Mortal y rosa - Francisco Umbral

[Cape]

Mortal y rosa.jpg

Nº de páginas: 252 págs.
Encuadernación: Tapa dura
Editoral: PLANETA
ISBN: 9788408049746

Sinopsis: Es la obra cumbre de Francisco Umbral. Su autor la define como memoria simultánea y el mundo de la literatura la considera una de los obra maestras del siglo XX. Umbral apresa entre palabras la alegría de un niño, de un hijo, y el dolor de su pérdida, en el que sólo se puede vivir. Su belleza no impide sentir un escalofrío cuando la felicidad se le escapa a uno entre los dedos al pasar la página. Una obra inmortal.

[Aben Razín]

Gracias Cape por abrir este hilo, aunque Francisco Umbral no ha sido santo de mi devoción, quizás en esta obra cambie algo...

[sergio,]

Con ella estoy; ¡pensaba que tendría más comentarios!

[Quiuac]

Lo han propuesto en el club de lectura de nuestra biblioteca. Creía que iba a tener más comentaríos.
Una reseña del libro firmada por Félix Grande habla del libro de Umbral más escalofriante y más conmovedor....en fin, voy a comenzarlo a ver que tal.

[Estrella de mar]

Es una preciosidad de libro. Un imprescindible, diría yo. Lo leí hace una montoná de años por recomendación de un profesor de literatura. Aún le estoy agradecida.

[hierbamora]

Es una preciosidad de libro. Un imprescindible, diría yo.

Pienso igual, Estrella. Es una maravilla de libro. A mí me lo recomendaron hace unos años en un taller de poesía. De hecho en mis estanterías lo tengo junto con los de poesía. A quien realmente le apasione la poesía no debe dejar de leer esta prosa poética escrita desde las visceras, el dolor y la maestría. Si hay prejuicio ante el escritor o la vivencia que cuenta intentar superarla. Estamos ante una obra insórbita y auténtica. Muy recomendable, sí. ¿Imprescindible? Por supuesto.

[Aben Razín]

Gracias por tu recomendación, hierbamora, ¡la tendré en cuenta!,

Aunque desgraciadamente he encontrado esta edición en el catálogo de la biblioteca:

Mortal y rosa, Madrid, Unidad Editorial, 1999. Prólogo de Félix Grande. Colección: Millenium, 52. Tiene 159 páginas y el ISBN es 978 8481301698. Notas: De venta conjunta e inseparable con El Mundo.

Supongo que las cien páginas de diferencia se deben al tipo de letra que, en esta edición, es menuda y dificulta bastante la lectura,

[jilguero]

Albatross me lo ha rescatado al enviármelo y me propongo releerlo.
Sé que me pareció conmovedor y muy poético, y que lo disfruté mucho.
Espero volver a disfrutarlo tanto o más que esa primera vez .

PD: me sorprende que un libro como este tenga tan poco eco en el foro

[jilguero]

Recién empezado y creo que va a ser un libro de lectura lenta y meditada:

...se vive de lo que se puede, y tarda uno en aprender a vivir de realidades, de cosas, de objetos, como viven los seres naturales. El hombre es un ser de lejanías, dijo el otro. Sí, el hombre es un ser de utopías, de distancias, de «proyectos líricos». El hombre tiene que aprender a ser criatura de cercanías, pastor de lo inmediato.

Cuando sueño soy el exégeta confuso de mí mismo, el amanuense indescifrable y pelmazo que quiere anotarlo todo y todo lo embarulla.

De la prosa de la vida hago en sueños poemas surrealistas. Breton vive de mí y sale por la noche a comerme en porciones.

Más vale la lucidez mediocre que el delirio.

