra maestra "El asesinato considerado como una de las bellas artes" con este libro de Quincey, sin saberlo, creo una de las primeras obras de lo que hoy se conoce como surrealismo.
En efecto, hace referencia Baudelaire a este libro en sus Paraisos artificiales y, aunque yo no lo he leido, por lo que sé, lo que pondera especialmente es el uso del hachis. Sería interesante abrirle su hilo propio. De Baudelaire solo conozco sus geniales Flores del mal.
En cuanto a Quincey, sin duda, parece un escritor atípico y especial. Esa obra que comentas tiene hilo abierto: Asesinato considerado como una de las bellas artes, aunque al compañero Bucanero parece que no le ha entusiasmado demasiado. A ver si puedo leerlos próximamente que los tengo en archivo junto con otra obra suya titulada La rebelión de los tártaros.
La Rebelión de los tártaros es una novela histórica, lo que ocurre es que cuando se escribió nadie las llamaba así. La novela recrea el éxodo a China de setecientos mil tártaros perseguidos por el ejercito ruso. Se lee muy rápido y es entretenida.
Vale Michaux, creo que vale la pena conocer el estilo peculiar de este autor, es verdad que de sopentón puede resultar desconcertante ya que no se sabe muy bien que es lo que pretende o en que género suscribirlo, casi se puede decir que va a su aire, utiliza unos mínimos datos ya sean históricos filosóficos o de cualquier otro tipo para "reescribirlos" desde su peculiar óptica personal. Al respecto, trascribo aquí parte de la introducción a esa Rebelion de los tártaros hecha por el traductor Luis Loayza, que tambien es traductor de las Confesiones y de otras obras de Quincey publicadas en Alianza Editorial:
"La rebelión de los tártaros", relato fantástico, narra un hecho histórico. No falta ahora quien habla, siguiendo en esto, como en tantas cosas, la terminología norteamericana, de ficción y no ficción; en una estimamos la originalidad, el poder de invención; en la otra exigimos la veracidad, el rigor objetivo. Estas limitaciones no se aplican a De Quincey. En su obra, la parte de ficción es casi insignificante, mientras lo que se llamaría la no ficción las memorias, las biografías, los ensayos históricos o filosóficos son una creación imaginaria: dicen la verdad pero una verdad suya, una «verdad sospechosa» lo cual, según Alfonso Reyes, es una buena definición de la literatura. De Quincey lee, por ejemplo, un libro sobre los últimos días de Kant o una vida de Catalina de Erauso. No le interesa seguir documentándose ni conocer el tema más a fondo: el material ajeno le sirve de punto de partida, necesita de él para la propia creación, que consiste no en la simple divulgación, ni tampoco en inventar nuevos detalles (aunque esto puede ocurrirle), sino en poner la mirada sobre los hechos que otro ha contado, hacerlos suyos y volverlos a contar a su manera. En sus libros entraremos en la habitación en que agoniza Kant o recorreremos con la monja alférez las soledades americanas, y sus versiones serán más intensas que las de los propios testigos o protagonistas. Los textos ajenos han suscitado en él unos hechos que vuelven a suceder en el teatro de su imaginación. Este teatro interior donde se desenvuelven, como sin intervención suya, espectáculos prodigiosos, es una de las claves para entender a De Quincey.
En cuanto a las Confesiones..., aunque es autobiografica, se para fundamentamente en los hechos más importantes como la separación de su hogar y su dificil juventud haciendo especial mención a una joven prostituta con la que tuvo una fuerte relación emocional, y que le salvó la vida, pero a la cual luego perdió la pista. Tras comenzar a estudiar en la universidad toma contacto con el opio debido a unos dolores de estomago y ahí comienza su calvario, durante 17 años, en los que iria en progresión su consumo hasta la total adicción, nos describe sus efectos y los dolores a los que somete al cuerpo el tan popular "mono", que aunque suene "mona" la palabra, no tiene nada de agradable, como el mismo Quincey nos describe en sus alucinaciones oníricas, así como, al final, el método y dosificación de reducción paulatino de consumo que empleó para la desintoxicación. No obstante lo lúgubre del decorado hay que destacar el caracter lírico que adopta en ocasiones y el refinado y genial humor "imperturbable" de algunos de sus pasajes con una prosa sencilla pero de gran clase.
Al parecer, en esta edición de Valdemar que comentas, Madison, vienen las dos versiones de las Confesiones, la de 1821 y la de 1856, lo que la hace muy atractiva aunque, como era de suponer, es algo más cara.
Es muy conciso y preciso en el manejo del lenguaje; además no para de hacer disgresiones y reflexiones. Aun así se contradice: por ej,
dice que el opio no "embota" sino que hace pensar con mayor claridad, y más adelante, comenta que tras dejar el opio sus pensamientos volvieron a fluir a raudales (aunque se le escapan al escribirlo) y desapareció ese "embotamiento" provocado por el opio
Acabo de leer este libro, inclasificable, pues no se si son pequeños ensayos, no ficción, reflexiones de unas memorias, pero veo dos partes muy diferenciadas: las primeras 100 páginas en las que escribe sobre tres asesinatos múltiples, describiendo con todo detalle los hechos y el escenario y que me han parecido sublimes, y el resto son pequeños ensayos literario-filosóficos más breves sobre distintos temas. No me han gustado tanto porque en algunos si no conoces muy bien el tema te pierdes, y son temas como la revolución inglesa del siglo XVII, el Paraíso perdido de Milton, el teatro griego...
Pero con lo que me ha gustado la primera parte voy a buscar seguramente su otro libro El asesinato como una de las bellas artes.
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