El amante - Marguerite Duras

[Alejandro Ruiz]

Lo acabe de leer hace un rato y estoy del bando de los que no les gustó. Me quedo con la película.

[acitoruen]

A mí tampoco me gustó. No lo disfruté. Me confundía mucho con tanto ir para delante y para detrás, con lo de narrar en primera persona y luego pasar a tercera. Perdía totalmente el hilo de la historia y no terminé de meterme en ella. Es corta pero muy densa. La verdad es que ha sido una de las decepciones del año.

[jilguero]

Lo leí hace muchos años y sé que me fascinó. No siempre me enteraba, pero estaba sumergida a tope en el ambiente tan especial que suele crear la Duras. Con ella no caben las medias tintas: te gusta o no te gusta nada. A ver qué tal aguanta la relectura pasados lo años. El arranque, lo único que llevo leído, de nuevo me ha encantado.

[hexagono69]

Anda, pues siempre había pensado que era un libro de ficción.

[jilguero]

Mi madre está en el centro de la imagen. Conozco perfectamente su incomodidad, su sonrisa ausente, sus ganas de que la foto acabe. Por su cara cansada, por cierto desorden en su vestimenta, por la somnolencia de su mirada, sé que hace calor, que está agotada, que se aburre. Pero es la manera de ir vestidos nosotros, sus hijos, como pobres, donde noto un cierto estado en el que mi madre caía a veces y del que ya, a la edad que teníamos en la foto, conocíamos las señales precursoras, ese modo, precisamente, que de repente tenía de no poder lavarnos, de no poder vestirnos, y a veces incluso de no poder alimentarnos. Mi madre pasaba cada día por esa tremenda desgana de vivir. A veces duraba, a veces desaparecía con la noche. He tenido la suerte de tener una madre desesperada por un desespero tan puro que incluso la dicha de vivir, por intensa que fuera, a veces, no llegaba a distraerla por completo. Lo que siempre ignoré es la clase de hechos concretos que cada día la obligaban a abandonarnos de ese modo.

madre con hijos.jpg

[...]
Ahora la madre y los dos hermanos están muertos. También para los recuerdos es demasiado tarde. Ahora ya no les quiero. No sé si los quise. Los abandoné. Ya no guardo en mi mente el perfume de su piel ni en mis ojos el color de sus ojos. Ya no me acuerdo de la voz, salvo a veces la de la dulzura con la fatiga de la noche. Ya no oigo la risa, ni la risa ni los gritos. Se acabó, ya no lo recuerdo. Por eso ahora escribo tan fácilmente sobre ella, tan largo, tan tendido, se ha convertido en escritura corriente.

marguerite duras con sus hermanos.jpg

Esta forma de narrar y las cosas que narra me zarandean. Y cuando habla del río Mekong me parece un disparate no haber intentado ir para ver su corriente arrastrándolo todo. Reconozco que soy muy fan de esta mujer e igual no soy objetiva. Pero se desnuda de tal manera, se entrega tanto, que me resulta imposible no admirarla.

[jilguero]

Bueno, parece ser que algo de objetividad me queda... En la segunda mitad se vuelve más reiterativa y hay fragmentos que resultan difíciles de digerir y que, en algunos casos, he reconocido como personajes de otras novelas suyas, como la mendiga que recorre el río Mekong con la niña y que luego acabará en Calcuta, que creo que desarrolla más en el Vicecónsul. Creo recordar que lo del abandono de la niña en la puerta de su casa es verídico y que Duras lo vivió como una responsabilidad excesiva (la madre la hizo que se ocupara de ella). La historia que vertebra la novela, la relación con su amante chino, sí me gusta de principio a fin. Dejo aquí algunos fragmentos a modo de pinceladas de lo que ofrece esta novela.

El ruido de la ciudad resulta tan próximo, tan cercano, que se oye su roce contra la madera de las persianas. Se oye como si atravesaran la habitación. Acaricio su cuerpo en ese ruido, en ese paso...
[...]
Ahora anochece. Me dice que toda mi vida recordaré esa tarde, incluso cuando haya olvidado su rostro, su nombre.
[...]
Ese día, en esa habitación, las lágrimas consuelan del pasado y también del futuro.
[...]
El crepúsculo caía a la misma hora durante todo el año. Era muy corto, casi brutal. Durante la estación de las lluvias, durante semanas, el cielo no se veía, estaba cubierto por una niebla uniforme que ni siquiera la luz de la luna atravesaba. Durante las estaciones secas por el contrario el cielo estaba desnudo, despejado en su totalidad, crudo. Incluso las noches sin luna eran luminosas. Y las sombras se dibujaban por igual en los suelos, en las aguas, en los caminos, en los muros.
[...]
En las avenidas del patio las sombras de los manzanos caneleros son de tinta china. El jardín está totalmente petrificado en una inmovilidad de mármol. La casa igual, monumental, fúnebre.
[...]
Ella también, cuando el barco lanzó su primer adiós, cuando se levantó la pasarela y los remolcadores empezaron a arrastrarlo, a alejarlo de la tierra, también ella lloró. Lo hizo sin dejar ver sus lágrimas, porque él era chino y esa clase de amantes no debía ser motivo de llanto.
[...]
Ella estaba acodada en la borda, como la primera vez en el transbordador.
Sabía que la miraba. Ella también le miraba, ya no le veía pero seguía mirando hacia la fortaleza del coche negro. Y después, al final, ya no le vio.
El puerto se desdibujó y, después, la tierra.

[asangrefria]

Lo leí el año pasado y no comenté

Es un libro bastante extraño, igual es que yo me esperaba una novela de iniciación (con alto contenido sexual) y los derroteros aunque van por ahí el estilo no facilita nada de nada meterse en la historia (al menos ese fue mi caso).

Es curiosa e interesante, aunque a mí no me entusiasmara