Sexo y salud

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Hiro
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Re: Sexo y salud.

Mensaje por Hiro »

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julia
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Re: Sexo y salud.

Mensaje por julia »

Mira otro posible tema para fusionar con el General casi podia pasarlo aqui. :roll:
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Kosmik
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Re: Sexo y salud.

Mensaje por Kosmik »

Es bueno...pero hay que matizar. Es bueno cuando es satisfactorio tanto física como psicológicamente, de lo contrario no produce un bienestar optimo.

Unas veces puede fallar el orgasmo, otras puede haber falta de estimulo, otras puede
haber falta de tono vital, por cansancio o alguna molestia física.. y en ese caso no suele
ser una sensación muy guay..

Es sabido que determinados componentes alimenticios, como el Zinc, la vitamina E y
otros que no recuerdo ahora son necesarios para que la actividad sexual sea intensa y
placentera.

Y por otro lado, ya el psicoanalista Wilhelm Reich desarrollo una teoría en su libro "La
función del orgasmo".

Y aparte de todas las teorías, libera endorfinas que producen bienestar y relax..Pero siempre y cuando sea satisfactorio, y la experiencia no sea chunga.
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fabian
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Re: Sexo y salud.

Mensaje por fabian »

El sexo ya no es divertido
No sé cómo esta amalgama siniestra de desprecio al placer y de criminalización del puro deseo ha logrado colarse en medio de una protesta dignísima y necesaria contra las agresiones sexuales

Llevo toda mi vida considerándome alguien rematadamente normal en cuestiones sexuales. Aunque sé que la normalidad es una categoría problemática para hablar de cualquier conducta, espero que se entienda lo que quiero decir. Me he sentido, me siento y me sé raro en muchos otros aspectos de mi vida, en los que pertenezco a minorías a veces ínfimas: la minoría de los que dedican mucho tiempo a leer, la minoría de los que se ganan la vida juntando letras, la minoría de los que trasnochan y madrugan a la vez, la minoría de los que no ven fútbol, la minoría de los que nunca se han inscrito a un gimnasio y la minoría de los que no saben silbar ni montar en bici. Pero, en términos de sexo, me suponía parte de una aburridísima media estadística, la de un tipo heterosexual y monógamo, que disfruta de sus cosas en la intimidad de su casa sin convertirlas en mística ni en bandera de identidad. A la luz de lo mucho escuchado y leído en los últimos meses, empiezo a cuestionarme mi propia normalidad.

La campaña #MeToo es eficaz, necesaria y radicalmente oportuna. Ha dado una penúltima vuelta de tuerca a la sensibilidad de occidente, denunciando como intolerables y violentas muchas actitudes y conductas que parecían normales. Sobre todo, en oficinas y despachos, donde las jerarquías hacen de los abusos algo impune, y de sus víctimas, personas completamente indefensas. Las voces de quienes han sufrido acoso no sólo hacen que el humillador se convierta en humillado, sino que marcan el inicio de un cambio en el que ningún machito cabrón se sienta libre y legitimado para sus abusos y chantajes sexuales. Como sociedad, hay una obligación absoluta de respaldar a quienes se han visto indefensas.

No creo ser el único que ha visto cómo, a remolque de una protesta incontestable y justísima, se ha subido un vocerío, especialmente activo en las redes sociales, que plantea el sexo como un problema. «¿Qué sucede si no hay una posible reconciliación entre los ideales relucientemente limpios de la igualdad de género y los mecanismos del deseo humano?», se preguntaba Stephen Marche en The New York Times. Me froto los ojos porque a menudo no me creo lo que leo. En un artículo muy divertido , el escritor chileno Rafael Gumucio comentaba cómo el sexo sin penetración se ha puesto de moda entre ciertos universitarios de izquierdas chilenos, porque la penetración se considera violenta y capitalista. Gumucio comparaba estos prejuicios sexuales con la doctrina cátara del siglo XII, una secta cristiana ultrarradical que consideraba que el placer era un enemigo.

Lo que yo creía que era una normalidad sexual completamente intrascendente se está convirtiendo en libertinaje puro. Leo alucinado todas las disputas teológicas que asocian el deseo sexual a lo monstruoso y lo abyecto. Me tiro de los pelos leyendo a tuiteros que dan consejos para ligar en los que cualquier insinuación o maniobra de seducción es inadmisible y se califica como una agresión. No entiendo nada.

