Terminada la primera temporada. Me encantan esos guiones que retroceden en el tiempo cuando conviene, el trabajo de los actores, la ambientación. Si no es la serie perfecta poco le falta. Tiene narices empatizar con unos personajes ociosos, más bien antipáticos y que miran el mundo por encima del hombro.
Me ha dejado pasmado
lo de que Margarita renunciase a Townsend para no abandonar su vida de lujo. Entiendo que es una solución de los guionistas para no dejar en mal lugar a la Reina. Como la pareja ha fallecido, nadie rechista. |
Chapeau por la elección del actor que encarna a Townsend. Muy bueno y con un parecido notable gracias a sus pómulos.
La serie me provoca curiosidad por saber más de la vida de esta gente. No conocía la historia del retrato de Churchill, para mí el mejor episodio. Coincido en que tampoco me gustaba el cuadro y si era suyo, tenía todo el derecho del mundo a hacer lo que quisiera. Qué bien llevado lo de la hija que falleció y la necesidad de pintar el estanque una y otra vez. He revisado la película “El joven Winston” sobre sus aventuras juveniles. No guardaba mal recuerdo de ella pero me temía lo peor considerando mi fobia al cine de Attenborough, y me ha fascinado. Menuda vida la de este hombre.
Queda muy bonito, pero me cuesta creer la escasez de coches en las calles de Londres, especialmente en la imagen final de Felipe de Edimburgo en el descapotable. Demasiada elipsis con las francachelas de este hombre. Se le ve bebido, viendo con sus amigotes unas diapositivas de Egipto (¿?) y poco más. Con la información que se da es mucho suponer tanta infidelidad –lo más que hace es sonreír con la imagen de una bailarina egipcia- y es confuso deducir a qué se dedica en sus escapadas. Se debería ser más explícito con estas cosas. Es como si los responsables de la serie se acobardaran según avanza la historia. En el primer o segundo episodio el señor exhibía el trasero y tan pichi, no se acababa el mundo. Lo mismo los mandamases les dieron un toque.
A ver si en la próxima temporada afinan con la caracterización de Anthony Eden, que el pelucón canta que no veas.