Enlace


PD: me ha gustado saber que el origen del nombre de esta novela es un verso de La voz a ti debida, de Salinas:

¿Las oyes cómo piden realidades,
ellas, desmelenadas, fieras,
ellas, las sombras que los dos forjamos
en este inmenso lecho de distancias?
Cansadas ya de infinidad, de tiempo
sin medida, de anónimo, heridas
por una gran nostalgia de materia,
piden límites, días, nombres.
[...]
Y su afanoso sueño
de sombras, otra vez, será el retorno
a esta corporeidad mortal y rosa
donde el amor inventa su infinito.

[jilguero]

Voy avanzando y me señalo tantas cosas que no sé ni qué comentar.

De momento, Umbral va cogiendo excusas para echar a volar su imaginación y su ingenio (el pelo, la blancura de la piel, en antopoide que llevamos dentro, el esqueleto, las manos, etc.), y hacer afirmaciones ocurrentes, sin duda, pero no sé con cuanto de contenido real y cuánto de juego intelectual. Me refiero a afirmaciones del tipo:

...miraba con los ojos entornados, miraba con lo blanco de los ojos, que es como miran los muertos, viendo entre los párpados una zona que no es del cielo ni de la tierra.

Refiriéndose a los niños:
Y como todavía participa de las corrientes generales de que ha sido hecho, reconoce en seguida la hermandad de las cáscaras, los pescados y el légamo. Es una pulpa salvaje en la que se han hincado suavemente los peines lentos del idioma.

Crueldad y ternura son en él una misma cosa, y destripa el mundo porque lo ama, y sus pasos menudos van tomando posesión del planeta con levedad y amor, porque aunque el niño apenas si le pesa a la tierra, es más de la tierra que nosotros, viajeros ya por los aires convencionales de la reflexión y el miedo.

De la carne versus huesos:
El cuerpo despierta al beso y la caricia. El esqueleto sólo despierta al golpe, lo que nos hace sospechar si nuestro cuerpo es hedonista, epicureísta, un poco panteísta (un pagano mutilado, diría Cioran), comprensivo, tolerante, pacifista y terrenal, nuestro esqueleto seguramente es un tío asceta y antipático, un ermitaño, un solitario, un contemplativo, un místico sin tentaciones, que se pasa el día rezando entre dientes (para eso tiene dientes) lo que nosotros no rezamos.

Del antropoide versus el hombre cultural:
Toda situación entre hombre y mujer es siempre tensa y falsa porque hay un tercero entre ellos, un antropoide que va y viene, se impacienta e interrumpe de vez en cuando: «Bueno, empezamos o qué».

La mano del antropoide es la misma que escribió los sonetos de Shakespeare, porque hay quien consigue mayores domesticaciones con su antropoide, y toda la cultura es un ejercicio circense en el sentido de que se obtiene domesticando a una fiera, educando a una bestia, humanizando a un mono.

Del sexo:
Luchar contra él es hostigarlo, sitiarlo, enfurecerlo. Debe desbordar las laderas de la carne, es el Nilo que llevamos en el alma, y cuando ha bañado plácidamente el mundo nos deja serenos, seguros y luminosos. El sexo es una flor o un monstruo. Se puede optar, en la vida, por llevar oculto un monstruo o por llevar erguida una flor. Casi todo el mundo opta por el monstruo, lo esconde, lo hostiga, lo alimenta o lo mata.

Encuentro en su prosa una mezcla extraña de poesía y crudeza, de mirada candorosa y de venir de vuelta de todo. Pero en general me está gustando mucho y tengo la sensación de estar leyendo un compendio de poemas sin rimas. De poemas que Umbral va construyendo alrededor de los elementos de nuestro cuerpo mortal y rosa .

[jilguero]

No puedo evitar que mi cabeza compare lo que nos ofrece aquí Umbral con lo que nos ofrece Calvino en el libro recién leído . Lo de este hombre es la vida propia ofrecida a cachos y destilando poesía.

