¡¡¡¡Ohhhh, me ha encantado!!! Un gran relato, excelentemente escrito y con muchos temas que tratar.
Al principio con la enumeración de los ingredientes típicos americanos de una comida de acción de gracias me he asustado, pero después de repente empieza a aparecer el olor de curry y sabes que hay algo diferente.
Mike en realidad no es Mike. Yvonne, a pesar de ese nombre extraño de origen francés y tan poco americano, es una americana de pura cepa, se nota en lo que está preparando, y en sus invitados, tanto los miembros de su familia, como en sus amigos. En la sociedad americana, como en todas, reina lo políticamente correcto. Así que mientras aquí se discute de política, o de temas que podrían ser espinosos, allí hay muchos temas tabú, y todo tiene que desarrollarse dentro de un orden. Y el día de Acción de gracias es una tradición puramente americana en la que la familia o los amigos que en muchos casos sustituyen a la familia, se reúnen en torno al pavo y la comilona, un poco como nuestra Nochebuena. Y en el relato se ve claramente cómo impera lo políticamente correcto, los invitados tienen que ser lo que son "hasta que ofrecía una mezcla perfecta de voces, características y profesiones". Así se nos describe a los amigos indios de Mike y los escogidos amigos de Yvonne.
En eso que aparece una intrusa. Sarah, "una nota estridente". Es todo menos lo que se espera de un americano en una reunión de estas características, donde no se puede ser "auténtico", todo tiene que estar ajustado, la cantidad de tiempo que hablas, el tono, el tema, los gestos, y Sarah no cumple nada de ello, por no tener no tiene ajustadas ni las ligas. Con lo que todos optan por hacerle el vacío, consciente o inconscientemente, porque les produce desasosiego al no ajustarse a las normas. Y en eso la autora nos hace conocer más a Sarah y su soledad. De hecho su intento por integrarse en ese pequeño microcosmos acaba en fracaso, como así ha pasado toda su vida. La propia Sarah
se culpabiliza del fracaso, como siempre ocurre en estos casos. |
La parte final viene dedicada a Mike. La India es un país fundamentalmente vegetariano, por la religión hindú que es mayoritaria, y de hecho se nos refleja que Mike aún conserva su espíritu indio, no solo por esos misteriosos viajes a la India que Yvonne le permite, sino porque siente remordimientos al comerse el pavo por considerarlo un hermano, en contraste con esa idea el típico americano, Chet, se hurga los dientes entre bocados, una imagen asquerosa con la que que la autora quiere que veamos el contraste entre el espíritu indio de compasión de Mike, y el palurdo ofensivo americano, y tan poco compasivo que hasta Yvonne le niega a Sarah la posibilidad de fregar, es como decirle no sirves ni para eso. Una humillación más. De hecho esa deshumanización norteamericana se refleja incluso en el comportamiento del taxista ante las lágrimas de Sarah.
Todo es tan americano y tan aséptico, envolver las sobras, vaciar, limpiar, lavar, todo recogido y ordenado, como sus vidas sincronizadas. Pero tenemos ese final magnífico.
Mike, en realidad y en el fondo, no es ese Mike americano, por eso invitó a Sarah a pesar de saber lo que iba a ocurrir, Mike es Madhavan, y probablemente siempre lo será, conservando el sentido de compasión indio, se había apiadado de Sarah, e intentado apoyarla en la cena y posteriormente, consolándola en cierta forma, y se une la imagen de al madre de Madhavan que "acogía animales perdidos y le enseñó a ayudar a los demás", Sarah es su animal perdido, una antigua vecina, anciana de 78 años, sola, sin embargo Yvonne solo ve en ella lo que no quiere ver, en lo que se puede convertir en un futuro. Esos momentos de debilidad en los que aparece Madhavan, desaparece para dar lugar a Mike que "aisló su corazón herido", para tener de nuevo esa coraza americana y sobrevivir en ese mundo "donde no había lugar para unas virtudes tan obsoletas". |
Y el relato nos lleva a otro final. El de Sarah, que
con la misma generosidad que Madhavan/Mike, empieza a celebrar el Sabbath rezando sus oraciones para las veinticuatro personas que habían dejado este mundo ,y las ochenta y nueve, con sus nombres, que la conocían y ella consideraba que le tenían cariño. "Se tomó su tiempo con cada nombre e intentó recordar todo lo que aquella persona había significado". |
Un final emocionante y cálido que contrasta con la frialdad, el cálculo y la hipocresía de la sociedad americana representada por Yvonne, su familia y sus amigos. Sarah puede ser una anciana sola y abandonada pero vale más que todos ellos juntos. Eso sí es un cuento de acción de gracias.