Escolios a un texto implícito - Nicolás Gómez Dávila

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Bufo Alvarius
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Escolios a un texto implícito - Nicolás Gómez Dávila

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"Escolios a un texto implícito", de Nicolás Gómez Dávila. (1977).

(Bogotá, Colombia, 18 de mayo de 1913 – ibídem, 17 de mayo de 1994)

1408 págs. Colección Ars brevis. Vilaür: Ediciones Atalanta, 2009

Desde ya, este es mi literato reaccionario de cabecera, en un mundo en el que más que nunca es necesaria la reacción. Y lo digo así, un reaccionario, no un simple conservador (Dávila no quería ser confundido con los que él calificaría como "progresistas paralizados"), ni un nostálgico. Aun resultando por momentos más mordaz que un Voltaire y más terrorista de las ideas que un Nietzsche, todas y cada una de sus palabras está fundada sobre una inconmovible fe y hasta diría que sobre una secreta dicha (sí, he dicho bien, dicha: extraña palabra para los oídos contemporáneos, para aquellos que buscamos como obsesos la mera "felicidad", vocablo moderno y vacío donde los haya):

"No pertenezco a un mundo que perece. Prolongo y trasmito una verdad que no muere", dejó dicho.

Estas son 1400 páginas de aforismos que fue escribiendo en su casa de los Andes, de la que apenas salió en vida, salvo para visitar a su estrecho círculo de amigos (pasó gran parte de su vida consultando su biblioteca personal, de más 30.000 volúmenes).

Si es verdad aquello de que las auténticas obras de arte (y las del pensamiento) explotan a espaldas de su tiempo, como proyectiles olvidados en un campo de batalla, este será sin duda uno de los clásicos en los que se mañana se funde el renacimiento del sentido en el hombre (con mañana quiero decir dentro de 300 o 400 años, cuando la libertad y la diversión se hayan consumido en su propio fuego y ya sólo queden de ellas las grises cenizas del hastío).
Al decir esto, no puedo menos de pensar también en "Ciudadela", de Saint-Exúpery, otro libro cuyo sentido aún no podemos ni siquiera empezar a comprender. Debemos cocinarnos un poco más en nuestra propia salsa para que su exigente remedio se libere y empiece a impregnar nuestro espíritu. Y lo hará, cuando cansados de buscar lo que queremos, empecemos a buscar lo que necesitemos. Mañana.
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