Me crié en una familia atea de izquierdas bastante normal. La religión y el pecado nunca tuvieron presencia en mi educación, ni siquiera en el colegio, que era público y en el que recibía “ética” en vez de religión. Mis padres fueron quizá demasiado francos y abiertos en cuestiones sexuales, empeñados en hablar más de la cuenta y en preocuparse de que, llegada la adolescencia, mi hermano y yo tuviéramos a mano preservativos, información, apoyo e intimidad, si se requería. No me parece que hiciesen nada excepcional y, en mi despertar hormonal, descubrí que tanto mis amigos como las chicas con las que iba a poner en práctica las teorías tenían una noción del sexo tan desprejuiciada y libre como la mía. Fue divertido, sin traumas, sin culpas y, por supuesto, sin la menor violencia. No he tenido nunca la sensación de que el deseo y el placer fueran un problema o crearan situaciones de opresión o simplemente desagradables. Hubo fuegos artificiales y desastres horrorosos, noches de gloria y noches de mierda, pero nada importante, nada que requiriese la intervención de un psicoanalista, un enfermero o un policía. Nada que no pudiera diluirse en un chiste.

Como parte de las relaciones y la comunicación humanas, el deseo sexual es complejo, sutil, cambiante, incontrolable y lleno de malentendidos, pero también, y por encima de todo, divertido. Incluso en su frustración. Nunca le he dado mucha importancia y, por supuesto, nunca ha sido motivo de disputa o incomodidad con mi pareja. O no más que el punto de sal del arroz de los domingos.

Yo me creía hijo de una generación a la que le había costado mucho dejar de sentirse aplastada por la losa nacional-católica. Mi padre, por ejemplo, fue interno de un colegio de curas siniestrísimo de la provincia de Guadalajara. Mi madre sufrió la opresión violentísima de una madre que hubiera querido ponerle un cinturón de castidad. Sus heridas fueron la libertad de sus hijos: nos quisieron libres de cualquier poso de culpa, ajenos a admoniciones de púlpito y confesionario. Y lo consiguieron. Hasta hoy, creía que esa era la normalidad de mi generación, con una noción estrictamente lúdica del sexo, hasta el punto de que buena parte de las novelas y de las películas de los siglos XIX y XX nos eran ajenas, pues hablaban de sociedades reprimidas. Admiramos la belleza de Proust, pero nos cuesta ponernos en la piel del protagonista, consumido por una represión sexual que jamás hemos sentido. Nos reímos del surrealismo, pero no conectamos a fondo con su sentido de liberar la mente, pues la nuestra no estaba encerrada en un incensario. Bailamos todo el rock de los años sesenta sin pensar en que se compuso como forma de liberarse de un dogal de cuentas de rosario. Buena parte del arte occidental moderno es incomprensible si no se recuerda que está creado por personas que tratan de romper una represión sexual asfixiantísima: toda la gran novela de Viena, su arquitectura, su música y su psicoanálisis, no se entienden sin esa represión. Tolstoi es incomprensible si no se sabe que sus personajes viven presos de una sociedad que inhibe su deseo.

os habíamos acostumbrado a disfrutar con distancia de esas obras, a valorarlas como un placer estético, pero sin compenetrarnos con la angustia de los personajes, que estábamos muy lejos de sentir, porque ningún cura y ninguna madrastra nos había puesto cilicio alguno. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, me he dado cuenta de que siguen siendo muchos los que viven su deseo como un trastorno, que les provoca enormes sufrimientos. Lo que para mí es un simple polvo al que no dedico apenas pensamientos, para muchos es un misterio teológico lleno de problemas metafísicos. Como en los momentos álgidos de la represión cristiana. De pronto, me siento sofisticado y vanguardista, mucho más desinhibido y liberado de lo que me tenía.

Esto no tiene nada que ver con el abuso y el acoso, que están bien definidos y son reconocibles e intolerables. No sé cómo esta amalgama siniestra de desprecio al placer y de criminalización del puro deseo ha logrado colarse en medio de una protesta dignísima y necesaria contra las agresiones sexuales. Vuelvo a la pregunta de Stephen Marche: «¿Qué sucede si no hay una posible reconciliación entre los ideales relucientemente limpios de la igualdad de género y los mecanismos del deseo humano?». Pero, ¿qué reconciliación hace falta, si son cosas distintas? Existen por separado: puedo desear a cualquier persona (incluso desearla muchísimo, hasta la fiebre) sin violentar lo más mínimo su libertad, su dignidad y su igualdad ante todos. Del mismo modo que puedo sentir mucha hambre y comportarme con corrección en la mesa, sin lanzarme a dentelladas sobre la comida cruda. Porque el deseo ajeno no es un insulto ni el prólogo de una agresión, y no hay nada vergonzoso ni inmoral en expresarlo.