Cuántas veces, tendido, a esa hora del atardecer, después del amor, cuando una mujer, ardida ya, ha dejado de ser ella y se mueve como bulto o rumor por la casa, pienso, medito, existo, no existo ni medito, espero, no espero, oigo cantar a los niños en la calle, viejos niños de siempre, el que yo fui, niños del atardecer en la ciudad, tristes entre las luces, un rumor de barrio muy habitado, y esa línea fina en que se convierte el mundo, ido el deseo, rota la tensión, caído el vuelo.

[...]Los proyectos, el ruido de sables, todo eso está ahí, retirado, agazapado, esperando que yo me ponga en pie para invadirme y llenarme de armas, pero ahora, mientras demoro mi vida y abandono mi cuerpo, apenas existo y la tarde viene a llenar, como un agua sin prisa, los huecos de mí que voy dejando.

Sólo quiero esto, escuchar a los niños, vagamente, ser el que desde la sombra acecha sus juegos dispersos de última hora, y saber que una mujer vieja está entrando en una tienda con luces cansadas y legumbres dormidas, a pedir medio kilo de algo. Ah, esa paz del atardecer, cuando todos se han desceñido sus armas y, por fin, el mundo vuelve a hacer sonar la música lentísima de sus ejes, y podemos escuchar, siquiera sea a intervalos, la luminotecnia del cielo y la respiración de los enfermos. Estiro el instante, estoy entre la inmensidad del cielo y el cuerpo apagado de una mujer que espera. El amor, a la mujer, se le apaga lentamente. Lo cuida en sí misma, lo mima, lo restaña. A mí, el amor me deja una gran oquedad, una hermosa disponibilidad, me deja el pecho abierto y los ojos inmensos, y el mundo todo acude a llenarme, a cruzar, sin romperlo ni mancharlo, el cristal en que me he simplificado.

Qué hora de silencio, cuántas veces repetida, en mi existencia, esta ocasión humilde en que, tendido por la enfermedad o el sexo, la marea alta del atardecer me sorprende, náufrago, y me acuna...

¡Uff!, me gusta tanto que casi no avanzo. Me quedo enganchada en la belleza de las imágenes que crea con las palabras, de la experiencia vital que nos regala.

[hierbamora]

¡Uff!, me gusta tanto que casi no avanzo. Me quedo enganchada en la belleza de las imágenes que crea con las palabras, de la experiencia vital que nos regala.

Hola, jilguero.

A mí me pasaba igual con el libro. No leía de forma recta sino en ondas, de adelante hacia atrás para continuar al poco rato de la misma forma, releyendo continuamente fragmentos puros de vida (y por ende, de arte). Una demora exquisita. Disfruta.

[Aben Razín]

Tal y como estoy leyendo los comentarios que haces, jilguero bien podría venirme como lenitivo una novela de estas características, aunque el motivo no fuera agradable. En cualquier caso, me sigo fiando de los gustos tuyos y de hierbamora,

[jilguero]

Tal y como estoy leyendo los comentarios que haces, jilguero bien podría venirme como lenitivo una novela de estas características, aunque el motivo no fuera agradable. En cualquier caso, me sigo fiando de los gustos tuyos y de hierbamora,

No todo el monte es orégano. Ayer tarde, por ejemplo, empezó a hablar de la gente del metro y a sacar teorías sobre esta que no me dijeron mucho. Te lo digo para que no lo idealices. Pero en general me asombra la sensibilidad y la honestidad, creo, con que muestra lo que siente y piensa.

[Aben Razín]

No todo el monte es orégano. Ayer tarde, por ejemplo, empezó a hablar de la gente del metro y a sacar teorías sobre esta que no me dijeron mucho. Te lo digo para que no lo idealices. Pero en general me asombra la sensibilidad y la honestidad, creo, con que muestra lo que siente y piensa.

No lo estaba idealizando, jilguero

Y menos si viene de Francisco Umbral, con el cual en vida tuve mis acercamientos y alejamientos ideológicos y literarios, así que mantengo mi interés por vuestros comentarios,