Voy a seguir contando cositas de la prensa. Recordáis a Arsenio Escolar, padre del no periodista que se hace pasar por tal, Ignacio Escolar. Bueno, ¿quién es Arsenio Escolar? Pues un hombre con ideales bien asentados. Creó una especie de bodeguilla al estilo Felipe González. Era superamigo de la también supercongruente reina Leticia, a la vez que simpatizante acérrimo de Podemos, como su ilustre hijo. Cobraba 300.000 euros anuales por arruinar una revista como "20 minutos" pero se ve que repartía entre la población en el mismo grado que su superamiga sus emolumentos. Su superamiga, que era republicana y llamaba a Felipe "el principito" en los intermedios de los telediarios, pero que a la hora de arremangarse y tener que colocarse una corona, no lo dudó mucho, vamos lo mismo que Pablo Iglesias al comprarse el chalet famoso.
Otro no periodista, ahora senador (y eso que decía que el senado no valía para nada. Hombre, para cobrar él sí), que era asiduo a las tertulias con el título de politólogo es Ramón Espinar Merino, que renegaba de su padre en directo porque había sido acusado y condenado por las tarjetas black (178.400 euros de nada) diciendo que él no era su padre, pero que en twiter decía: “somos los hijos de los obreros que nunca pudisteis matar. Los nietos de los que perdieron la Guerra Civil. Impunidad la nuestra”. Vamos que su padre era el obrero ese que no pudieron matar y del que tan orgulloso se sentía. Bueno no se puede pedir congruencia a alguien que en el mismo pleno que defendía un boicot a la coca-cola se ponía dos en el menú de la cafetería del Senado (con su sueldo le da para más de una).
Otro elemento pal arroz es Jesús Cintora. Despedido fulminantemente dice él que por parcialidad de Mediaset (¡ya tenía que ser parcial!, dirá alguno). La verdad es que había sido advertido varias veces de trato despótico al personal televisivo y su share era del 8 %. Pero sí que erra parcial y mucho. Tras cada dato bueno de la economía española ponía carnaza televisiva (alguien desahuciado por un despido, un enfermo terminal, un niño callejero, gente sin agua ni luz en su vivienda ruinosa,...), eso acompañado de las reflexiones audaces de Pablo Iglesias, Sor Lucía Caram (que debe querer arreglar España como arreglaron Argentina los peronistas
) o Cristina Fallarás (esta merece un capítulo aparte) donde apelaban a nuestra sensibilidad para poner verde al gobierno. ¿Quien no se apiada de los niños desnutridos, la gente sin energía o un enfermo terminal? A la porra las cifras macroeconómicas. Esa era la filosofía de Cintora, hoy en día premiado por la Sexta por su "imparcialidad"y criado a los senos de Iñaki Gabilondo.
Cristina Fallarás, la flamante nueva consejera de RTVE, simpatizante acérrima de Podemos, que tras caer en la ruina y ser deshauciada (habría que preguntarse por qué, en una persona sana físicamente, lo de la cabeza lo dejo para los psicoanalistas), reconoció sentirse orgullosa de hacer un Cristina Cifuentes con un tubo de pasta de dientes. Eso sí, no echaba de menos los macarrones o el pan nuestro de cada día. Según afirmó: “Lo que más eché de menos cuando entré en la pobreza radical fue mi crema hidratante”. Que no se preocupe que mientras gobierne Pedro Sánchez, " juro que jamás volverás a pasar deshidratación de piel" a lo "Lo que el viento se llevó". Yo debo estar en la extrema pobreza desde que nací, no he echado una crema hidratante en mi vida.
Otro día hablamos de los de derechas, que también tienen su miga.