Me pregunto por qué el sexo sigue siendo el centro de tantas polémicas, pero dejo las tentativas de respuesta para otro artículo.

Autor
Sergio del Molino.
Juntaletras. Autor de La mirada de los peces y La España vacía.
3 de febrero 2018
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Pulp
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Re: Sexo y salud.

Mensaje por Pulp »

Con lo bonito que se ven los temas en General... Ains! Luego (quien dice luego) leo el artículo.
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fabian
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Re: Sexo y salud

Mensaje por fabian »

El único problema que yo le veo a general es que el hilo está firmado o creado por la rusa. Y todo el que entra ahi es para mofarse. El hilo quedaba (queda que pernoctara ahí por el fin de los siglos) como un pimiento relleno en el Burger King, una delicatesen en un fast food. Éste tampoco se libra, sexo y salud, lo de salud me suena a la consulta del medico oliendo a alcohol, excesivamente aséptico. El sexo aséptico no funciona. Y lo contrario tampoco. El autentico sexo, el de verdad es "sucio". Valgan las comillas claro.
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Pulp
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Re: Sexo y salud

Mensaje por Pulp »

Fabian, soy rubia de bote: En general, no modero yo; en tertulia, sí. Ese es mi único drama. El resto, el resto de mi vida, son flores y olores a margaritas.
Hiro
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Re: Sexo y salud

Mensaje por Hiro »

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fabian
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Re: Sexo y salud

Mensaje por fabian »

Así es, leí un ensayo hace años sobre la masturbación femenina en donde hablaba de ello.

:arrow: https://www.abretelibro.com/foro/viewtopic.php?t=70942
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Hiro
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Re: Sexo y salud

Mensaje por Hiro »

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Re: Sexo y salud

Mensaje por fabian »

O que si estan desnudos que se quiten los calcetines que no pega. :mrgreen:
Que el guión este mas elaborado, mas currado. No se donde hubo una conversación en el foro (¿En no ficción tal vez?) en donde yo intentaba explicar a una forera que una de las fantasías más recurrentes de las mujeres eran ser «violadas». Tengase en cuenta dos cosas , fantasia y las comillas de violadas. Creo que no lo entendió. Cambiamos violadas por como citas pasivo y dominadas. No recuerdo si la palabra violada era de mi deducción o si por el contrario salia en la conclusión del estudio.
Como intentar explicar a un heterosexual (algunos) que una de las «fantasías»
entre los hombres es acostarse con otros hombres. Mas difícil que dar con la formula del oro.

Aun asi no hubo forma , fantasia, juego, fetiche, etc de la realidad. Fue imposible.
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Bronia
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Re: Sexo y salud

Mensaje por Bronia »

Hiro escribió:A mi de la noticia me llamó la atención la idea de que las mujeres "tienden a ser más detalladas y con más elementos que las de los hombres"
No pude evitar pensar que igual se refiere a que cuando las mujeres fantasean con un chico se imaginan incluso que su corbata combina bien con la camisa y su cinturón con los zapatos :mrgreen:
O que en segundo plano, al fondo, se vea la tapa del inodoro baja
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Hiro
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Re: Sexo y salud

Mensaje por Hiro »

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ukiahaprasim
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Re: Sexo y salud

Mensaje por ukiahaprasim »

Vamos a ver...

Las chicas suelen ser las frioleras, las que siempre duermen con calcetines, y luego nos critican a nosotros...

Leñe, que son las prisas .. :cunao:


Ukiah
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JuanXito
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Debate sobre las violaciones a hombres

Mensaje por JuanXito »

¿Cómo un hombre puede ser violado por una mujer? Para muchos es un sinsentido, pero los testimonios hablan de algo que muchos se niegan a reconocer.

Un primo hace años fue violado por una mujer, el asistía a clases de baile, ella tenía 40 años, ella lo invitó a su casa, tomaros unas copas de vino, se emborracharon un poco, y la señora entonces le empezó a hacer sexo oral, el no quería pero ella lo obligaba, lo tomó de las manos muy fuerte y empezó a tocarlo por todo el cuerpo, y luego pasó lo que pasó.

Otro caso que conozco, un amigo era abusado sexualmente por su exnovia, ellos habían terminado, pero ella lo amarraba y lo obligaba tener sexo con el, con chantajes presionandolo porque ella tenia en su poder unos videos comprometedores. Tiempo después, ella le dijo que estaba embarazada, que se quedaría con su hijo y que él nunca podría verlo

Existen muchos hombres traumados, pero muy poco se habla de esto.
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